Un buen editorial de El País que comienza así:
La muerte de Wilman Villar Mendoza tras 50 días de huelga de hambre muestra que hay disidentes cubanos dispuestos a resistir hasta el límite ante la iniquidad, pero también que el régimen castrista es incapaz de hacer concesión alguna que pueda interpretarse como debilidad. Resiste enrocado en un presente que se va eternizando, precisamente porque no tiene futuro alguno. Quien sí lo tenía y podía albergar la esperanza de llegar a vivir otra Cuba, en libertad, era Mendoza, de 31 años, padre de dos niñas. Pero sus carceleros han preferido dejarle morir.
1 comentario:
Los buenos siempre llevan la peor parte y con frecuencia mueren jovenes. Pobre Cuba que ofrece oidos sordos al sacrificio de sus mejores hijos, muertos o vivos.
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