Pocas veces se ha elegido una fecha tan significativa para dar título a un grupo plástico pero eso no significa que fuera la fecha elegida para fundarlo. Corrían los últimos meses del año 90 hacia el barranco sin fondo que se dio en llamar con no poca poesía “Período Especial” cuando estudiantes de último año de ingeniería civil con apellidos de predestinados a cursar dicha carrera –Castillo y Tejuca- decidieron unir fuerzas –es un decir- y fundaron un grupo que de momento no pasaba de dúo. Y no se les ocurrió mejor nombre que el de una fecha que resumía lo mejor posible la firmeza de su compromiso con la realidad y esta fue la de 30 de febrero. Algo destacaba en ellos a simple vista y era la cantidad de pelo que cubría sus cabezas con el que bien se podría haber rellenado un colchón. Poco después se les unió Enrisco, no menos peludo en esos días y fue un milagro que como primer proyecto no se les ocurriera raparse y dedicarse a la fabricación de colchones. En cambio en aquellos días hablaron de varias ideas entre las que estaban: 1) la creación de un periódico mural llamado “Aquelarre” para suplir la desaparición de papel en La Habana. 2) la creación de una exposición homenaje a la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadotes (ANIR) a la que finalmente titularon Tarequex 91.
La exposición finalmente se inauguró en la galería Juan David adjunta al cine Yara sito en ese centro del universo que los habaneros suelen llamar El Vedado con éxito de critica, de público pero sobre todo de los dirigentes del municipio del Partido (Comunista de Cuba) de Plaza que consiguieron cerrar la exposición apenas al cuarto día de inaugurada con el pretexto que necesitaban hacer reparaciones de plomería. Derrotados pero no vencidos los integrantes de 30 de Febrero decidieron trasladar la exposición al Museo del Humor de San Antonio de los Baños iniciando una persistente tradición dentro del grupo: poco importaba que todas y cada una de las exposiciones que exhibieran en La Habana por esos años fuera censurada que esta sería recibida en San Antonio de los Baños con los brazos abiertos creando la extraña sensación de que en el Museo del Humor el Partido no se manifestaba con la intensidad con que lo hacía en La Habana que era más o menos el equivalente a que en dicho sitio no funcionara la ley de gravedad.
Descubierta esa puerta de escape los integrantes de 30 de Febrero acometieron otros proyectos: una novela escrita a seis manos de cuyo nombre no tengo ya el recuerdo y de la que sólo Castillo podría tener alguna copia; la continuación del periódico mural y la invención de un nuevo género audiovisual: el diapofilm. Este último intento obedecía a la convicción teórica de al carácter obsoleto de las imágenes en movimiento recurso del que el cine había abusado hasta el agotamiento y la imposibilidad práctica de conseguirse una cámara de video. De ahí la sustitución de la manida imagen cinematográfica por vistas fijas. (Que Chris Marker se nos hubiera adelantado con La Jetée no es especialmente relevante pues su existencia era un punto insignificante en nuestros vastísimos desconocimientos).
El proyecto nos obsesionaba. Para tal fin creamos un diapoclub (en oposición a los cineclubs y videoclubs que florecían por todas partes) al que nombramos, en honor a Louis Daguerre inventor del daguerrotipo y precursor de la fotografía, “Daguerre Era Tremendo Tipo”. Nuestro primer proyecto diapográfico se tituló “La leve determinación del ser social”, título de obvia influencia kunderiana y mezclaba diapositivas familiares con otras del Ermitage para relatar la historia de una banda de traficantes de obras de arte comandada por un delincuente apodado “El Abuelo” (representado por mí a través de diapositivas de mi infancia) en medio de una complicada trama que apenas recuerdo. Recuerdo que hicimos un preestreno de la obra en el Instituto de Investigaciones Forestales lugar escogido por poseer un buen proyector de diapositivas y porque en él trabajaba mi padre. El recuerdo de las caras de los empleados del IIF que asistieron a la proyección es una de las mejores oportunidades que he tenido nunca para usar la palabra “estupefacta”.
