Vuelve el tema del embargo (esta vez de la mano de Andrés Reynaldo y Ernesto Hernández Busto) entre cubanos el equivalente político al dilema del huevo o la gallina: el fin del embargo producirá la transición o sólo la transición deberá marcar el fin del embargo. A diferencia de la discusión sobre si el castrismo es bueno o malo no se basa necesariamente en cuestiones de fe. Se puede ser anticastrista y estar en contra del embargo y hasta se puede ser castrista y sospechar que el fin del embargo complicará las cosas para el régimen de sus amores. También ha sido usado por castristas disimulados para hacer avanzar su agenda anticastrista sólo en apariencia. No es el caso que nos ocupa. Yo mismo, dicho sea de paso siempre he estado en contra del embargo no sólo por su inefectividad para conseguir lo que supuestamente persigue sino por la parálisis que supone no sólo para la política norteamericana sino hasta para la oposición dentro y fuera de Cuba. Tampoco creo –y al menos en eso están de acuerdo Reynaldo y Busto- que el desmontaje del embargo va a traer un cambio decisivo en Cuba a corto plazo. No siempre fue así. Hubo un momento en que sí creía que de ser derogado el embargo el régimen cubano, incapaz de reaccionar ante una situación ante la cual no estaba preparado, terminaría desmoronándose. Eso fue en el período que va de la caída del Muro de Berlín y la aparición del salvavidas chavista, donde los retos del cambio de situación y las necesidades inmediatas del país superaban con mucho la capacidad de reacción de un sistema desvencijado y sin piezas de recambio.
Pero a pesar de coincidir con Reynaldo en lo básico (el levantamiento del embargo) debo señalarle dos objeciones a su artículo. Una es su afirmación de que “A lo largo del siglo XX, el proceso de nuestra construcción nacional estuvo enajenado por la intervención norteamericana en la guerra contra España, después de haber saboteado durante décadas la gestión autonomista e independentista, así como por la sumisión incondicional de nuestra soberanía republicana a Estados Unidos”. No es la cercanía de esta afirmación con el dogma castrista (que como los relojes parados tiene al menos la opción de tener la razón un par de veces al día) lo que me incomoda, sino lo lejos que está de la realidad histórica. Si en medio del entusiasmo que suscitó la entrada de Estados Unidos en la guerra fueron muy pocas las voces que se alzaron para pedir tímidamente que se refrenara en algo ese entusiasmo era porque existía la conciencia, --desmentida cómodamente un par de décadas después- de que las fuerzas del ejército libertador no eran suficientes para derrotar a los españoles. Sólo la demora en otorgar la independencia y las limitantes de la enmienda Platt consiguieron alguna oposición aunque sin llegar a la sangre o siquiera a la amenaza. Pero mis pruritos históricos son lo de menos. El simple hecho de invocar el pasado histórico por encima de las necesidades del presente es una manera de perpetuar el absurdo cubano. Un absurdo que aplicado por ejemplo, a México le impediría a un presidente de ese país a negociar nada con los norteamericanos a menos que le devolvieran California. Reclamar el fin del embargo sanciona de hecho la necesidad de incluir el factor norteamericano en el futuro cubano.
El fin del embargo, además de victoria propagandística –no mayor seguramente que el favor que le ha hecho a la propaganda castrista su mantenimiento- obligaría a cambios importantes en la política del exilio cubano como la del gobierno norteamericano arrellanados durante décadas en la conveniente inmovilidad que les proporciona el embargo. Marcaría un nuevo comienzo, si no promisorio al menos liberado de este complaciente estancamiento. Los cubanos debemos sentirnos responsables del destino de nuestro país, una lección que debemos aprender más de nuestro presente (ese que empezó en 1959) que del pasado: nunca han sido menos responsables los cubanos (con la excepción de los Castros) de lo que ocurre en su país que en el último medio siglo. Por decidir no hemos decidido ni quien es nuestro presidente. Pero, y esta es mi segunda objeción seria al artículo de Reynaldo, no es serio pensar que con el levantamiento del embargo “los cubanos de allá y de aquí, castristas y anticastristas, demócratas y antidemócratas, nos quedaremos con todo el peso de nuestro destino en las manos”. Los castristas seguramente exigirán compensaciones por las pérdidas provocadas por el embargo. El exilio por su parte reclamará -con razón- que con el fin del embargo no terminan las responsabilidades de los Estados Unidos con los cubanos aunque sea porque constituimos un pequeño pero no despreciable por ciento de los ciudadanos de ese país. En el más flexible de los casos un levantamiento del embargo debería tener en cuenta, mientras subsista el castrismo, limitaciones en cuanto a la concesión de empréstitos o la venta de armamentos o tecnología estratégica. Suena bonito eso de que los cubanos alcancemos por fin cierta responsabilidad, cierta independencia mental. Pero ignorar la presencia de los Estados Unidos y sus deberes para con la democracia en el continente (el mismo que le exigieron en su momento chilenos y argentinos) no nos hará ni más responsables ni más independientes.
