Sergio ahora es un feliz padre de tres hijos con los que vive en un pequeño pueblo del norte del estado de Nueva York la existencia apacible y ajustada de un operador de montagacargas. Pero no siempre fue así. En Cuba desde siempre había soñado con escaparse a un país donde no fuera un crimen llevar el pelo largo y escuchar a su grupo favorito. Vio su oportunidad en abril de 1980 cuando decidió entrar en la embajada del Perú junto a otros diez mil que para escapar tendrían otras tantas razones. (Nunca se ha contado con suficiente detalle la locura de que diez mil personas apiñadas durante semanas en dos mil metros cuadrados pero basta pensar en la proporción de cinco personas por metro cuadrado para hacerse idea de aquél purgatorio). Días más tarde hubo pacto con las autoridades: se les otorgaría un salvoconducto a los que salieran de la sede diplomática para esperar en casa su salida posterior hacia Estados Unidos o por terceros países. Pero el futuro padre de familia todavía debía esperar hasta agosto para cumplir la mayoría de edad y el padre no se atrevió a firmar la autorización para que se marchara. La policía no esperó más y lo envió tres años a prisión por los delitos que podría cometer si dejaban en la calle a alguien tan frustrado con su suerte.
Hoy apenas le interesa hablar de política y mucho menos de la cubana pero hay una pregunta que se hace a cada rato con un candor que ha sabido conservar pese a todo: ¿Cómo es que los policías cubanos no respetaron la magia universal de los salvoconductos si hasta los nazis de Casablanca le rendían obediencia sin importar las manos en las que estuvieran? Uno podría explicarle que es ingenuo pedirle a la realidad cubana que siga las leyes de aquella Casablanca de atrezzo pero Sergio es tan candoroso como tozudo en la lección aprendida (la misma que se han resistido a entender generaciones de políticos en todo el mundo durante generaciones): en aquello no se puede confiar.
Hoy apenas le interesa hablar de política y mucho menos de la cubana pero hay una pregunta que se hace a cada rato con un candor que ha sabido conservar pese a todo: ¿Cómo es que los policías cubanos no respetaron la magia universal de los salvoconductos si hasta los nazis de Casablanca le rendían obediencia sin importar las manos en las que estuvieran? Uno podría explicarle que es ingenuo pedirle a la realidad cubana que siga las leyes de aquella Casablanca de atrezzo pero Sergio es tan candoroso como tozudo en la lección aprendida (la misma que se han resistido a entender generaciones de políticos en todo el mundo durante generaciones): en aquello no se puede confiar.
7 comentarios:
Y un montón de años después yo conocí a un señor ya con canas que tiene el salvoconducto ripiao y nunca pudo salir por una explicación tan macarrónica que no la puedo ni recordar a derechas, y mucho menos ponerme a reinventar ahora.
Para unos cuantos, la pesadilla de la Embajada del Perú no ha terminado.
Disculpa.. nada que ver con este post, pero resultaría gracioso si no fuera dicho por tal personaje: http://www.eltiempo.com/mundo/latinoamerica/terremoto-de-haiti-fue-causado-por-un-arma-de-eu-gobierno-chavez_6984807-1
Una más de las tantas historias de horror que debiesen compilarse para ser publicadas. Que te roben tres años de la existencia así porque sí... y más triste es que muchas personas -no cubanas- te dicen en la cara que testimonios como éste no son verdaderos.
Saludos,
MI
Broer, el otro día, en la madrugada del once, creo, hablé con mi madre, a día de hoy me escribe un amigo de allá, uno de los buenos, sirviéndole de puente…, y me trasmite su preocupación por la tardanza de una transferencia… Lo del doce en Haití, la replica consiguiente es duro…, más que una tragedia, “un aviso para nosotros” por la cercanía… de lo inevitable. Yo entiendo, ahora más que nunca lo que comentas, tan clara, sentida y gráficamente, relativo a nuestro trauma crónico en apariencia…, pero igual, asere, a ratos creo, pienso… que lo más importante de todo ello se nos está “yendo de las manos”; hay, me parece, que centrarse más en trasmitir las experiencias de cada cuál en esa capacidad de sobrevivencia, conservando sobre todo la sinceridad para que todos al fin podamos “atesorar juntos”, aunque suene a utopía, la lejanía con tanta avaricia, individualismo, codicia y desmemoria que nos circunda.
No, no, hermano, sólo estoy “pensando en voz alta” de troll… parásito.
A ver, “si me explico”… Hace un tiempo…, me dije ante tanta diversidad como muro infranqueable…, pues lo mejor será la ausencia como señuelo… Nada, discúlpame, “lo he arreglado…”
Bueno, mejor te dejo, vinculado a mi nombre arriba, como siempre, claro, otro capítulo del programa “redes” de televisión española. Es interesante lo que “plantea” Barry Schwartz, el Dr. (otra fuente aquí subtitulada: http://www.ted.com/talks/barry_schwartz_on_the_paradox_of_choice.html) Aun así, no creo que compre su libro…; me suena que he rumiado esas ideas y tengo soluciones propias, aceptables. ¿Más es menos?
Un abrazo, y enhorabuena por todo, tu clase, tu curso y resultados.
Besos pa las criaturas, las mamis. Mano derecha pa los machos.
Publicado el jueves, 01.21.10 http://www.elnuevoherald.com/noticias/america_latina/cuba/story/633510.html
PULSO CUBANO
SEMBLANZA/ Después de Jacques Chirac y Georges Bush Jr, una figura de la televisión francesa, Karl Zéro, se mete ``en el pellejo de Fidel Castro'' en una ficticia autobiografía, cáustica y con mucho material de archivo, que presenta al ``comandante'' con un inesperado toque de ternura.
Se trata de una recopilación de imágenes de archivo sobre todo de Fidel Castro, de su hermano Raúl, de Ernesto `Che' Guevara, Nikita Jruschev, y también de los cubanos y de la isla caribeña.
Los textos, escritos en un tono cáustico y a veces irreverentes, son leídos por una voz en off, la del actor Pierre Arditi, como si fuera Fidel Castro.
Karl Zéro, que ha trabajado con la escritora cubana anticastrista y exiliada Zoé Valdés, considera que su película no es ``ni pro ni anti Castro''.
``Es el último gigante de la Historia que todavía sigue más o menos al pie del cañón. Es alguien que conocemos sin conocerlo'', dice Karl Zéro para explicar su proyecto.
Karl Zéro dice que ha descubierto un personaje ``tierno'', ``extremadamente seductor que no me imaginaba para nada. Me daba un poco de miedo, ahora mucho menos. Lo encuentro muy humano''.
``Antes de la película, veía a Castro más bien como dictador. Después de todo, tengo la impresión de que quería el bien de su pueblo. En eso no ha mentido'', añade, e insiste: ``tampoco es un monaguillo''.
Hola Enrique, he estado tratando de escribirle a Eida y su correo electronico esta vencido. Me podrias hacer llegar el vuestro por favor? Un fuerte abrazo desde Minnesota, escribeme a dperezramirez@gmail.com
Gracias!!
DAmaris y Jesus Cabrera
wow..esa historia si que fue..:/.. como les fue a algunas personas..no soy de Cuba pero con esto das a conocer la realidad de dichas personas.
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