jueves, 22 de septiembre de 2011

Troy Davis y la (pena de) muerte


Desde hace mucho tiempo he sido contrario a la pena de muerte con ese gesto de benevolencia inútil que uno suele extender a las cosas que escapan de su control. Con el mismo con que conducía los debates entre mis estudiantes sobre la conveniencia o moralidad de dicho castigo (los programas de enseñanza de español suelen recomendar ese tipo de ejercicios retóricos con vistas a estimular la práctica del idioma en temas que se consideran interesantes de antemano: la globalización, la contaminación o el límite de dad para el consumo de alcohol). Fue así hasta el día en que una estudiante me respondió cuado le pregunté sobre el tema: “A mi madre la violaron y la mataron cuando yo tenía tres años. ¿Qué quiere que le diga sobre la pena de muerte?” Desde entonces evito el tema en clase. Si se trata de estimular la conversación prefiero que hablen de qué edad creen recomendable para comenzar a tomar cerveza. No es que renunciara a mis convicciones sobre la pena de muerte pero aquella muchacha me enseñó que hay temas que no deben ser tratados a la ligera como mismo me ayudó a recordar algo tan elemental como que a la víctima le asisten ciertos derechos. (También tuve una estudiante a quien le habían ejecutado un primo aunque estaba tan convencida de su inocencia como de que la falta de dinero para pagar una buena defensa fue decisiva en su condena).

La muerte de Troy Davis, condenado a la pena máxima en circunstancias cuando menos cuestionables, me obliga a repasar esas viejas convicciones. Sobre todo porque fue ejecutado en el mismo país en que vivo lo que me hace en cierta medida responsable. En una tiranía donde los individuos no son responsables de su silencio el peso de esas muertes solo deben caer en aquellos que la apoyan activamente pero en una democracia algo de responsabilidad nos debe tocar a cada uno. No entraré en el cuestionamiento moral un tanto fácil de si el Estado puede atribuirse o no el derecho de matar legalmente a sus ciudadanos, cualquiera que sea el delito que haya cometido.

En el caso de Troy Davis me atengo al principio más modesto de que es preferible absolver a un culpable que condenar a un inocente y la pena capital le impide al sistema de justicia rectificar una vez que se ha cumplido la condena. Y la impresión que tengo es que Davis murió porque una vez que fue puesto en marcha el sistema era más fácil dejar que triturara al condenado que detenerlo. De Davis murió por pura inercia. La justicia tiene que ser ciega pero la sordera puede convertirla en criminal si termina funcionando por el principio opuesto al que mencioné antes. Si prefiere condenar inocentes antes de dejar escapar a algún culpable.

Si notan alguna cautela en estos párrafos no es porque no me parezca suficientemente terrible la ejecución de Davis para la idea de la justicia en la que creo. Pienso –por ejemplo- en la posibilidad de que Osama Bin Laden hubiera sido capturado y sometido a juicio. La verdad es que no me imagino participando en manifestaciones exigiendo que le inyectaran pentotal pero tampoco –aunque sea por respeto a las familias de sus víctimas- pidiendo que se le respetara la vida. Y mi silencio me haría tan responsable de su ejecución como a los que la pidieran a gritos. (Quiero pensar que me opondría a la ejecución de quien asesinara un ser querido pero ya se sabe que en esos casos es muy fácil entregarse a la piedad especulativa). Pero volviendo a Davis, cuando se tienen tantas oportunidades de enmendar un desacierto y el resultado es la muerte de un ser humano no se puede hablar de error sino de crimen. Un crimen en el que todos sus conciudadanos nos alcanza algo de responsabilidad, una complicidad que el silencio solo puede agrandar.

12 comentarios:

Cheito dijo...

Hablando del tema...

Te opondrias a la pena de muerte de los hermanos quientusabes??

Argumente su respuesta, por favor !!

Alexis Romay dijo...

Hoy hablas por mí.
Un abrazo,
A

Armando Tejuca dijo...