Pero a pesar de coincidir con Reynaldo en lo básico (el levantamiento del embargo) debo señalarle dos objeciones a su artículo. Una es su afirmación de que “A lo largo del siglo XX, el proceso de nuestra construcción nacional estuvo enajenado por la intervención norteamericana en la guerra contra España, después de haber saboteado durante décadas la gestión autonomista e independentista, así como por la sumisión incondicional de nuestra soberanía republicana a Estados Unidos”. No es la cercanía de esta afirmación con el dogma castrista (que como los relojes parados tiene al menos la opción de tener la razón un par de veces al día) lo que me incomoda, sino lo lejos que está de la realidad histórica. Si en medio del entusiasmo que suscitó la entrada de Estados Unidos en la guerra fueron muy pocas las voces que se alzaron para pedir tímidamente que se refrenara en algo ese entusiasmo era porque existía la conciencia, --desmentida cómodamente un par de décadas después- de que las fuerzas del ejército libertador no eran suficientes para derrotar a los españoles. Sólo la demora en otorgar la independencia y las limitantes de la enmienda Platt consiguieron alguna oposición aunque sin llegar a la sangre o siquiera a la amenaza. Pero mis pruritos históricos son lo de menos. El simple hecho de invocar el pasado histórico por encima de las necesidades del presente es una manera de perpetuar el absurdo cubano. Un absurdo que aplicado por ejemplo, a México le impediría a un presidente de ese país a negociar nada con los norteamericanos a menos que le devolvieran California. Reclamar el fin del embargo sanciona de hecho la necesidad de incluir el factor norteamericano en el futuro cubano.
El fin del embargo, además de victoria propagandística –no mayor seguramente que el favor que le ha hecho a la propaganda castrista su mantenimiento- obligaría a cambios importantes en la política del exilio cubano como la del gobierno norteamericano arrellanados durante décadas en la conveniente inmovilidad que les proporciona el embargo. Marcaría un nuevo comienzo, si no promisorio al menos liberado de este complaciente estancamiento. Los cubanos debemos sentirnos responsables del destino de nuestro país, una lección que debemos aprender más de nuestro presente (ese que empezó en 1959) que del pasado: nunca han sido menos responsables los cubanos (con la excepción de los Castros) de lo que ocurre en su país que en el último medio siglo. Por decidir no hemos decidido ni quien es nuestro presidente. Pero, y esta es mi segunda objeción seria al artículo de Reynaldo, no es serio pensar que con el levantamiento del embargo “los cubanos de allá y de aquí, castristas y anticastristas, demócratas y antidemócratas, nos quedaremos con todo el peso de nuestro destino en las manos”. Los castristas seguramente exigirán compensaciones por las pérdidas provocadas por el embargo. El exilio por su parte reclamará -con razón- que con el fin del embargo no terminan las responsabilidades de los Estados Unidos con los cubanos aunque sea porque constituimos un pequeño pero no despreciable por ciento de los ciudadanos de ese país. En el más flexible de los casos un levantamiento del embargo debería tener en cuenta, mientras subsista el castrismo, limitaciones en cuanto a la concesión de empréstitos o la venta de armamentos o tecnología estratégica. Suena bonito eso de que los cubanos alcancemos por fin cierta responsabilidad, cierta independencia mental. Pero ignorar la presencia de los Estados Unidos y sus deberes para con la democracia en el continente (el mismo que le exigieron en su momento chilenos y argentinos) no nos hará ni más responsables ni más independientes.
