El escritor en movimiento
Luego de su estancia en el número 59 Oeste de la calle 24 de Manhattan los directorios anuales de la ciudad recogen diferentes direcciones como residencia de Cirilo Villaverde hasta su muerte, ocurrida en 1894: 136th Alexander Avenue en el Bronx (1875-1877), y en Manhattan 42 E. 126th Street (1882-1883), 39 W. 24th Street (1883-1884) o el 1730 Broadway (desde 1890 hasta su muerte).
Una imprenta masónica
No obstante de todos los sitios asociados a la extensa presencia de Cirilo Villaverde en Nueva York ninguno más relevante que el marcado con el número 4 de la calle Cedar. Allí radicó durante décadas la imprenta El Espejo, la misma que publicaría en 1882 la versión completa y definitiva de “Cecilia Valdés”. Si bien acogida al principio con cierta reserva ya al año siguiente la novela recibiría elogios de Benito Pérez Galdós y en 1885 sería aclamada por Manuel de la Cruz como "obra maestra en el género" que "señala el máximo perfeccionamiento que hasta ahora ha alcanzado nuestra literatura". El novelista Ramón Meza haría notar el extraño mérito de conseguir reproducir con tal intensidad la sociedad cubana de 1830 a tanta distancia espacial y temporal:
Pese a su carácter “puramente económico y mercantil” que le impedía “reproducir nada literario o novelesco” El Espejo no parece haber sido un negocio muy próspero. Mientras Villaverde insiste en sus cartas que de El Espejo es “de donde yo saco con qué sostener la familia” los informes de la firma R. G. Dun & Co., dedicada a investigar la rentabilidad empresarial dan una imagen más bien desesperada de su estado económico: muy escasas ganancias, sin nadie que les concediera crédito y teniendo que pagar al contado todas sus transacciones.
De acuerdo con los informes de esta compañía (de cuyo acceso le agradezco la gentileza al historiador Alberto Rafael de la Cova) al ser traspasada de Cassard a Narciso Villaverde El Espejo ya se encontraba en serias dificultades. Hacia 1888 la propiedad pasa de manos de Narciso Villaverde -que había aceptado un puesto en otra casa editorial- a su hermano Enrique recién alcanzada la mayoría de edad. A juzgar por el informe de R. G. Dun & Co. del 31 de enero de 1891 el cambio de propietario no mejoró la suerte económica de la empresa:
Así fue hasta que la “empresa cerró después de que el cubano A.R. Govín ganara un acuerdo judicial contra esta por $1,726” (de la Cova) el 14 de octubre de 1897.
El extraño silencio del Apóstol
Cirilo Villaverde no llegó a presenciar el final de la empresa a la que había dedicado sus últimas dos décadas de vida: el 23 de octubre de 1894 moría en Nueva York a los 82 años de edad. En un famoso panegírico que le dedicara José Martí días más tarde lo llama "patriota entero y escritor útil [...] que dio a Cuba su sangre, nunca arrepentida, y una inolvidable novela". Y supone que debe haber muerto "con el inefable gozo de no hallar en su conciencia, a la hora de la claridad, el remordimiento de haber ayudado, con la mentira de la palabra ni el delito del acto, a perpetuar en su país el régimen inextinguible que lo degrada y ahoga". Llama la atención, no obstante que esa mención, póstuma, fuera la única que Martí publicara sobre un compatriota con el que compartía ideales y exilio y cuyas oficinas estaban separadas por apenas unos pocos centenares de metros.
Desaparece una casa
La propia dirección de 4 Cedar Street desapareció décadas después de la muerte de Villaverde cuando en la manzana en que se hallaba fue construido entre los años 1931 y 1932 un edificio art deco de 67 pisos conocido en principio como City Services Building, luego como American International Building y actualmente por la dirección 70 Pine Street.
Luego de su estancia en el número 59 Oeste de la calle 24 de Manhattan los directorios anuales de la ciudad recogen diferentes direcciones como residencia de Cirilo Villaverde hasta su muerte, ocurrida en 1894: 136th Alexander Avenue en el Bronx (1875-1877), y en Manhattan 42 E. 126th Street (1882-1883), 39 W. 24th Street (1883-1884) o el 1730 Broadway (desde 1890 hasta su muerte).
