Imagen: Geandy Pavón |
Desde el 11 de julio la constante del miedo con la que la progresía universal contaba para hacerse creer que entendia aquella isla se ha ido al carajo y ya no hay cómo cuadrar la caja. Perdido el miedo el mundo debe apelar al terror. El terror ejercido por el Estado, quiero decir, al que no se le llama así sino “Revolución” o si se ponen nietzscheanos “voluntad de poder”. Con ese terror cuentan los observadores externos de la realidad cubana para seguir sosteniendo la ficción con la que han entretenido su conciencia por tanto tiempo. O sea, esperan que las tonfas de la policía enderecen la imagen de aquella bonita revolución congelada en el tiempo que le han desbaratado la irrupción de masas irredentas armadas de rabia y celulares en reemplazo de los mansos rebaños que agitaban banderitas cada primero de mayo.
Todo menos aceptar que Cuba está dominada por una tiranía de las de toda la vida. Aceptar que siempre lo fue, solo que esta nunca ha aprendido ni a hacer dinero -fuera del tenaz ejercicio de la rapiña- ni a hacer las maletas. Todo menos aceptar que es hora que se vayan a buscar sus utopías a otra parte.
3 comentarios:
Hay muchísima gente comprometida con la "revolución," ese eufemismo que hace mucho rato solamente significa un sistema totalitario, anquilosado y reaccionario. Ese elemento fantasioso o sencillamente hipócrita, tan dado a ver la realidad como le gusta o conviene en vez de como es, solamente "abrirá los ojos" si no le queda otro remedio--y nunca reconocerá su culpa ni su responsabilidad por, en efecto, aliarse al Mal por tanto tiempo y contra toda evidencia. Nada, miseria humana.
Ay que lindo
Cierto
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