Respondiendo a un breve cuestionario que me envía Yoani Sánchez
¿Qué fue el 11J para usted?
La fecha más importante en la historia cubana desde el primero de enero de 1959. Aunque aparentemente no se haya conseguido nada lo alcanzado ese día fue enorme: fue el día de la pérdida casi unánime del miedo en un país corroído por el terror a desobedecer. Fue el día en que los cubanos, que hasta entonces habían parecido ser puros figurantes en la restrictiva coreografía del castrismo, recuperaron su agencia como pueblo, como actor dueño de su voluntad. Hasta ese 11 de julio era más fácil imaginarse un cambio de régimen (por un golpe de estado, etc) que la posibilidad de que ese pueblo, sometido durante décadas a la tiranía de la inercia, se movilizara de manera tan espontánea, y masiva por toda la nación (aunque sea un error pensar que todos los cubanos se lanzaron a la calle ese día). Insisto en este punto: en ningún momento de la historia de Cuba se había visto una movilización tan grande contra un régimen en el poder. Las únicas manifestaciones comparables, las que siguieron a la caída del régimen machadista en agosto de 1933 y a la del batistiano en enero de 1959 fueron contra regímenes ya depuestos. Eso lo afirmo como estudioso de la historia cubana. Como ciudadano el 11 de julio fue el día de la recuperación de la vergüenza nacional frente al único sistema totalitario que ha generado este continente.
¿Cómo vivió el 11J desde la distancia, dónde estaba, se sorprendió, cómo se informó y cree que viene pronto otro estallido social?
Viví el 11J casi en tiempo real dentro de las limitaciones que impone la distancia de quien vive al norte de Estados Unidos. Primero mi hermano me llamó advirtiéndome de lo que estaba ocurriendo en San Antonio de los Baños. De inmediato fui a ver los videos que se estaban transmitiendo en Facebook en aquellos momentos y la impresión era inequívoca: la gente marchaba pacíficamente, pero coreando consignas muy claras como “Abajo el PCC” o “Libertad”, muy distantes de la interpretación que luego le dio la prensa extranjera presentándola como una protesta estrictamente económica. Esas protestas reflejaban un hartazgo claro y generalizado contra un régimen que siempre ha intervenido de manera excesiva en la vida de los cubanos y ha estado mucho más dispuesto a reprimir las protestas que a resolver los problemas que las causan.
En ese momento yo estaba en casa, en West New York, Nueva Jersey, y por supuesto que me sorprendió. Dábamos por sentado que los cubanos habían perdido toda capacidad de reaccionar sin importar lo terrible que fuera su situación. Pero incluso en medio de la sorpresa a muchos nos quedó claro que debíamos mostrar nuestro apoyo inmediato a lo que en ese momento eran todavía manifestaciones dispersas en San Antonio y Palma Soriano. Así que un grupo de amigos nos pusimos de acuerdo para manifestarnos a las dos de la tarde de ese mismo domingo en Times Square, en el centro de Manhattan. Íbamos en camino para allá cuando nos dimos cuenta de que la protesta se había extendido por todo el país. Estuvimos manifestándonos el resto de la tarde en diferentes puntos de la ciudad, desde Times Square hasta elmonumento a Martí a la entrada del Central Park. Luego unos cuantos nos fuimos a celebrar en la rumba que se organiza los domingos en el corazón del Central Park porque el ánimo en ese momento era de inmenso júbilo y esperanza.
Dudo que se repita pronto otro estallido social porque creo que la condición decisiva del 11J fue el factor sorpresa. Desde entonces el régimen se ha venido preparando para que no se repita. Han hecho de todo: desde poner a punto del sistema represivo y movilizar las fuerzas de choque del régimen hasta la activación de un protocolo antiprotestas que incluye apagones digitales para evitar que se difundan tanto las imágenes de las protestas como de la represión que le sigue. Y lo más importante: las tremendas condenas que les han impuesto a los que se manifestaron ese día, condenas que tienen el claro objetivo de disuadir al resto de los cubanos de la tentación de volver a tomar las calles. Así es muy difícil que ocurra nada. Pero si ya nos equivocamos el año pasado bien podríamos equivocarnos de nuevo.
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