Una imprenta masónica
No obstante de todos los sitios asociados a la extensa presencia de Cirilo Villaverde en Nueva York ninguno más relevante que el marcado con el número 4 de la calle Cedar. Allí radicó durante décadas la imprenta El Espejo, la misma que publicaría en 1882 la versión completa y definitiva de “Cecilia Valdés”. Si bien acogida al principio con cierta reserva ya al año siguiente la novela recibiría elogios de Benito Pérez Galdós y en 1885 sería aclamada por Manuel de la Cruz como "obra maestra en el género" que "señala el máximo perfeccionamiento que hasta ahora ha alcanzado nuestra literatura". El novelista Ramón Meza haría notar el extraño mérito de conseguir reproducir con tal intensidad la sociedad cubana de 1830 a tanta distancia espacial y temporal:
"Nadie al recorrer muchas de las mejores páginas de esta obra magistral pudiera sospechar que se escribieran en lugar apartado, en medio distinto y extraño, después de dilatados años de ausencia. Hay tanta frescura en el trazado de los paisajes de la naturaleza cubana que en el libro abundan, hay tanta verdad, tanta realidad, hasta en los más nimios detalles de esta obra vasta y complicada, que no pudiera creerse que fuera escrita al calor de los recuerdos sino con la observación inmediata, directa, de un original que está a la mano y por tanto se ve, se toca"
La imprenta El Espejo estaba dedicada a imprimir una publicación periódica en español del mismo nombre “filled with advertisements for U.S.-made export products. Locomotives, wheelbarrows and pianos were the standard fare in the columns of El Espejo” (Lazo. 172).
La publicación salió por primera vez a la luz como “El Espejo Masónico” a fines de 1865. Su director era André Cassard un destacado masón santiaguero de origen francés quien a su vez había sido el “fundador de los altos cuerpos del Rito Escocés de la masonería regular cubana” (Torres Cuevas, 108).
Tiempo más tarde “como [la revista] ya no podía dedicarse al asunto especial de la Masonería, [Cassard] le quitó el adjetivo del título con que lo principió, dejándole solo el de El Espejo, que es en el día [1873] el periódico más grande y más hermoso de cuantos se publican en castellano [en Nueva York]” (Hyneman. XII). Interrumpida su publicación en 1869 por enfermedad de su dueño y director “El Espejo” no volvió a salir a la luz hasta noviembre de 1872.
Tiempo más tarde “como [la revista] ya no podía dedicarse al asunto especial de la Masonería, [Cassard] le quitó el adjetivo del título con que lo principió, dejándole solo el de El Espejo, que es en el día [1873] el periódico más grande y más hermoso de cuantos se publican en castellano [en Nueva York]” (Hyneman. XII). Interrumpida su publicación en 1869 por enfermedad de su dueño y director “El Espejo” no volvió a salir a la luz hasta noviembre de 1872.
"Trabajo por una bicoca"
Hacia 1874 Cirilo Villaverde entra a trabajar en la redacción de El Espejo que primero estuvo radicada en el 67-69 William Street y más tarde en su dirección definitiva del número 4 de Cedar Street. “Escribo a V. en la oficina del Espejo donde hace algunos meses que trabajo por una bicoca” (Cairo. 132) le cuenta a su amigo José “Pepe” Gabriel del Castillo y Azcárate (1824-1910) en una carta del 23 de junio de 1874. Allí trabajará Cirilo Villaverde hasta inicios de la década de 1890. Primero estuvo a las órdenes del susodicho Cassard hasta que en el otoño de 1881 El Espejo formalmente pasa a manos de Narciso Villaverde, primogénito del novelista.
Negocios que no marchan bienHacia 1874 Cirilo Villaverde entra a trabajar en la redacción de El Espejo que primero estuvo radicada en el 67-69 William Street y más tarde en su dirección definitiva del número 4 de Cedar Street. “Escribo a V. en la oficina del Espejo donde hace algunos meses que trabajo por una bicoca” (Cairo. 132) le cuenta a su amigo José “Pepe” Gabriel del Castillo y Azcárate (1824-1910) en una carta del 23 de junio de 1874. Allí trabajará Cirilo Villaverde hasta inicios de la década de 1890. Primero estuvo a las órdenes del susodicho Cassard hasta que en el otoño de 1881 El Espejo formalmente pasa a manos de Narciso Villaverde, primogénito del novelista.
Pese a su carácter “puramente económico y mercantil” que le impedía “reproducir nada literario o novelesco” El Espejo no parece haber sido un negocio muy próspero. Mientras Villaverde insiste en sus cartas que de El Espejo es “de donde yo saco con qué sostener la familia” los informes de la firma R. G. Dun & Co., dedicada a investigar la rentabilidad empresarial dan una imagen más bien desesperada de su estado económico: muy escasas ganancias, sin nadie que les concediera crédito y teniendo que pagar al contado todas sus transacciones.
