lunes, 9 de marzo de 2009

Sobre el (fácil) arte de la profecía

Ya hace tiempo que había notado que en el cuento con el que termino el libro Leve Historia de Cuba (llamado previsiblemente, “Epílogo”) anticipaba la muerte en falso del Compañero en Jefe en el verano del 2006. En el cuento, escrito hacia 1995 relataba los preparativos que hacen los héroes en la Gloria cubana para recibir a su Superhéroe (“¿Qué son quince años dando machete -cifra máxima acumulada por los más brillantes paladines aquí reunidos- al lado de sus 100 años de lucha?”). Pero no sólo los próceres se preparan para el encuentro. El Superhéroe, “Con esa prudencia que lo multiplica, tomó la precaución, ahora que está próximo a morir, de fusilar a la mitad de su escolta para que fuera tomando posiciones en el recinto glorial y ahorrarse cualquier tipo de sorpresas”. Sin embargo luego de una larga espera en la Gloria el Superhéroe no acaba de aparecer hasta que al fin:

No es el Superhéroe quien hace su entrada sino un calvo de ojos hundidos y ajada cara de niño bueno, que sin decir nada le entrega a la maestra de ceremonias un sobre. De éste saca estremecida una carta del mismísimo Superhéroe. Con letra vibrante se disculpa y anuncia que de momento le ha ganado una batalla más a la muerte, por lo que piensa emplear el tiempo que le reste entre los vivos –“digamos, unos 20 años”- en llevar a cabo algunos proyectos que tiene en mente. Luego con mucho gusto les hará compañía.


Ese mensaje, si seguimos leyendo todo en clave profética equivaldría a la primera reflexión del Compañero en Jefe. Pero ese fragmento contiene otra anticipación. Me refiero a ese "calvo de ojos hundidos y ajada cara de niño bueno". ¿Lo reconocen? Ese mismo. Carlos Lage en persona. Y la verdad es que no sé por qué se me ocurrió poner al alguien mucho más joven que el Superhéroe a llevar noticias suyas al más allá. Será porque nunca conseguí verlo como otra cosa que como un recadero del poder. Si traigo esto a colación no es para demostrar mis capacidades paranormales sino por razones más terrestres: esta es para mí una evidencia más de lo fácil que resulta hacer profecías desde la ficción, justo porque a nadie se lo ocurre exigírselo. Y esta ausencia de expectativas hace que cuando confluya con alguna realidad futura tenga algo de milagroso cuando el procedimiento es bastante pedestre: lanzar palabras a la nada sin mayores pretensiones para al final acertar en algo que tampoco interesa mucho. No importan las imprecisiones porque a la profecía siempre le viene bien el dato vago y la alegoría: la muerte literal es más que suficiente para identificar una muerte política. Nunca debe perderse de vista que acertar en un hecho de los tantos que podrán ocurrir en el futuro no es sino una distracción de lo literario -que es el intento de darle a lo real otra posibilidad de existencia- y no pretender anticipar los pasos de lo real.

3 comentarios:

El Loco dijo...

Enrique no seas modesto...reconoce tus dotes de adivino.

Te has dado cuenta de que cuando todos lo imaginan muerto yo lo imagino "vivito y coleando" como dice Chávez en la Corte Internacional de Justicia de La Haya.

A lo mejor mi predicción se cumple!

Juanca

Anónimo dijo...

De acuerdo 100%…suele ser “fácil” presagiar cuando por ciclos y veces se hace predecible el modus operandi del individuo(s) en cuestión.

Anónimo dijo...

Viendo, entre otras muestras, este fragmento en vídeo de "Pellízcame que estoy soñando", uno se hace una idea... Nunca lo había entendido de este modo. Será así, no hay duda, es evidente; no me molesta, lo acepto, pero no deja de inquietarme. Mangosta invertida, asimilación insólita: "que yo vengo, vengo de la habana...".