ILustración: Alen Lauzán |
Chile entró en el
partido que parecía que lo de Holanda con España iba a quedar un gesto cariñoso. Dos goles en quince minutos. A ese ritmo el juego terminaría 12
a 0 y con todo el equipo de Australia en la sala de espera del psicoanalista (porque
tenían que aguardar a que los españoles terminaran con su terapia). Sin embargo
tras los goles se apaciguaron y entraron en una fase rococó en la que para
decidirse a disparar a puerta daban más vueltas que en un minuet o –para ajustarnos
al contexto chileno- una cueca. Cahill, el delantero de las antípodas los
devolvió a la realidad con su gol de cabeza: era un juego de fútbol y no un
festival internacional de bailes folclóricos. Durante un buen rato no estuvo claro si
los australianos empatarían con su fútbol más directo y menos destilado o los
chilenos marcarían una distancia definitiva. Al final ocurrió lo último y no
por casualidad. Sin ser sorpresa Chile ha dejado una de las
impresiones más agradables de un torneo que recién empieza.
2 comentarios:
Muy certero tu comentario. Chile jugó un partido como se esperaba de ellos, están acoplados aunque tienen unas fallas que los dejan vulnerables a contra golpes y al juego aéreo, que Cahill aprovechó. Los australianos compensaron la falta de destreza con las ganas de jugar. Saludos.
Excelente serie de comentarios, concisos y bien humorados. Ya están siendo enviados a Cuba.
Saludos.
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