El País sigue en lo suyo. El titular: Florida gira hacia los demócratas pese al exilio cubano. Se le olvida mencionar un pequeño detalle: los candidatos que amenazan a los representantes republicanos son también cubanos (como lo son buena parte de sus votantes). Hay un deseo desaforado por encasillar a los cubanos que no se corresponde con la realidad. ¿Pero para qué entrar en detalles si queda tan bien así? La realidad resulta incómoda cuando no se corresponde con las expectativas de El País. Entonces lo mejor es ignorarla.
Blog personal y casi tan íntimo como una enfermedad venérea pensado también para liberar al pueblo cubano, aunque sea del aburrimiento. Contribuyentes: Enrisco (autor de “Obras encogidas” y “El Comandante ya tiene quien le escriba”), su alter ego, la joven promesa de más de cincuenta años, Enrique Del Risco. Espacio para compartir cosas, mías y ajenas, aunque prefiero que sean ajenas. Quedan invitados a hacer sus contribuciones, y si son en efectivo, pues mejor.
viernes, 31 de octubre de 2008
Sagua la Grande, centro del universo [actualizado]
Esto lo acabo de recibir por correo y no me negarán que tiene su gracia. A las personalidades ilustres nacidas en Sagua la Grande como Wilfredo Lam, Antonio Machín, Jorge Mañach, Víctor Mesa, Roberto González Echevarría, Mel Martínez (o mi abuela materna que no era famosa pero era un encanto) habría que añadirle Francisco Cundo, presunto padre biológico de Barack Obama o, a partir de ahora, Barack Cundo. Los sagueros no descansan en su empeño de engrandecer la gloria de su patria chica.
Investigación en progreso (22 de Octubre del 2008)
La posibilidad de que Barack Obama se el próximo presidente de los Estados Unidos, ha aumentado la curiosidad sobre su origen y su familia Ann Durham,la madre de Obama, desde muy joven tuvo ideas socialistas, como la mayoría de los "hippies" de la época.
Cuando cumplió los 18 años viajó a Cuba, con un grupo de apoyo a la revolución. Durante su estancia en Cuba en 1960, estuvo involucrada en trabajos voluntarios viviendo en una comuna en la zona central de la isla,donde conoció a un jóven cubano, Francisco Cundo, oriundo del pueblo de Sagua la Grande.
Ann como sus compañeros y compañeras de la comuna, tenia ideas sexuales promiscuas, pero Francisco siempre fue su favorito. Cuando Ann salió de Cuba, en Diciembre de 1960, tenía dos meses de embarazo. A su llegada a Hawaii, donde vivían sus padres, reanudó sus estudios en la Universidad de Hawaii en Manoa, donde conoció a Barack Obama-padre, con el cual se casó en Febrero de 1961.
En su libro "The audacity of Hope" Obama dice que su madre tenía cuatro meses de embarazo cuando se casó con su padre. Si seguimos la cronología de los hechos, se puede comprobar que el padre del hijo de Ann es Francisco Cundo, no Barack Obama Sr. Esto crea una nueva situación, de ser elegido presidente Barack, se convertiría en un oficial federal electo de origen cubano con raíces en el pueblo de Sagua la Grande.
En estos momentos hay otro oficial electo de origen cubano con raíces en Sagua la Grande, hijo del veterinario Melquiades Martínez, el Senador de la Florida Mel Martínez, ahora tendríamos otro oficial electo de origen cubano, con raíces en Sagua la Grande, hijo de la Ann, Barack (Cundo) Obama.
Y para lo que no lo conozcan abajo les pongo el Obama de Hialeah:
miércoles, 29 de octubre de 2008
Ballet
El nuevo montaje de un ballet sobre el Che Guevara al parecer va a convertirse en el exito del XXI Festival Internacional de Ballet de la Habana aunque tampoco en este caso la idea original viene de la isla. Poco importa que los cubanos hayan tenido que aguantarse todas las jornadas ideológicas Camilo- Che, los matutinos y aquello de "en casa de Maria Antonia" porque luego se quedan atrás en sacarle dividendos artísticos – comerciales al personaje. Desde Evita hasta Diarios de motocicleta. Esta vez el coreógrafo es francés pero no hay dudas de que la obra se enriquecerá en la patria adoptiva del héroe con detalles históricos que seguramente se le habrán pasado por alto al gabacho. La verdad es que me encantaría ver este sabado al Ché dando saltitos entre ataques de asma y tiros de gracia. Aparte de los tiros alguna gracia tendrá, digo yo. Imagínense al guerrillero heroico apeándose en puntas del yate Granma para que no se le moje el fusil, dando un grand jetté tras otro para escapar de las balas enemigas en Alegría de Pío, emulando La Muerte del Cisne en La Higuera. Lo bueno es que en el ballet no se habla y así nos ahorraremos los discursos lo cual hará la obra algo menos ridícula que la vida real del modelo en quien se inspira. Lo que me pregunto es qué papel le asignarán a Alicia Alonso: ¿el de tren blindado? ¿el de La Muerte? Si tomamos en consideración los años que lleva en este mundo el único elemento en la vida del Ché con la misma edad de la bailarina es la Sierra Maestra. Y nada más que con que mire para arriba será fácil encontrarle el parecido con el Turquino sin necesidad de maquillaje. Con que le pongan un busto de Marti en la punta de la nariz va a ser suficiente.
[Tejuca: En el ballet]
Elecciones
Ahora que estamos en época de elecciones ¿se puede pensar en una elección más arrebatada que la de Diego Armando Maradona como entrenador de la selección de Argentina? Está más o menos en la misma categoría de Calígula designando a su caballo senador con la ventaja, en el caso de Incitatus, que el caballo no sabía hablar. Alguien tan inestable emocionalmente como Maradona y que apenas ha dirigido un par de clubes menores con pobres resultados sólo podía llegar al puesto tras un intenso compadreo. Un golpe de efecto que sospecho que no pasará de ahí, de su efecto mediático. No es que me preocupe mucho -mi equipo es Brasil- pero un poco de sentido común no le vendría mal a un equipo que en el pasado ha sufrido a entrenadores cuyo modo de dirigir se basaba en la arrogancia y el absurdo como Bielsa y Pekerman (el mismo que no puso a jugar a Messi contra Alemania). Si esto funciona empezaré a creer en milagros.
Los argentinos definitivamente (como lo reconocen ellos mismos) son autodestructivos. Eso cuando son buenos. Cuando no, son Videla o Che Guevara.
Los argentinos definitivamente (como lo reconocen ellos mismos) son autodestructivos. Eso cuando son buenos. Cuando no, son Videla o Che Guevara.
martes, 28 de octubre de 2008
De acuerdo
A quienes me acusan de llevarle siempre la contraria a nuestro Comandante a continuación les pongo un fragmento de un discurso [cortesía de Ramón Fernández Larrea] al que no sólo no tengo nada objetar sino que le doy todo mi apoyo. Lástima que me separen casi 50 años de ese discurso. Y una suerte para el Comandante porque si se coge diciendo eso seguro que se fusila. Y encima debo darle las gracias por explicar tan bien mi propio exilio.
Pensaba que la alegría no era solo porque fuésemos libres. Me parecía que a nosotros se nos pedía algo más. Y era evidente que no considerábamos cumplido nuestro deber con simplemente haber ayudado a conquistar la libertad del pueblo. Me parecía que en el rostro de aquellos miles y miles de personas había una esperanza. No se simpatiza en balde con una causa. Me parecía ver una esperanza de un mejoramiento, de una solución, si no de todas, de una parte de las angustias que los hombres llevan en sí, apremiados por las necesidades de la vida, que son muchas y urgen.
Yo estoy seguro de que los cubanos no se conforman simplemente con ser libres en su patria. Yo estoy seguro de que los cubanos quieren además disfrutar de su patria. Yo estoy seguro de que quieren también participar del pan y la riqueza que se producen en su patria.
¿Cómo vamos a decir: “esta es nuestra patria”, si de la patria no tenemos nada? “Mi patria”, pero mi patria no me da nada, mi patria no me sostiene, en mi patria me muero de hambre. ¡Eso no es patria! Será patria para unos cuantos, pero no será patria para el pueblo (APLAUSOS). Patria no solo quiere decir un lugar donde uno pueda gritar, hablar y caminar sin que lo maten; patria es un lugar donde se puede vivir, patria es un lugar donde se puede trabajar y ganar el sustento honradamente y, además, ganar lo que es justo que se gane por su trabajo (APLAUSOS). Patria es el lugar donde no se explota al ciudadano, porque si explotan al ciudadano, si le quitan lo que le pertenece, si le roban lo que tiene, no es patria.
Precisamente la tragedia de nuestro pueblo ha sido no tener patria. Y la mejor prueba, la mejor prueba de que no tenemos patria es que decenas de miles y miles de hijos de esta tierra se van de Cuba para otro país, para poder vivir, pero no tienen patria. Y no se van todos los que quieren, sino los pocos que pueden. Y eso es verdad y ustedes lo saben (EXCLAMACIONES).
Luego, hay que arreglar la República. Aquí algo anda mal o todo anda mal (EXCLAMACIONES DE: “¡Todo!”), pero tenemos que arreglar la República ustedes y nosotros (EXCLAMACIONES), y por algo hay que empezar.
DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE, EN LA PLAZA DE LA CIUDAD DE CAMAGÜEY, EL 4 DE ENERO DE 1959.
lunes, 27 de octubre de 2008
Cambios
Con la entrevista que le hizo Fernando –El Militante- García de La Vanguardia a Silvio Rodríguez este último abandona su condición de cantante oficial del Gobierno Cubano para convertirse en Ricardo Alarcón con guitarra y menos voz. Aquí exhibe esa misma lógica aplastante del presidente del Parlamento cubano en la UCI cuando toca el tema de la computación: “los enemigos ya no necesitan desembarcar en nuestras playas: saben que el bloqueo nos hace más daño que cualquier invasión y además han tejido una vasta red de propaganda, a través de la prensa e Internet.” O véase este par de respuestas:
Primero habla sobre el curioso sistema de comunicación que tiene con los dirigentes del país (las señales de humo serían más eficaces) y la posibilidad inimaginable a estas alturas de que alguna vez lo vuelvan a censurar.
Y aquí su relación mística con la Revolución, o sea, el sentido de la vida como producto principal de la libreta de abastecimientos:
Primero habla sobre el curioso sistema de comunicación que tiene con los dirigentes del país (las señales de humo serían más eficaces) y la posibilidad inimaginable a estas alturas de que alguna vez lo vuelvan a censurar.
