jueves, 29 de agosto de 2019

Entrevista a Francisco García González



Texto completo de la entrevista que le hiciera Sarah Moreno a Francisco García González para El Nuevo Herald con motivo de la presentación en Miami de su libro Asesino en serio.

¿Cómo influye la experiencia del inmigrante en lo que escribes y en Asesino en serio específicamente?

Emigrar es una experiencia de una trascendencia inigualable, brutal en muchos casos si se quiere. Los que emigramos mayores de edad, como en mi caso, sabemos que vamos directo hacia la centrifuga del capitalismo, directo a ese mundo de la economía de mercado en que se genera la riqueza. Aún conociéndolo en tanto destino inmediato ni siquiera sabemos de qué se trata. Durante mis cuatro primeros años mi vida fue un viaje interminable por las escuelas de idioma (inglés) y lo que llamo el inframundo laboral: las cocinas de los restaurantes, las fábricas, los garajes, los inefables almacenes. Así sucesivamente hasta convertirme en lo que soy ahora: portero nocturno de un edificio residencial en el centro de Montreal. (Un oficio al que la literatura cubana escrita fuera de la Isla tanto le debe). La huella de ese viaje se percibe en muchos de mis cuentos. Varios de los relatos del cuaderno tienen como elemento desencadenante de la historia muchas de estas experiencias. A esta travesía debo agregar el conflicto con la lengua. Reinventarse en otro idioma para mí ha sido una tarea ardua. La lengua es la llave de acceso a la integración. No hablarla correctamente o no entenderla a plenitud dispara los filtros de afectividad a niveles de alarma. Esta tensión también aflora, o subyace, constantemente en Asesino en serio.

Sabes que hay un tema clave con los cubanos de Miami. ¿Te calificas como inmigrante o como exiliado?

Al exiliado lo expulsan o escapa en otros casos. El emigrante toma la determinación de irse empujado, forzado, por un conjunto de situaciones que en el caso cubano todos conocemos. Nadie me obligó a marcharme ni tuve que lanzarme a cruzar el mar en ninguna embarcación ni cruzar fronteras a pie. Soy un emigrante. Abandonar Cuba para establecerme en Canadá fue una decisión familiar y personal. Sabía que si quería una vida digna para mi familia y para mí no había otra opción que poner distancia y mientras más lejos mejor. No obstante, ni me considero, ni soy, un emigrante económico. Es un término acomodaticio, muy de moda, usado a veces por ignorancia y otras por oportunismo. Todo lo que me llevó a tomar la decisión de emigrar clasifica como causas políticas. A pesar de mi peregrinar por tantos, y desagradables empleos, no siento arrepentimiento alguno por haber elegido establecerme fuera de Cuba. Haber hurtado el cuerpo de esa gigantesca maquinaria de miseria y envilecimiento me hace feliz. Aunque no deje de pensar en lo que dejé atrás: familiares, amigos, lugares, paisajes…

Tanto para el inmigrante como para el exiliado es fundamental lo que deja atrás, cómo se hace presente Cuba en Asesino en serio.

Más allá de que en casi todos los cuentos el protagonista es un cubano hay algo más sutil aún: la mirada narrativa. Viví cuarenta y seis años en Cuba, por tanto, no puedo ver las cosas como un canadiense ni como un quebequense. Mi mirada es la de un cubano de mi generación. Y eso siempre va a estar latente, y en última instancia, en el sentido subterráneo de todo lo que escriba sea ficción o no. No hay una manera de distinta de hacerlo ni tampoco me preocupa. En mi opinión es lo que hace tan apasionante la literatura cubana escrita fuera de la Isla. O sea, como interpretamos la nueva realidad adquirida, ya sea en New Jersey, Estocolmo, Madrid o en Montreal. Como la incorporamos a nuestro background a la vez que lidiamos con ella. Y eso deja huellas en que escribimos, pintamos, versificamos o soñamos.  

Es una marca tuya que el libro reflexiones sobre el arte, ya sea como referencias o con más protagonismo. Es algo que le da un peso y a la vez una ligereza a la lectura de los cuentos. ¿Cuál es la intención al incluirlas?

En verdad que no había reparado en esta observación. Quizás lo haga de manera inconsciente. El arte como ocupación del mundo interior, además de la literatura y el cine, siempre ha estado en mi órbita y viceversa. Tengo muchos amigos artistas. He tenido la oportunidad de ver sus obras desde dentro, conocer sus motivaciones, sus formas de ver el mundo a través de otras expresiones lejanas, aunque a veces bastantes cercanas a las de la literatura. Durante una época en Cuba escribí decenas de catálogos para muchos artistas. Lo hice hasta el día en que dejé de disfrutarlo. Entonces paré. En Canadá tuve otro acercamiento al arte que más bien se relaciona con lo que decía al comienzo sobre el submundo de los empleos. Por varios años fui modelo de varias escuelas de arte en Kingston, Ontario, y Montreal. Un trabajo muy fácil y aceptablemente bien pagado. Siempre y cuando pudieras estar desnudo y quieto por casi una hora en la misma posición. Ese trabajo me lo buscó mi esposa. De esa experiencia salió el cuento “En nombre del padre”, dedicado a mi gran amigo, el pintor Armando Tejuca. También lo hice hasta el día en que dejé de disfrutarlo. Hoy es solo anécdota, la huella dejada en un cuento. 
  
¿Por qué prefieres el género del cuento?

Mis andanzas literarias comenzaron explorando el mundo del cuento. Aunque también he escrito varias novelas siempre retorno al cuento. Me considero un lector voraz del género. Estas lecturas son bastante contagiosas. Mientras más leo cuentos más ideas se me ocurren para escribirlos. Da lo mismo el autor que sea: grandes, modestos o desconocidos. Da lo mismo el tema. Da lo mismo la estética. Dan lo mismo la época o la técnica.
No me sucede lo mismo con la novela. Disfruto enormemente leer novelas. Pero en mi experiencia novelas no paren novelas como sí pasa con el cuento.
En fin, es un género con el que me siento cómodo y que, a pesar de su brevedad, requiere un dominio de la técnica que permite que lograr un cuento siempre sea un gran reto. Por otra parte, las ideas brotan de las cosas más disímiles y a veces hasta incongruentes con la literatura. Un artículo, una noticia, una frase escuchada en la calle, la lectura de un relato de otro autor, una persona que pasa, un título que aterriza sin idea clara de qué va a contar. En fin, un misterio. 

1 comentario:

Miguel Iturralde dijo...

El hombre no para de luchar para hacer lo que le gusta. Los mejores deseos para Francisco. Saludos.