jueves, 16 de enero de 2014

Secta

En la guagüita que va para Nueva York me encuentro con un muchacho cubano- americano, hijo de marielito, que dice haberme visto en algún sitio. Un chico despierto y simpático. Hablamos de amigos comunes, me cuenta la historia del padre. Se ve que Cuba le suena a un sitio raro, casi legendario en el que -por cierto- nunca ha estado. Me pregunta si he regresado allá alguna vez y le digo que no, que he sacado a todo el mundo y no tengo ningún motivo de fuerza mayor para ir. Me dice entonces que ha visto a muchos cubanos venir en los últimos tiempos. Le respondo entonces que no todos piensan quedarse, que en muchos casos vienen a explorar el terreno, a ver si creen que podrán desenvolverse afuera y luego regresan a Cuba.

-Entonces ¡son como los amish! –dice el muchacho con todo el candor del mundo y yo me parto de la risa jugueteando con la idea de que en definitiva somos una secta desconectada de la realidad exterior que necesita ir tanteándola poco a poco para ver si puede acostumbrarse a ella. Amish. Sí, eso es lo que somos. La guagua desembarca en Manhattan, le estoy pagando al chofer y todavía me retuerzo de la risa. Amish. Esos tipos que no usan electricidad, ni automóviles y van descalzos a todas partes o en carretones, sin importarles el siglo de que se trate.


Es lo bueno de ver las cosas desde afuera.

6 comentarios:

Miguel Iturralde dijo...

Es lo bueno de ver las cosas desde afuera. Gran verdad. Ahora, los Amish continentales establecen las reglas de cómo desean vivir sus vidas, a la vertiente caribeña se las imponen. Saludos.

Nausea dijo...

Interesante idea, pero si somos secta, lo somos por razones mucho menos respetables que los Amish.

Anónimo dijo...

Notable diferencia establecer por consenso a recibir por imposición

Luis Gomez dijo...

Muy genial, claro que el comunismo ha convertido la cubania en un tipo de secta y al cubano de ahora como al mas fiel seguidor de la secta. Jesus Quintero dijo una gran verdad "Hay hombres como los que prefieren dejar en las manos de otros hombres la facultad de decidir, de elegir, de equivocarse por si mismos. Hombres a los que se les abren las puertas de la cárcel y prefieren quedarse dentro. Hay hombres a los que les asusta la libertad. Allá ellos." Y eso aplica tan bien a esos cubanos. Deberiamos bautoizarlos como los cubamish.

Anónimo dijo...

Es curioso tu comentario "he sacado a todo el mundo". Los amish no tratan de sacar a nadie, cada cual saca sus cuentas y decide por si mismo.
Algo que lamentablemente no aprendimos.
En pleno año 94, recien llegado a Bs As conoci a un joven que se regreso porque pretendia que una iglesia (que lo ayudo a salir de Cuba) se hiciera cargo de el en aquella ciudad. Casi les pregunta por la libreta y cuantas libras de carne le tocaban.

peyo.

Enrisco dijo...

dos cosas respectio a los comentarios anteriores. una es que no he ayudado a salir a nadie que no me lo pidiera encarecidamente y eso incluye a mi familia mas cercana. Parto de dos principios: primero que lo que es bueno para mi no tiene por que serlo para los demas. lo otro es que cambiar de pais es una decision muy personal y dificil y para que el transplante salga mas o menos bien depende en buena medida del convencimiento y la responsabilidad del que da ese paso.
La otra es que no me convence esa libertad que le dan a los adolescentes amish de decidir luego de pasarse toda una vida adoctrinandolos dentro de un universo muy cerrado.