¿Qué les pediría a Raúl y Fidel?
No creo que envíe mensaje alguno a través de un periódico, ni siquiera de Granma. No me gustaría que Fidel o Raúl, entre los papeles que les ponen a diario sobre sus mesas, encontraran una nota periodística con un mensaje mío.
Comprendo que los medios pueden llegar casi a todas partes, pero lo que necesito hacer saber lo canto o lo escribo. Así que seguiré corriendo el riesgo de que un cuadro con iniciativa "me suspenda la función" o "me archive en copias y no en originales".
Y aquí su relación mística con la Revolución, o sea, el sentido de la vida como producto principal de la libreta de abastecimientos:
¿Cuál es su balance de 50 años de revolución?
Puedo resumirlo preguntándome cuánta gente pasa por la vida sin encontrarle sentido a la existencia, sin una razón de ser, sin un trazado mínimo de coherencia. Ser hijo y ser fiel a un pueblo como el cubano es de las mejores vidas que se puedan tener. Ese ha sido uno de mis privilegios y el de muchos de mi generación. Así que mi recuento puede que no sea ideal, pero es satisfactorio.
domingo, 26 de octubre de 2008
Gentilicios
El antiamericanismo de El País de tan obsesivo y minucioso se vuelve simplemente infantil. Al dar la noticia de que el artista Jorge Rodríguez Gerada proyecta hacer un retrato de Obama de una hectárea de extensión en Barcelona lo anuncian como cubano- neoyorkino. Como el proyecto les resulta grato (Obama es el claro candidato del periódico) no pueden usar el más natural gentilicio “cubano- americano” (reservado para la mafia de Miami y afines) sino que prefieren el inédito cubano- neoyorkino. No es que esté en contra de las innovaciones pero se debería ser más consistentes con ellas y por ejemplo decir: “el artista cubano-neoyorquino Jorge Rodríguez Gerada ha decidido crear un retrato gigante del político afro- hawaiano Barack Obama."
viernes, 24 de octubre de 2008
¿400 años de literatura cubana? [con postdata]
“400 años de literatura cubana” era el encabezamiento de un email que recibí hace poco. Para justificar una antiguedad de la literatura cubana que a primera vista parece enorme el mensaje hacía referencia a la supuesta fecha de escritura de Espejo de Paciencia: 1608. Y digo supuesta fecha (porque su escritura nadie podrá negarla) porque existen dudas atendibles sobre si su autor fue el escribano canario de la audiencia de Puerto Príncipe Silvestre de Balboa y Troya o algún intelectual criollo del círculo de José Antonio Echeverría (no confundir con el líder universitario del mismo nombre) o el mismo Echeverría en la cuarta década del siglo XIX (wikipedia (sitúa la publicación del poema en 1818 cuando en realidad ocurrió en 1838). Razones para la falsificación las había y poderosas y ninguna más importante que el deseo de extender el pedigree literario de la nación un par de siglos atrás. Echeverría contaba con contactos en la audiencia de Puerto Príncipe como para dotar su invención con detalles que la hicieran creíble. En principio la invención no prendió especialmente. No fue hasta el siglo siguiente cuando críticos como Felipe Pichardo Moya y Cinto Vitier decidieron apostar por su autenticidad que la obra empezó a ser situada sin titubeos al inicio de cualquier recuento de la literatura nacional.
No me cuento entre los suspicaces –aunque entiendo sus razones- pero de ahí a situar el nacimiento de la literatura cubana va un buen trecho que no me decido a recorrer sin antes exponer el único modo en el que entiendo que los cubanos de ahora pueden reconocer ese poema como inicio de su literatura. Mis reticencias conciernen menos al sustantivo “literatura” –aunque nunca está de más recordar que el recuento del rescate del Obispo Cabezas Altamirano es contemporáneo del de las aventuras del Quijote o que el entusiasta Vitier decía que “El valor absoluto del Espejo resulta escaso”- que al adjetivo “cubana”. No porque su autor fuera canario ni por la inexistencia ya no de la idea de lo cubano sino hasta de lo criollo* según se concebiría siglo y medio más tarde. (De hecho las menciones a lo criollo en el poema** es uno de los argumentos principales de los que sospechan de la autenticidad de la pieza considerando el uso de este vocablo como anacrónico.) “Para nosotros –dice Vitier sobre el Espejo- está penetrado de una luz matinal de playa y de un aroma de frutos cubanos que nos hacen encantadores hasta sus desaliños verbales”. Es evidente que ese “nosotros” no me incluye a mí ni a los de generaciones que nunca conocimos frutas que ahora se nos antojan prehistóricas. Lo cubano –en el poema como simple modulación de lo español- más allá del repertorio de frutas y animales tropicales se manifiesta en el poema como carencia. Carencia de moldes o al menos confusa distancia de estos que se intenta rellenar a base de cierto ingenio y gracia. Hasta el desaliño de que habla Vitier parece elegante si le compara con la chapucería nuestra de cada día y que tratamos de convertir, cada vez con más éxito, en nuestra principal seña de identidad. Espejo de Paciencia es cubano en la confusión, en la viveza como remedio a una clara inteligencia de las cosas, en esa ancestral creencia de que impresionamos a otros cuando no hacemos más que engañarnos a nosotros mismos. Y en el contrabando como tema (disimulado en el poema) que ha sido siempre la constante de nuestra historia: contrabandistas posando como héroes, pícaros sobrevividores como fieles aliados de la autoridad o del Bien. Si nos reconocemos en esos rasgos no será inconsecuente admitir no sólo que hace 400 años nació nuestra literatura sino que Espejo de Paciencia –esa épica de una batalla en torno a unos tocinos- es una de las más precisas y clarividentes representaciones de nuestra turbia mentalidad colectiva.
*Criollo comenzó a usarse en el siglo XVI para referirse al ganado de origen europeo nacido en tierras americanas. Algo después y como derivación de lo anterior se extendió a su uso a los descendientes de africanos y sólo luego a los descientes de europeos nacidos en suelo americano. La definición de Wikipedia al respecto es pobrísima.
**Las menciones son cuatro:
1.- [En un soneto introductorio]
“Recibe de mi mano, buen Balboa,
este soneto criollo de la tierra”
2.- “Luego pasó con gravedad y peso
Un mancebo galán de amor doliente,
Criollo del Bayamo, que en la lista
Se llamó y escribió Miguel Baptista.”
3.- “Un negrito criollo despacharon
con tocinos y carne a la marina”
4.- “¡Oh, Salvador criollo, negro honrado!
¡Vuele tu fama, y nunca se consuma”
Postdata:
Tengo mi propia teoría sobre los motivos concretos de la escritura de Espejo de Paciencia. Existe la versión de que el poema fue escrito para exaltar el valor de los vecinos de Bayamo que participaron en el rescate del obispo y al mismo tiempo hacerse perdonar los cargos de contrabando que los representantes de la corona habían hecho recaer sobre ellos. El defecto de esa hipótesis radica en que en el momento que Silvestre de Balboa escribiera el poema ya estos habían sido indultados. Había sin embargo un problema pendiente y concernía con exclusividad a Balboa. Bajo la sospecha de que había sobornado al cabildo para adquirir el puesto de escribano se le había destituído de dicho puesto y durante los años previos y posteriores a la escritura de Espejo de paciencia Balboa insistió y una y otra vez en que le fuera devuelto dicho cargo, un puesto clave en el andamiaje colonial de aquellos años. Aquí los dejo con el último párrafo de un ensayo que escrí sobre el tema (El escribano paciente):
No me cuento entre los suspicaces –aunque entiendo sus razones- pero de ahí a situar el nacimiento de la literatura cubana va un buen trecho que no me decido a recorrer sin antes exponer el único modo en el que entiendo que los cubanos de ahora pueden reconocer ese poema como inicio de su literatura. Mis reticencias conciernen menos al sustantivo “literatura” –aunque nunca está de más recordar que el recuento del rescate del Obispo Cabezas Altamirano es contemporáneo del de las aventuras del Quijote o que el entusiasta Vitier decía que “El valor absoluto del Espejo resulta escaso”- que al adjetivo “cubana”. No porque su autor fuera canario ni por la inexistencia ya no de la idea de lo cubano sino hasta de lo criollo* según se concebiría siglo y medio más tarde. (De hecho las menciones a lo criollo en el poema** es uno de los argumentos principales de los que sospechan de la autenticidad de la pieza considerando el uso de este vocablo como anacrónico.) “Para nosotros –dice Vitier sobre el Espejo- está penetrado de una luz matinal de playa y de un aroma de frutos cubanos que nos hacen encantadores hasta sus desaliños verbales”. Es evidente que ese “nosotros” no me incluye a mí ni a los de generaciones que nunca conocimos frutas que ahora se nos antojan prehistóricas. Lo cubano –en el poema como simple modulación de lo español- más allá del repertorio de frutas y animales tropicales se manifiesta en el poema como carencia. Carencia de moldes o al menos confusa distancia de estos que se intenta rellenar a base de cierto ingenio y gracia. Hasta el desaliño de que habla Vitier parece elegante si le compara con la chapucería nuestra de cada día y que tratamos de convertir, cada vez con más éxito, en nuestra principal seña de identidad. Espejo de Paciencia es cubano en la confusión, en la viveza como remedio a una clara inteligencia de las cosas, en esa ancestral creencia de que impresionamos a otros cuando no hacemos más que engañarnos a nosotros mismos. Y en el contrabando como tema (disimulado en el poema) que ha sido siempre la constante de nuestra historia: contrabandistas posando como héroes, pícaros sobrevividores como fieles aliados de la autoridad o del Bien. Si nos reconocemos en esos rasgos no será inconsecuente admitir no sólo que hace 400 años nació nuestra literatura sino que Espejo de Paciencia –esa épica de una batalla en torno a unos tocinos- es una de las más precisas y clarividentes representaciones de nuestra turbia mentalidad colectiva.
*Criollo comenzó a usarse en el siglo XVI para referirse al ganado de origen europeo nacido en tierras americanas. Algo después y como derivación de lo anterior se extendió a su uso a los descendientes de africanos y sólo luego a los descientes de europeos nacidos en suelo americano. La definición de Wikipedia al respecto es pobrísima.
