Esta nota de Geandy Pavón me la envió esta mañana y se corresponde con sus experiencias de ayer miércoles:
Día dos
Temprano en la mañana, alrededor de las 7, me fui a un albergue de cubanos que está al otro lado de la terminal de ómnibus del pueblo. El lugar es una escuela habilitada para los refugiados. He notado que hay pocos niños: la gran mayoría son hombres jóvenes que viajan sin familia. No obstante hoy conocí a un par de muchachas embarazadas, una con su esposo y la otra sola.
El resto del día lo pasé en el campamento de La Cruz, un lugar con una nave enorme sin paredes en el que los cubanos han improvisado casas de campaña con pedazos de saco negro de plástico y algunos palos. El resto del campamento está compuesto de unas aulas de mampostería en hileras de 2, seis en total. Los que viven ahí corren mejor suerte sobre todo en la noche. En este campamento vive un niño costarricense huérfano que los cubanos encontraron en la calle mendigando y se lo llevaron con ellos. "El Flaco" un cubano que parece salido de "Scarface", tatuado por todos lados, hasta el cuello, un mulato alto y fibroso que no habla dos palabras sin que una de ellas sea "pinga", él fue quien organizó que cada cubano en el albergue donara un dólar para mandar al muchachito costarricense a la escuela. Así fue como reunieron $300 para comprarle los libros y otros materiales. Después, en la tarde-noche todo de disolvió en un juego de fútbol local que lo paralizó todo y en el que los cubanos también tienen ya su equipo favorito.
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