Los pasados días
8 y 9 de noviembre se celebró en Nueva York la conferencia “The Accursed Circumstance” organizada por la State University of New York (SUNY) consagrada
a la vida y la obra del escritor Virgilio Piñera como parte de las
celebraciones por el centenario de su nacimiento. Una oportunidad magnífica
para compartir con algunos de los estudiosos más inteligentes y dedicados de la
obra del escritor cubano. Y para comprobar no sólo que la obra de Piñera
suscita más inquietudes que nunca sino que la propia tribu de los piñerianos
está compuesta por gente aguda y agradable a partes iguales. Eso no evitó exhaustivas
discusiones y ataques a los mitos que rodean la vida del autor. (For the
record: El biógrafo de Piñera Thomas Anderson aclaró que el cuento “La carne” no
salió publicado en un periódico habanero como editorial, con su nombre
suprimido, por lo que todos los incidentes que se cuentan derivados de esa
falsedad y que han sido repetidos por varios autores no son menos falsos).
El escritor Abilio
Estévez cerró el evento rememorando su amistad con Piñera durante los últimos
cuatro años de la vida de este: desde el deslumbramiento que le produjo su
encuentro juvenil con uno de los más grandes escritores cubanos que para
entonces purgaba una dolorosa marginación (algo así como “Fresa y chocolate
pero en serio) hasta las persecuciones que sufrieron en esos años. Estévez
contó de una citación a Villa Marista a Virgilio Piñera en 1975 donde fue
interrogado un día entero o cómo el propio Estévez fue obligado a firmar una
carta en que declaraba que Piñera corrompía a la juventud y se comprometía a no
verlo más y cómo desde entonces se tenían que encontrar en secreto. Contó también
que poco antes de sufrir el infarto que acabó con su vida había recibido una
llamada que lo afectó profundamente y dejó entrever que sospechaba que podía
haber sido una llamada parecida a la que recibiera cuatro años antes para
citarlo a Villa Marista. La leyenda de Piñera no da muestras de agotamiento.
A continuación el
párrafo final de la ponencia que presenté:
Lo que propone Piñera no es ni el angelismo del espíritu ni la barbarie de la realidad sino la resistencia a ambos desde la letra con todo su poder, con toda su debilidad. Cuando el aluvión de realidad no parece dejar espacio para la poesía, cuando la realidad por excesiva, parece menos real, es bueno tener a Piñera a nuestro alcance. Como el de la hecatombe que se describe en el cuaderno “Hosanna! Hosanna…?” de 1975 en que puede leerse una puntual descripción de la Cuba actual cuando en última instancia es una defensa de los poderes de la ficción. El mismo Piñera que en esos años había bautizado su marginación oficial como “muerte civil” describe un mundo “hecatombizado” en el que muertos y muertovivos esperan por “el milagro de la resurrección de la carne”. Allí hace decir a uno de los personajes: “A la verdad que es de lo más molesto esto de estar muerta; […] No se puede hablar, ni caminar, ni ver, ni oír, ni tampoco pensar. En cambio, se pueden hacer otras cosas que uno ignoraba hasta el momento de morir, pero que de nada sirven en vida. Por ejemplo: se puede no dormir ni soñar, y, cuando no hacemos ni lo uno ni lo otro, entonces muerteamos. Otra cosa que puede hacer un muerto es esperar”. Pero aquél por el que deben esperar no serán los “dioses desdeñosos” ni el tirano de turno. El que “Habla por nosotros” y “nos lleva, como bueyes, por el narigón, de acá para allá” no es otro que el Autor. Estos relatos son una de las tantas maneras que encontró Piñera de decirnos que una literatura “necesariamente teológica” como la prefería Vitier niega su propio sentido como eso mismo, como literatura, da igual si marcha al encuentro del Espíritu Santo o de la realidad. Su mundo no tiene más realidad que la que le puedan ofrecer un material tan frágil como las palabras. Como se había preguntado un joven Piñera incluso antes de escribir su famoso poema: “¿No he dicho yo mismo que la geografía del poeta es ser isla rodeada de palabras por todas partes?”
No hay comentarios:
Publicar un comentario