**Las menciones son cuatro:
1.- [En un soneto introductorio]
“Recibe de mi mano, buen Balboa,
este soneto criollo de la tierra”
2.- “Luego pasó con gravedad y peso
Un mancebo galán de amor doliente,
Criollo del Bayamo, que en la lista
Se llamó y escribió Miguel Baptista.”
3.- “Un negrito criollo despacharon
con tocinos y carne a la marina”
4.- “¡Oh, Salvador criollo, negro honrado!
¡Vuele tu fama, y nunca se consuma”
Postdata:
Tengo mi propia teoría sobre los motivos concretos de la escritura de Espejo de Paciencia. Existe la versión de que el poema fue escrito para exaltar el valor de los vecinos de Bayamo que participaron en el rescate del obispo y al mismo tiempo hacerse perdonar los cargos de contrabando que los representantes de la corona habían hecho recaer sobre ellos. El defecto de esa hipótesis radica en que en el momento que Silvestre de Balboa escribiera el poema ya estos habían sido indultados. Había sin embargo un problema pendiente y concernía con exclusividad a Balboa. Bajo la sospecha de que había sobornado al cabildo para adquirir el puesto de escribano se le había destituído de dicho puesto y durante los años previos y posteriores a la escritura de Espejo de paciencia Balboa insistió y una y otra vez en que le fuera devuelto dicho cargo, un puesto clave en el andamiaje colonial de aquellos años. Aquí los dejo con el último párrafo de un ensayo que escrí sobre el tema (El escribano paciente):
¿Por qué no lo escribió cuando aun estaban frescos los acontecimientos, o mucho tiempo después, cuando estos amenazaran ser disueltos por el olvido? ¿Por qué lo hizo meses después de que todos los pobladores acusados de contrabando se habían beneficiado con el indulto real? ¿Por qué este intento de legitimación colectiva llegaba tarde? Entre los pocos datos que conocemos del poeta hay uno muy significativo: luego de ocho años de ostentar el codiciado puesto de escribano de Puerto Príncipe, justo en los días en que se daba a la tarea de perpetuar los acontecimientos bayameses, Balboa estaba en peligro de perder dicho puesto. ¿La causa? A la corona le parecía sospechoso el escaso precio que había pagado Balboa por un empleo ofrecido en pública subasta. No creo descaminado suponer que el poema estaba marcado por la necesidad de demostrar sus capacidades en un campo familiar al de la escribanía: el de la escritura de poesía. Su destinatario y supuesto protagonista era alguien – el obispo- que podía interceder ante las autoridades y dar fe de su valía. Parte de quienes entonan los cantos de alabanza al poema son los mismos que garantizan en otro documento su suficiencia como escribano. En cualquier caso llegaría tarde su esfuerzo poético pues el 22 de febrero de 1608 en Sevilla se decretaba el cese de Balboa como escribano. Para quienes gusten de finales felices sepan que en 1621 fue reintegrado a su puesto (Garcia del Pino.137) Ya para entonces Silvestre de Balboa no sólo era el futuro fundador de la también futura literatura cubana. Además, había fundado en los escuetos márgenes de la isla la figura del escritor, ese ser cuya existencia parece ligada a la salvación de la memoria colectiva cuando en realidad sólo intenta salvarse a sí mismo.
jueves, 23 de octubre de 2008
El peregrino inmovilizado [y actualizado]
[Fotocopia de la pagina cortesia de Tejuca. Pinchar para ampliar]
El mito –mito al fin- es viejo pero persiste: ese que para disimular la marginación que sufrió Lezama en sus últimos años de vida insiste en que si no respondió a las múltiples invitaciones que se le hicieron sobre todo a raíz de la publicación de Paradiso fue porque le daba miedo viajar. Tanto han insistido que han convertido a Lezama en una especie de doble de Pablito Milanés con aquello de que “jamás podría pisar tierra firme porque me inhibe” (se supone que a Lezama porque Pablito hace rato que tiene apartamento en tierra firme: Madrid, calle Relatores por más señas). Si la correspondencia con su hermana Eloísa no fuera suficiente ahora salió en La Habana un libro de Reynaldo González “Lezama sin pedir permiso” donde –entre muchas cosas- se reunen las reiteradas quejas de Lezama en dicha correspondencia sobre su imposibilidad de salir. Ahí va este botón de muestra:
Ahora recibo otra invitación del Ateneo de Madrid, para dar unas conferencias. Siempre acepto pero el resultado es previsible.
Yo estoy en un momento de mi vida en que me hace falta viajar, ver un poco de otro paisaje. La resonancia que ha tenido mi obra en el extranjero, me permitiría hacerlo. Pero la Ananke, la fatalidad está ahí, con su ojo fijo de cíclope.
Ya me dirán que sigo revolviendo papeles y problemas viejos, que la culpa la tenía el famoso Luis Pavón. Y luego nos tratarán de convencer que Yoani Sánchez no viaja porque le tiene miedo a los aviones. Y ese es el problema, que la fatalidad sigue ahí, con su ojo fijo de cíclope.
P.D.:Este último libro de Reynaldo González, “Lezama sin pedir permiso”, es al parecer una rectificación de su anterior “Lezama: el ingenuo culpable” que se podría retitular como “Lezama pidiendo permiso”. Allí resume la vida de Lezama post- hecatombe en estos términos:
[Lezama] Con alegre pasión, se incorporó a trabajar en los organismos culturales creados por el Estado revolucionario, con la misma lucidez que en el pasado despreció ofrecimientos del Estado burgués, en perfecta coherencia con si extracción social de clase media, una de las capas poblacionales que habría de ser beneficiada por la política de rescate de las riquezas nacionales y por la socialización […]
Ser de atmósfera propia, de contumaces fijezas amatorias, raigal, auténtico y obstinado, había pagado muy cara su honestidad intelectual a toda prueba: la que lo llevó a desechar un mecenazgo culpable y lo sostuvo en Cuba frente a reclamos y requerimientos externos…
Ese era el Lezama raigal e intransplantable que trataron de vendernos durante mucho tiempo cual si fuera un boniato, todo raíz. Ahora hasta el mismo González reconoce que Lezama no era alérgico a otros paisajes. (No es el caso de Cintio Vitier, a quien le correspondía la ciudadanía norteamericana por haber nacido en Cayo Hueso y renunció a ella- ¿qué pensarán los nietos?-). En realidad no importa mucho si a Lezama le gustaba viajar o no, lo interesante es ver como se aferraban y se aferran a esa mística del nacionalismo boniatero para intentar convencernos de que la creatividad e incluso la vida cubana dependen del contacto directo con el suelo natal. Un contacto que ellos administran. Nunca es tarde para sacudirse de una buena vez esa superstición.
miércoles, 22 de octubre de 2008
De cómo me censuro
Escribir un blog permite tantear con bastante precisión los límites de nuestra libertad personal. Sin consejos de redacción al que culpar por la no aparición de cierto escrito, o su censura parcial o la determinación de una línea editorial los blogueros debemos enfrentarnos con nuestra propia idea de responsabilidad, lo que nos permitimos escribir y lo que no. Cada cual tiene su propio código bloguer. Yo por supuesto también tengo uno que no es necesariamente el mismo que el que aplico cuando escribo de una manera menos urgente, menos acosado por las contingencias del día a día. No es que me las haya impuesto de antemano pero visto lo que he escrito debo reconocer que estos han sido los límites que me impongo:
1-basado en un principio similar al que adopta Fernando Savater frente a ETA (no escribir una simple frase que pueda ser utilizada por la banda terrorista) evito escribir una simple frase que pueda ser utilizada por el castrismo.*
2-evitar groserías. En principio no tengo nada contra ellas excepto el facilismo. Hay quienes pueden hacer cosas divertidas y creativas (como Álvarez Guedes) pero son pocos y yo no soy uno de ellos.
3-no entrar en el terreno de lo íntimo. Lo personal a veces, lo íntimo nunca, al menos no en un blog. No me parece buena idea que uno se convierta en el Big Brother de sí mismo.
4-reservarme mis opiniones adversas sobre otros blogueros (sobre todos los que cumplan con el punto número uno). Esto tiene un propósito algo más amplio:
5-evitar bretes.
6-evitar ofender gente que quiero y cuyo cariño me es más preciado que cualquier otra diferencia que podamos tener y con las que no tengo contacto suficiente como para intercambiar pausadamente nuestros puntos de vista. Por suerte son pocos, tres o cuatro.
7-evitar mentir a sabiendas, excepto por supuesto, en la ficción.
8-evitar cualquier tipo de patetismo.
* Puede parecer excesivo mi celo anticastrista pero no creo que lo sea. El castrismo, como cualquier otro sistema basado primordialmente en la opresión (comunismo, fascismo, nazismo, idea zuche, etc) lo entiendo como mi negación no ya como animal político sino como ser humano. Sus "logros" no son para mí otra cosa que pretextos para -como diría el Lobo Feroz- oprimirnos mejor. Y su concepto del poder es demasiado exclusivo y estrecho como para convivir con otros que lo cuestionen. Cualquier idea de tolerancia debe tener su límite justo ante aquellos fenómenos que amenazan esa convivencia. Eso no significa no reconocer zonas grises en ese fenómeno complejo que es el castrismo pero para abordar esa zona de ambiguedades prefiero una escritura menos urgente que la del blog. Como dijo Amos Oz en una entrevista: cuando estoy seguro sobre algo escribo artículos o ensayos, cuando no, escribo ficción.
1-basado en un principio similar al que adopta Fernando Savater frente a ETA (no escribir una simple frase que pueda ser utilizada por la banda terrorista) evito escribir una simple frase que pueda ser utilizada por el castrismo.*
2-evitar groserías. En principio no tengo nada contra ellas excepto el facilismo. Hay quienes pueden hacer cosas divertidas y creativas (como Álvarez Guedes) pero son pocos y yo no soy uno de ellos.
3-no entrar en el terreno de lo íntimo. Lo personal a veces, lo íntimo nunca, al menos no en un blog. No me parece buena idea que uno se convierta en el Big Brother de sí mismo.
4-reservarme mis opiniones adversas sobre otros blogueros (sobre todos los que cumplan con el punto número uno). Esto tiene un propósito algo más amplio:
5-evitar bretes.
6-evitar ofender gente que quiero y cuyo cariño me es más preciado que cualquier otra diferencia que podamos tener y con las que no tengo contacto suficiente como para intercambiar pausadamente nuestros puntos de vista. Por suerte son pocos, tres o cuatro.
7-evitar mentir a sabiendas, excepto por supuesto, en la ficción.
