Dave Barry es uno de los grandes humoristas norteamericanos quien en 1988 ganó el Pulitzer por la columna que publicaba semanalmente (y todavía se reedita) en The Miami Herald. Autor de numerosos libros ha sido sin embargo muy poco traducido al español. (He tenido noticias de que la argentina Ediciones La Flor ha publicado algún libro suyo pero creo que es todo). De ahí que cuando me pidieron hace años desde una revista española una traducción para un dossier de literatura norteamericana no tuviese que pensar mucho antes de decidirme por uno de los artículos de Barry. Y es bien difícil porque aunque no incurre en juegos de palabras su humor suele estar llenos de referencias específicas a la vida cotidiana norteamericana. También porque buena parte de su gracia radica en un aprovechamiento extremo de ciertas especificidades de la sintaxis inglesa al punto que hace pensar a cualquiera si el inglés está mejor dotado para hacer chistes que cualquier otro idioma. De manera que si el texto no le parece gracioso nada más justo que culpar al traductor.
Cacaccino descafeinado
Tengo emocionantes noticias para cualquiera que quiera pagar un montón de dinero por un café que haya viajado a lo largo del sistema digestivo de un animal. Y como saben hay muchísimas personas que lo harían. El café gourmet es muy popular en la actualidad. Atrae a millones de consumidores cada uno de los cuales se para en la cola de las cafeterías de los aeropuertos cada vez que trato de comprar un vaso de café de camino a tomar el avión. Estos consumidores están siempre pidiendo bebidas mutantes con nombres tales como “moka-almendra-con-miel-a-la-vinagreta-lattespressaccino”, bebidas que deben ser preparadas una a una a través de un complejo proceso en el que toman parte aproximadamente un grano de café, dos litros de productos lácteos y lo que parece ser un reactor nuclear en miniatura.
Mientras tanto, en la cola, crece la impaciencia entre aquellos de nosotros que sólo quieren la vieja y simple taza de café de toda la vida para que nuestros cerebros empiecen a funcionar y podamos recordar cuál es nuestro nombre completo y por qué estamos tomando un avión. Nosotros querríamos golpear a la gente del lattespressaccino con nuestro equipaje de mano y gritarles “¡QUÍTENSE DEL CAMINO PIJOS IMBÉCILES Y DÉJENNOS TOMAR NUESTRO CAFÉ!” pero por supuesto que nunca podríamos hacer algo que conlleve tanta animación sin antes haber ingerido café.
Es inhumano, en mi opinión, forzar a personas que tienen una genuina necesidad médica de tomar café a esperar en la cola detrás de gente para la que, aparentemente, tomar café es algún tipo de actividad recreativa. Apuesto a que ese tipo de cosas no les pasa a los adictos a la heroína. Apuesto a que cuando un yonki serio va a comprar su heroína no toleraría esperar en cola a que algún diletante ordene un caballo-ccino de avellana espolvoreado con canela.
La razón por la que algunos de nosotros necesita café es porque este contiene cafeína, la cual nos mantiene despiertos. Por supuesto, es muy importante recordar que la cafeína es una droga y que, como cualquier otra droga, es divertidísima.
¡No!¡Esperen! Lo que quise decir es: como cualquier otra droga la cafeína puede causar efectos secundarios si se la ingiere en grandes cantidades. Este hecho fue notado por primera vez en el antiguo Egipto cuando un grupo de trabajadores a los que se le había asignado la construcción de un estanque, comenzaron a tomar café egipcio, que es bastante fuerte, y terminaron construyendo las pirámides.
