jueves, 23 de julio de 2020

¿Para qué sirve el totalitarismo?

Si insisto en usar el término “totalitarismo” para describir las circunstancias cubanas no es para convertir las UMAP en una sucursal de Auschwitz. Ni para ayudar a clasificar el caso cubano en las olimpiadas del victimismo. Se trata, por un lado, de distinguir casos como el de Cuba de otros autoritarismos más elementales y, por ello, menos resistentes a la crítica y a la realidad. 

Pero mi insistencia también se alimenta de la convicción de que la lógica totalitaria, pese a su aparente asociación “natural” a ciertas ideologías, funciona con independencia del signo de la ideología que la sustenta. Para decirlo de modo más sencillo: se puede ser totalitario de izquierda o derecha. La vocación totalitaria no depende del lado del espectro político que se escoja (conservador o progre) sino de su intensidad. Quienes han usado el término con más persistencia lo entienden no como la manifestación de determinada ideología sino del fanatismo secular moderno cuya capacidad de reproducirse supera con mucho la de las ideologías que le dieron origen. Valga también el concepto para describir a este totalitarismo tribal que está emergiendo en estos tiempos, para ese espíritu de Comité de Base que hoy recorre tanto a la izquierda norteamericana como al trumpismo.

En todos los casos el totalitarismo funciona como comunidad espiritual basada en ciertos resortes de la modernidad. Dicho con prisa: una suerte de religiosidad comunitaria pero sin dios. Una búsqueda de sacralidad que se niega a sí misma (porque para algo somos seres seculares) y que busca confirmarse en ciertos rituales colectivos. Rituales casi siempre concentrados en el acoso y derribo de algún enemigo, sea real o simbólico. Cualquier cosa menos quedar a la intemperie de tener que decidir por uno mismo en todos los momentos de la vida. Ahora que el totalitarismo onoce un renacer sin que un Estado o partido lo imponga resulta más fácil reconocer su naturaleza profundamente humana cuando antes solo veíamos su naturaleza inhumana, como si fueran cosas distintas. 

El totalitarismo es, en fin, una de las respuestas más “naturales” que ha encontrado la humanidad para vivir colectivamente, sin un dios que asuma responsabilidades excesivas para cualquier individuo particular. La otra es esa soledad multitudinaria que llamamos democracia.  


2 comentarios:

Néstor Aragón dijo...

y ejemplos de totalitarismo de derechas hoy pueden encontrarse en Turquia, además Hungria y Polonia se acercan a pasos agigantados y a la velocidad de la luz.

Miguel Iturralde dijo...

De acuerdo.

Me parece que el problema se ha exacerbado por la accesibilidad a plataformas para propagar información falsa y las reacciones descabelladas que desencadenan. Tomemos el caso del Pizzagate difundido por QAnon, ubicando a Hillary Clinton y a sectores liberales traficando con menores. Que la gente de QAnon asista a un rally de Trump está bien, es su derecho, pero que gente elegida a cargos políticos tomen en serio esas alegaciones y las incorporen a sus agendas, es otra cosa.

También opino que lo de George Floyd fue un asesinato a sangre fría, no importa el crimen que cometiera, cuatro policías bastaban para llevarlo ante un juez. Que la reacción de Black Lives Matter se ha llevado a unos extremos rayando en la peligrosidad y lo ridículo (como la carta encabezada por Noam Chomsky); ahí llegamos donde se tocan los extremos.

Se puede argumentar hasta la saciedad que la izquierda marcha por un sendero para convertir a los Estados Unidos en un país comunista, pero en este momento, con una pandemia sin control y sin planes concretos para combatirla, más preocupante es que inunden las ciudades con agentes federales sin identificar que te pueden arrestar sin explicaciones, ni decirte adonde te llevan en autos sin marcas oficiales (¿hacen eso en Cuba?). Si el color de tu piel es algo subido de tono y te detienen estos individuos, ¿cómo sabes si son policías de verdad o una de estas milicias como los Oath Keepers o Michigan Militia? Y todo con el propósito de aglutinar a la gente con el miedo.

¿Por qué no dejar la ley y el orden en manos de los gobiernos locales y estatales y utilizar esos recursos poniéndole freno al Covid-19 antes que los medios de producción y distribución de alimentos, equipo médico y otros bienes sean afectados sin remedio?

Y sé que a muchos esto le importa un pepino angolo, pero en las democracias siempre hya unos más iguales que otros. En Puerto Rico viven 3.5 millones de ciudadanos norteamericanos que no pueden votar por el POTUS, pero si pueden aportar tropas para combatir en Corea, Vietnam, Afganistán e Irak, y para acatar plácidamente el traslado de prisioneros federales con Covid-19 de cárceles en el continente a la única facilidad federal de esa índole en la Isla. Y si piensan en la cantaleta de Trump de todas las ayudas que nos dieron, fue una cuarta parte de lo que dice y con beneficios para sus satélites, como Whitefish, una compañía incorporada en Montana por dos personas, con el propósito de ayudar a restablecer la red de energía eléctrica. Se llevaron 300 milliones USD e hicieron una porquería. Todos sus trabajos fueron reparados más tarde por la Autoridad de Energía Eléctrica de PR.

Saludos