viernes, 5 de septiembre de 2008

Aviso


Ya sé que es un poco tarde pero quería invitarlos hoy a que asistan a la presentación del libro Kabiosiles: los músicos de Cuba de Ramón Fernández Larrea en el Club Cubano de Elizabeth (719 New Point Rd. Elizabeth, New Jersey) a las 7pm. Fernández Larrea además de poeta y humorista de primera (tiene en su haber los poemarios “El pasado del cielo” o “Nunca canté en Broadway” y programas como el legendario espacio radial “Programa de Ramón” o los televisivos “Seguro que Yes” y “Esta noche To Night”) es un profundo conocedor de la música cubana y sus protagonistas. Sus kabiosiles son una especie de minibiografías poéticas de muchos de los principales músicos cubanos, unos más conocidos que otros pero todos a su manera (los homenajeados y los textos que se les dedican) imprescindibles. Abajo el kabiosile dedicado a Arsenio Rodríguez:

Kabiosile: Arsenio Rodríguez
Por Ramón Fernández Larrea

Nos dijo que el mundo era imperfecto. Él, desde su dolida imperfección, construyó otro mundo posible con las manos. Un mundo que sólo se escucha. Un mundo de luces y sombras donde el cimbrear del tres alegre o agorero, saluda y estremece, plantea y pregunta, marca los límites del fuego y abre el sabor como una desolación que va a reverdecer. Sólo con sus manos, sólo con el ansia de luz que el mundo le negó.

Nos dijo que la soledad no era monstruosa. Que buscáramos momentos para que bailara el corazón, aunque estuviera solo, porque el goce estaba en el rapto, no en el desbordamiento. La fruta prohibida de la felicidad instantánea, esa manzana que robamos del cielo, con picardía, cuando nadie mira, lleva directamente al éxtasis. Lo dejó escrito en los muros de la eternidad con indeleble tinta de sueños, con la ferocidad del africano esclavo que le antecedió en la isla, dueño de nada, o tal vez dueño de fulgurantes momentos para arrebatarle al mundo lo negado: Ahora que mama no está aquí, dame un cachito pa´ huelé.

Todo fue un juego de espejos. El negro regordete que pulsaba el tres con una extraña sonrisa en la cara redonda, bajo las gafas ahumadas, estaba en realidad burlándose del mundo ingrato. Todavía, musicólogos y periodistas, dudan ante sus engañosas inscripciones de nacimiento. Dos fechas probables le vieron venir al mundo: el 13 de agosto de 1913 y el 30 de ese mismo mes, dos años antes, en 1911. ¿Se llamó realmente Ignacio Loyola Rodríguez o Ignacio Arsenio Travieso? Un solo dato tomo como verdad irrebatible: un hombre que haya nacido en un pueblo de nombre tan sonoro como Güira de Macurijes, tiene la misión de engrandecer los sonidos del hombre. No importa cómo se llame el personaje que invente para andar entre nosotros. No importa el santo y seña de los registros polvorientos, donde grises habitantes intentan organizar el mundo entre legados. Arsenio Rodríguez pudo llamarse Juan, o José María, o Ignacio a secas, siempre que venga detrás el inquieto relumbre de un tres tejiendo armonías como las luces de un árbol en navidad, y que nazca de la nada, cada vez que griten “¡Alambre dulce!”.

Nos enseñó que una vida es muchas vidas superpuestas, que hay que gozar el momento feliz en cada una de ellas, que la derrota es la más fácil de las muertes. Él, que volaba en la oscuridad de una magia que nos dejó como acertijo, y que habló de la vida como se habla de una mujer orgullosa que nos desdeña: Después que uno viva veinte desengaños, ¿qué importa uno más? Supo viajar con ilusión hasta el final, en un mundo que estaba hecho de infelicidades. Saltando entre las cuerdas dobles y viriles del tres, regresando sólo como un pájaro nocturno hasta sus trece años, cuando la patada de un caballo le envió a un pozo maldito, y le dejó un universo que sólo crece en las manos. Creo que buscó con ellas los caminos de los colores que recordaba, para que nos entraran misteriosos por el oído.

Para mí, gracias a él, hay un instante de plenitud, en que mi tierra se instala en el demoledor grito de mi sangre: sucede cuando Lilí Martínez se desliza por las teclas, siguiendo la queja feroz de Félix Chappottín en la trompeta burlona, y entra Arsenio terciando, con un agudo que complementa y pregunta, como si estuviera dándole pellizcos a la eternidad. Ah, el alambre dulce con que hilvana las estrofas, trucos aprendidos con el Sexteto Boston, en las madrugadas de delirio de los años treinta, en el bullicio de la Playa de Marianao y sus cuchitriles, donde los mejores músicos del mundo remataban la noche, sacándole los más plenos orgasmos. Y en el 34, con aquella escudería de matanceros irredentos que fuera el Sexteto Bellamar, imprimiéndole al son la sobriedad de su ciudad marina.