Yo mismo desarrollé mi vicio por el café en mis tempranos 20, cuando, siendo reportero novato para el Daily Local News en West Chester, Pensilvannia, tenía que mantenerme despierto mientras escribía artículos fenomenalmente aburridos sobre el gobierno municipal. Compraba mi café en una máquina automática que también vendía chocolate caliente y sopa de fideos con sabor a pollo; los tres líquidos fluían por el mismo tubo y los tres sabían más o menos a lo mismo. Pero empecé a necesitar ese café e incluso hoy no puedo hacer nada útil hasta que no me he tomado varias tazas. (Tampoco después de tomar café puedo hacer nada útil; esa es la razón por la que trabajo como columnista de un periódico.)
Pero este es mi punto: esta locura por el café gourmet ha ido demasiado lejos. Digo esto a la luz de una carta que recibí recientemente enviada por el lector Bo Bishop. Él me envió una invitación que recibió de una compañía local para “una degustación privada del costoso café Luwak,” el cual “a un precio de 300 dólares la libra … es una de las bebidas más caras del mundo”. En la invitación se explica que este café toma su nombre del luwak, un “miembro de la familia de las comadrejas” que vive en la isla de Java y come granos de café; los granos pasan a través del luwak donde tiene lugar un proceso de “fermentación natural” para luego salir intactos del interior del animal. Los granos entonces son reunidos, lavados, molidos y vendidos a los expertos en café.
La invitación pone: “Deseamos compartir con usted esta oportunidad única en la vida de probar tal exquisitez”
O como expresa Bo Bishop: “Están vendiendo caca procesada de comadreja a 300 dólares la libra.”
Al principio pensé que se trataba de una ingeniosa broma destinada a ridiculizar la moda del café gourmet. Lamentablemente no es así. El café Luwak realmente existe. Lo sé porque compré una pequeña cantidad a una compañía especializada en café gourmet en Atlanta. Pagué 37 dólares con 50 centavos por dos onzas de café. Yo esperaba que los granos lucieran exóticos considerando en dónde habían estado pero lucían como granos de café normal. De hecho por un momento temí que sólo fueran granos de café normal y que yo hubiera sido estafado.
Entonces pensé: ¿qué tipo de mundo es este en el que uno se preocupa de que lo estén estafando porque el café que te vendan NO haya sido defecado por una comadreja?
En fin, que molí los granos, preparé el café y me lo tomé. ¿No les ha pasado a veces que se sienten sumamente escépticos respecto a algo pero cuando al fin lo prueban descubren que es realmente bueno, mucho mejor de lo que habrían podido pensar? Bueno, ese no es el caso del café Luwak. El café Luwak en mi opinión sabe como si alguien hubiera lavado un gato muerto en él.
Pero de cualquier manera predigo que va a ser popular porque es tremendamente caro. Tengo el presentimiento de que uno de estos días la gente delante de mí en la cafetería del aeropuerto va a ordenar un cacaccino descafeinado. Por eso estoy considerando seriamente en cambiarme a la heroína.
7 comentarios:
Coño Enrique, en qué clase de proyecto te metiste. A Dave Barry hay que leerlo en inglés. Disfrutaba muchísimo hace un montón de años sus artículos sindicados en el desaparecido San Juan Star. Pero pa'lante, que de los cobardes no se ha escrito nada :-) Saludos.
¡¡Buenísimo, delicioso humor!! ...como un café recien cagado, perdón, recien colado.
Del original no puedo decir nada, pues no está a mi alcance, pero sea como sea esta traducción me ha arracado sonrisas, risas y hasta carcajadas.
JA JA JA!! Buen articulo, deduzco la traduccion es buena tambien!!!
Brainslicer
vaya...finalmente te encuentras con tu idolo..congrats!!
la foto es de hace años, en la feria del libro del 2008, creo. un tipo muy agradable y generoso.
No conozco el original, pero me he reído a mares con tu traducción. ¡Enhorabuena!
Gracias a ti, ayer compré I'll Mature When I Am Dead y lo estoy disfrutando enormemente.
Un abrazo,
A
Muy bueno Enrisco debo empezar a leer al autor a ver se me desestresso?.
Bueno,, no es una buena traduccion pero espero hacerme entender.
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