Una de las peores cosas que pueden pasar en la vida es que las cosas terminen pareciendo copias malas de sí mismos. Como envejecer o como cuando un juego de fútbol termina pareciendo un futbolín. Eso es lo que ha pasado en el Rusia- Bélgica. Empezaron en el primer tiempo jugando fútbol con los bélgicos llevando la voz cantante pero con posibilidades claras para ambos y alguna jugada interesante. Pero entonces entran en la rutina de ciertos matrimonios: desborde por la derecha, centro, despeje, desborde por la izquierda, centro, despeje, disparo de larga distancia, desviado, corner, cabezazo por fuera.
Así hasta que alguien les recuerda a los belgas que si
ganan, clasifican para la siguiente ronda y eso a su vez significa una semana más
en Brasil y Hazard, el diez belgo hace un par de jugadas, en la última le da el
pase a Origi -que había entrado en la segunda parte por Lukaku- y este anota.
Así que si tiene problema con el matrimonio ya sabe: substituya a Origi por
Lukaku a ver qué pasa.
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