Esquina de la calle Cedar correspondientes a los números 2 y 4 poco antes de ser demolido para ceder paso a la construcción de City Services Building |
De acuerdo con los informes de esta compañía (de cuyo acceso le agradezco la gentileza al historiador Alberto Rafael de la Cova) al ser traspasada de Cassard a Narciso Villaverde El Espejo ya se encontraba en serias dificultades. Hacia 1888 la propiedad pasa de manos de Narciso Villaverde -que había aceptado un puesto en otra casa editorial- a su hermano Enrique recién alcanzada la mayoría de edad. A juzgar por el informe de R. G. Dun & Co. del 31 de enero de 1891 el cambio de propietario no mejoró la suerte económica de la empresa:
“El padre de Enrique Villaverde [Cirilo Villaverde], quien en la ausencia de este se encarga de los negocios nos dice que su hijo es todavía el propietario pero ha estado enfermo por varias semanas. En consecuencia el número de enero del periódico todavía no ha sido publicado pero saldrá en poco tiempo. Admite que no se ha hecho mucho dinero durante el pasado año pero dice que su hijo no tiene excepto por moderadas facturas a corto plazo. Hasta donde puedo determinar aquí eso es cierto. Personas que le han vendido a Villaverde nos dicen que los pagos han sido satisfactorios y aunque lo creen honesto no piensan que el periódico rinda más que ganancias moderadas”(“The father of Enrique Villaverde, who in the latter's absence looks after the business, tells us that his son is still proprietor, but has been ill for several weeks. In consequence the January number of the paper has not yet been issued, but will be out in a short time. Admits that not much money has been made during the past year but says that his son has no debts except for moderate short time bills. As far as can be ascertained here this is true. Parties who have sold Villaverde tell us that payments have been satisfactory and although they believe him honest, they do not think that the paper is yielding more than a moderate income”).
Certificado de defunción de Cirilo Villaverde (tomado de http://www.latinamericanstudies.org/) |
Cirilo Villaverde no llegó a presenciar el final de la empresa a la que había dedicado sus últimas dos décadas de vida: el 23 de octubre de 1894 moría en Nueva York a los 82 años de edad. En un famoso panegírico que le dedicara José Martí días más tarde lo llama "patriota entero y escritor útil [...] que dio a Cuba su sangre, nunca arrepentida, y una inolvidable novela". Y supone que debe haber muerto "con el inefable gozo de no hallar en su conciencia, a la hora de la claridad, el remordimiento de haber ayudado, con la mentira de la palabra ni el delito del acto, a perpetuar en su país el régimen inextinguible que lo degrada y ahoga". Llama la atención, no obstante que esa mención, póstuma, fuera la única que Martí publicara sobre un compatriota con el que compartía ideales y exilio y cuyas oficinas estaban separadas por apenas unos pocos centenares de metros.
El último desafío
En lo que parece su último desafío al dominio español sobre su tierra natal su esposa Emilia Casanova lo hizo embalsamar y enviar a La Habana para ser enterrado en la Necrópolis Cristóbal Colón donde se congregaron los admiradores que tenía en la capital de la isla. Emilia no lo sobreviviría mucho más de dos años muriendo en la propia ciudad el 4 de marzo de 1897 siendo enterrada en el cementerio de St. Raymond en el Bronx. Sus restos serían trasladados a Cuba medio siglo después, en 1947.
En lo que parece su último desafío al dominio español sobre su tierra natal su esposa Emilia Casanova lo hizo embalsamar y enviar a La Habana para ser enterrado en la Necrópolis Cristóbal Colón donde se congregaron los admiradores que tenía en la capital de la isla. Emilia no lo sobreviviría mucho más de dos años muriendo en la propia ciudad el 4 de marzo de 1897 siendo enterrada en el cementerio de St. Raymond en el Bronx. Sus restos serían trasladados a Cuba medio siglo después, en 1947.
Desaparece una casa
La propia dirección de 4 Cedar Street desapareció décadas después de la muerte de Villaverde cuando en la manzana en que se hallaba fue construido entre los años 1931 y 1932 un edificio art deco de 67 pisos conocido en principio como City Services Building, luego como American International Building y actualmente por la dirección 70 Pine Street.
Vista actual del edificio por el costado que debe haber ocupado la fachada de 4 Cedar Street |
Bibliografía
Cairo Ballester, Ana. [compiladora] Letras. Cultura en Cuba. Volumen 4. La Habana: Editorial Pueblo y Educación, 1987
Cova, de la, Antonio Rafael. Review of Lazo, Rodrigo, Writing to Cuba: Filibustering and Cuban Exiles in the United States. H-LatAm, H-Net Reviews. October, 2005.
Hyneman, Leon. Cincuenta años de la vida de Andrés Cassard. Nueva York: George L. Lockwood, 819 Broadway, 1873.
Lazo, Rodrigo. Writing to Cuba. Filibustering and Cuban Exiles in the United States. The University of North Caolina Press, 2005.
Torres Cuevas, E. Historia de la masonería cubana Seis ensayos. Segunda Edición. La Habana : Ediciones Imagen Contemporánea, 2005.
2 comentarios:
oye, tu estaras durmiendo, pero se murió Fidel
Me recuerda aquel chiste en que Pepito llamando cada media hora a la oficinas de comité central para confirmar la muerte de Fidel. El oficinista se molesta y le grita: Pepito, por qué continuas llamando? cuantas veces te tengo que decir que Fidel murió?
Y Pepito:
“Ay!, es que me gusta tanto oirlo...”
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