8-evitar cualquier tipo de patetismo.
* Puede parecer excesivo mi celo anticastrista pero no creo que lo sea. El castrismo, como cualquier otro sistema basado primordialmente en la opresión (comunismo, fascismo, nazismo, idea zuche, etc) lo entiendo como mi negación no ya como animal político sino como ser humano. Sus "logros" no son para mí otra cosa que pretextos para -como diría el Lobo Feroz- oprimirnos mejor. Y su concepto del poder es demasiado exclusivo y estrecho como para convivir con otros que lo cuestionen. Cualquier idea de tolerancia debe tener su límite justo ante aquellos fenómenos que amenazan esa convivencia. Eso no significa no reconocer zonas grises en ese fenómeno complejo que es el castrismo pero para abordar esa zona de ambiguedades prefiero una escritura menos urgente que la del blog. Como dijo Amos Oz en una entrevista: cuando estoy seguro sobre algo escribo artículos o ensayos, cuando no, escribo ficción.
martes, 21 de octubre de 2008
Logros culturales
Estimulado por Sosa desde su finca aquí va mi ampliación a su lista de logros culturales de la Revolución Cubana. Insisto, véase como un simple complemento de la lista original.
-convertir casi toda la cultura anterior (desde la música a la arquitectura) en peso muerto, rezago del pasado, para luego reciclarla como logro de la Revolución.
-repartir machetes a los intelectuales obedientes y planazos a los desobedientes.
-convertir la composición de un himno en el eje de la cultura nacional para luego hacer marchar a los intelectuales a paso de conga.
-llegar a alturas increíbles en la sofisticación del miedo y como consecuencia convertir la valentía en merito literario.
-confundir una cultura con un ministerio.
-convertir la información en privilegio y la simple mención de ciertos títulos en muestra de superioridad intelectual.
-crear debates infinitos sobre la pertinencia del rock nacional lo culto y lo popular o los peligros del comercialismo.
-convencer a muchos de que una vez transpuesto el umbral de salidas internacionales del aeropuerto José Martí los escritores pierden su dominio de la gramática y los pintores del color. Y de que las virtudes creativas de los cubanos dependen de su mágica relación con el suelo natal y con su departamento de inmigración (o en su defecto con los consulados correspondientes).
-crear movimientos artísticos a partir de unas cuantas revistas extranjeras.
-lograr que un cine con poco más de un centenar de títulos se vuelva obsesivamente autorreferencial.
-sospechar de toda actividad cultural que no sea debidamente subvencionada por el Estado como agente de las transnacionales o mas directamente de la CIA.
-sospechar de toda actividad cultural.
-sospechar de todo.
-sospechar.
-estimularnos a tantos salir a conocer mundo y dedicarnos a ello el tiempo que sea necesario.
-convertir casi toda la cultura anterior (desde la música a la arquitectura) en peso muerto, rezago del pasado, para luego reciclarla como logro de la Revolución.
-repartir machetes a los intelectuales obedientes y planazos a los desobedientes.
-convertir la composición de un himno en el eje de la cultura nacional para luego hacer marchar a los intelectuales a paso de conga.
-llegar a alturas increíbles en la sofisticación del miedo y como consecuencia convertir la valentía en merito literario.
-confundir una cultura con un ministerio.
-convertir la información en privilegio y la simple mención de ciertos títulos en muestra de superioridad intelectual.
-crear debates infinitos sobre la pertinencia del rock nacional lo culto y lo popular o los peligros del comercialismo.
-convencer a muchos de que una vez transpuesto el umbral de salidas internacionales del aeropuerto José Martí los escritores pierden su dominio de la gramática y los pintores del color. Y de que las virtudes creativas de los cubanos dependen de su mágica relación con el suelo natal y con su departamento de inmigración (o en su defecto con los consulados correspondientes).
-crear movimientos artísticos a partir de unas cuantas revistas extranjeras.
-lograr que un cine con poco más de un centenar de títulos se vuelva obsesivamente autorreferencial.
-sospechar de toda actividad cultural que no sea debidamente subvencionada por el Estado como agente de las transnacionales o mas directamente de la CIA.
-sospechar de toda actividad cultural.
-sospechar de todo.
-sospechar.
-estimularnos a tantos salir a conocer mundo y dedicarnos a ello el tiempo que sea necesario.
lunes, 20 de octubre de 2008
El caso Kundera
El escritor Milan Kundera se ha convertido en los últimos días en “el caso Kundera”: un papelito contra un montón de libros. No era cualquier papel por lo que decía y por donde fue hallado -en los archivos de la Antigua policía secreta checa. Las delaciones –sobre todo si son por causas políticas- a los cubanos nos produce una reacción especialmente visceral. En parte porque es la base de un código profundo de nuestra psiquis anterior a casi cualquier otro que podemos violar pero no desconocer. Un código en el que el delator es más despreciable que el asesino. Por otra parte está la vigencia de la delación como sistema, como sospecha universal, como culpa colectiva. “Humbolt 7” o “Caso Padilla” son contraseñas del debate cubano sobre la traición que parece infinito y que en el futuro amenaza con multiplicarse hasta el infinito.
Algunas de las defensas que se han hecho en estos días de Kundera me han parecido cuando menos equivocas. Me resisto a considerar la delación como inevitable en un sistema totalitario aunque sólo sea por respeto por aquellos que se negaron a hacerlo en las peores circunstancias. Ahora mismo un amigo se defiende de no sé bien qué acusaciones y, conociéndolo, le creo, pero no dudo que alguna vez aparezca en un archivo un papelito incriminándolo por algo que no hizo. El sistema que compartimos alguna vez Kundera, mi amigo y yo es fecundo en fabricaciones y chapucerías de todo tipo, hechas por empleados que imaginamos como encarnaciones del diablo pero que en realidad tienen jefes, horarios y metas que cumplir y necesidad de inventarse casos o rellenar papeles conlo que sea para justificar medallas y ascensos. Lo que para ellos es rutina se puede convertir con el paso del tiempo en carga terrible para los afectados, infamias de las que nunca podran desprenderse del todo.
El caso Kundera me interesa ahora menos en sus implicaciones personales que en cuanto a esa zona en que se interceptan lo personal y lo literario. Aquí el papelito pesa –como en el mundo de la física- casi nada. Sobre todo si se compara con los libros de Kundera y esos libros parecen acusarlo del mismo modo que lo exoneran.
Finjamos que no nos importa la realidad de la acusación. Centrémonos en su índole literaria. O sea, contemplémola como posibilidad, como ficción. Dejemos de lado el fanatismo o el miedo, dos tentaciones que no encajan con ese personaje que creemos conocer a través de sus libros. Imposible imaginar una situación más kunderiana: un amigo se le acerca a nuestro personaje a contarle que su novia le ha pedido que esa noche no la visite en su cuarto en la universidad porque espera la visita de un ex novio. El ex novio -un ex recluta fugado del ejército que viene de Alemania- quiere impresionar a la chica con su nueva faceta de espía. Al amigo de Kundera lo devoran los celos y pide consejo de cómo impedir el encuentro. Kundera quien tan sólo tiene 21 años pero que impresiona a sus condiscípulos por su madurez le dirá que deje eso en sus manos. Kundera mismo había caído en desgracia no hacía mucho por otra delación –separado del partido pero no de la universidad- relativizará la decisión que acaba de tomar: si la delación contra él, (todavía creyente del socialismo aunque crítico de sus excesos ridículos), le parece injusta la denuncia de un espía consumado es totalmente válida y le permitirá además reclamar su puesto en el mundo de los justos y confiables (se sobreentiende que el partido) al que según cuenta su biografía regresará años más tarde. Y si eso sirve para ayudar a un amigo a reclamar a su novia pues no hay nada que objetar. “Justicia poética” se habrá dicho para darse ánimos. Alrededor de las 4 de la tarde de ese día va al puesto de la policía secreta convenientemente situado en el mismo barrio e informa de la visita del espía. El hecho de que la chica no se viera implicada en el juicio ni recibiera prisión permite incluso especular que Kundera pidió, como condición de su soplo, la inmunidad de la chica.
Pero con los años Kundera empieza a tener desconfianzas profundas hacia el comunismo no ya no ya en sus manifestaciones concretas sino como proyecto histórico. Un viaje a la Unión Soviética en 1955 lo disuade de que no hay mucho que esperar de la evolución futura de Checoslovaquia. De la cuna del comunismo ha regresado con la sospecha de que –según le confiesa a un amigo- “la revolución de Octubre es el crimen más grande del siglo XX”. Pero la conclusión no viene sola. Junto con ella se siente impelido a revisar su propio pasado. Su acto de justicia poética se ha convertido en la prosa de la traición. Y la traición será uno de los temas centrales de su primera novela, “La broma”. Si antes imaginábamos a Kundera escribiendo desde la posición de víctima ahora no nos será difícil imaginarlo también en la del verdugo. Eso explicará mejor uno de los sarcasmos principales de la novela. Ludvik, el protagonista espera vengarse de su antiguo victimario seduciendo a su esposa para descubrir que a este –que tiene una amante joven- no sólo le importa poco lo que Ludvik haga con su mujer sino que además se ha convertido en el típico profesor progresista y liberal a los que los estudiantes buscan como referencia al criticar al régimen. No es difícil suponer como modelo de esta ironía la situación en que se encontraría el ex espía si decidiese ir a buscar a su delator –en caso de que supiera de quién se trataba-: un Kundera convertido en parte de la avanzada de la crítica intelectual al comunismo checo. Así veríamos a Kundera multiplicado en todos sus personajes, no sólo en las víctimas.
Podríamos dar un paso más allá y asomarnos a “La insoportable levedar del ser”. Allí Kundera le hace escribir a su protagonista, Tomas, un artículo sobre los desmanes de los comunistas. Contempla la posibilidad de que estos se refugien en una justificación última: no conocían el alcance de su error, como los torturadores de Cristo no sabían lo que hacían. Ni eso los puede exonerar –escribe Tomas en su artículo- porque recordando el caso de Edipo -quien mató a su padre y fornicó a su madre sin saberlo- al enterarse del alcance de sus actos se arrancó los ojos. Esto, dicho por un antiguo delator, convengámoslo, suena a expiación radical o a cinismo sin límites. Faltaba todavía una pieza y es la declaración de un amigo de aquél a quien supuestamente Kundera había hecho el favor de denunciar al ex novio de su chica. Según este el novio celoso le había confesado que él había ido a la comisaría a presentar la denuncia en nombre de Kundera, a la sazón presidente de la residencia estudiantil. Todavía podría objetarse algún cabo suelto (aunque valdría preguntarse por qué ese testimonio exculpatorio ha sido mucho menos difundido que la denuncia contra el escritor) pero ese argumento parece al menos verosímil. De cualquier manera Kundera no puede eludir la responsabilidad de haber creado una ficción donde todo esto pudiera ser creíble al margen de la realidad que lo inspirara. De haber creado una ficción más densa y potente que esa pobre realidad que -para nuestro alivio sentimental- ahora parece revelarse.
