miércoles, 21 de noviembre de 2007

Un Rey (Vicente Anglada)

En la reciente derrota del equipo cubano en el campeonato mundial de béisbol lo único que lamento en lo personal es que esta haya ido a la cuenta de Rey Vicente Anglada, ídolo de mi niñez y durante mucho tiempo una suerte de héroe trágico de la pelota cubana. No siempre fui Industrialista. Mis inicios como fanático de béisbol fue como seguidor de Metropolitanos un equipo de reciente creación y sin ningún campeonato en su currículum. Por si fuera poco en los momentos en que tomé tal decisión el equipo ocupaba el último lugar de la tabla de decisiones. No lo hice empujado por una innata vocación por la derrota sino atraído por las jugadas que en torno a la segunda base por esos días trenzaban Rodolfo Puente y Rey Vicente Anglada. Porque antes de la combinación Mesa-Padilla de los 80 existió la Puente- Anglada, el 4 y el 36 haciendo fácil lo impensable una noche tras otra. Germán Mesa se encargaría de borrar todo rastro de nostalgia que pudiera sentir por las habilidades de Puente en el campo corto pero Padilla simplemente no resiste la comparación con Anglada.

Anglada era el pelotero más espectacular que conocí en mi vida de aficionado hasta la llegada de Víctor Mesa al jardín central de los equipos villareños. Como ocurria con este, muchos acudían al estadio solo por verlo al segunda base. Mientras el equipo calentaba antes del juego su ausencia se traducía en una inquietud creciente en el público hasta que al salir con aparente desgano al terreno, con una falsa indolencia -muy parecida a la que luego usaría Lázaro Vargas como seña de identidad- la simple presencia de Anglada en el terreno era saludada con una ovación de alivio: estando Anglada el viaje hasta el estadio quedaba justificado. La discusión de por qué dejaban fuera a Anglada cada vez que se confeccionaba el equipo nacional (sólo integró dicho equipo en dos ocasiones) era el centro de cualquier discusión beisbolera en aquellos años. (Circulaban rumores casi legendarios de un guante que le tiró a la cara del director de aquel entonces, Servio Borges, o de las sospechas de una posible deserción en cuanto pisara tierra extranjera).

Parecía que al menos los aficionados habaneros íbamos al menos disfrutar de sus jugadas hasta su retiro cuando una noche de la primavera de 1982, mientras pasábamos la llamada escuela al campo en medio de los partes de la guerra de las Malvinas, anunciaron que se había descubierto una amplia trama de jugadores habaneros vendidos a apostadores y entre ellos se hallaba Anglada. Todos creíamos recordar algún roletazo escapando al guante del tercera base Echemendía de manera injustificable, o al apacible Monguito Cabrera, primera base del equipo, envuelto en sonadas trifulcas o cómo el bateador discreto que era Elnudys Poulot se había convertido de la noche a la mañana en el más oportuno de los jonroneros. Pero Anglada no. Anglada había jugado esa temporada como siempre, con su misma relajada perfección, con esa intensa desfachatez de siempre.

Junto con el anuncio de que los jugadores serían puestos a disposición de las autoridades pertinentes se nos informaba –con la misma gravedad de ocasión con que luego se diría que cierto general sería pasado por las armas- que no sólo eran expulsados a perpetuidad de toda competencia deportiva sino que sus marcas serían borradas de las estadísticas oficiales. Junto a mí estaba esa noche un mulato bajo y gordito a quien todos le guardábamos una consideración especial justamente por ser primo del jugador más espectacular del país y fue él mismo quien me informó tiempo después que su primo llegado el juicio no habían podido probarle nada. De cualquier manera era demasiado tarde. Ya había sido condenado públicamente en televisión y poco importaba lo que hubiera dictaminado un juez. Cuando el verdugo actúa antes que el juez no hay espacio a rectificar. De manera que ante la falta de pruebas le aplicaron la ley de peligrosidad. Tenía 29 años en aquél entonces.

