viernes, 19 de septiembre de 2014

Ochas

Anoche tuve la suerte de ver "Ochas", el concierto con que Wynton Marsalis decidió iniciar la temporada del jazz en el Lincoln Center una suerte de diálogo musical entre la música sacra afrocubana y el jazz de Nueva Orleans. Para ello se valió de su propia big band y de los percusionistas cubanos Pedrito Martínez, Román Díaz y Clemente Medina y el pianista Chucho Valdés como invitado de lujo (aunque segón el cartel del concierto él era el artista principal). Aquí una reseña del concierto.

Abajo una grabación mía muy defectuosa  de la pieza "Obbatalá" que incluye  atodos los antes mencionados para que se lleven una idea aproximada de lo que ocurrió anoche.



Y un video muy breve del concierto aparecido hoy:

7 comentarios:

Nausea dijo...

Gracias, pero no, gracias. El entretenimiento debe dar gusto, no asco. Hay otras opciones, y bastantes.

Realpolitik dijo...

Me pregunto si Marsalis jamás se hubiera conectado de la misma forma con músicos partidarios del régimen apartheid de Sudáfrica, aunque fueran negros. Lo dudo muchísimo.

Enrisco dijo...

Realpolitik:
De hecho a Paul Simon lo criticaron muchisimo por ir a tocar con victimas de apartheid. Todo se complica mas cuando las victimas son al mismo tiempo, verdugos.

Realpolitik dijo...

A Frank Sinatra, una figura de marca mayor y nada tímida, le sacaron el pellejo por cantar en Sudáfrica en era del apartheid, tanto que tuvo que disculparse como si hubiera sido un mero Juanes que había metido la pata. Nadie, por supuesto, dijo ni esta boca es mía cuando Marsalis fue a Cuba en el 2010 a codearse con Chucho, la Portuondo y los de Buena Vista. Esto es un cuento muy viejo, pero no por eso deja de ser una hipocresía despreciable.

Enrisco dijo...

decir "nadie" no es justo. Paquito como siempre dijo lo que pensaba.

Realpolitik dijo...

Paquito no viene al caso, pues pertenece a "esa gente," la frase despectiva de Clinton para describir al exilio cubano (igual que usó "esa mujer" para describir a la Lewinsky, el muy caraeguante). Por lo tanto, nadie tiene en cuenta lo que Paquito dice salvo el resto de "esa gente." Yo quise decir nadie de la gente "correcta."

Realpolitik dijo...

El caso de Chucho Valdés, como el de Alicia Alonso, no es lo mismo que algo mucho más común y de cierta manera comprensible, o sea, no se trata de mediocridades que se agarran de cualquier cosa que les brinde un éxito que no merecen y que malamente pudieran conseguir de otra forma. Tal pacotilla, por muy pesada que se ponga, no merece el honor que se le hace con fijarse en ella y tomarla en serio. Pero, cuando el talento es de primera clase, debe respetarse a sí mismo y no rebajarse a algo tan vulgar, rastrero y ajeno al arte como el castrismo, cuyo único interés en todo arte es puramente cínico y utilitario: poderlo usar para fines de propaganda. No hace falta un intelecto brillante para darse cuenta de tan evidente realidad, pero sí hace falta cierta entereza, o lo que Martí llamaría decoro, para no entregarse o venderse a la ignominia. Por supuesto el artista puede hacer con su talento lo que quiera, pero si lo pone al servicio del mal, que no venga con el cuento de no mezclar arte con política, y que no se atreva a criticar los que lo rechazan precisamente por haber hecho tal mezcla.