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jueves, 16 de mayo de 2019

Homosexuales por cuenta propia


En Cuba está autorizado ejercer unas doscientas actividades por cuenta propia pero el activismo social no es una de ellas. El activismo por cuenta propia es considerado una actividad enemiga y como tal es perseguido y sancionado por las autoridades pertinentes. Pero los activistas LGTBI en cambio no tenían que preocuparse. Mariela Castro directora del CENESEX se encargaba de protegerlos. ¿Qué su padre como ministro de las fuerzas armadas fue el principal responsable de las UMAP? ¿Y qué? Después de tantos palos que te ha dado la vida no hay que ponerse exquisitos.

Y así cada año los homosexuales cubanos tenían su conga con la que pasearse en grupos coloridos por medio de la ciudad a la luz del día, a ser divinamente escandaloso sin miedo. Como esclavos el día de Reyes. ¿Qué siempre le enganchaban algún tipo de publicidad política? Pero ¿acaso los futbolistas no juegan anunciando marcas de zapatos?  Pues en Cuba no hay mayor producto comercial que la (obediencia) política. Un trato como otro cualquiera. Tú me proteges y te cedemos los derechos de representación para viajar por el mundo anunciando que en Cuba, si alguna vez se persiguió a los homosexuales, es cosa del pasado. Y que gracias al CENESEX y la Revolución los homosexuales cubanos tienen privilegios que no se conocen en ningún otro lugar del planeta, etc, etc. Y la eterna zanahoria del matrimonio igualitario al que nunca se llega pero del que siempre se habla.

Y el CENESEX funcionaba como una corporación, como parque nacional protegido en un mundo ferozmente antiecológico. Faro luz y guía para muchos. Hasta la semana pasada. Porque de repente el Ministerio de Salud Pública decidió suspender el día de Reyes gay, la conga anual de Mariela. El comunicado vino a recordar algo que muchos querían olvidar. Que el CENESEX se debía al MINSAP, al Estado, al Partido y a la Revolución. Y que las prioridades de la Santísima Trinidad no eran esos coloridos desfiles. El imperialismo acecha y puede aprovechar la menor oportunidad para sacar sus zarpas. En fin, una magnífica oportunidad para que Mariela exhibiera sus prioridades. Y las exhibió. ¡Y de qué manera!

Mariela no solo apoyó la suspensión de la conga sino que tildó a la marcha alternativa a la que convocaron quienes no querían renunciar a su día bajo el sol habanero de “show convocado desde Miami y Matanzas" [sic]. Y a los que marcharon "enemigos de la libertad" y "masa de ignorantes”. El hada madrina de los homosexuales desdoblándose en represora. Dejando ver que su protección tenía poco que ver con la de Bartolomé de las Casas y mucho con la de Don Vito Corleone.

Pero tenía razón Mariela. En la marcha del sábado confluyeron libertad y conocimiento. Al parecer los convocantes a la marcha temían que lo que estaba en juego era mucho más que el espacio simbólico de la conga anual. Que la desaparición del artículo 68 del proyecto constitucional que dejaba la puerta abierta al matrimonio entre personas del mismo sexo y otras señales no menos preocupantes eran parte de una tendencia. Que podía presagiar la pérdida irrecuperable del espacio ganado. Así que decidieron desobedecer a su madrina mafiosa y no permanecer en sus casas en nombre de la Revolución que tanto les ha dado. Si la Revolución ha sido la prioridad del país en las últimas seis décadas, si todos los intereses de los cubanos debían cederle el paso en cada uno de los momentos de sus vidas esta vez los activistas LBGTI decidieron ser su propia prioridad.

Algunos declararon que no marchaban contra nada, que seguían fieles a la Revolución, Fidel, el Socialismo etc etc. Pero eso no bastó para disimular la profunda rebeldía que significa actuar y vivir por cuenta propia en un país donde el Poder ve a sus ciudadanos como mera extensión de sus designios y sus derechos como reglas que cambia a conveniencia. Esa rebeldía casi casual entre tantas rebeldías conscientes que protagonizan a diario grupos disidentes, artistas contestatarios, activistas por-derechos humanos o periodistas independientes parecía tener un aire distinto. Aunque fuera por el mero hecho de marchar durante unas cuantas cuadras a lo largo en medio de cierta calma, (tensa eso sí), disfrutando por unos minutos de algo que no sabremos llamar de otro modo que libertad. Una libertad que, como se vio pronto, terminaba justo al final del Paseo del Prado pero ocho cuadras de libertad más o menos apacible y múltiple en un país preso sabe a maratón.

Debemos advertir que dentro de la marcha avanzaba otra rebelión. La de un grupo de activistas de derechos humanos y periodistas independientes que se saltaron la línea imaginaria pero generalmente infranqueable que separa a la disidencia consciente de sí misma del resto de la sociedad. Y por si ese milagro fuera poco al tropezar con los límites fijados por la policía sobrevino otro. El milagro de la solidaridad. Porque cuando policías de civil cargaron contra los que consideraban elementos “externos” a la marcha -porque si la libertad le resultaba extraña a los marchantes ¿cómo le resultaría a sus represores? hubo quien salió a defenderlos, dispuesto a correr su misma suerte. Quien entendió que si la vida debe vivirse por cuenta propia la libertad es asunto de todos los humanos.

domingo, 12 de mayo de 2019

Una vieja polémica


Fue el pasado noviembre durante la Feria del Libro de Miami. Presentábamos la colección Mariel de la Editorial Hypermedia cuando al llegar la ronda de preguntas del público pidió la palabra un español de lacito amarillo. Un reflejo largamente condicionado te dice que los españoles de lacito amarillo se ofenderían incluso ante la insinuación de dicho gentilicio. Y que de alinearse se trata lo harían con los perseguidores de ese episodio vergonzoso que fue el éxodo del Mariel, no con los perseguidos. Prejuicios puros que por esa vez, afortunadamente no funcionaron.
El del lacito amarillo no se había parado a preguntar nada sino a hacer una intervención que por una vez estuvo llena de sentido. Nos contó cómo se había vivido el Mariel dentro de la izquierda española. La más radical. El furioso debate que provocó el hecho que las autoridades cubanas persiguieran a los homosexuales por toda la isla con la intención declarada de expulsar a la mayor cantidad de ellos a través del puerto del Mariel hacia la corrupta sociedad norteamericana -decían ellos- donde único podrían tener cabida. Nos habló el del lacito amarillo de como la izquierda radical española, los comunistas y ese difuso anarquismo tan abundantes en la tradición peninsular, se dividieron entre quienes seguirían apoyando el régimen cubano afincados en la lealtad ideológica y el machismo y los que deseaban una nueva izquierda sin esos lastres, convencida de que la opresión en razón de la preferencia sexual era tan detestable como el resto de las opresiones que solían denunciar.
Espero que la represión descarada de la primera marcha en libertad por el Orgullo Gay en Cuba sea la una oportunidad de reabrir el viejo debate: el que enfrenta a quienes optan por defender las alianzas políticas con los que defienden cierto ideal de justicia.