lunes, 9 de abril de 2012

Un incidente poco conocido

María Werlau, directora ejecutiva de la organización no lucrativa Archivo Cuba ha publicado en The Miami Herald un artículo sobre un incidente poco conocido de la connivencia histórica entre la iglesia y el gobierno cubano. Algo había leído al respecto pero este recuento tiene detalles escalofriantes. Abajo una traducción casi automática del texto:

Durante su reciente visita a Cuba, el Papa Benedicto XVI no dijo nada acerca de las víctimas de los hermanos Castro. Esto no es sorprendente. Durante décadas, la Iglesia Católica se ha mantenido en silencio sobre la mayor parte de los peores crímenes del régimen de Castro en su afán por expandir su alcance en la Cuba totalitaria.


Una atrocidad se destaca debido a que la Iglesia desempeñó un papel directo en los hechos. El 2 de enero de 1981, tres jóvenes hermanos fueron ejecutados por haber solicitado asilo en la embajada del Vaticano ("Nunciatura") en La Habana. Sus nombres: Ventura, Cipriano y Eugenio García-Marín Thompson. Tenían 19, 21 y 25 años, respectivamente.

Los tres hermanos provenían de una familia muy humilde de Testigos de Jehová, quienes han sido ferozmente perseguidos en la Cuba comunista. Al menos uno había cumplido prisión política por practicar dicha fe. Se habían recibido varias advertencias de Cuba en virtud de la "ley de peligrosidad" y buscaban desesperadamente refugio. El 3 de diciembre de 1980 junto con otros dos hombres y tres mujeres se abrieron paso hacia la embajada del Vaticano en La Habana, solicitando asilo.

La Nunciatura inmediatamente evacuó la mayoría del personal. Pronto, los representantes del Vaticano engañaron a los solicitantes de asilo haciéndoles creer que funcionarios consulares vendrían a tramitar su conducción segura del país. En cambio, en su lugar llegó un equipo de elite Tropas Especiales del Ministerio del Interior y se los llevó arrestados.

Acusados de matar a un trabajador cubano en la embajada, los tres hermanos fueron juzgados sumariamente y de inmediato condenados a muerte. Cuatro semanas más tarde, fueron sacados de sus celdas en medio de la noche y ejecutados.

Los restantes participantes de la acción fueron condenados a penas de prisión de 15 a 25 años. La madre de los hermanos García-Marín y varios familiares fueron condenados a 20 años de prisión por conocer el plan a pesar de no participar. Todos fueron puestos en libertad algunos años antes que sus sentencias acabaran después de que el caso recibiera atención internacional. La madre murió en 1992 después de haber perdido el juicio en la cárcel, mientras seguía reclamando los restos de sus hijos para darles sepultura.

Las autoridades cubanas dijeron que los hermanos llevaban una pistola, acusación a la que estos se negaron rotundamente y algunos testigos coincidieron con ellos. El empleado de la embajada que supuestamente murió en el ataque era un empleado de la agencia gubernamental cubana Cubalse, de quien se reportó que era un agente de la Seguridad del Estado. (Todos los trabajadores cubanos en las misiones diplomáticas deben ser contratados por una agencia del gobierno y la mayoría son conocidos por ser espías.) Investigaciones posteriores realizadas por los defensores de los derechos humanos en Cuba, revelaron que el supuesto asesinado estaba vivo en La Habana y había fingido estar herido usando sangre falsa para representar su papel en el ataque. (Vea los detalles en www.CubaArchive.org / base de datos).

Durante tres décadas, el Vaticano ha guardado silencio sobre estos asesinatos. Al parecer, las autoridades eclesiásticas le dieron a la seguridad de Cuba permiso para entrar a la fuerza en la misión diplomática y capturar a los solicitantes de asilo.

El rastro de sangre de los hermanos Castro es largo y siempre presente. Muchos jóvenes católicos murieron hace mucho tiempo en los pelotones de fusilamiento al grito de: "¡Viva Cristo Rey". La cifra de muertos se extiende por más de cinco décadas y continúa creciendo. Incluye decenas de niños asesinados con sus padres por los guardafronteras por intentar escapar de Cuba, así como mujeres embarazadas y adolescentes golpeados hasta la muerte por los guardias de la prisión. Hoy en día, disidentes valientes eligen la muerte por huelga de hambre como última resistencia contra la represión, cubanos de todas las edades desaparecen en el Estrecho de la Florida, cuando intentan huir, y muchos jóvenes están muriendo debido a las condiciones de detención espantosas mientras cumplen largas condenas por actividades económicas ilegales tales como matar a una vaca en un país privado de proteínas como es Cuba.

La decisión del Papa Benedicto XVI de legitimar a los asesinos mientras no recuerda a sus víctimas es lamentable. La Iglesia debe exigir de manera decisiva el fin de estas atrocidades y mantenerse firme en favor de la vida y la seguridad del pueblo cubano.

4 comentarios:

Roberto Madrigal dijo...

Me pregunto cual es el estado politico-legal de los testigos de Jehova en Cuba en estos momentos? Cuando yo estaba alla los botaban de los trabajos y de las escuelas. En la Escuela de Psicologia le hicieron un juico sumario a un companero de clase, Veliz de apellido, por ser testigo y lo botaron. No se si habra habido cambios en los ultimos treinta anos.

Güicho dijo...

No por gusto la sotana es oscura. Así no se nota la sangre seca de los muertos. Ni las salpicaduras de caca de los monaguillos.

Cheito dijo...

Recuerdo el incidente del cual ,por supuesto no se comento' nada.Creo que alguna nota insignificante en algun medio de prensa y ya.
Algunos nos enteramos en la calle de la realidad de lo sucedido...pero en aquella epoca ssssshhhhh, por menos que eso te fusilaban igual.

Eufrates del Valle dijo...

Recuerdo el hecho. Quienes dirigieron el "operativo" para sacar a los muchachos de la embajada del Vaticano fueron los jimaguas Patricio y Tony de la Guardia. Unos anos despues el mundo vio como Fidel y Raul Castro asesinaron a uno de sus mas fieles esbirros, Tony de la Guardia. Los hermanos Castro "no creen en lagrimas". El Vaticano, su actual aliado, tampoco.