Algunas de las defensas que se han hecho en estos días de Kundera me han parecido cuando menos equivocas. Me resisto a considerar la delación como inevitable en un sistema totalitario aunque sólo sea por respeto por aquellos que se negaron a hacerlo en las peores circunstancias. Ahora mismo un amigo se defiende de no sé bien qué acusaciones y, conociéndolo, le creo, pero no dudo que alguna vez aparezca en un archivo un papelito incriminándolo por algo que no hizo. El sistema que compartimos alguna vez Kundera, mi amigo y yo es fecundo en fabricaciones y chapucerías de todo tipo, hechas por empleados que imaginamos como encarnaciones del diablo pero que en realidad tienen jefes, horarios y metas que cumplir y necesidad de inventarse casos o rellenar papeles conlo que sea para justificar medallas y ascensos. Lo que para ellos es rutina se puede convertir con el paso del tiempo en carga terrible para los afectados, infamias de las que nunca podran desprenderse del todo.
El caso Kundera me interesa ahora menos en sus implicaciones personales que en cuanto a esa zona en que se interceptan lo personal y lo literario. Aquí el papelito pesa –como en el mundo de la física- casi nada. Sobre todo si se compara con los libros de Kundera y esos libros parecen acusarlo del mismo modo que lo exoneran.
Finjamos que no nos importa la realidad de la acusación. Centrémonos en su índole literaria. O sea, contemplémola como posibilidad, como ficción. Dejemos de lado el fanatismo o el miedo, dos tentaciones que no encajan con ese personaje que creemos conocer a través de sus libros. Imposible imaginar una situación más kunderiana: un amigo se le acerca a nuestro personaje a contarle que su novia le ha pedido que esa noche no la visite en su cuarto en la universidad porque espera la visita de un ex novio. El ex novio -un ex recluta fugado del ejército que viene de Alemania- quiere impresionar a la chica con su nueva faceta de espía. Al amigo de Kundera lo devoran los celos y pide consejo de cómo impedir el encuentro. Kundera quien tan sólo tiene 21 años pero que impresiona a sus condiscípulos por su madurez le dirá que deje eso en sus manos. Kundera mismo había caído en desgracia no hacía mucho por otra delación –separado del partido pero no de la universidad- relativizará la decisión que acaba de tomar: si la delación contra él, (todavía creyente del socialismo aunque crítico de sus excesos ridículos), le parece injusta la denuncia de un espía consumado es totalmente válida y le permitirá además reclamar su puesto en el mundo de los justos y confiables (se sobreentiende que el partido) al que según cuenta su biografía regresará años más tarde. Y si eso sirve para ayudar a un amigo a reclamar a su novia pues no hay nada que objetar. “Justicia poética” se habrá dicho para darse ánimos. Alrededor de las 4 de la tarde de ese día va al puesto de la policía secreta convenientemente situado en el mismo barrio e informa de la visita del espía. El hecho de que la chica no se viera implicada en el juicio ni recibiera prisión permite incluso especular que Kundera pidió, como condición de su soplo, la inmunidad de la chica.
Pero con los años Kundera empieza a tener desconfianzas profundas hacia el comunismo no ya no ya en sus manifestaciones concretas sino como proyecto histórico. Un viaje a la Unión Soviética en 1955 lo disuade de que no hay mucho que esperar de la evolución futura de Checoslovaquia. De la cuna del comunismo ha regresado con la sospecha de que –según le confiesa a un amigo- “la revolución de Octubre es el crimen más grande del siglo XX”. Pero la conclusión no viene sola. Junto con ella se siente impelido a revisar su propio pasado. Su acto de justicia poética se ha convertido en la prosa de la traición. Y la traición será uno de los temas centrales de su primera novela, “La broma”. Si antes imaginábamos a Kundera escribiendo desde la posición de víctima ahora no nos será difícil imaginarlo también en la del verdugo. Eso explicará mejor uno de los sarcasmos principales de la novela. Ludvik, el protagonista espera vengarse de su antiguo victimario seduciendo a su esposa para descubrir que a este –que tiene una amante joven- no sólo le importa poco lo que Ludvik haga con su mujer sino que además se ha convertido en el típico profesor progresista y liberal a los que los estudiantes buscan como referencia al criticar al régimen. No es difícil suponer como modelo de esta ironía la situación en que se encontraría el ex espía si decidiese ir a buscar a su delator –en caso de que supiera de quién se trataba-: un Kundera convertido en parte de la avanzada de la crítica intelectual al comunismo checo. Así veríamos a Kundera multiplicado en todos sus personajes, no sólo en las víctimas.
Podríamos dar un paso más allá y asomarnos a “La insoportable levedar del ser”. Allí Kundera le hace escribir a su protagonista, Tomas, un artículo sobre los desmanes de los comunistas. Contempla la posibilidad de que estos se refugien en una justificación última: no conocían el alcance de su error, como los torturadores de Cristo no sabían lo que hacían. Ni eso los puede exonerar –escribe Tomas en su artículo- porque recordando el caso de Edipo -quien mató a su padre y fornicó a su madre sin saberlo- al enterarse del alcance de sus actos se arrancó los ojos. Esto, dicho por un antiguo delator, convengámoslo, suena a expiación radical o a cinismo sin límites. Faltaba todavía una pieza y es la declaración de un amigo de aquél a quien supuestamente Kundera había hecho el favor de denunciar al ex novio de su chica. Según este el novio celoso le había confesado que él había ido a la comisaría a presentar la denuncia en nombre de Kundera, a la sazón presidente de la residencia estudiantil. Todavía podría objetarse algún cabo suelto (aunque valdría preguntarse por qué ese testimonio exculpatorio ha sido mucho menos difundido que la denuncia contra el escritor) pero ese argumento parece al menos verosímil. De cualquier manera Kundera no puede eludir la responsabilidad de haber creado una ficción donde todo esto pudiera ser creíble al margen de la realidad que lo inspirara. De haber creado una ficción más densa y potente que esa pobre realidad que -para nuestro alivio sentimental- ahora parece revelarse.
Haciendo patria
No quiero despedirme del día de la cultura cubana sin hacerle un aporte a la susodicha: mi aporte consiste nada más y nada menos que en Miles Davis. Si escuchan con atención la “Soleá” del Sketches of Spain van a sorprender en el fondo el ritmo de un mambo. (Abajo otra versión sin Miles pero más cerca de la grabación original. Y tiene su lógica que un tipo que no se pareciera a nadie no quisiera parecerse siquiera a sí mismo.)
P.D.: Y no quiero dejar de señalar la influencia de Santiago Feliú en Jethro Tull.
20 de octubre
Cada veinte de octubre suelo recibir mensajes de dos amigos que viven en Cuba. Uno de ellos me recuerda que a pesar de la distancia, las diferencias políticas etc sigo, según él, perteneciendo a la cultura cubana. El otro amigo me recuerda que un veinte de octubre de 1995 tomé un avión rumbo a Madrid sin intenciones de aprovechar el pasaje de regreso. Ambos mensajes pese a su periodicidad tienen la virtud de conmoverme. No porque aprecie (en el caso del primer amigo) pertenecer a una cultura cuyos parámetros de acceso se me hacen un tanto incomprensibles (una cultura que, por ejemplo, toma como punto de partida la escritura de un himno) ni porque considere que los aportes a que alude mi amigo merezcan ser considerados siquiera en la liga de los de Armandito el Tintorero. Me conmueve la lealtad de esos amigos, el que a pesar de la distancia sigan reservando cada año un momento para recordarme esa amistad. Si debo escoger –y en esto no se vea humildad sino amor por ciertas concreciones- prefiero pertenecer a la memoria de ciertos amigos que a la arbitraria abstracción de una cultura. O dicho de otro modo: poco y mal puede importarle a uno una cultura si no empieza por importarle a ciertos amigos. Ando corto de tiempo pues estoy empeñado en sacar adelante un libro sobre mi experiencia española. Allí, por si se lo preguntan esos y otros amigos habrá un capítulo dedicado a las despedidas –aquél veinte de octubre y los días anteriores- pero dada la estructura poco lineal del libro todavía no he llegado a ese punto. En sustitución a ese capítulo de las despedidas los dejo entonces con las primeras páginas de lo que es hasta ahora mero borrador.
Llegué a este planeta el 21 de octubre de 1995, a una distancia casi exacta de trece años del momento en que escribo estas páginas. Venía desde otro mundo y todo lo que encontraba a mi llegada me parecía maravilloso. No era la mirada de un turista. “Un extraterrestre”, deben haber pensado los que me vieron ese día por Madrid con los ojos desorbitados y la cabeza girando de un lado a otro como si estuviera respirando por la mirada y anduviese desesperadamente a la caza de bolsones de oxígeno. Y tenían razón. Luego de 28 años dentro acababa de salir afuera y no terminaba de creérmelo. Porque acá afuera todo era distinto -las aceras, las paredes, las flores, la ropa, la gente, los colores, los olores, los ruidos- y trataba de percibirlos como si de repente hubiera tenido una visión y no supiera cuándo esta iba a desaparecer. Quizás esta visión la hubiera tenido en cualquier sitio de la parte de afuera del mundo (el mundo en el que había vivido hasta entonces) al que hubiera llegado pero sucede que en mi caso la parte de afuera que me tocó ver por primera vez fue Madrid.
Ese Madrid ya no existe.
Lo digo sin nostalgia. Es apenas una constatación.
