martes, 17 de junio de 2014

Rusia 1, Corea 1


De este partido esperaba lo mismo que de un primo cuarto acabado de conocer o del nuevo novio de la tía: no mucho, así que cualquier cosa destacable ya la consideraría ganancia. Y ese algo fue, en este caso el énfasis con que se atacaron coreanos y rusos aunque no la precisión: como una pelea de compadritos por el control del barrio que escogieran como armas los cuchillos de untar la mantequilla. Un desborde de agresividad pero sin derramamiento de sangre.

Así fue hasta que el portero ruso cansado de tanto esfuerzo inútil decidió el mayor sacrificio que concibe un samurai: hacerse el hara-kiri con cuchillo de palo. Un disparo coreano que le pasó entre las manos y entró en la portería confirmando la maldición de Capello: en dos Mundiales seguidos con equipos distintos (Inglaterra primero y ahora Rusia) sus porteros han lucido unos magníficos guantes de mantequilla. No obstante este regalo del Amigo Mantequilla terminó dándole al ataque ruso el impulso que necesitaba y siete minutos después consiguió dar con el tanto que andaba buscando desde el principio del partido.

No obstante lo mejor del partido en mi opinion fue el arbitraje que dio una lección de cómo aplicar la ley de la ventaja al punto de parecer que al árbitro se le había quedado el silbato en la guantera del carro. Ya lo dije: cuando se va a conocer el nuevo novio de la tía uno se transa por cualquier cosa. 

2 comentarios:

El Liberal dijo...

El papelazo con mantequilla del bolo es lo más triste hasta el momento, prueba de que no todos los que están, son.

Y excelentes crónicas, continua metiéndole en las costuras a esa Copa que en los periódicos, como regla, no se dice nada que valga la pena, sólo obviedades o copy-paste de la Fifa.

IváN dijo...

Es que los rusos amenazaron a los coreanos con cerrar la llave del gas o mandarles a Capello para el próximo mundial. En fin, dos ofertas Corleone que los coreanos captaron rápido.