11 comentarios:
Con o sin y igual que en 1898 lo de Cuba solo lo acaba EU. Porque el llamado "Embargo" no resulta? pues primero porque va contra el tuetano de El Capitalismo: Libre Comercio "whatever the traffic can handle", oferta y demanda se encuentran en PRECIO, asi pues El Embargo tiene el pecado original de ser anti-capitalista y desde su abortado nacimiento carga con dos poderosisimos enemigos en sendas opuestas: El Mercado y La Izquierda como compan~eros en la cama de esta pesadilla. Sus defensores son principalmente hoy algunos exiliados cuando en sus mejores tiempos (La Emboscada a Hermanos a El Rescate) fue re-enforzado por otras leyes todavia vigentes con la buena intencion de lograr lo segundo mejor despues de La Emboscada ya que el entonces Presidente (igual que el que viene) no tenia el estomago y realmente sus sympatias estaban mas con Castro que con cubanos de Miami (igual que el que viene) para haber hecho lo primero mejor que de verdad debia entonces de haberse hecho: destruir la fuerza aerea de Cuba y precipitar una invacion o mas bien una accion/intervension humanitaria resultado de el total colapso de la industria turistica (lease jineterismo sexual) y sus anciliares inversiones canadienses/europeas. Asi pues llegamos a el otro enemigo de El Embargo: El Relajo, nada referente a Cuba en EU en tomado en serio, ese pais siempre sera percivido como una rumba eterna de Ricky Ricardo con chistesitos de lo expertas que son las cubanas en ciertas cosas y que bueno seria tener un lugar durante el invierno donde se harian ciertas cositas que no se hacen en Saint Lois, MO y bien barato. Por ultimo los mismos cubanos corroen El Embargo, incomprensiblemente para los americanos, los mismos cubanos que no pueden vivir alli el momento en que llegan aqui ya quieren ir cargados de porquerias para alla con medallones colgando de el pescueso. Conclusion es que sea hoy o man~ana aquello alli se ira a la mier.. y los Marines acabaran alli de nuevo, no porque eso quiera EU pero porque la hambruna que viene va ha desatar la huida de medio millon de alli y ni el amistoso admirador de esa porqueria Presidente que viene lo va ha poder evitar, Obama will be punked by the cagastro bros into credits... y a el final lo van a joder...
Afirmar que la presencia americana en nuestro destino futuro es inadmisible o darle una carga negativa a la necesidad de que esa involucracion se produzca demuestra una vision idealista del problema cubano, una interpretacion "poetico-historica" que nos pudiera conducir al lugar donde llevamos mas de un siglo. Un viaje en circulos. Es ahi donde se equivoca Andres Reynaldo. Creo como tu que el momento es malo para cualquier cambio. Desgraciadamente es lo mismo que piensa el gobierno cubano. Un levantamiento sin condiciones es inaceptable. En algo tendria que ceder el regimen. No creo que esten dispuestos a hacerlo, a menos que el precio del barril de petroleo siga bajando y Hugo Chavez vea limitada su capacidad de apoyar financiaramente al regimen. El asunto es complicado.
“entre cubanos el equivalente político al dilema del huevo o la gallina: el fin del embargo producirá la transición o sólo la transición deberá marcar el fin del embargo”: caes en el relativismo nacionalista primitivo de la mayoría de tus compatriotas. El embargo nunca tuvo relación alguna con los cubanos. Nunca fue el paga lo que te has robado o el sé democrático y te lo quito sino más bien el quítate que no me sirves. Después fue el no te lo quito porque no gano nada. Y ahora sólo te lo quito si no pierdo un voto. Castro no tiene ninguna importancia para EE.UU y de ningún modo se paraliza su política por tener el embargo o se dinamiza al quitarlo: la política norteamericana siempre se ha manejado internamente: el día que los turcos tengan más votos que los griegos, el gobernador de toda Chipre será nativo de Ankara, ¿y tengo que mencionarte quién sería el futuro alcalde de Jerusalén si hubiera una milagrosa transformación del origen étnico del electorado norteamericano?