Lo primero que hice ya una vez desembarcado en Madrid fue tomar el metro. Lo tomé en Antón Martín. Y las primeras estaciones por las que atravesó el tren eran las mismas que había escuchado en una canción de Joaquín Sabina años atrás: Tirso de Molina, Sol, Gran Vía, Tribunal (¿dónde queda tu oficina para irte a buscar?). De algún modo esa coincidencia la tomé como una señal del destino. En aquellos días de apabullamiento sensorial y entusiasmada incertidumbre todo me parecía una señal. Una señal de que mi nueva vida sería además de nueva, buena. Y las señales más frecuentes serán fragmentos familiares en un mundo perfectamente desconocido. Así de nuevo era todo. Y de incierto. (Siempre hubo alguien a mi lado diciéndome que aquello era el famoso esto o el famoso lo otro pero lo cierto es que excepto la puerta de Alcalá, la puerta del Sol, el Museo del Prado y dos o tres sitios más todo era virginalmente nuevo para mí).
Ahora cuando viajo a Madrid también siento que lo hago a una ciudad diferente de aquella que conocí trece años atrás. El metro por ejemplo. La extensión de las líneas prácticamente se ha duplicado. En 1995 la línea verde iba a Canillejas a Aluche mientras que hoy se extiende tres o cuatro paradas más allá de los antiguos extremos. Hay líneas que antes simplemente no existían. Pero ese no es el cambio más profundo. En 1995 entraba a un vagón del metro de Madrid buscando obsesivamente si había una cara extranjera igual que la mía. Alguien que fuera parte de Nosotros, o sea, los Otros. A diferencia de los antiguos exploradores no me sentía especialmente cómodo con la idea de ser en aquellos vagones el único representante del resto del mundo. Me sentía un intruso y de alguna manera buscaba alguna complicidad en esa intromisión. Da igual de dónde fuera el Otro. Bastaba que fuera diferente de Ellos para sentirme acompañado. Montar hoy en un vagón del metro madrileño es una experiencia radicalmente distinta. Ahora Ellos, los aborígenes, están en minoría y eso me hace sentir por Ellos algo parecido a la compasión. Si tienen edad suficiente como para recordar cómo era un vagón del metro madrileño trece años atrás –y sobre todo, si recuerdan aquél Madrid con nostalgia- deben sentirse tan perdidos como yo lo estuve aquél 21 de octubre y las semanas y meses que lo sucedieron sin la compensación del asombro. Ellos no decidieron cambiar de mundo. Sin tomar la decisión de cambiar de vida, sin apenas darles tiempo a los necesarios ajustes, la vida ha cambiado a su alrededor. Algo nos asemeja: para ellos no hay regreso posible a aquél mundo en el que pensábamos que íbamos a pasar el resto de nuestras vidas. Pero esa semejanza es ilusoria y es que sospecho que su nostalgia por el mundo en el que vivían hace trece años es muy superior a la que tengo por el mundo en el que viví hasta el 20 de octubre de 1995.
Mi deslumbramiento aquella mañana del 21 de octubre de 1995 no es nada nuevo. De hecho ya fue descrito por un griego hace dos mil trescientos años. El griego hablaba del mito de una caverna en la que vivían encadenados unos prisioneros. Los prisioneros estaban sujetos de manera que no podían voltear la cabeza. Así que no les quedaba otro remedio que mirar al frente, a una pared de la caverna en la que se proyectaban las sombras de lo que ocurría en el exterior. Así imaginaba el griego que los hombres percibían la realidad, como puras sombras. De vez en cuando un prisionero se liberaba y conseguía salir de la caverna y la luz del sol, luego de estar tanto tiempo en la oscuridad lo deslumbraba. A esos hombres enceguecidos que intentaban acostumbrar los ojos a la luz de la realidad el griego los llamaba filósofos y estaban destinados a conducir al resto de los hombres hacia el mundo real. Así imaginaba el griego su profesión porque él también era un filósofo. Yo no soy un filósofo. Un pasaje de avión no te convierte en guía espiritual de la humanidad pero créanme, la oscuridad y el deslumbramiento eran reales. Salir del aeropuerto de Barajas aquella mañana si no era como salir de una caverna al menos era como pasar de ver una película en blanco y negro a una en colores. Y no es que no sospechara de la existencia de los colores pero hay una distancia decisiva que separa el sospechar del saber, la misma que separaba a los que estaban dentro de la cueva y los que lograban salir.
Ya en Madrid me ocurrió un deslumbramiento similar y en este caso también tuvo que ver con el cine. Posiblemente se tratara de la primera o segunda semana de estar allí. Acababan de estrenar una película de Almodóvar. No era la primera película de Almodóvar que veía. Ni siquiera era de las mejores pero al reconocer lugares de un Madrid que ya se me iba haciendo familiar empecé a experimentar un disfrute distinto. El goce que supone reconciliarse con una realidad que hasta no hace mucho era ajena -aunque no por ello menos deseable- y que ahora empezaba a hacer mía. La película acabó y al encender las luces los acomodadores nos fueron conduciendo hacia la puerta del fondo de la sala, una puerta que daba directamente a la calle. Entonces me golpeó el segundo deslumbramiento: ver de nuevo las calles de Madrid no empotradas en la pantalla del cine sino en sus tres dimensiones habituales. Creo que enseguida comprendí la naturaleza del deslumbramiento. Cuando en La Habana veía una película al salir del cine regresaba a las aceras sucias y cuarteadas de la realidad, al calor que parecía podrirlo todo y ese reencuentro con mi realidad siempre tenía el sabor de un despertar, de un mal despertar de un buen sueño. No importaba siquiera que la película transcurriera en las calles de La Habana: la falta de continuidad entre la película y la realidad era igualmente chocante. Ese día, en cambio, salí al fresco del otoño madrileño, a una calle cuadriculada por losas grises y enmarcada por tiendas y restaurantes y comprobé con placer que no conseguía despertar. El continuo entre la película y la realidad me permitían seguir soñando que era un personaje en esa película asombrosa que era para mí ese Madrid del otoño de 1995.
sábado, 18 de octubre de 2008
Porque sí
La variante "Rhythms Del Mundo" de la canción “Clocks” de Coldplay que quiero compartir porque sí. A mí me sabe a tequila. No sé a ustedes. Y de contra a Ibrahim Ferrer con Gorillaz.
viernes, 17 de octubre de 2008
Una pregunta
La artista Sandra Ceballos promotora del proyecto Espacio Aglutinador había preparado para mañana la exposición Curadores Go Home! La respuesta oficial fue la siguiente:
El próximo sábado 18 de octubre de 2008 se ha organizado un show propagandístico con fines abiertamente políticos en el “Espacio Aglutinador”. Entre los principales invitados, se encuentran representantes en La Habana del gobierno genocida de George W. Bush y mercenarios tan desprestigiados como Marta Beatriz Roque y Elizardo Sánchez Santa Cruz. Se pretende que nuestros artistas legitimen con su presencia esta contribución a la campaña mediática contra nuestro país. Denunciamos el intento de dar cobertura artística a provocaciones de esta naturaleza. Lamentamos que Sandra Ceballos haga el juego a los servidores del imperioNo pienso darle muchas vueltas al asunto. El lenguaje es grosero, las acusaciones son burdas, el procedimiento brutal. Ese estilo que no sé por qué razón en La Habana se asocia con el Quinquenio Gris, a menos que hayan llegado a la conclusión de que cada minuto del Quinquenio Gris consta de 600 segundos. Medio siglo de brutalidad y grosería. Me pregunto: si la simple aparición de representantes del Quinquenio Gris original (el de sólo cinco años) en televisión bastó para movilizar a buena parte de los miembros de la UNEAC ¿esta censura pública y en toda regla será respondida como debe ser? Es sólo una pregunta pero no necesariamente retórica.
Agradecemos a CUBARTE su apoyo para circular este mensaje.
[Ver más información en Penúltimos Días]
miércoles, 15 de octubre de 2008
Aldeanos v.s. Orientales
Uno de los logros de la Revolución Cubana que sospecho persistirá por mucho tiempo es el odio interprovincial. Sobre todo entre orientales y habaneros. Al uso de los orientales como carne de cañón en La Habana el habanero responde con esta nueva versión del racismo lo que confirma una vieja teoría: el racismo arraiga sobre todo entre los de abajo. Esos que no tienen otra seña de distinción que el color de la piel o (como en este caso) el lugar de nacimiento y centran su odio no contra los causantes de sus males sino contra aquellos a quienes pueden darse el lujo de despreciar. Y entonces descubren una variante modesta de la libertad. Ya que no pueden hablar mal del gobierno atacan a los orientales. Y como muestra vean esta canción de Los Aldeanos. Y lo jodido es que hasta tiene su gracia con su bajo de "Fever".
Síndrome del Quinquenio Gris
Raúl Colón en su blog Letras de Montreal menciona un nuevo caso de lo que se daría en llamar el Síndrome del Quinquenio Gris. La voz de alarma la da el cineasta cubano Jorge Luis Sánchez a partir del "profundo estupor" que le causa este párrafo de una crítica teatral aparecida en Tribuna de La Habana :
Entiendo la táctica. Al achacarle a la vieja intransigencia del castrismo de toda la vida la condición de rezago del Quinquenio Gris los intelectuales en Cuba intentan neutralizar el fundamentalismo castrista asociándolo con una definición de la que las autoridades se han querido disociar. Sin embargo lo que se supone que sea rezago del pasado no es ni mas ni menos que el argumento más socorrido por el poder para acallar voces sin tener que pasar a la represión desnuda: “este no es momento histórico adecuado”. Primero se es inoportuno y el siguiente paso es que te conviertan en enemigo. Insisto: como argumento táctico está bien pero ignorar que el Quinquenio Gris es en realidad la utopía del castrismo, la edad de oro a la que siempre trata de regresar cuando reúne fuerzas suficientes es engañarse sin remedio.
En un momento en que el paso de los huracanes Gustav y Ike han provocado un golpe emocional tan fuerte en las zonas afectadas y en todo el país, resulta totalmente inoportuna esta propuesta teatral, porque representa la antítesis del sentido del momento histórico. Se impone una revisión de su discurso para continuar sus presentaciones, porque constituye lo más controvertido del panorama teatral cubano.
