miércoles, 15 de mayo de 2019

El muro que nunca cayó


Alguien me preguntaba hoy si había visto en Cuba imágenes de la caída del muro de Berlín en la televisión. Le tuve que decir que no. Que todo lo que uno podía saber en esos días era por Radio Martí y en ese mundo neblinoso de la Cuba de 1989 no me vine a dar cuenta de la magnitud del asunto hasta que dos semanas después un compañero de estudios dominicano me enseñó un periódico de su país que anunciaba la caída del muro. Por el pie de foto me enteré que se había iniciado el mismo día de mi cumpleaños. Pero eso ya lo he contado. Tuve que seguirle diciendo a quien me preguntaba esta mañana que en los medios oficiales no se habló a las claras de la caída del muro hasta mucho después de que ocurriera. Que ni siquiera antes se insistía mucho en la existencia del muro, como asunto vergonzoso que era.

Y, para asegurarme de que mi memoria no me engañaba me puse a buscar en los discursos del innombrable la primera mención de la caída del muro y ni a finales del 89 ni a lo largo del año siguiente menciona siquiera la palabra “muro”. Solo lo alude muy indirectamente el 20 de diciembre 1990 al decir:

“Ahora Europa occidental está asustada; después que trataron de desestabilizar todos esos países, después que tanto aplaudieron los derrumbes, ahora están asustados de la catástrofe y tienen el temor de que decenas de millones crucen hacia Occidente para aumentar el número de los desempleados.  ¡Ahora están asustados!   Ahora quisieran construir una gran cortina de hierro, ahora quisieran construir un gran muro desde el Báltico hasta el Mediterráneo, despavoridos como están acerca de la terrible crisis económica que tienen los países del este de Europa y de la propia crisis económica que tiene la URSS. Eran felices. No les duró mucho la felicidad, ahora empiezan a perder el sueño y en el mundo no tienen razones ni señales para sentirse felices. La catástrofe económica, agravada con la deuda y ahora con un petróleo que subió al doble, y con el riesgo, evidentemente difícil de evitar —por lo que se ve—, del estallido de una guerra catastrófica, no solo por las consecuencias humanas, sino por las riquezas que puede destruir y las consecuencias económicas que tendría para el mundo”

La primera mención directa al acontecimiento más importante de la segunda mitad del siglo XX fue durante su discursos en la Primera Cumbre Iberoamericana que tuvo lugar en Guadalajara el 18 de julio de 1991. Y es esta:

“Estados Unidos debe cambiar su política migratoria respecto a América Latina y el Caribe, y promulgar una ley que automáticamente legalice la situación de los ciudadanos de esos países que ingresen a Estados Unidos, como hace con los ciudadanos cubanos. Cuando ya no existe el muro de Berlín, debería destruirse el muro que se levanta en la frontera mexicano~norteamericana”

Luego se hizo obligatorio hacer mención a la caída del muro y desaparición del bloque soviético transmutados en el vocablo “desmerengamiento”. Pero hasta entonces la prensa cubana consiguió la hazaña de actuar como si el evento más importante en la vida de nuestra generación nunca hubiera pasado. 
Incluso cuando Joaquín Sabina dio su primer concierto en La Habana (en 1995 creo) evitó cantar su canción más conocida del momento precisamente dedicada al famoso muro pese a que el público se lo pidió a gritos todo el tiempo que duró el concierto. Eso es lo que recuerdo. ¿Y ustedes?  

1 comentario:

Realpolitik dijo...

El cinismo y la falsedad del Máximo Muerto nunca dejan de impresionar, y sus tan numerosas instancias de verborrea exhibicionista son una mina inagotable de la más rancia hijeputez.