lunes, 28 de marzo de 2016

El precio de la dignidad

A propósito del concierto de los Rolling Stones en La Habana un amigo -que vive allá y estuvo entre los asistentes- reflexiona sobre el anacronismo de disfrutar de sus ídolos tanto tiempo más tarde de lo que se suponía haberlo hecho. Es una dignidad muy cara, concluye, como si la demora en ver a sus ídolos tuviera que ver con la dignidad. Como si la dignidad no consistiera justamente en "el valor de lo que no tiene precio" que dice Compte-Sponville. Como si hubiera pagado de más. O como si en lugar de la dignidad prometida le hubiesen dado otra cosa. Decía Kant que “el hombre no puede ser utilizado por ningún hombre (ni por otro ni por sí mismo) simplemente como un medio, sino que debe ser tratado siempre, al mismo tiempo, como un fin, y es eso en lo que consiste su dignidad". Quizás mi amigo de alguna manera se esté preguntando si valió la pena diferir tantas cosas en su vida. Si dejó demasiadas veces que su vida fuera un medio para otros en lugar de un fin en sí misma. Si vale la pena llamarle dignidad a eso que no tiene, que no puede tener, ninguna.

2 comentarios:

Miguel Iturralde dijo...

¿dignidad? patético si acaso. No hay que reprochar nada a la gente que los fue a ver, después de todo, ahora empiezan a disfrutar de cosas que fuera de allí son rutinarias, y tienes el baro. No le echo nada en cara a los RS, vivimos en una sociedad libre, salvo que quizás debieron haber insistido en ir hace mucho tiempo atrás. saludos.

Enrisco dijo...

Querido Miguel: No le echo en cara a nadie haber ido al concierto, no faltaba mas. Como si no fuera a ver a cuanto artista medianamente importante pasaba por la Habana en mi juventud. pero justificar la represion y la auto-represion en nombre de la dignidad, cara o barata ya es otra cosa.