jueves, 2 de agosto de 2012

Tradiciones y silencios (con postdatas)

El gobierno cubano ha hecho su peor esfuerzo para que le creamos que la muerte del opositor cubano Oswaldo Payá se debió a un accidente. Y la verdad es que no era difícil creer que se trataba de un accidente más en las carreteras postbélicas de Cuba donde pese al tráfico más bien escaso mueren más personas, opositores o no, de las que debieran. Hubiese bastado que manejaran el asunto con cierta transparencia, que hubieran presentado a los sobrevivientes a la prensa ese mismo día o al siguiente del accidente y no tras días de encierro y en condiciones perfectamente controladas. (De insistir un poco más los interrogadores hubieran conseguido una confesión firmada por Carromero de que él fue el culpable de la muerte de Laura Pollán y hasta del hundimiento del remolcador “13 de Marzo”.) No serían los primeros asesinos en serie a los que su víctima soñada se les muere sin que puedan ponerle la mano encima. 


Pero no sólo insisten en que les creamos que no intervinieron en la muerte de Payá y de Cepero sino que invocan “la historia inmaculada de una Revolución que triunfó y ha sido defendida durante medio siglo sin una sola ejecución extrajudicial, sin un desaparecido, un torturado, un secuestrado, un solo acto terrorista cuando justo la historia de esa Revolución es la que hace todo demasiado sospechoso en primera instancia. Si no hubiera tanto dolor por medio parecería un chiste en medio de un editorial que apenas alcanza a mencionar una sola vez a uno de los fallecidos mientras alude una y otra vez al exilio de Miami y al gobierno de Washington. Como si ellos fueran los encargados de pavimentar las carreteras cubanas. (Es irónico que el inculpado llame a la comunidad internacional a no politizar su caso mientras el editorial de Granma lo convierte de hecho en un enviado del imperialismo). Lo terrible sería que –en caso de no haber sido un accidente, como las manipulaciones del gobierno parecen sugerir- los implicados tomaran en serio la sugerencia de sus captores. Que creyeran que el silencio o la mentira los va a beneficiar. Las cancillerías española y sueca deberían de saber por experiencia que los gángsteres no son buen material para llegar a acuerdos de caballeros.

P.D.: Modig renuncia a presentarse en rueda de prensa en Suecia para no perjudicar a Carromero, algo comprensible aunque no nos imaginamos en qué pueda perjudicar a Carromero alguien que durante el accidente estaba dormido.

P.D. 2: Un excelente artículo de Luis Manuel García analizando el editorial de Granma donde dice:

Si el texto se proponía refutar la tesis del asesinato político o del asesinato político accidental, por muy ejemplar del granma’s style que sea, es un texto fallido. Intenta convencernos de que se trató de un mero accidente de tráfico, y en lugar de centrarse en ello y explicarlo con total transparencia, 1.252 de las 1.500 palabras son una diatriba política, 581 de ellas directamente contra los disidentes muertos y los extranjeros que los acompañaban. Sobre estos demuestran un exhaustivo conocimiento: pedigrí político, actividades, viajes anteriores, personalidades cercanas, e incluso el restaurante de Madrid donde se conocieron, información que no se obtiene sin un seguimiento. Y, al menos semánticamente, del seguimiento a la persecución no va tanto trecho. Para rematar, aparece Ángel Carromero Barrios en televisión pidiendo que no se de al accidente una lectura política, y a continuación hace un patético llamado para que lo saquen de allí lo antes posible. Demasiadas refutaciones para un mero accidente. Si fue eso lo que ocurrió, deberán despedir al buró de comunicación y a sus asesores de imagen.

3 comentarios:

Nausea dijo...

"La historia inmaculada de la Revolución." Se asombra uno que la persona responsable de tal frase no haya explotado al momento de escribirla o decirla, puramente por justicia.

Cheito dijo...

Nausea,
No puede explotar porque sencillamente, son gente que nacen asi, ya explotados !!

Güicho dijo...

Son híbridos de cerdo con burro. No queda un esbirro o chivato con cerebro a las órdenes de esa familia de hijoeputas.