Salimos complacidos a medias; se hacía complicado leer los diálogos en una sala a oscuras y fallaba la sincronización de la narración en vivo de manera que decidimos crear la banda sonora de manera aparte y así sincronizarla del mejor modo posible con la proyección de las diapositivas. No recuerdo bien como llegamos a dar con el sonidista del arzobispado de La Habana, un joven de ascendencia asiática al que extrañamente todos llamábamos “El Chino”. Fuimos al arzobispado, grabamos las voces y le dejamos todo el material al Chino para que, proyectando las diapositivas, pudiera editar las voces y sincronizar todo del mejor modo posible. Los siguientes meses los empleamos entre otras cosas en visitar al Chino y recordarle el compromiso que tenía con nosotros de editar la cabrona banda sonora advertencia que resultaba infructuosa ya que el Chino no solía estar donde se suponía que estuviera: ni en su puesto de trabajo en horario de trabajo o en su casa en su tiempo libre. La historia terminó como suelen terminar estas historias en Cuba: un mal día su mujer nos hizo saber que el Chino se había ido del país vía la República Dominicana y con ello se cerró el más prometedor esfuerzo del arte diapográfico en Cuba. De aquél esfuerzo sólo sobrevivió el título del proyecto, “La leve determinación del ser social”, que sólo Dios sabe por qué terminó convirtiéndose en la frase que usábamos para referirnos en clave a lo que en términos legales se conoce como “adulterio”.
Próxima entrega: exposición “Del Bobo un pelo”.
La exposición finalmente se inauguró en la galería Juan David adjunta al cine Yara sito en ese centro del universo que los habaneros suelen llamar El Vedado con éxito de critica, de público pero sobre todo de los dirigentes del municipio del Partido (Comunista de Cuba) de Plaza que consiguieron cerrar la exposición apenas al cuarto día de inaugurada con el pretexto que necesitaban hacer reparaciones de plomería. Derrotados pero no vencidos los integrantes de 30 de Febrero decidieron trasladar la exposición al Museo del Humor de San Antonio de los Baños iniciando una persistente tradición dentro del grupo: poco importaba que todas y cada una de las exposiciones que exhibieran en La Habana por esos años fuera censurada que esta sería recibida en San Antonio de los Baños con los brazos abiertos creando la extraña sensación de que en el Museo del Humor el Partido no se manifestaba con la intensidad con que lo hacía en La Habana que era más o menos el equivalente a que en dicho sitio no funcionara la ley de gravedad.
Descubierta esa puerta de escape los integrantes de 30 de Febrero acometieron otros proyectos: una novela escrita a seis manos de cuyo nombre no tengo ya el recuerdo y de la que sólo Castillo podría tener alguna copia; la continuación del periódico mural y la invención de un nuevo género audiovisual: el diapofilm. Este último intento obedecía a la convicción teórica de al carácter obsoleto de las imágenes en movimiento recurso del que el cine había abusado hasta el agotamiento y la imposibilidad práctica de conseguirse una cámara de video. De ahí la sustitución de la manida imagen cinematográfica por vistas fijas. (Que Chris Marker se nos hubiera adelantado con La Jetée no es especialmente relevante pues su existencia era un punto insignificante en nuestros vastísimos desconocimientos).
El proyecto nos obsesionaba. Para tal fin creamos un diapoclub (en oposición a los cineclubs y videoclubs que florecían por todas partes) al que nombramos, en honor a Louis Daguerre inventor del daguerrotipo y precursor de la fotografía, “Daguerre Era Tremendo Tipo”. Nuestro primer proyecto diapográfico se tituló “La leve determinación del ser social”, título de obvia influencia kunderiana y mezclaba diapositivas familiares con otras del Ermitage para relatar la historia de una banda de traficantes de obras de arte comandada por un delincuente apodado “El Abuelo” (representado por mí a través de diapositivas de mi infancia) en medio de una complicada trama que apenas recuerdo. Recuerdo que hicimos un preestreno de la obra en el Instituto de Investigaciones Forestales lugar escogido por poseer un buen proyector de diapositivas y porque en él trabajaba mi padre. El recuerdo de las caras de los empleados del IIF que asistieron a la proyección es una de las mejores oportunidades que he tenido nunca para usar la palabra “estupefacta”.