Yo digo como no se quien dijo "Ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio. Contigo por que me matas y si ti poque me muero". Con embar go o sin embargo aquella mierda se va bolina. No hay propuesta social, ni ideologia, ni madre que para tomates....
anonimo 20:43: tengo la impresiond e que estas hablando de otro texto diferente al mio. no te voy a pedir que lo leas de nuevo que bastante dura debe haber sido la primera lectura pero insisto: no hablo del origen del embargo, en lo cual estoy de acurdo contigo sino las discusiones de que hacer con el, por la misma cuestion de votos el dia en que la mayoria de los votantes cubanos de la florida decida estar en contra del embargo con tal de retener sus votos los votantes empezaran a presionar en ese sentido y si eso es asi las razones originales por las que se impuso el embargo (castigar nacionalizaciones sin compensacion) no tendran importancia en esa decision. de hecho hace mucho dejaron de pesar en el mantenimiento del embargo.
Qué tiene de común Pérez Roque y Martha Beatriz?, Formel y López Gavilán?, Pedro Luis y Esteban Lazo? Las Hermanas del convento de Sta Clara y los jineteros de frente al Cohiba?
Todos se oponen al embarqueo.
Eliminar esa excusa llamada embargo o bloqueo es de las pocas cosas en que aún coinciden la abrumadora mayoría de los cubanos de la isla y muchos de los de afuera también.
La nueva administración debería estar oyendo opiniones diversas, sobretodo la de los de adentro los que sufren las mayores consecuencias de la política norteamericana y a quienes se supone esta quiere ayudar.
Obama empezó con mal pié llamando a los sospechosos habituales y para colmo le colgaron el teléfono dos veces. Aló?
Obama El Aficano es debil y Los Castros lo van ha agitar con un Mariel masivo si no les quita El Embargo, para Obama eso sera una gustosa debilidad pues le gusta esa mierda, pronostico es 20 an~os mas de Castros, si no se heredan a sus nietos y si se lo pasan a sus nietos pues dinastia Castro por siglos, resignensen amigos, alli mas nunca, Cuba haitianisada y EU una mierda socialista, Felices ahora?. Todos tienen lo se merecen.
obama no satisface a pi el chavista, algo bueno debe estar haciendo.
Enrisco, tu análisis me tienta a evaluar cambiar mi postura sobre el embargo, que siempre he justificado y apoyado. Pero la razón que das respecto de que significaría, al menos, un cambio en las políticas norteamericanas, cubanas y una nueva realidad para los cubanos, es suficientemente atractiva e interesante.
Ahora, soy más bien pesismista respecto del impacto que tendría esa medida en el régimen de La Habana. Piensa que la URSS sobrevivió más de 70 años y no tenía embargo, al igual que los más de 40 años de los países del este.
Excusas externas o chivos expiatorios (que durante 50 años ha sido el embargo) el régimen siempre tendrá para justificar su política de represión interna y mantener su legitimidad internacional. A falta de pan, casabe, pensarán los castristas, que han tenido una eficiencia inaudita en aprovechar todos los escenarios para su supervivencia.
Dicho eso, retomo el punto que planteas de que el fin del embargo obligará, al menos, a mover las fichas en el tablero, congelado desde hace medio siglo.
Estoy de acuerdo, lees mal y trataré de ser más preciso y claro. No puedes hacer nada con el embargo pues nunca ha tenido nada que ver contigo. Pero te describo las cuatro esquinas del marco para que comprendas. Si dejan el embargo como está, la situación seguirá siendo mala y seguirá sin cambiar nada. La situación ya no puede ser peor y los oprimidos no muestran ninguna rebeldía. Si quitan el embargo o permiten nuevamente los viajes y las remesas, la situación mejorará y entonces volverán los aplausos. ¿Comprendes? 50 años dejan marcas y la marca es el aniquilamiento de la voluntad de tener control de sus vidas. Siempre han dependido del estado y les parece muy bien la cueva que les dan de refugio. La luz los ciega y los espanta, y cuando se atreven, y salen, regresan pronto, con unos pocos euros en la mochila, pues todavía no han aprendido nada de valijas.
Hoy estoy deprimido con todo lo de siempre. No me quejo, es mejor eso que estar siempre deprimido con todo lo de hoy. No acabo de entender en que andaba pensando el poeta cuando dijo que seria maravilloso "soltar todo y largarse".
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