Entiendo la táctica. Al achacarle a la vieja intransigencia del castrismo de toda la vida la condición de rezago del Quinquenio Gris los intelectuales en Cuba intentan neutralizar el fundamentalismo castrista asociándolo con una definición de la que las autoridades se han querido disociar. Sin embargo lo que se supone que sea rezago del pasado no es ni mas ni menos que el argumento más socorrido por el poder para acallar voces sin tener que pasar a la represión desnuda: “este no es momento histórico adecuado”. Primero se es inoportuno y el siguiente paso es que te conviertan en enemigo. Insisto: como argumento táctico está bien pero ignorar que el Quinquenio Gris es en realidad la utopía del castrismo, la edad de oro a la que siempre trata de regresar cuando reúne fuerzas suficientes es engañarse sin remedio.
domingo, 12 de octubre de 2008
Enemigo rumor
No sé por qué, a estas alturas uno debía estar en guardia ante cosas así pero lo cierto es que esta noticia me ha dejado paralizado: Milan Kundera delató a un condiscípulo suyo en la universidad que pasó 22 años en prisión. La noticia es vaga: se cita una revista checa pero no la fuente original de donde se sacó la información. Tampoco hay una explicación creíble a por qué el gobierno comunista nunca utilizó esa información contra el escritor. Casi se puede sentir el placer del redactor de la noticia en adelantar algo que dados los elementos que maneja parece más bien un chisme. Nada de eso es más importante para mí ahora mismo que la inquietud que me genera la sospecha de que la noticia pueda ser real. Después de todo no es un secreto que en términos literarios la autoridad moral es menos productiva que el remordimiento. No es que la noticia –en caso de que sea cierta- disminuya el valor de las novelas de Kundera pero saber que un amigo –porque en eso se convierte un escritor con cuyos textos se ha convivido durante años- resultó ser un delator, la negación de lo que has creído que era, resulta casi más triste que su muerte. Y es inevitable leer “La broma” de una manera distinta, como un acto de expiación ante una culpa insoportable, una burla macabra del autor hacia su propio pasado y una multiplicación hasta el infinito del terrible juego de las traiciones. Definitivamente “La broma” sale ganando en ironía.
Un fenómeno curioso [actualizado]
El castrismo no es sólo un régimen político. O una ideología. El castrismo es también una ética y una estética. Nada complicadas puesto que pueden ambas ser resumidas en tres o cuatro principios:
-el dinero es malo.
-la pobreza es buena y (por tanto) bella.
-las formas son irrelevantes: lo único que importa es el contenido.
Estos principios, como puede, verse no hacen el castrismo más denso pero sí –y quizás esto sea menos evidente- más perdurable. No son los principios del poder, o al menos no los que el poder se aplica a sí mismo aunque sean la base de su discurso. Lo son en cambio los de sus subordinados más fieles y de algunos de sus objetores: esos cuya principal objeción al sistema –o la única- es su hipocresía , su incapacidad de vivir a la altura de los ideales que propone sin atreverse a criticar unos ideales que encarnan una visión muy limitada y destructiva de la vida. Sos los que al castrismo le oponen el guevarismo con sus botas sin medias y su chapucería brutal y convencida. Venden como revolución dentro de la revolución o espiritualidad lo que no es otra cosa que resignación ante lo único que el castrismo produce ilimitadamente: la miseria. de ahí los llamados rituales a cruzadas contra enemigos como la frivolidad o el comercialismo. Todo con tal de no reconocer lo miserable que es una vida sin opciones ni libertad. De la debilidad de esta ética y esta estética son prueba las rápidas conversiones de los antiguos espiritualistas en pacotilleros furiosos no bien entran en una fase más próspera o llegan a Miami. De su persistencia da fe la mala conciencia con que otros asumen su cambio de vida. Desde su carro del año añoran la sudoración solidaria de los camellos o la hipocresía puritana con que disimulan su cambio de status. En ese castrismo ético –estético está el origen de los instintos sociales de buena parte de la farándula habanera, del fanatismo por las películas de Eliseo Subiela o por Habana Blues (que por cierto es un manifiesto en toda regla de ese castrismo ético- estético), el hip hop intelectual, el guevarismo tardío, las esculturas de Kcho, el último Cintio Vitier, el desprecio por ciertos placeres elementales u otros más sofisticados, el patriotismo del vino agrio, la música chapucera pero “con bomba” y un etcétera casi infinito. Su capacidad de resistencia se ve acentuada por su alianza con un fenómeno distinto procedente del capitalismo desarrollado que es el de la prosperidad con complejo de culpa. Una alianza que de momento parece irresistible en su empeño unitario de negar realidades bien distintas pero igualmente persistentes. El tema –creo- merece mayor detenimiento pero a alguna hora debo irme a dormir. Sólo me queda confesar el origen de esta descarga: una polémica entre ridícula y absurda entre un crítico y un integrante del grupo Buena Fé. Ridícula por ambos extremos del debate y absurda si no se tiene en cuenta que ese debate responde a la lógica que he intentado delinear.
[Como botón de muestra una canción de Ariel Diaz “que le hice al Che Guevara cuando todavía no era un producto para vender”. Si lo que quiere demostrar es que no le interesa ser comercializado con canciones así nos va a convencer de que no le interesa ni que lo oigan gratis. Lo que se dice un artista desinteresado.]
P.D.:
Para ahorrar espacio aquí les dejo el link del blog Corriente Comunista Gustavo Machado (un sitio muy apropiado para debates de esa profundidad) con la polémica entre el trovador Ariel “El Incorruptible” Díaz e Israel Rojas “Te seré” Fiel del dúo Buena Fé.
-el dinero es malo.
-la pobreza es buena y (por tanto) bella.
-las formas son irrelevantes: lo único que importa es el contenido.
Estos principios, como puede, verse no hacen el castrismo más denso pero sí –y quizás esto sea menos evidente- más perdurable. No son los principios del poder, o al menos no los que el poder se aplica a sí mismo aunque sean la base de su discurso. Lo son en cambio los de sus subordinados más fieles y de algunos de sus objetores: esos cuya principal objeción al sistema –o la única- es su hipocresía , su incapacidad de vivir a la altura de los ideales que propone sin atreverse a criticar unos ideales que encarnan una visión muy limitada y destructiva de la vida. Sos los que al castrismo le oponen el guevarismo con sus botas sin medias y su chapucería brutal y convencida. Venden como revolución dentro de la revolución o espiritualidad lo que no es otra cosa que resignación ante lo único que el castrismo produce ilimitadamente: la miseria. de ahí los llamados rituales a cruzadas contra enemigos como la frivolidad o el comercialismo. Todo con tal de no reconocer lo miserable que es una vida sin opciones ni libertad. De la debilidad de esta ética y esta estética son prueba las rápidas conversiones de los antiguos espiritualistas en pacotilleros furiosos no bien entran en una fase más próspera o llegan a Miami. De su persistencia da fe la mala conciencia con que otros asumen su cambio de vida. Desde su carro del año añoran la sudoración solidaria de los camellos o la hipocresía puritana con que disimulan su cambio de status. En ese castrismo ético –estético está el origen de los instintos sociales de buena parte de la farándula habanera, del fanatismo por las películas de Eliseo Subiela o por Habana Blues (que por cierto es un manifiesto en toda regla de ese castrismo ético- estético), el hip hop intelectual, el guevarismo tardío, las esculturas de Kcho, el último Cintio Vitier, el desprecio por ciertos placeres elementales u otros más sofisticados, el patriotismo del vino agrio, la música chapucera pero “con bomba” y un etcétera casi infinito. Su capacidad de resistencia se ve acentuada por su alianza con un fenómeno distinto procedente del capitalismo desarrollado que es el de la prosperidad con complejo de culpa. Una alianza que de momento parece irresistible en su empeño unitario de negar realidades bien distintas pero igualmente persistentes. El tema –creo- merece mayor detenimiento pero a alguna hora debo irme a dormir. Sólo me queda confesar el origen de esta descarga: una polémica entre ridícula y absurda entre un crítico y un integrante del grupo Buena Fé. Ridícula por ambos extremos del debate y absurda si no se tiene en cuenta que ese debate responde a la lógica que he intentado delinear.
[Como botón de muestra una canción de Ariel Diaz “que le hice al Che Guevara cuando todavía no era un producto para vender”. Si lo que quiere demostrar es que no le interesa ser comercializado con canciones así nos va a convencer de que no le interesa ni que lo oigan gratis. Lo que se dice un artista desinteresado.]
P.D.:
Para ahorrar espacio aquí les dejo el link del blog Corriente Comunista Gustavo Machado (un sitio muy apropiado para debates de esa profundidad) con la polémica entre el trovador Ariel “El Incorruptible” Díaz e Israel Rojas “Te seré” Fiel del dúo Buena Fé.
El increíble Dan Quayle
Olvídense de Groucho Marx. Olvídense de Woody Allen. El autor de las frases más hilarantes de la historia norteamericana no es un humorista (al menos no conscientemente) sino un político. Dan Quayle, vicepresidente durante el mandato de Bush padre, daba tumbos con las palabras como Buster Keaton con las cosas en los primeros veinte minutos de sus películas (luego Keaton sacaba a relucir su increíble habilidad que contrastaba ferozmente con su torpeza fingida y esa era buena parte de su gracia). La torpeza de Quayle –a diferencia de la de Keaton era sincera. Tan inimitable como la habilidad que tenía Keaton para escurrirse de las situaciones más increíbles era la de Quayle para complicarse en las declaraciones más simples. No podía decir simplemente que Hawaii tenía una importancia estratégica para Estados Unidos. Decía: “Hawaii siempre ha tenido una importancia decisiva en el Pacífico. Está en el Pacífico. Es parte de los Estados Unidos que es una isla que está aquí mismo”. Cada tropiezo de Quayle más que aleccionarlo traía la promesa del siguiente. Y rara vez decepcionó a sus interlocutores.
Aquí los dejo con algunas de sus frases más famosas.
Aquí los dejo con algunas de sus frases más famosas.
"If we don't succeed, we run the risk of failure."
"Republicans understand the importance of bondage between a mother and child."
"What a waste it is to lose one's mind. Or not to have a mind is being very wasteful. How true that is."
"One word sums up probably the responsibility of any vice president, and that one word is 'to be prepared.'"
"Welcome to President Bush, Mrs. Bush, and my fellow astronauts."
“Hawaii has always been a very pivotal role in the Pacific. It is in the Pacific. It is a part of the United States that is an island that is right here.”
"Mars is essentially in the same orbit . . . Mars is somewhat the same distance from the Sun, which is very important. We have seen pictures where there are canals, we believe, and water. If there is water, that means there is oxygen. If oxygen, that means we can breathe."
"The Holocaust was an obscene period in our nation's history. I mean in this century's history. But we all lived in this century. I didn't live in this century."
"I believe we are on an irreversible trend toward more freedom and democracy -- but that could change."
"I have made good judgments in the past. I have made good judgments in the future."
"The future will be better tomorrow."
"We're going to have the best-educated American people in the world."