Durante más de una década y media Anglada fue apenas una sombra convocada de cuando en cuando por nostálgicos. Se decía que luego de salir de la cárcel trabajaba como chofer de una corporación, que estaba gordo, que no quería que le hablaran de pelota. Fue así hasta que al fin Víctor Mesa, su amigo y admirador intercedió por él ante el único que podía extenderle el perdón. La participación de Anglada en un juego de veteranos montado por Castro y Chávez –en que el primero fiel a sus vicios engañó al segundo maquillando de ancianos a jugadores en activo- fue la señal de que se iniciaba la rehabilitación de Anglada. Regresó al béisbol demasiados años después aunque esta vez como entrenador de Industriales y al frente del equipo ha ganado varios campeonatos. Su rehabilitación como la de aquellos intelectuales defenestrados en los 70 fue silenciosa. Su larga ausencia del deporte es achacada en sitios oficiales a problemas disciplinarios y su regreso se supone que haya sido posible por la generosidad sin límites de las autoridades.

En el documental Fuera de liga da la impresión de esquivar la pregunta pero en otras entrevistas ha aclarado ese punto con firmeza: no vendió juegos. Su puesto al frente del equipo Cuba fue quizás el punto más alto en su regreso tardío al deporte. Se merecía algo más. Merecía que su nombre quedara públicamente limpio de toda sospecha pero ya sabemos que eso es demasiado pedir cuando el mecanismo que sancionó su condena sigue intacto y es tan incapaz de reconocer la culpa propia como dotado para imaginar la ajena. Su rehabilitación simbólica y pública sin embargo ocurrió mucho antes y puede que Anglada todavía no la conozca: está en unos versos escritos por el poeta Emilio García Montiel, “Un día de inocencia” (1988), versos que de alguna manera hablan tambien de todos nosotros.

Un día de inocencia

Yo recuerdo a los hombres en el momento mejor de su caída.
Cerca ya de la noche.
Cuando apenas ya se advierte una sombra, una nostalgia, un temblor hacia el fin.
Yo los recuerdo en días apacibles:
hechos sobre un pasado de extraña lucidez.
Graves por la confianza o por la fama, o tal vez por el tiempo.
Pero nunca en la gloria.
La gloria es vanidad para creer que somos fieles, que alguna vez lo fuimos.
Tampoco en la tristeza.
Porque nada es peor que la tristeza para engañar a un hombre.
Yo los recuerdo en días apacibles:
loados e innombrables bajo tanta blasfemia.
Doce o treinta y seis: ¿a qué dios pertenecen las jugadas?
¿A qué dios suplicar no ser ni héroes ni traidores?
Alguna vez estos silencios ya no tendrán sentido.
Alguna vez sobre mis ojos el temor se hará inútil.
Sé que habrá un día –un día de inocencia – en que no me será dado decir más.
Yo lo bendigo, igual que a esas mujeres que tendrán mis palabras.
Que sabrán murmurar: «ha hablado de los hombres en días apacibles».
Igual, a los amigos, que cubrirán mis versos con su rostro.
Para bien, —para mal – mucho les pertenece.
Yo recuerdo a los hombres en el momento mejor que de mi caída.
En el momento de llamarme con simpleza Juan o Rey.
De no sentirnos héroes ni traidores.
De no llegar al fin.

16 comentarios:

Anónimo dijo...

Los que se vendían en los campeonatos nacionales eran los managers, y siempre al poder: un año ganaban los azucareros (había que impulsar la zafra), y el siguiente los henequeneros (un premio por cumplir la cuota), etc. Nunca los industriales, su color recordaba demasiado al Almendares. Y entre los más corruptos estaba Servio Borges, que era el clásico jóven comunista, buena representación de FC, y como tal, protegido como las orquídeas por Juan Ealo y Pedro Natilla Jiménez, dos viejos profesionales de cuando el béisbol era en serio.

Manuel Sosa dijo...

