lunes, 2 de mayo de 2022

Un lugar bendito


La presentación el pasado sábado de “Los que van a escribir te saludan” y “Nuestra hambre en La Habana” fue bastante más allá de mis esperanzas más desbocadas. Lleno completo al punto que buena parte de los asistentes tuvieron que quedarse en el recinto contiguo y seguir la presentación por facetime y encima se vendieron todos los ejemplares que llevamos. Le agradezco en primer lugar al profesor Octavio de la Suareé por coordinar la presentación y leer su atento y sagaz trabajo sobre el primero de los títulos y a la Union City Public Library por acogernos. A Ingeborg Portales por el inestimable apoyo en el frente de las divisas junto a Eida y Lila, también magníficas en su desempeño. A Armando Tejuca por crear el anuncio para el evento. Y por supuesto al formidable grupo de amigos que asistieron al evento en persona o lo siguieron online.


Lo dije ese día y lo repito ahora: me siento muy orgulloso y afortunado de pertenecer a una comunidad de creadores de todo tipo -artistas visuales, escritores, profesores, intelectuales, músicos, arquitectos, diseñadores, empresarios, promotores culturales, activistas y gente esforzada y trabajadora de los más diversos sectores- empeñados en hacer su entorno más habitable y en darle todo su apoyo a otros que de maneras diferentes tratan de darles un mejor sentido al mundo en que vivimos. La linda experiencia del sábado no es más que una confirmación del privilegio que siempre he sentido por pertenecer a esa formidable tribu de cubanos que se asienta a ambas orillas del Hudson. Especialmente la orilla oeste que con el tiempo se ha convertido en uno de los espacios de mayor concentración de talento y creatividad cubana en este mundo. Y lo que falta.

En el taller de Jairo Alfonso


Eric y Mae en el taller de Douglas Arguelles

En el taller de Ariel Cabrera Montejo












1 comentario:

Alí Reyes dijo...

Felicitaciones Enrisco, no solo por tus libros, sino también por la valentía con la que abordas un tema tan importante como lo es el de las neodictaduras. Puede que pareciera que somos pregoneros en un desierto, pero igual hay que seguir diciéndole al pan, pan y al vino, vino que algo queda.

Saludos desde Brasil