No hay debate bro. Es mucho más fácil y simple decir "no" a la pena de muerte, sea quien sea. No, nadie tiene que morir porque otro lo decida, ni el más villano. Si lo vemos así es mejor. Osama, muerto en combate, guevara muerto en combate, musolini y sadan muertos en combate. Cerveza a cualquier edad, muerte a ninguna.

Anónimo dijo...

Cheito, me opongo a la pena de muerte de esos hermanos, que en La Haya los juzguen, mejor, en Cuba... los interrogamos en Villa Marista, los alimentamos mal, los hacemos escuchar sus discursos, marchar, hacer colas, comer soya... Creo que Enrisco se va a oponer a tanta crueldad

Enrisco dijo...

si, el sadismo del anonimo me va mejor que la pena de muerte que en la practica estan mas del lado de alla que de aca. mas alla de consideraciones eticas. cual es la gracia de condenar a muerte de un par de viejos que apenas se enteran de nada?

PolO dijo...

La pena de muerte es una estupidez criminal; porque el sistema, los procedimientos legales y la gente que participa en ellos: investigadores, fiscales, jueces, jurados, testigos, laboratorios, la opinión pública, etc. pueden errar; y de hecho hay muchos inocentes liberados luego de penar décadas en prisión.
Pero a un inocente ejecutado es imposible resucitarlo.

No puedo apoyar condenas irreversibles dictadas por un mecanismo plagado de errores.

Jesús dijo...

Enrisco, hoy no estoy al 100% de acuerdo contigo. Tú y yo compartimos nuestro rechazo a la pena de muerte. Ni el Estado ni nadie debe poder decidir sobre la vida de una persona. Solamente cada uno de nosotros debe ser el dueño de nuestras propias vidas. Por eso apoyo la eutanasia.
Has dicho que evitas tocar el tema en clase. No has escrito nada sobre la edad de tus estudiantes. En dependencia de ello se podría razonar un poco. Evadiendo el tema de la pena de muerte no creo que haga de ello una cosa más seria. Todo lo contrario. Yo creo que deberías estimular a tus estudiantes a debatirlo con la seriedad que merece. La chica que te contó sobre el triste destino de su madre tiene por supuesto todo el derecho a pensar de la manera que guste. Pero se le debe recordar que una vez apagada una vida ya no hay marcha atrás. Y que han habido inocentes que han sido ejecutados en países llamados de derecho, como EEUU.
Un presunto autor de un crimen puede ser encarcelado por un millón de razones arradas todas y, demostrada su inocencia, puede ser puesto en libertad y se le paga una compensación por el injusto encarcelamiento. Pero si a ese presunto criminal se le ejecuta ya de qué vale que un día se le declare inocente.
Más vale liberar a un culpable que condenar a un inocente.
Sobre el caso de Davis: creo que era inocente. Que varios de los testigos hayan cambiado sus declaraciones a favor del condenado es más que suficiente para que 1. Sea revocada la condena a muerte 2. Se revise el caso nuevamente. Creo que Obama pudo haber emitido una orden presidencial para conmutarle la pena de muerte a Davis y cambiarla por cárcel.

Enrisco dijo...

Jesus: lo raro (y hasta preocupante) es que estemos 100% de acuerdo. en cuanto a las clases me refiero a las clases de idioma, muchachos entre los 18 y los 22 y en las clases de idioma las conversaciones son -por mucho que uno quiera- irremediablemente ligeras aunque no sea mas que porque carecen de vocabulario suficiente para abordar cualquier tema a profunduidad. en las de literatura ya es otra cosa pero no es un tema que suela aparecer por alli. lo que quiero decir que no es un tema para tomarselo a la ligera como nada que este cargado de muerte: primero la de las victimas y luego de sus presuntos asesinos.

versionmascortatodavia dijo...

