martes, 1 de noviembre de 2011

Coincidencias

Por mucho que asumamos que los tiranos modernos se parecen entre sí siempre sorprende su cercanía en lo que más les importa que es el crudo ejercicio del poder. Miren si no estos párrafos en los que el periodista John Lee Anderson describe cómo estaba organizada Libia de acuerdo con los deseos del autor del Libro Verde:

En un capítulo [del Libro Verde] sobre la organización política, proclamó que "el Parlamento es una falsa representación de la gente", y que el sistema de partidos es una "forma contemporánea de dictadura". Abolió ambos en Libia, y los reemplazó con una serie de comités populares locales, en los que, hipotéticamente, todo el mundo participaba. Estos cuerpos más pequeños se pondrían de acuerdo con el pueblo transmitir su voluntad a un Congreso General del Pueblo. Para afirmar que el pueblo tenía el poder, Gadafi se redujo su larga lista de títulos oficiales a sólo dos: el Hermano Líder y Guía de la Revolución. Gadafi le dijo a [Oriana] Fallaci que había creado un estado en el que "no hay gobierno, ni parlamento, ni representación, ni huelgas, y todo es Jamahiriya." Cuando ella se burló, dijo, "Oh, qué tradicionalistas son ustedes, los occidentales. Sólo entienden de democracia, república, todas esas cosas viejas. . . . Ahora la humanidad ha pasado a otra etapa y creó la Jamahiriya, que es la solución final. "

El Libro Verde rechazaba el comunismo y el capitalismo, afirmando que ninguno de estos sistemas daba a los ciudadanos suficiente oportunidad para compartir la riqueza del país. Como parte de una reforma económica radical, Gadafi abolió la propiedad personal, y, en 1978, anunció que todas las fábricas serían entregadas a los trabajadores. Regeb Misellati, el ex jefe del banco central, me dijo: "Se cambió la dirección, se expulsó a todos los gerentes y se sustituyeron por los comités revolucionarios, y también lo hicieron en las escuelas y hospitales. Esto significaba que, en algunos casos, sus asistentes eran nombrados administradores". Gadafi utilizaba igualmente tácticas disruptivas en política, dividía a Libia en diez distritos administrativos, luego cincuenta y cinco, cuarenta y ocho, veintiocho, y en cada ocasión purgaba completamente al personal, para que nadie excepto él pudiera mantener la autoridad por mucho tiempo.

La declaración más sucinta el Libro Verde sobre el gobierno de Libia proviene de una advertencia sobre los peligros del poder de las masas: "En teoría, esto es una verdadera democracia, pero, siendo realistas, el fuerte siempre manda". Husni Bey, uno de los empresarios más importantes de Libia, me dijo que Gadafi había elaborado un sistema para ejercer el poder y reducir al mínimo la responsabilidad directa. "Gadafi nunca escribía nada", dijo. "El le dictaba órdenes a los secretarios, por encima de sus ministros. Los secretarios le pasaban sus órdenes a un grupo llamado El Qalam, en la que había un representante para todo, había uno para el petróleo, otro para las tribus, para la seguridad, y así sucesivamente [¿no les recuerda al Grupo de Apoyo del Comandante?]. Estas personas, a su vez, no daban sus órdenes por escrito sino llamaban al ministro en cuestión, y él obedecía, a sabiendas de que la orden había venido de Muammar Gaddafi. De esta manera, el sistema funcionaba, un sistema sin responsabilidad última para nada "
Pero no todo era negativo. El periodista da cuenta de un hombre de negocios occidental cercano a Gadafi -y ahora al Consejo de Transición Nacional- que le dice que después de todo el dictador recién linchado no era tan malo. Que lo peor que hizo fue lo de Abu Salim (se refiere al asesinato de 1270 presos políticos en un solo día) pero que además de eso y del ahorcamiento de estudiantes en los setentas no hubo mucho más. “La policía estaba  por donde quiera pero no era demasiado intrusiva. Y si caías preso le permitían a tu familia  traerte cuscus”.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Verde que te quiero verde.
Tiene el Libro Verde alguna instrucciones sobre escuela al campo ?

Miguel Iturralde dijo...

¡Ah bueno! después que no se metan con la ración diaria de cuscus no hay ningún problema. Saludos.

Matheus dijo...

Cualquier similitud con la forma de gobernar en la aldea cubana "no" es pura coincidencia, por algo eran tan buenos amiguitos.

Güicho dijo...

Un preso amarrado y con los dientes partidos a golpes evidentemente lo tiene más fácil con una cubeta de cuscus que con una chuleta de cordero.