domingo, 17 de junio de 2018

Argentina 1 Islandia, lo mismo

“No hay enemigo pequeño” deberían haber pensado los seleccionados mientras cantaban el himno y comprobar que sus rivales les sacaban un pie de estatura. (Esto es como promedio: Messi parecía directamente hijo de los islandeses). Pero no. Mientras cantaban aquello “Oíd, mortales, el grito sagrado ¡Libertad, libertad, libertad!” seguramente estaría calculando cuántos goles les meterían a un equipo que se estrena en la historia de los mundiales. Un equipo que representa a una nación de poco más de trescientos cincuenta mil habitantes y en el que cada jugador tiene además una ocupación seria por si eso de caerle a patadas a una pelotica les falla: el técnico es dentista, el portero, cineasta y el delantero Jón Dadi trabaja en una gasolinera. Y los jugadores argentinos, que en su vida se han dedicado a otra cosa que a patear la pelotica (si piensan en Maradona -sentado ayer entre el público- les advierto que catador de cocaína no es una profesión) se preguntarían si entre aquellos descendientes de vikingos no habría un jardinero que quisiera cortarles el césped. Y en eso sonó el silbato del árbitro.
No obstante, el silbato no debió sonar demasiado fuerte. Al menos no como para despertar a Messi que se quedó pensando si en el videojuego FIFA 2019 luciría más natural de lo que es en realidad. Mientras tanto el juego seguía su curso. Argentina atacaba e Islandia contraatacaba. Kun Agüero anotaba por fin su primer gol en mundiales luego de irse en blanco en los dos anteriores. Y a los pocos minutos lo imitaba uno de esos ordeñadores de osos polares para empatar el juego. Los argentinos se paseaban por la cancha con su superioridad de millonarios subcampeones mundiales y los vikingos novatos no se dejaban impresionar. Por fin uno de los jugadores argentinos –Meza- decidió desequilibrar el partido del mejor modo que pudo. Esto es dejándose caer en el área chica. El árbitro pitó penal y Messi pareció despertarse: pidió el balón para lanzar él la falta. Falsa alarma. Seguía dormido y pateó el balón sonámbulo que el cineasta islandés pudo atajar sin problemas. El resto del partido transcurrió del mismo modo pero ya sin más goles. Los únicos que ganaron fueron las aerolíneas islandesas que ahora deben estar vendiendo pasajes a Rusia al resto de los compatriotas que quedaban en la isla. 

2 comentarios:

Miguel Iturralde dijo...

Nada de increíble lo que hicieron los islandeses, este equipo no vino a Rusia para cosechar simpatías y sí a ganar juegos, y si no lo hacen, no será por falta de esfuerzo. Y Argentina vuelve a su rol acostumbrado, una plantilla rebosante de talentos individuales que unidos son como un dulce de leche que se corta. Me da cierta pena con Messi, posiblemente es su último chance a un título de campeón mundial.

Ya me extrañaba que no colgarses tus viñetas sobre la Copa. Saludos.

Realpolitik dijo...

El problema de creerse superior y recostarse a ello es que, aunque se sea, el fallo siempre luce mucho peor y es prácticamente imposible de justificar.