lunes, 6 de junio de 2016

La sagrada (des)igualdad

Varios redactores de On Cuba se le quedan en el último LASA y la revista de Hugo Cancio echa mano como pitcher relevista a Arturo Arango (y Parreño) quien viene por la goma. Este insigne redactor luego de tantos años de utopía comunista en oferta lo que nos vende ahora es resignación capitalista impuesta por Partido Comunista (eso sí, un Partido Comunista abierto e inclusivo tal y como lo concibe alguien que, obviamente, no ha leído a Lenin). Y sí, mucho respeto a la diferencia: la diferencia entre la clase dirigente y los jodidos de siempre:

"He leído que en la película Neruda, del chileno Pablo Larraín, hay una escena donde, en medio de una fiesta, una sirvienta se acerca al gran poeta y le pregunta si es verdad que en el comunismo todos seríamos iguales. A la respuesta afirmativa de Neruda la señora propone una duda devastadora: “¿Pero iguales a usted o iguales a mí?”[...]
Hoy sería enloquecido pedir a Neruda o, sobre todo, a los dueños de la casa de aquella fiesta, que se sacrifiquen por un tiempo y sean iguales que su sirvienta. Más utópico aún será esperar que la sirvienta pueda alcanzar el rango de sus empleadores, sea cual sea el crecimiento económico del país. La unidad nacional es necesaria para sostener la soberanía nacional y para crear consenso en torno a un proyecto de nación que pertenezca a la mayoría de los cubanos. El problema de la unidad, siempre, es que también supone un punto de vista: alguien, algo (un partido, un gobierno, un líder) nuclea alrededor de sí las fuerzas esenciales, y crea a partir de ellas ese consenso necesario que las ponga de acuerdo a todas. Para lograrlo, debería ser inclusivo, abrirse al diálogo, a la contradicción, y hacerlo sin prepotencia ni paternalismo, obedeciendo la voluntad y las necesidades de aquellos que, como menos tienen, menos pueden"

2 comentarios:

Anónimo dijo...

no han dejado de ser los manipuladores de siempre, los oportunistas eternos, los cambiacasacas sin fin.

Nausea dijo...

Por mucho que se revuelva, se sazone y se le ponga aderezo a la mierda, sigue siendo mierda. Perdón, donde dije mierda, quise decir marxismo. A estas alturas, nadie, NADIE que siga con ese cuento debe recibir nada salvo desprecio.