Nos puso otros acertijos en el camino, para que, levantando falsas huellas, encontráramos la ruta que le llevó a un júbilo de resignada sabiduría. Lo escucho en una de ellas, su pieza El caramelero, con la Orquesta Casino de la Playa, en 1938. Allí nacieron sus dos sobrenombres. Como un haz de luz inesperada, recordé la manera en que deambulaban los vendedores de caramelos y golosinas en La Habana de su época: sobre las pequeñas ruedas de un artefacto que remedaba un gran tablero, trenzaban unas cuerdas de fino alambre donde se endurecían al aire, colgando como los frutos, los jugosos pirulíes de reciente hechura. Así paseaban anunciando aquel aroma de azúcares profundos, y los cristalinos destellos que Arsenio adivinó en la cadencia y el olor: alambre más dulce no hay. La voz de Miguelito Valdés en ese reposado pregón, invita al tresero a sumarse a la pelea, y el Cieguito Maravilloso da una clase magistral de escasos 48 segundos, donde se concentran todos los puntos inevitables de la escala. Como una pincelada cargada de levitante intensidad, Arsenio solo, Arsenio Rodríguez en el ruedo, imagino que sonriente y seguro, abriéndose el pecho para que salgan a raudales las sangres profundas del azúcar convertidas en diamantes comestibles. Todo en 48 segundos. Comenzaba su leyenda.

1940 quedó para la isla como el año en que se hizo la primera Constitución de la República, inteligente y avanzada, la ley de un país nuevo. También nació el Conjunto de Arsenio Rodríguez, guerreros inmortales del son montuno, que iban a cantar a todos los barrios con la voz misma del barrio. Saint-Exuperi escribió que lo esencial es invisible para los ojos. Arsenio nos lo está diciendo siempre con sus pupilas llenas de penumbra, desde la esencia misma de una eternidad diaria. En el rabioso montuno de las esencias, no deja de construir la luz que me alimenta. Una isla que es un sonido lleno de países. Un sonido que es una historia que se repite. Y un hombre en el centro de toda la negrura, que sonríe con un esplendor amargo. El golpe del corazón de la vida. El paso de alguien que anuncia la golosina momentánea gritando: “¡Alambre dulce!”.

3 comentarios:

Armando Tejuca dijo...

De el he leido las mejores palabras con que se puede hacer un homenaje a alguien, como sabe poner las palabras, un fuera de serie, tal parece que escribe con musica, como diria el envidioso de Salieri, como carajo logra hacer eso? Ramon es un genio de los de verdad.

NG la Banda dijo...

Enrique,

Necesitamos tu ayuda para divulgar el siguiente documento. Si lo consideras pertinente publícalo en tu blog

Gracias!!

DECLARACION DE CONSENSO CUBANO
ANTE LA PRESENTE EMERGENCIA HUMANITARIA EN CUBA



En relación con el desastre causado por el reciente huracán Gustav y la posibilidad de que esta situación se agrave aún más durante la presente temporada , Consenso Cubano declara lo siguiente:

1) Consistentes con los Pilares fundacionales de Consenso Cubano consideramos que estamos llamados a extender una solidaridad incondicional y generosa a nuestras hermanas y hermanos en la isla, guiados exclusivamente por un espíritu humanista y humanitario.

2) Llamamos a Caritas y otras instituciones que gozan de credibilidad ante todas las partes para asumir el liderazgo en esas tareas y al resto a brindarle todo el apoyo en obtener las donaciones y facilitar los envíos y su distribución. Nadie debe intentar politizar la ayuda.

3) Inspirados en nuestra Agenda Humanitaria para la Familia Cubana, nos identificamos y apoyamos sin reserva las iniciativas de solicitar al Presidente de los EEUU que se suspendan, al menos temporalmente, todas las restricciones vigentes en este país que hoy pudieran obstaculizar estos esfuerzos humanitarios e imponen dificultades a las familias afectadas para comunicarse y apoyarse.

4) Solicitamos al gobierno de Cuba que levante, al menos temporalmente, todas las restricciones vigentes que puedan entorpecer u obstaculizar estos esfuerzos humanitarios o impongan dificultades a las familias afectadas para comunicarse y apoyarse. Asimismo que apoye las gestiones de Caritas y otras instituciones humanitarias sin reservas, acepte sus donaciones desinteresadas y tome cualquier otra medida que viabilice esta solidaridad entre cubanos.

Con el más alto espíritu de unidad nacional exhortamos a todos los sectores del destierro cubano a que impulsen estas gestiones humanitarias y exhortamos a todos los cubanos en cualquier parte y a todos los pueblos del mundo a hacer lo mismo.

Septiembre 2008
Miami, Estados Unidos


Organizaciones firmantes que son miembros de Concenso Cubano:
Partido Demócrata Cristiano de Cuba
Partido Social Demócrata de Cuba
Unión Liberal Cubana

Instituciones académicas y culturales

Bibliotecas Independientes de Cuba
Instituto de Estudios Cubanos
Instituto Jacques Maritain

Otras organizaciones

Acción Democrática Cubana
Agenda Cuba
Arco Progresista
Christian Commitment Foundation
Comité Cubano Pro Derechos Humanos
Confederación Campesina de Cuba
Cuba Study Group
Flamur Cuba / Federación Latinoamericana de Mujeres (FLAMUR)
Fundación Nacional Cubano Americana
Grupo por la Responsabilidad Social Corporativa en Cuba
Hermanos al Rescate
Movimiento Democracia
Solidaridad de Trabajadores Cubanos
Todos Unidos
Women For Human Rights International

Organizaciones que participan en calidad de observadores

CAUSA
Proyecto Demócrata Cubano
Movimiento Cristiano Liberación
Raíces de Esperanza

machetico dijo...

Bonito. Lo sería más si corrige la ortografía del nombre del aviador francés autor de El Principito.