Enrique, algo que nunca me tragué de la pelota cubana fue el arreglo aquel que tenían los tres equipos occidentales, de mantener una sucursal activa en la misma liga. Los Vegueros tenían a Forestales, Industriales a los Metros y durante un tiempo Henequeneros a Citricultores, creo. Los matanceros, no sé por qué, a veces dividían sus fuerzas en vez de imitar a Pinar y Ciudad Habana. O al menos eso hicieron durante algunas temporadas. Vegueros e Industriales se paseaban de lo lindo, fogueando los novatos de los equipos escuelas e incorporándolos después. Los demás equipos tenían que esperar a la Selectiva para tener más nivel. El equipo Pinar era el mismo Vegueros, con alguna que otra adición. ¡Cómo no iban a ganar tantos campeonatos! Desde que decidieron terminar esa arbitrariedad, los Metros fueron cobrando fuerza al punto que la Comisión nacional tuvo que rebobinar el cassette y transferir peloteros de Metros a Industriales, "por ser un equipo insignia", que debía participar en los play-offs. Vaya, una de las cañonas más grandes de la mafia beisbolera que tanta basura hizo. Creo que esa fue una época de retiros y deserciones, y los azules se habían convertido en un aurero. Enriquito, Scull, Rudy Reyes, etc eran Metros ya consagrados cuando los transfirieron. Coño, si a Villa Clara le hubieran dado esos privilegios, de tener equipo escuela en la serie nacional, hubiera ganado 10 campeonatos. Me he apartado del tema de Anglada, pero como dijiste que le ibas a los Metros...

Enrisco dijo...

si, esperaba que alguien me dijera eso. la decision de convertir a los Metros en sucursal de Industriales vino justo despues de esa historia de 1982 año en el que los Metros estuvieron a punto de ganar el campeonato. A partir de entonces ser seguidor de los Metros pasaba de ser un acto de fe a convertirse en una estupidez. No solo porque a partir de entonces estaban condenados al fracaso irremisiblemente sino porque seguir a un equipo que fuera despojado sistematicamente de sus mejores jugadores pasaba a convertirse en una especie de idolatria hueca: solo seguirias un nombre y unos colores porque los idolos de esta temporada pasarian automaticamente al otro equipo en la siguiente. Fue entonces que me hice industrialista (ahi se le vea Enrisco la madera de desertor dira alguno), justo cuando traspasaron a los mejores jugadores que quedaban en Metropolitanos a los Industriales. Si elegir un equipo fuera un acto estrictamente racional quizas me hubiera ido con Villa Clara porque ellos reunian las dos virtudes que mas aprecio en un equipo de pelota: elegancia y garra (a los orientales les sobra garra pero excepto Lescaille jugaban feisimo, los pinareños se parecian demasiado a los habaneros en virtudes y defectos para preferirlos y Matanzas y Camaguey excepto cuatro o cinco jugadores siempre han sido perfectos desastres). Sin embargo, como sabes, pero siempre pesan mucho esos lazos sentimentales que lo van ligando a ciertos jugadores y cierta manera de ver el juego.

Manuel Sosa dijo...

A propósito de todo ese rollo de "Fuera de liga", en estos días me he acordado mucho de Vargas, a quien siempre admiré por tener tremendo corazón. Era un tipo que sudaba y respiraba baseball. Haberlo visto jugar contra Víctor Mesa, cada uno halando su equipo, era algo indescriptible. Una noche Víctor tocó la bola y se embasó, robó segunda y empezó a monear a Pablo Miguel Abreu, quien estaba ya encabronándose con aquel loco amagando y diciéndole cosas desde la almohadilla a sus espaldas. Víctor robó tercera y siguió amagando con robarle el home. Tanto dió que puso wild a Abreu y el loco anotó por wild pitch. Tuvieron que pedir tiempo y visitar el montículo para calmarlo, porque logró sacarlo del juego. Ese era Victor. También simpatizaba con Ulacia, que jugaba cualquier posición y se tiraba de cabeza a fildear, hasta en las series provinciales.
Enrique, te cuento una anécdota: en un evento de literatura nos albergaron en el hotel deportivo de Sancti Spiritus. Un día bajé tarde a comer; el restaurante ya lleno y me puse a buscar un hueco en cualquier mesa. Un tipo me hizo señas y me indicó que en su mesa había un puesto libre. Era Antonio Muñoz, quien quería saber quiénes éramos y qué hacíamos allí. Cuando le expliqué que estábamos en un festival de literatura, el hombre me dijo: "Muchacho, si yo escribo décimas". Y me recitó unas cuantas. Tú sabes, las típicas décimas de un guajiro. Pero fue algo deleitoso. Feliz Pavo!

luisc dijo...

