Es cosa sabida que el comunismo es un pésimo lugar para vivir y, sin embargo, bastante generoso como fuente de inspiración literaria. Y ni siquiera hay que pasar por el incómodo trámite de haberlo vivido en carne propia. Como ocurrió con el inglés Orwell. O ahora con su compatriota Julian Barnes quien acaba de sacar su novela "The Noise of Time", una reconstrucción de la vida del compositor Dimitri Shostakovich bajo el totalitarismo soviético. Una buena novela no porque confirme el tópico de que las desgracias que produce ese sistema son idénticas con independencia de las diferencias nacionales, culturales o climáticas en el que se desarrolle. El valor de esta novela está en el cuidado con que se rastrean las disyuntivas por las que pasa allí cualquier persona con algo de sensibilidad y con un mínimo aprecio por su dignidad humana. Véase como botón de muestra este análisis de la cobardía [La traducción es -lamentablemente- mía]:
“Pero no era fácil ser cobarde. Ser héroe era mucho más fácil que ser cobarde. Para ser héroe sólo había que ser valiente por un momento –cuando tomabas el arma, tirabas la bomba, presionabas el detonador, acababas con el tirano y también contigo. Pero ser cobarde era embarcarse en una carrera que duraba toda una vida. Nunca podías relajarte. Tenías que anticiparte a la próxima ocasión en la que tenías que excusarte, titubear, rebajarte, familiarizarte con el sabor de las botas de goma y con el estado de tu propio carácter caído y abyecto. Ser cobarde requería una pertinacia, una persistencia, un rechazo a cambiar –que suponía, en cierta manera, algún tipo de coraje”
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