La última presentación del performance “Némesis” del artista Geandy Pavón el pasado viernes en la fachada del Carnegie Hall difirió de las anteriores en algunos aspectos fundamentales. No se trataba ahora de proyectar la imagen de Orlando Zapata Tamayo en la fachada de una dependencia diplomática del gobierno cubano sino en un teatro en el que se presentaba un músico de la isla, el cantautor Silvio Rodríguez. No se trataba de una protesta contra la actuación de un músico de la isla sino contra la figura visible de una contraofensiva mediática en toda regla. Ya se ha convertido en tradición el uso de artistas por parte del gobierno cubano para contrarrestar el daño que le pueda ocasionar al régimen la última de sus atrocidades. Ocurrió en el 2003 cuando decenas de artistas cubanos firmaron una carta que justificaba el fusilamiento de tres jóvenes negros que habían intentado secuestrar una embarcación.
En los meses pasados Silvio Rodríguez, tras un fugaz devaneo aperturista, se ha convertido en un reparador de los daños que el castrismo se ha inflingido a su propia imagen y de facto, en uno de sus más esforzados embajadores. Desde el apadrinamiento a un fracasado concierto “En defensa de Cuba” en La Habana hasta el reclamo a lo largo de su gira norteamericana de la libertad de cinco espías condenados en los Estados Unidos. Cuando se le pregunta por los huelguistas de hambre en Cuba los acusa con toda la ligereza del mundo de “anexionistas”, una difamación algo más funcional que la versión oficial que les endilgaba el título de delincuentes comunes. Por eso no se trataba de sabotear el concierto de ninguna forma.
Por eso nos ahorramos los gritos durante la proyección de la imagen de Zapata en la fachada del Carnegie Hall. Aunque los castristas locales intentaron convertir el concierto –con volantes de los cinco espías y hasta una bandera del 26 de julio- en plataforma de propaganda del régimen cubano la sobriedad de la protesta de los exiliados impactó tanto a la prensa que recogió el evento como a los asistentes al concierto. (Al nunca bien ponderado Lagarde, viéndose obligado a decir algo, no se le ocurrió otra cosa que intentar un golpe a la altura de sus chancletas insinuando que el artista no sabía hacer otra cosa que encender el botón del proyector cuando no es difícil comprobar que Geandy Pavón es en realidad un pintor de la vieja escuela a quien los pinceles se le dan mejor que la tecnología punta). Entre los que salían del concierto fueron muchos los que fotografiaron el performance y hasta cruzaron la calle para averiguar el sentido de la protesta. Que vieran que no pretendíamos imponernos a gritos sino que estábamos dispuestos a conversar y explicar nuestros puntos de vista fue uno de los momentos más satisfactorios de la noche.
Abajo la versión completa del video del performance:
En los meses pasados Silvio Rodríguez, tras un fugaz devaneo aperturista, se ha convertido en un reparador de los daños que el castrismo se ha inflingido a su propia imagen y de facto, en uno de sus más esforzados embajadores. Desde el apadrinamiento a un fracasado concierto “En defensa de Cuba” en La Habana hasta el reclamo a lo largo de su gira norteamericana de la libertad de cinco espías condenados en los Estados Unidos. Cuando se le pregunta por los huelguistas de hambre en Cuba los acusa con toda la ligereza del mundo de “anexionistas”, una difamación algo más funcional que la versión oficial que les endilgaba el título de delincuentes comunes. Por eso no se trataba de sabotear el concierto de ninguna forma.
Por eso nos ahorramos los gritos durante la proyección de la imagen de Zapata en la fachada del Carnegie Hall. Aunque los castristas locales intentaron convertir el concierto –con volantes de los cinco espías y hasta una bandera del 26 de julio- en plataforma de propaganda del régimen cubano la sobriedad de la protesta de los exiliados impactó tanto a la prensa que recogió el evento como a los asistentes al concierto. (Al nunca bien ponderado Lagarde, viéndose obligado a decir algo, no se le ocurrió otra cosa que intentar un golpe a la altura de sus chancletas insinuando que el artista no sabía hacer otra cosa que encender el botón del proyector cuando no es difícil comprobar que Geandy Pavón es en realidad un pintor de la vieja escuela a quien los pinceles se le dan mejor que la tecnología punta). Entre los que salían del concierto fueron muchos los que fotografiaron el performance y hasta cruzaron la calle para averiguar el sentido de la protesta. Que vieran que no pretendíamos imponernos a gritos sino que estábamos dispuestos a conversar y explicar nuestros puntos de vista fue uno de los momentos más satisfactorios de la noche.
Abajo la versión completa del video del performance:
2 comentarios:
Nos asiste la razón y la vergüenza. Debe ser por eso que contamos con hombres de tu talla Enrique, y de la de Geandy para rendirle homenaje a otro hombre tan grande que en la Cuba de hoy, prefirió no existir a hacerlo pisoteado.
No se si lograron ver al esbirro de Arturo Lopez Callejas (alias Lopez Levy) repartiendo volantes a favor del gobierno cubano en la fila. Es este mismo esbirro el que despues aparece disfrazado de academico en las paginas de CUABENCUENTRO.
Kurt Turing
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