Siempre me ha
resultado sorprendente y penoso que en un país con tanta música como Cuba haya tan pocos
escritores que se ocupen de ella. Alejo Carpentier era una excepción (como lo
fue Guillermo Cabrera Infante) pero esa miopía que le impedía sopesar la
importancia decisiva de la música popular limitó muchísimo su famoso libro. De ahí
que sea tan apreciable el esfuerzo de Leonardo Acosta por dotar de una historia
coherente y bien escrita al jazz cubano. Una que se pueda leer al mismo tiempo con interés y placer. Con la sensibilidad y el conocimiento
de primera mano del músico que fue y la elegancia y precisión del escritor que
terminó siendo (recibió el premio nacional de literatura en el 2007 y el de la
música en el 2014) dotó a la música popular cubana de libros que por fin conseguían
estar a su altura. Difícil imaginar empresa mas útil o elogio mayor.
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