Se entiende que parte de
la disidencia cubana, con tan poco que celebrar en los últimos años,
le dé por jalear la victoria electoral de Trump. Lo entendería todavía más si
festejasen la victoria de los Cubs de Chicago en la Serie Mundial tras 108 años
sin pasar por esa experiencia. Los Cubs al menos no han dado exhibiciones de
homofobia, de racismo, de machismo o de desprecio por el sentido común. Los
Cubs tampoco amenazan con sacar de sus cabales a la democracia más antigua del
planeta ya sea despreciando a la prensa o a los buenos modales. Por mucho que
quiera a mi país, por mucho que me desespere su sometimiento no puedo ver
con buenos ojos que al agitar los impulsos xenofóbicos que anidan en cualquier
sociedad los Estados Unidos dejen de ser lo que fueron incluso mucho antes de
su fundación: la patria de los que no la tienen. Espero que la
frustración de nuestra disidencia ante las continuas palizas que reciben
(palizas que no se interrumpieron durante la visita del anterior presidente,
palizas que ellos perciben –como nadie podría discutirle- estimuladas por administración saliente) no les haga olvidar una verdad
elemental: que los Estados Unidos como lugar de refugio es el plan B de toda la
humanidad si las cosas no salen bien en sus países respectivos. Y que si por
alguna razón no se verifica el porvenir por el que opositores y disidentes luchan
cada día nuestros infatigables balseros seguirán necesitando de un sitio al
cual dirigirse.
1 comentario:
Muy bien dicho, Enrique. Es como si nosotros mismos no fuésemos inmigrantes y que muchos ingresaron "ilegalmente", amparados por una ley estadounidense para beneficio exclusivo de los cubanos. Y eso que muchos de los últimos que han dejado la Isla no admiten que es por motivos políticos o falta de libertad, es por la precaria situación económica del terruño. Saludos.
Publicar un comentario