Hacía
tanto tiempo que se le había pasado la hora de morir con sus hábitos de bebedor
suicida primero y con un misterioso y terrible accidente que lo dejó apartado para
siempre de la escritura que ya pensábamos que Héctor Zumbado no moriría nunca. Acompañante
incesante de mi niñez desde que descubrí un librito suyo -“Limonada-” que
recogía viñetas burlonas de la vida cotidiana. Y eso no era fácil en tiempos en que nadie se
atrevía a burlarse de nada excepto quizás el imperialismo porque todo lo demás,
desde el transporte público hasta las croquetas eran responsabilidad exclusiva
del Estado. Y quien decía Estado, decía Revolución, Patria y Demás Cosas Que Se
Escribían Siempre Con Mayúsculas. Podría afirmarse sin exagerar que fue Zumbado
quien enseñó a generaciones de cubanos el difícil arte de reírse en aquellos años
de entusiasmo aterrado. No digo que fue el único que nos hacía reír pero nadie
en aquellos días lo conseguía como él: con esa libertad, con esa inteligencia,
con ese atrevimiento. Hace mucho rato que hemos perdido su voz pero saber que
estaba con vida nos acompañaba a mí y a muchos más como una suerte de talismán.
Quiero hacerle llegar a sus hijos y al resto de su familia mis condolencias en
la conciencia de que somos muchos más los huérfanos.
P.D.:
No recuerdo quién me encargó que escribiera un homenaje a Zumbado en la edición
inaugural del Festival Aquelarre en 1993 y que llevara magistralmente a escena
Osvaldo Doimeadiós pero se lo agradezco eternamente. Eso me permitió cumplir
con aquel lema de que el mejor homenaje era el diario cumplimiento del deber y
en el caso de Zumbado no había deber más sagrado que el de joder.
Gracias,
maestro.
2 comentarios:
Que gran humorista Zumbado! Mis respetos
LA PALIZA SE LA DIO EL g2, QUIEN MAS PUDIERA SER .... ASI HICIERON TAMBIEN CON RAMON FERNANDEZ LARREA PA ABLANDARLO.
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