Mi ídolo de la infancia era Armando Capiró aunque también admiraba mucho a Puente y Anglada (yo tenía un traje de baseball con el número 4, regalo de reyes). Recuerdo que una vez mi viejo me llevó al estadio y cuando nos bajamos del carro, Capiró nos pasó por el lado, le grité su nombre y el tipo me saludó. Fue un momento especial para mí, no tan deleitoso como el encuentro de Manuel con Muñoz, pero lo atesoro con celos.
Pues, este fantástico jonronero, quien creo que llegó antes que Múnoz, Marquetti y Cheito a la cifra de los 100 (con bate de madera todo el tiempo) fue defenestrado, eliminado, desaparecido y humillado, en una de esas historias oscuras del régimen.
Luego escuché que jugaba en el equipo de Mazorra en la provincial, y creo que reapareció en el juego de veteranos al que se refiere Enrique en su artículo. Pero no recuerdo haber leido nada "oficial" sobre este fantástico slugger de mi infancia, ni de si hubo "rehabilitación". ¿Saben algo?
De Anglada escuché que trabajó como entrenador en el estadio de Palatino, frente a la ex Coca Cola, después que salió de la cárcel.

Anónimo dijo...

Esta bueno esto de hablar de la pelota, campo en que nos podemos pelear y despues, con las venas aun saltadas en la garganta, irnos a tomar un lager.
Yo tambien tuve un momento magico con Muñoz. Soy de Santa Clara, mi abuelo tambien. y un dia en La Habana (cuando aun no habia "emigrado" en firme, salimos de la terminal de Omnibus a coger la guagua en la Parada que estaba frente a La Plaza..Y de repente mi abuelo mira pa'l lado y ve a un tipo que a mi me parecio enorme, empezo como que a temblar y me decia: "saluda a este, es Antonio Muñoz, lo mas grande que ha dado Las Villas, etc..." recuerdo pocas veces haber visto al viejo tan feliz por un apreton de manos....Y Muñoz, a mis 8 años me parecio un tipo afable y, eso SI lo recuerdo con claridad, con una mirada muy tranquila. Saludos y larga vida al Rey....

Anónimo dijo...

La primera vez que estuve frente a un televisor a colores y con control remoto tenía yo 9 años. Lo que veía era mi primer juego de pelota de principio a fin. Un equipo era Villa Clara. No recuerdo cual era el otro. Era 1984 y desde entonces por obra y gracia de Victor Mesa y de mi afición por lo estridente fui seguidor de las Villas y Centrales. Yo, nacido y criado entre Jesus del Monte y Rancho Boyeros. Las broncas con los industrialistas fueron muchas. Llegó un momento en que me alegraba el que las Villas fuera la principal productora de azucar.
Me gustó mucho el poema. Ese "¿A qué dios suplicar no ser ni héroes ni traidores?" está desgarrador.

Anónimo dijo...

Oye Enrisco, sabes que recuerdo el incidente casi como lo describes. Recuerdo perfectamente el juego donde se armo aquella trifulca colosal protagonizada por Monguito Cabrera y el Chino Alpizar (creo era el apellido del manager implicado en los sucesos). Despues nos enteramos por radio bemba-donde si no- que la cosa era por problemas de dinero, y muchos deslenguados daban a Marquetti como el informante. Recuerdo que mientras ardia Troya, las camaras de television se enfocaron en las luces del estadio, mientras Hector Rodriguez daba a entender que alla abajo parece que habian repartido vino espumoso(se acuerdan de aquello?)
Por lo demas muy bueno el trabajo. Yo tambien soy de los que admira a Anglada y espero que un dia se haga justicia verdadera y se le pida disculpas. Por supuesto que al responsable principal de la injusticia pedirle eso es como exigirle a un sueco que baile guaguanco.
Ah, y aunque soy habanero, en aquella epoca le iba a Vegueros, me encantaba aquel piquete que Pineda habia armado.
Saludos.

luisc dijo...

