martes, 4 de octubre de 2011

Carlos Ripoll, in memoriam


Ha muerto Carlos Ripoll, importante intelectual del exilio cubano, uno de los estudiosos mejor informados y más inteligentes y atrevidos de la obra de Martí, autor de un arroz con pollo legendario y de uno de los más lúdicos experimentos literarios que haya conocido la literatura cubana. Lo recuento en un fragmento de mi libro "Elogio de la levedad":

A principios de los 70 desde el exilio Carlos Ripoll, estudioso de la obra de Martí había desarrollado un curioso experimento literario consistente en una exquisita réplica del inquisitorial proceso por el que había pasado el poemario Fuera de juego de Heberto Padilla. En este caso se trataba de un cuento inspirado directamente en la figura de Martí atribuido a un autor apócrifo al que se acompañaba un anexo que contenía las declaraciones del jurado premiando el cuento, las de la institución que había convocado el concurso condenando el autor (Casa de las Américas), la nota de arrepentimiento del propio autor y una nota que comunicaba su suicidio.
El cuento en sí resulta lo menos atractivo de un libro que replica en diseño, formato y tipografía las publicaciones de los Premios de Casa de las Américas hasta convertirse en una perfecta parodia editorial, tan perfecta que podría confundir a más de uno. El texto en cuestión versa sobre el encuentro entre Fidel Castro y un joven, Julián Pérez, (que se corresponde justamente con el segundo nombre y el segundo apellido de Martí) que encabeza una rebelión desarmada al más puro estilo cristiano. Este ha sido arrestado después de dirigir un discurso a la multitud. Julián Pérez se limita a escuchar mientras el autor pone en boca de Castro un discurso que sería cínico si no resultara a la larga autoinculpatorio. En algún momento Fidel Castro le grita al prisionero: “ahora haces el papel de Cristo ante el Gran Inquisidor”. La alusión no es casual. El monólogo de Castro tiene demasiado en común con aquél que desarrolla el Gran Inquisidor en Sevilla en un relato que cuenta Iván Karamazov en la famosa novela de Dostoievski. En ambos casos el agente del poder reconoce al mesías para a continuación recriminar su reaparición. Gran Inquisidor: “¿Por qué has venido a molestarnos? Pues has venido a molestarnos y eso lo sabes bien” Castro: “¿A qué has venido? ¿Por qué te empeñas en destruir nuestra obra?” El Gran Inquisidor desde el poder acumulado tras milenio y medio por la Iglesia puede decir que “el mismo pueblo que hoy ha besado tus pies, mañana, a una señal mía, se precipitará a echar carbón a tu pira”. Fidel Castro en cambio pide un plazo de diez años para que el pueblo madure “y verás, verás, que en menos de una semana el pueblo te quema en la plaza pública junto con tus papeles y tus sueños” (Ripoll.1971.29). Descartada la casualidad tanta coincidencia tiene un sentido. Ripoll ha usado como modelo para este encuentro entre Castro y Julián Pérez el de la narración de Dostoievski por ser esta un arquetipo acabado del enfrentamiento entre una utopía y el poder que dice encarnar dicha utopía y a su vez una representación del cinismo del poder. Fidel Castro, como el Gran Inquisidor de Dostoievski, reconoce la superioridad espiritual de aquél que dice seguir para a continuación señalar su incapacidad práctica.
Yo mismo he ayudado, hasta donde es posible, a fomentar el recuerdo de tu vida, porque creo que mereces un lugar en la Historia… Aun puedo decir que alguna de las consignas de la revolución nos las enseñaste tú, pero nosotros tuvimos que darle una dinámica que no tenían en el marco de tu pensamiento... (31)
Antes había dicho: “hiciste bien en morir entonces para que la Historia no te escupiera en el rostro por tu prédica pueril”.
En su Crítica de la razón cínica Sloterjdik hace un análisis del pasaje de Los hermanos Karamazov. Del monólogo del Gran Inquisidor nos dice que “se trata de la réplica del político al fundador de una religión; mirado algo más profundamente es un arreglo de cuentas entre la antropología y la teología, la administración y la emancipación, la institución y el individuo” (Sloterjdik.287) Para Sloterjdik el Gran Inquisidor “se vanagloria de su realismo” mientras que Jesús “no ha aprendido a pensar políticamente y no ha comprendido lo que constituye desde su punto de vista político, la naturaleza del ser humano, a saber, la necesidad de dominación.” Por su parte el Castro recreado por Ripoll le dice a Julián Pérez (Martí):
Preferiste hacer tu revolución en vez de aprovecharte de la que ya hemos hecho, preferiste andar al revés de los tiempos, no quisiste comprender nuestra obra porque está amasada con sangre y con odio, porque hace falta cierta condición que nunca has tenido para pasar sobre algunas cosas, para meter las manos en el cieno y allí formar un pueblo. Tú lo hubieras hecho de nubes. Tú convertirías en gasas y tules un pueblo que yo he querido hacer de hierro. (Ripoll.1971.31)
A continuación del monólogo tanto el Gran Inquisidor como Fidel Castro ordenan ejecutar a sus respectivos mesías. Sin embargo el autor apócrifo que ha imaginado Ripoll, Benjamín Castillo es bastante más ingenuo que Dostoievski, ingenuidad que lo lleva a escribir un relato que enviará a un concurso oficialista. Julián Pérez pasa a ser una alucinación personal de Fidel Castro que termina enloqueciéndolo y llevándolo a la muerte al tiempo que espíritu colectivo que solivianta al pueblo dominado por un ansia repentina de libertad. El mito martiano sigue intacto e incluso reforzado. Más allá de su uso el espíritu de Martí escapa a los que intentan dominarlo, trasciende las circunstancias y está llamado a terminar imponiéndose y seguir guiando a los cubanos eternamente hacia su destino nunca alcanzado. La frase final del relato sin embargo hace un guiño irónico al proceso de fabricación del mito, guiño que escapa a la ingenuidad del autor apócrifo. Luego de que los subordinados de un Castro enloquecido por el espíritu de Martí han terminado matándolo deciden dar la noticia de que ha muerto “a manos de los agentes del imperialismo yanki y combatiendo a los enemigos de la revolución”. Dice entonces el jefe de los conjurados: “Preparen los funerales más grandes que ha conocido Cuba. Ahora es un mártir. Mañana empezamos a ganar la guerra.”(44)

H/T: Penúltimos Días y La Loca del Blog (por las imágenes)

5 comentarios:

Loca del blog dijo...

Triste noticia...esta es la portada del libro JULIAN PEREZ, por Benjamín Castillo
http://lalocadelblog.blogspot.com/2011/10/una-broma-literaria-de-carlos-ripoll.html

Anónimo dijo...

y hasta seguro que nos encontramos algun que otro dia en este gran Miami, lo siento mucho se ve que lo querias.


sandokan

BARBARITO dijo...

Tristísima noticia.
El mundo martiano, la Cultura cubana están de luto.
Descanse en paz Maestro Carlos Ripoll.

Anónimo dijo...

Pero Julian Perez no es un matemático que elaboró el conteo de las firmas para la liberación de Pánfilo?

Enrisco dijo...

Si, por eso cuando me lo dijiste pense que era una broma pero me aseguraste que no, que ese era su nombre.