Si lo la han leído ya les recomiendo la entrevista que Diario de Cuba ha publicado al escritor Manuel Ballagas quien habla de su vida, de su padre, el poeta Emilio Ballagas y de su nueva novela “Pájaro de cuenta” sobre Virgilio Piñera. Dos fragmentos sirvan como adelanto. Uno en el que habla de su condena a prisión por el simple delito de escribir.
En 1973 fuiste arrestado y condenado a la cárcel bajo cargos de 'diversionismo ideológico', ¿qué era lo que escribías que resultaba un delito para pedirte doce años de cárcel, aunque acabaron condenándote a seis?O este otro en que se refiere a las relaciones entre su padre y un Virgilio Piñera todavía demasiado cerca de la influencia de Lezama.
Bueno, mi sentencia a prisión me acusaba de escribir cuentos, poemas, novelas, artículos y otros escritos criticando leyes, medidas, disposiciones, métodos y dirigentes de la revolución cubana. Por ahí anda una copia de la sentencia, que colgué en internet... Y pese a que en el minucioso registro que hicieron en mi casa no encontraron algo semejante a Doctor Zhivago o Archipiélago Gulag, el gobierno revolucionario y sus órganos represivos tuvieron a bien meterme en la cárcel.
¿Por qué? No sabría decirte. Visto en perspectiva, creo que en aquel entonces lo que quería la dirigencia era infundir terror en las capas intelectuales, hacerlas cagarse de miedo, como digo en mi novela.
No me lo explico de otra manera, como tampoco me explico a estas alturas por qué Padilla tuvo que ir preso por Fuera del juego. El poder absoluto es siempre arbitrario.
El propio Virgilio nunca se sobrepuso a la escasa atención que Emilio Ballagas le prestó a él y a su obra. Quizás por eso la única pieza de correspondencia de Virgilio que encontré entre la copiosa papelería de mi padre fue una cartica de tres líneas en que Virgilio se lamentaba de que mi padre no le había dado "ni las gracias corteses" por el ejemplar de Las Furias que le había enviado poco antes.Para otra crónica del horror cotidiano del castrismo clásico, esa docena de años que van desde la ofensiva revolucionaria hasta el éxodo del Mariel -y que en Cuba le llaman con imprecisión cronológica y cromática "Quinquenio Gris"- leer esta en el blog Diletante sin causa.
Mi padre había presillado la carta a aquel librito, dentro del cual había subrayado solo un verso, que decía: "Crujientes crótalos cremosos crecían". Y por todo comentario, al lado de este verso, había escrito un lapidario "¡Croñó!"
3 comentarios:
Muy recomendable la entrevista, así como la novela "Pájaro de cuenta".
(Enrique, comparto tu enlace en mi muro de 'Facebook'. Gracias).
La sentencia está espeluznante. Era en la época en la que ni se tomaban el trabajo de inventarse un delito común y te echaban seis años explícitamente por lo que escribías y hablabas.
Lo de los segurosos en las fiestas juveniles en la crónica del blog “Diletante sin causa” me recordó un hecho de mi adolescencia a comienzos de los ’80 (post “Quinquenio Gris”). Yo tendría unos 13 años y comenzaba a ir a fiestas de “frikis” los fines de semana con algunos socios de la escuela. Un domingo, al regresar a la escuela del pase uno de los socios me contó que el fin de semana la Seguridad había estado en su casa y había tratado de enrolarlo como informante sobre los que pasaba y se hablaba en las fiestas, presionándolo y amenazándolo. Él se había negado pero todavía estaba bastante estremecido con la situación. Creo que ese día borré cualquier rasgo de heroicidad de la figura de agente del G2 que series como “En silencio ha tenido que ser” habían inculcado en mi mente infantil unos años antes. ¡Y pensar que estos hijos de puta le hacían esto a un chama de 13 años!
¡Croñó!
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