Sin dudas que la injusticia con Anglada fue brutal. Pero, a su favor, tiene el reconocimiento de la gente que nunca lo olvidó, aun cdo la maquinaria del régimen lo aplastó y lo intentó borrar; todos seguían hablando de él. Incluso recuerdo que cdo Victor Mesa se consolidó como el tremendo jugador que fue y escaló a la cima de su popularidad, los industrialistas decíamos - a modo de consuelo -, "es que se parece a Anglada". (Aprovecho para reconocer aqui, públicamente, mi tremenda admiración por el "loco" Victor Mesa, a quien comencé odiando, y después terminé admirando como el tremendo jugador que fue).
Sobre los delatores, además de Marquetti, de quien siempre se dijo que era informante (al menos, es un tornillón confeso), también se habló de Rodolfo Puente, quien sí tenía una pinta de guardia ramiristico del carajo.
En lo anecdótico, escuché rumores de otros jugadores que lograron "escapar" del asunto, como fue el caso de José Modesto Darcourt, gracias a los oficios de su padre.

Enrisco dijo...

Jesuses: lo de Echemendia fue en un juego contra vegueros. y lo de Monguito fue en la trifulca que mencionas en la cual no participo Alquizar que era el manager de Industriales (Marquetti tampoco estaba presente porque tambien era de Industriales). ese dia yo estaba en el estadio. ese juego lo declararon forfeit porque los Metros se negaron a salir al terreno luego de la discusion con la excepcion de Puente a quien recuerdo acuclillado en el campo corto como chivato disciplinado que era. para mi fue mi triste en su momento saber que precisamente Puente habia sido uno de los chivatos en el asunto. (Parece que era un negocio familiar porque un primo de Puente vivia frente a la casa y era seguroso del INDER y chivato en el barrio). Por lo demas he visto suecas que bailan muy bien guaguanco pero eso no va a hacer mas facil que el sistema haga justicia en el caso de Anglada y todos los demas. A Victor Mesa lo admire: un payaso o lo que se diga respaldado por toneladas de talento.

Anónimo dijo...

¿Suecas que bailan bien guaguancó?
¿Si las ponen en cuatro, no?

Anónimo dijo...

Buenas a todos los cubanos y a los amantes de lapelota, tengo 45 años y hace 23 años que sali de Cuba, yo era un admirador De Rey Anglada, y hoy al leer y ver el documental se me han salido las lagrimas, muchos recurdos llegaron a mi mente recuerdos de cuando era joven.

Anónimo dijo...

Yo admire mucho tambien a Rey en esa epoca y veo el articulo muy bueno solo discrepo en lo de el desgano e indolencia con que salia al terreno, creo que en la escuela al campo que estabas no habia tv, pues yo en ese tiempo no me perdia un juego en el mismo estadio, y es verdad que demoraba en salir al terreno, pero salia siempre corriendo, por lo que algunos incluso lo apodaban el "Yip"

Anónimo dijo...

conoci y vi jugar a reicito como le decian mi familia porque eran amigas de carraguao en el cerro calle zequeira entre consejero arango y cruz del padre para mi lo mas grande en la segunda yo soy industrialista a morirme,degraciadamente no caia simpatico y lo destruyeron gracias a los zares del beisbol ,por eso no le perdono a servio borge lo que hizo demas estoy decirle que cuando dirigio a ciudadhabana mas nunca fuy al latino mucho descaro ya no se como los habaneros de corazon e industrialista aceptamos eso , pero bueno saludos para anglada y mis respeto como jugador y como hombre porque demostro ser un hombre

Jorge Gomez dijo...

Jorge Gómez

Anglada no fue una victima del sistema, simplemente un accidente del mismo, muy comun en un sistema totalitarios, donde te pueden meter en la carcel por "conviccion moral" "peligrosidad" o cualquier cargo fabricado. En Cuba no existe la defensa legal, mucho menos contra el estado.El caso Anglada es ejemplo del riesgo que representa servir al diablo.

Cubansurfer dijo...

He llegado tarde al post, pero bueno, antes de abandonar el blog quiero decir que ´"la muela" de baseball me ha sentado de maravilla, soy del Cerro y de Industriales y además he tenido el honor de haber conocido personalmente a Rey. Y si él, cosas de la vida, lee esto, quiero que sepa que todavía guardo el vídeo que le hice en el terreno de la Ciudad Deportiva en el año 2005, estando yo de vacaciones en Cuba. Y que el guante que me firmó para mi socio Víctor permanece, todavía, en la pared del salón de su casa.