Como aparecieron los casquillos del arma de Troy en el lugar del crimen? Acaso los recogieron del tiroteo anterior y se los plantaron alli? Pasados los annos la sentencia fue pospuesta una y otra vez en base a la ausencia del arma y algunos jueces y testigos empezaron a montarse en el carro de la duda, no querian seguir siendo los malos de la pelicula. Pero en el momento de emitir veredicto los doce jueces, incluyendo siete de la raza negra, fueron unanimes. No tenian dudas en aquel momento como no la tenian los testigos que vieron a Troy en el lugar. No puedo creer que tantas personas estaban inseguras o mintiendo en aquel momento.

Anónimo dijo...

Pobres asesinos, hay que tocarlos con guantes de seda, porque el lloriqueo justiciero los arropa como tesoritos y las victimas que? pues pal hoyo.....la pena de muerte en casos con dudas razonables no debiera existir, pero y para los asesinos confesos? esos que han enterrado a una ni~ita de 8 a~os viva en una bolsa de basura, despues de torturarla , violarla y vejarla??

Anónimo dijo...

Ningún estado que se base en leyes ideadas y acordadas por los integrantes de una sociedad (que por lo general buscan promover y defender la igualdad, la fraternidad, la libertad, o la justicia social de los ciudadanos) puede quitar legalmente lo que no ha dado: en este caso, la vida (dejando a un lado, por supuesto, las groserías legales de un Castro, que se mueve a la “cañona” de su convicción personal y no por argumentos legales sólidos). Otro caso es el de los estados que se fundan en una Ley revelada (como la Sharia y la Torah): a esos estados no les queda más remedio que cumplir con las leyes que les ha dado el Creador del mundo (y, en consecuencia, cortarle la cabeza a cualquiera que incumpla con las leyes más sagradas). El caso de EE.UU es muchísimo más complejo: si bien la Declaración de Independencia dice claramente que “all men are created equal, that they are endowed by their Creator with certain unalienable Rights, that among these are Life, Liberty, and the Pursuit of Happiness”, la Constitución incluye como uno de sus objetivos la búsqueda de la paz social (to “insure domestic Tranquility”), que de manera implícita apoya la pena de muerte (aunque después diga toda la bobería de “nor cruel and unusual punishments inflicted”). La clave para la abolición de la pena de muerte se encuentra, por tanto, en la Declaración de Independencia pero la izquierda legal (académica o demócrata) se niega a considerarla como algo más que un documento histórico irrelevante para la interpretación legal de la Constitución (vale leer todo lo que ha escrito Harry Jaffa al respecto). Por demás, ninguna individualización, ni aun los casos más ofensivos, pueden simplificar este tópico. Vale recordar que, antes, entre los antiguos, los casos de las madres violadas y asesinadas podían resolverse en lo que se denominaba como la “Corte de Dios”, es decir, a machetazos. Sobre este tema es mucho lo que se encuentra en Alfarabí, Averroes, Avicena y Maimónides y más en lo que dice Strauss. Un abrazo.

Güicho dijo...

Todo el circo alrededor de la pena de muerte es una farsa muy gringa.

Debería ser un pariente de primer grado de la víctima quien tumbe la banqueta bajo la horca o apriete el gatillo (nada de hipocrecía indolora con jeringuillas). Si ninguno está dispuesto a hacer eso, pues no muere al convicto y ya.

Por otro lado, la muerte del delincuente es imprescindible como escarmiento en la sociedad americana. Pero no en la cámara de la muerte, sino en la calle en acción. Desde que tronaron al sheriff duro de Miami -por husmear en ciertos negocios turbios, pero bajo el pretexto de que la policía había matado a 8 bandidos en la primera mitad del año- la delincuencia se ha desatado en la ciudad. P.ej., este sábado sólo en el parqueo del Kmart de la 7 del NW hubo 4 atracos armados. Tres de las víctimas eran mujeres: dos con niños de brazos y una embarazada. Dado el caso, le tumbaría la banqueta sin contemplaciones a cualquiera de esos tres. Al otro, por supuesto, cepo y cuero na' ma'.