lunes, 30 de marzo de 2009

Pasarse de la raya


La línea en el suelo. De aquí para acá los nuestros. Y de ahí para allá, se sobreentiende, los traidores. Es tentador trazarla. Para que todo quede más claro. Para que a algunos se les pase el deseo de cruzarla. O también, ¿por qué no? para que nadie olvide la mano que la trazó. “¡Que salte al polvo!” decían los guapos en el barrio tocando el suelo con el gesto ya fósil de quien trazaba la raya de las definiciones. En estos días se ha discutido mucho de rayas y la discusión en sí me parecía torpe y ridícula. Entonces recordé que yo también había trazado mi raya mental. Cuando se dio la noticia de que llegaría un grupo de artistas del neoyorkino barrio de Chelsea pensé varias cosas de las motivaciones del grupo y ninguna fue buena. Todavía no me lo parecen. Es fácil imaginar a los artistas mimados por algunas de las galerías más famosas del mundo estrenando su arrepentimiento imperial en una isla de la que han sido apartados –rumian- por la tozudez de sus administraciones. Se verán a sí mismos como enviados de la buena nueva, de un cambio de actitud, un intento de hacerse perdonar ser ciudadanos del imperio en la díscola y exótica isla. Pero ahí esta una frase de la crónica de Yoani Sánchez sobre su participación en un sonado performance de Tania Bruguera: Yoani está consciente de que no fueron reprimidos de inmediato como en ocasiones anteriores al estar “protegidos por [la presencia de] los invitados extranjeros a la X Bienal de La Habana”. Da igual las intenciones de los tontos útiles, simples curiosos o cazadores de exotismos que son muchos de los invitados extranjeros. Posiblemente a su pesar le están haciendo un favor a esos amagos de libertad de expresión en La Habana. Por cierto, a Tania Bruguera se le puede haber acusado de atravesar cierta raya en el suelo pero vistos los resultados debemos repensar la noción misma de raya.


Nuestra generación entre muchos otros tiene un defecto capital: alejada desde siempre del poder cuando entra en el terreno de lo político olvida la responsabilidad que ello entraña. Pretende hacer literatura cuando hace política o hacer política cuando no pasa del juicio moral, del juego –casi siempre inútil- de la pureza. La política, como la realidad, es impura y esa perogrullada no lo será tanto si ahora mismo siento la necesidad de recordarla. Debemos desde ya decidir qué preferimos: ¿ganar ciertos espacios sin hacer concesiones irreversibles o ganarnos a pulmón un epitafio que diga: “Aquí yace uno que nunca transigió”? Nunca he tenido nada en contra de los principios pero a estas alturas una pequeña dosis de pragmatismo, de eficacia a una generación tan virgen de tantas cosas no le viene mal. Vigilarnos un poco unos a los otros nunca está de más como mismo tratamos de evitar que un amigo no sea víctima de sí mismo. Pero somos demasiado pocos y nos conocemos demasiado bien para pretender descubrir traidores donde no los hay. Tengamos en cuenta las prioridades y la mía al menos es esta: ganemos el espacio definitivo donde poder tirarnos los trastos a la cabeza tranquilamente. Si un campesino analfabeto sabe cuál es el puesto que le corresponde a la carreta y cuál a los bueyes deprime pensar que gente leída y escribida no lo sepa.

8 comentarios:

Ernesto dijo...

"Si un campesino analfabeto sabe cuál es el puesto que le corresponde a la carreta y cuál a los bueyes deprime pensar que gente leída y escribida no lo sepa"

Eso de tratar a los intelectuales como bueyes es tramposo --y sintomático.

Enrisco dijo...

Ernesto, no estoy comparando intelectuales con bueyes. tu eres demasiado inteligente para darte cuenta de eso. te digo como dice un socio que esta de vuelta de unas cuantas cosas y entre ellas unas cuantas adicciones: peace and love. mi guerrita es otra.

Jorge Salcedo dijo...

¿Así que nuestra generación "pretende hacer literatura cuando hace política o hacer política cuando no pasa del juicio moral"? ¿Ahora quién traza la raya?

Todo este revuelo por el diálogo en Barcelona entre académicos y escritores cubanos de uno y otro lado me parece saludable. No hay escándalo en el diálogo ni hay escándalo en su crítica. Si estos ejercicios básicos de discrepancia pública se ven como una amenaza cismática, entonces son más necesarios de lo que imaginaba.

Plenamente de acuerdo cuando dices que "somos demasiado pocos y nos conocemos demasiado bien para pretender descubrir traidores donde no los hay." Pero cuando hablas de establecer prioridades, de ganar "el espacio definitivo donde poder tirarnos los trastos a la cabeza tranquilamente", antes de tirarnos los trastos, ya no te sigo. Suspender el juicio, prorrogar la crítica hasta el momento oportuno, ni en broma. Ese espacio del que hablas va con nosotros, está en nosotros, hay que ganarlo aquí y ahora. Como dijera Machado (el español, el bueno) se hace camino al andar.

Sería deseable, supongo, que no hubiera en estos lances demasiado egotismo, celos, tirria, mezquindades, que no le siguiera al diálogo ni a la crítica del diálogo un enjambre de rumores, insinuaciones y anónimos. Pero eso es pedir la pureza de los guapos del barrio. Y no llegamos a tanto.

raúlciro(metatranca DJ) dijo...

“¡ Pueblo de Cuba! En estos momentos acaba de hacer ajusticiado revolucionariamente el dictador Fulgencio Batista. En su propia madriguera del Palacio Presidencial, el pueblo de Cuba ha ido a ajustarle cuentas. Y somos nosotros, el Directorio Revolucionario, los que en nombre de la Revolución Cubana ha dado el tiro de gracia a este régimen de oprobio. Cubanos que me escuchan: Acaba de ser eliminado....”

Enrisco dijo...

salcedo: me rectifico y me desdigo si di la impresion de estar repitiendo aquello de "este no es el momento oportuno". en todo caso no es el momento de las mezquindades por inalcanzable que nos parezca el ejemplo de los guapos del barrio. y pedir un poco de responsabilidad por lo que se dice no creo que este de mas. luego sigo que ahora no tengo tiempo.

Omar dijo...

Nunca he estado tan de acuerdo contigo. La intransigencia anticastrista debiera ser un acto mas intimo, especialmente entre los nacidos y vividos en la Cuba Revolucionaria. El desbalance es enorme. Y el mito extenso, fundado y util. Sobre todo util. Construir una nueva Cuba sobre la que tenemos hoy, es casi que una situcion envidiable.
La paciencia y la nostalgia deberian ser eternos. Ya fue el tiempo en que le tiramos con todo al infinito.

Infortunato Liborio del Campo dijo...

Como siempre: Genial o mejor dicho: lúcido

Anónimo dijo...

Enrique,
Si tuviera un blog te "plagiaría".
Ayer soñé con una caricatura de Varela. Un castillo sitiado, y los Castros allá en lo alto de la muralla sacándole la lengua a unos sitiadores, que están representados por una multitud de arqueros, de los que sale una nube de flechas que van camino del castillo. En esa nube hay un hiato, una franja vacía en la que deberían estar las flechas que podrían darle a los Castros (que por eso están sacando sus lenguas). Esa franja existe porque los arqueros que pudieron haberla llenado con sus flechas están revolcados en el piso, fajándose los unos con los otros, ante la mirada atónita del resto de los sitiadores. En lo alto de una de las torres del castillo hay unas damas que también miran con asombro hacia abajo.
Como con las caricaturas de Varelas, cuando me desperté no supe si reír o llorar.
Saludos
CRA