domingo, 1 de julio de 2018

España va bien (de vuelta a casa). Rusia se queda


España hoy jugó estilo Alemania. La Alemania de este año. Desde que cantaron el himno sin letra ya se veía por donde vendrían los españoles: mucha posesión y ninguna productividad. Latifundio puro. Tan improductivo fue el ataque español que Rusia tuvo que hacer los dos goles, (uno de ellos en contra y el otro un penalti cortesía indepe de Piqué), para terminar el primer tiempo empatados a uno. El segundo tiempo España se adueñó de la pelota aún más y atacó todavía menos. El tiki taka reducido a tiki tiki. O el tiki falla. Un 90% de acierto en el pase: el problema es que el otro 10% es el de los pases a gol.

Mientras tanto Rusia, escarmentada tras el 0 a 3 contra Uruguay, aguardaba cauta a que pasara el tiempo y entrar en la ruleta rusa de los penaltis que allá se llama “ruleta local”. Una contra por aquí, un córner por allá pero si fallaban no parecían demasiado preocupados. Entre los españoles Isco soltaba el bofe, Iniesta (que entró en el segundo tiempo) trataba de reverdecer viejas glorias pero sin que ninguno consiguiera penetrar el Kremlin defensivo que planteó el técnico ruso.
Llegó el alargue pero no nuevos goles. Entró Rodrigo por el lado español creando dos o tres ocasiones pero de oportunidades solas no se vive en esta vida. Apenas sirvió para darle algo más de emoción al camino inexorable hacia los penales. Y hasta ahí llegaron. España empezó pateando. Españoles y rusos consiguieron los dos primeros. En la tercera oportunidad de España el portero ruso le para el balón a Koke y es como si la escuadra de Cervera se empezara a hundir de nuevo frente a Santiago de Cuba. El viejo fatalismo español aparece fresco como chulo en Montera: los rusos disparan los penaltis que le quedan al centro de la portería mientras De Gea se lanza para cualquier lado como un extra que entendió mal las instrucciones y se muere de un balazo que estalla a dos metros. En la última oportunidad Iago Aspas manda el balón a otra dimensión y Rusia pasa a cuartos de finales en esta dimensión, en la que hay que pagar las cuentas e ir al dentista.

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