Salimos complacidos a medias; se hacía complicado leer los diálogos en una sala a oscuras y fallaba la sincronización de la narración en vivo de manera que decidimos crear la banda sonora de manera aparte y así sincronizarla del mejor modo posible con la proyección de las diapositivas. No recuerdo bien como llegamos a dar con el sonidista del arzobispado de La Habana, un joven de ascendencia asiática al que extrañamente todos llamábamos “El Chino”. Fuimos al arzobispado, grabamos las voces y le dejamos todo el material al Chino para que, proyectando las diapositivas, pudiera editar las voces y sincronizar todo del mejor modo posible. Los siguientes meses los empleamos entre otras cosas en visitar al Chino y recordarle el compromiso que tenía con nosotros de editar la cabrona banda sonora advertencia que resultaba infructuosa ya que el Chino no solía estar donde se suponía que estuviera: ni en su puesto de trabajo en horario de trabajo o en su casa en su tiempo libre. La historia terminó como suelen terminar estas historias en Cuba: un mal día su mujer nos hizo saber que el Chino se había ido del país vía la República Dominicana y con ello se cerró el más prometedor esfuerzo del arte diapográfico en Cuba. De aquél esfuerzo sólo sobrevivió el título del proyecto, “La leve determinación del ser social”, que sólo Dios sabe por qué terminó convirtiéndose en la frase que usábamos para referirnos en clave a lo que en términos legales se conoce como “adulterio”.
Próxima entrega: exposición “Del Bobo un pelo”.
9 comentarios:
Henry, muy buena esta primera entrega... Mira que se hicieron cosas por esos años!!!.
Curiosamente, fue por el chino Carlos que nos conocimos tú y yo, casualmente una tarde en el estudio del arzobispado de la Habana, antes de reencontrarnos -vía Franky- por Caimito del Guayabal.
Como estoy en contacto con él, le voy a pasar esta entrada...
Abrazo,
C.
Enrique, ¿qué volá con los punto y aparte? ¿Es parte del performance?
En serio, ¿no tienen ni una fotico de todo aquello? Si se presentan con eso ahora mismo en algún grant para artistas se lo llevan, cómodamente...
Varela se fue del aire, no sale el blog…Alguien sabe que paso?
que dias aquellos en que todo era inventar para hacer algo, estaban llenas las salas de cualquier sitio con publico avido de ver cualquier cosa, me acuerdo de ustedes con los pelos largos pensando que podian hacer cosas dentro, al final todos nos fuimos.
Muy bueno Enrisco, seguire estas entregas tuyas con ilusion.
Liset
waoooo
que sorpresa macho
siempre quise que lo que hicimos fuera visto por tu forma de entender, me resulto siempre interesante el por que de nuestro esfuerzo para hacer cosas, creo a veces que simplemente eran corrientazos, no se...
Me ha dado tanta risa, tanto recuerdo, que he despertado a la familia, les he dicho que no es nada, que es solo algo que estoy rememorando y nos vamos a dormir ya, en fin, la maravilla de un escrito sin puntos y aparte.
un abrazo
el teju
Luis: hubo una epoca que imaginamos sofisticadas torturas con el Chino como victima pero por suerte paso. saludalo de mi parte.
Ernesto: hay alguna que otra foto. yo tengo una cortando la cinta de la exposicion. en cuanto al grant no es lo mio mientras se nos reconozca el papel (sanitario) de los Duchamp cubanos.
teju: si al final escribi sobre esto ha sido por tu insistencia. era una vieja deuda y alguna vez tenia que pagarla.
OYE CAMPEON ES EL CHINO...
QUE CLASE DE MEMORIA TIENEN UDS... BUENO YA TE PUEDES VERGAR DE MI CUANDO QUIERAS Y TAMBIEN TENGO UN ESTUDIO POR SI QUIERES CONTINUAR CON EL PROJECTO... JEJEJEJEJE
TE HE ESCRITO EMAILS Y NUNCA ME HAS CONTESTADO
CARWON20@HOTMAIL.COM
TE QUIERO CAMPEON
dejame rectificar ... te puedes vengar ... no quiero malos entendidos....todavia no me ha dado por eso
escribeme para darte mi telefono
cual seria el grado de estupefaccion de los companeros de tu padre!!!
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