lunes, 15 de agosto de 2011

PM en Miami

Pensaba escribir sobre la visita de Pablo Milanés a Miami pero me encuentro que sobre un tema que tampoco da mucho de sí, por repetido, está más o menos todo dicho. Y de la mejor manera posible. Por un lado Juan Abreu en su blog Emanaciones defiende la alternativa mambisa (da igual Agramonte, Quintín Banderas que Vigilia, la diferencia no es mucha):

Si quedaran cubanos con vergüenza, Milanés no cantaría en Miami. Ni se le ocurriría cantar en Miami. De la misma manera que a un nazi no se le ocurriría jamás cantar en Miami Beach. Pero los judíos no se dejan, mientras que los cubanos, qué pueblo de arrastrapanzas.

Saldrán, claro que saldrán, los idiotas pacifistas con la cantaleta de la libertad de expresión. Pero en las guerras no hay libertad de expresión. Se aniquila al enemigo. ¿Que dónde está la guerra? Ya sabía que saldrían con eso.

Pero déjenme explicarles algo, zopencos, mientras quede un cubano que se considere en guerra con los Castro, hay guerra.

En todo caso, haga lo que haga el día de su concierto, es conveniente que cante en Miami entre los exiliados y las víctimas de la tiranía que deseen escucharlo. Quienes queremos el fin de la dictadura cubana y el establecimiento de un régimen plural y democrático en el que se respeten los derechos humanos, cometeríamos un error estratégico si hoy no le tendemos la mano a Milanés dentro del mejor espíritu de cordialidad cívica. Queremos una Cuba en la que quepan todos y se respete a todos, independientemente de los detalles que nos separen.

Lo que la dictadura de los Castro secretamente desea es que se prohíba el concierto, o que las manifestaciones de oposición sean tan estridentes como las que ellos orquestan, para transmitirles a sus huestes el mensaje de que no son posibles la reforma política, ni la ampliación de los márgenes de participación de la sociedad cubana, ni la tolerancia o aceptación de quienes se oponen al régimen comunista, simplemente porque se trata de opciones excluyentes con las que no es posible ninguna clase de entendimiento.

Nunca debe olvidarse esta paradójica premisa política: lo que desmoraliza y desconcierta a los totalitarios no es el empujón, sino el abrazo.
Porque da igual lo que uno piense de Milanés, la verdad es que dicho todo lo que se puede decir su concierto en Miami es una magnífica oportunidad para dedicarnos a cualquier otra cosa.

6 comentarios:

Armando Tejuca dijo...

Es que ya te lo he dicho, no hay que analizar nada en estos artistas nuestros. Un artista es eso, un artista, dice lo que le viene en ganas y se contradice como le viene en ganas, va a su favor y a su contra, da galletas y se las da el mismo. Un artista nuestro está más cerca de los psiquiatras que de corrientes artísticas. Criticar hasta los tuétanos al dictador y felicitarlo dos minutos después es un acto para tener en cuenta por estudiosos de las psicopatologías no por intelectuales. Que quieren ellos? Volver locos al interlocutor, agotarlo hasta la fatiga, estar en la prensa y en bocas de todos. Un artista hombrenuevo-jinetero necesita de la boca de todos. Hay que quitarlo de las nuestras.

Gisela dijo...

Que venga, que cante y que coma fruta. Esta no es mi casa. Es una circunstancia, un dolor inmenso, una promesa de libertad, la confirmación de que los cautivos huyen pero no escapan jamás. Tácticas, estrategias, verguenzas avergonzadas, consecuencias incriminadas como causas y "mayorías" y "minorías" manejadas sin cifras, de ese modo tan familiar que tiende a crear estados de opinión... Hagamos silencio, asistamos a este "nuevo puente"... ¿Resultará tan bueno como el que tendió Cucú Diamantes?

Anónimo dijo...

LECTOR dice:
Yo a este con su concierto en Miami le deseo lo que le he deseado a los delincuentes de allá: que convoquen una manifestación en la plaza y que no vaya nadie… pero para eso hay que tener vergüenza, me imagino.

BARBARITO dijo...

...pues yo estoy de acurdo con la tesis de Carlos Alberto Montaner.

Anónimo dijo...

Voy al concierto de Pablo por numerosas razones que no viene al caso enumerar: ya se han dicho todas, a favor y en contra. Pero quiero precisar una: voy a escuchar al cantante Pablo Milanés, no a la conferencia de un líder del Partido Republicano o Demócrata. De la misma manera que tengo a García Márquez como uno de mis escritores de cabecera y, siendo judía, me gusta la música de Karl Orff y algunos poemas de Ezra Pound. Entiendo todos los argumentos pero, en mi caso particular, no me importa la filiación política del artista.

Enrisco dijo...

te entiendo y eso es lo lindo de vivir en libertad: poder escoger que se hace y hasta compartir las razones en publico. solo una advertencia. conozco varios amigos que por razones parecidas a las tuyas fueron al concierto de Silvio en NY y salieron asqueados. ya no solo por lo que dijo Silvio en el escenario (y conste que pienso que Pablito es mucho mas persona que Silvio. No estoy de acuerdo en casi nada de lo que dice Pablo pero en el reconoces al menos una lucha continua con su propia conciencia lo que dice mucho de el) sino porque por buena parte del publico que asistio aquello se convirtio en un acto de reafirmacion revolucionaria hasta con bandera del 26 de julio y todo.