"People that are really very weird can get into sensitive positions and have a tremendous impact on history."
"We have a firm commitment to NATO, we are a part of NATO. We have a firm commitment to Europe. We are a part of Europe."
"I am not part of the problem. I am a Republican."
"I love California, I practically grew up in Phoenix."
"A low voter turnout is an indication of fewer people going to the polls."
"When I have been asked during these last weeks who caused the riots and the killing in L.A., my answer has been direct and simple: Who is to blame for the riots? The rioters are to blame. Who is to blame for the killings? The killers are to blame."
"Illegitimacy is something we should talk about in terms of not having it."
“It shows 'us vs. them,' and I'm on the 'us' side.”
”It's a question of whether we're going to go forward into the future, or past to the back.”
”It's a very good historical book about history.”
"We are ready for any unforeseen event that may or may not occur."
"For NASA, space is still a high priority."
"Quite frankly, teachers are the only profession that teach our children."
"It isn't pollution that's harming the environment. It's the impurities in our air and water that are doing it."
"[It's] time for the human race to enter the solar system."
"Verbosity leads to unclear, inarticulate things."
"I stand by all the misstatements that I've made."
“A low voter turnout is an indication of fewer people going to the polls.”
”Bank failures are caused by depositors who don't deposit enough money to cover losses due to mismanagement.”
“It isn't pollution that's harming the environment. It's the impurities in our air and water that are doing it.”
“Let me just tell you how thrilling it really is, and how, what a challenge it is, because in 1988 the question is whether we're going forward to tomorrow or whether we're going to go past to the - to the back!”
“My friends, no matter how rough the road may be, we can and we will, never, never surrender to what is right.”
“Republicans have been accused of abandoning the poor. It's the other way around. They never vote for us.”
“The global importance of the Middle East is that it keeps the Far East and the Near East from encroaching on each other.”
“This President is going to lead us out of this recovery.”
“Unfortunately, the people of Louisiana are not racists.”
“We expect them (Salvadoran officials) to work toward the elimination of human rights.”
viernes, 10 de octubre de 2008
El deporte de la fuga
Puede que la selección cubana de fútbol no haya tenido grandes resultados en los últimos doscientos años (una victoria sobre Rumanía en el Mundial de 1938; un empate frente a Polonia en las Olimpiadas de 1976). Sin embargo, su racha de deserciones la ha hecho emparejarse y hasta superar a los equipos nacionales de béisbol, voleibol y boxeo. En eso son imbatibles. La selección cubana de fútbol es el Brasil de las deserciones. Más que futbolistas parecen seguidores de Bach por aquello del arte de la fuga. O de Papillón. Ahora han desaparecido de la concentración dos jugadores que se iban a enfrentar a Estados Unidos en Washington. El entrenador de los cubanos (de fútbol porque en eso de escaparse parecen tener talento natural) Reinhold Fanz declaró: “Es siempre un problema para el equipo cubano. Tenemos seguridad, pero no se puede tenerlos esposados en sus habitaciones''. Aunque es posible que exagere: llegado el caso las autoridades podrían decidir que duerman y hasta jueguen esposados porque al parecer no se puede confiar en nadie excepto en el entrenador, que para eso es alemán.
Guamá 50
Ya está en la calle (es un decir) la SEDICIÓN ESPECIAL de Guamá para celebrar el número cincuenta, esta vez con ocho páginas y colaboraciones de Ramón Fernández Larrea y un servidor. Si quieren acceder al pdf pueden entrar en el sitio creado por cortesía de Penúltimos Días y valga la cacofonía. [Arriba, la portada del número 50 y abajo la del 49 que recoge a los miembros del Buró Político guanahatabey].
Helio Orovio
Ha muerto Helio Orovio, alguien a quien tuve apenas tiempo de conocer pero del que todavía me sirvo cuando consulto su Diccionario de la Música Cubana. Como si no fuera suficiente el esfuerzo que se tomó en elaborar su diccionario en tiempos en que la música cubana era, en su mayor parte, un rezago del pasado su imagen de amante inclaudicable de la música cubana me era confirmada a cada rato por Tejuca, vecino suyo. (Helio, me contaba, había declarado como experto en un juicio de plagio contra los Estefan en Miami: el gran músico Eddie Palmieri boricua luego de servirse durante años de la música cubana reclamaba como suy el estribillo “Oye mi canto”. Gracias a sus servicios como perito musical en ese juicio uno de los grandes musicólogos del país al fin había conseguido comprar un equipo de música). Un cuento mío “Lo más sublime” comienza con una cita tomada del diccionario en la que al dar cuenta biográfica de un cornetinista cubano radicado en Nueva Orleáns a finales del siglo XIX se ven los deseos del redactor por empujar a su biografiado un tramo más allá de su discreta gloria: “Si su música hubiera quedado grabada, se le reconocería como un verdadero precursor o iniciador del jazz. Terminada su gira por el norte, a principios del siglo XX, volvió a New Orleans, donde extrañamente adquirió un Grocery y se dedicó a administrarlo. Murió olvidado”.
Cortesía de Tejuca un texto sobre Helio de Sigfredo Ariel y otro que el propio Tejuca me adjuntó en el mensaje sin acentos ni puntos y seguidos como si el recuerdo de Helio le estuviera goteando del alma.
Sigfredo Ariel:
Tejuca:
Cortesía de Tejuca un texto sobre Helio de Sigfredo Ariel y otro que el propio Tejuca me adjuntó en el mensaje sin acentos ni puntos y seguidos como si el recuerdo de Helio le estuviera goteando del alma.
Sigfredo Ariel:
Llega poco después de mediodía al Hurón Azul y se sienta, no importa demasiado junto a quién. Se quita la gorrita de pelotero y se enjuga el sudor que rueda por la roja bola de billar de la cabeza hasta los ojos, bajo las dos hirsutas cejas que no dejaron nunca de crecer, grises, blancas, caprichosamente, hacia cualquier dirección y luego, la boca, capaz de raros movimientos mientras habla o escucha. De su maleta escolar puede sacar lo mismo un disco, una foto, que una revista para demostrar algo —una fecha, un dato, que en ese momento considera trascendental, capaz de cambiar la Historia toda: "Miren lo que traigo aquí". Y cuando avanza la tarde y continúan llegando los habituales del Hurón, de una y otra mesa lo llaman, reclamándole, "ven, Helio, siéntate un rato aquí", y le sirven un ron con cola, ahora, un refresco de limón, después, y otro y otro, para que no se vaya. Este es mi cuartel general, decía, mientras Santiago de las Vegas se convertía en un lugar misterioso, remotísimo, del que "es arduo salir y aún más difícil regresar", ya en la alta noche, tras esperar lo inimaginable el camello atestado del parque de El Curita. Llevaba consigo el espíritu de la tertulia, o dicho con más propiedad, de la peña, que es punto de convergencia de comentarios, relatos, críticas más o menos punzantes, y chismes, que no son más que rápidas gacetillas casi siempre impublicables. También de observaciones agudas, de razonamientos claros. Helio llevaba memoria de cosas olvidadas, como un griot, de bailes, funciones, personajes y personajillos que había conocido a lo largo de décadas y décadas. La música cubana era su mayor pasión, que compartía con el béisbol. Lo distinguían un apego irreductible por las beldades negras y una pintoresca forma de interpretar la actualidad política del mundo.
Andar por la calle con él era imposible, si había premura. Lo detenían con frecuencia para hacerle consultas o pedir su opinión sobre cualquier cosa relacionada con sus temas caros: la Sonora Matancera o la mala racha de los Industriales. Muchas veces, un desconocido lo llamaba, solo para saludarlo o decirle que lo había visto o escuchado aquí o allá. Cambiaban sus interlocutores, él no, daba lo mismo que estuviese ante una cámara de televisión o dialogando con un humilde, anónimo y efímero, compañero de parada de ómnibus.
Formó parte del grupo fundador de El Caimán Barbudo, de lo que se enorgullecía, y desde muy temprano metió en su poesía la música popular, porque entendió que la poesía tenía que ser emocionante, y nada lo emocionaba más que una voz con una guitarra, una buena rumba, o un conjunto tocando esas breves guarachitas nuestras que tan nítidamente espejean el modo de ser cubano. Su Diccionario de la Música Cubana, saqueado a menudo por los mismos que lo criticaron con mano dura desde que apareció su primera edición, fue un acto de amor y de solitario heroísmo cultural. Sus antologías de boleros, sus artículos, sus libros sobre el carnaval, Daniel Santos o —el más ambicioso— de la música "por el Caribe" pudieron ser más serios y densos, creo yo, si él no hubiera sentido la premura por irse "a tertuliar" alegremente con amigos y recién conocidos a su "cuartel general" o cierto salón de té que poseía la sede de la Unión de Periodistas, donde lo conocí hace un montón de años.
Muchas veces le reproché que aceptara contratos tenebrosos por sus trabajos, que se desentendiera del destino de su propia obra o dejara para luego cuestiones que —yo consideraba— primordiales para él, como la de reunir sus versos, por ejemplo, o muchos de sus recuerdos del ambiente musical en un volumen de crónicas. "Tengo que aprender mucho de ti, Siegfried", me decía, socarrón, cuando agredía su displicencia o criticaba distracciones suyas que me exasperaban. Acto seguido, contaba, o imaginaba, el origen secreto de cierta canción, o explicaba cómo las pailitas de Los Guaracheros de Oriente lograron sustituir al bongó, o se ponía a soñar una gira de músicos "conjunteros", por toda Cuba, porque "este sonido se está perdiendo". ¿Qué le iba a decir yo entonces a alguien que consideraba máximo regalo de los dioses el poder rascar el güiro o tocar la tumbadora mientras alguien —no importa mucho quién— cantaba "Cualquiera resbala y cae", uno de sus amados guaguancoes?
Contra viento y marea, hace poco, echó a andar un conjunto que se inspiraba en Jóvenes del Cayo, del que fue percusionista a finales de los 50 e inicios del 60. Juntó a veteranos de los Jóvenes en alguna de sus etapas, con músicos "de ahora", como el cantante Francis del Río. Convenció a amigos, logró un ajustado financiamiento y se editó un disco por fin. Un buen disco, no hay duda. "Pero esto es solo el comienzo", decía siempre, mientras llenaba mi escritorio con fotografías y recortes de medio siglo atrás para que los scaneara. Quería revivir su figuración personal del Paraíso Perdido, que era, sencillamente, el resultado de dos trompetas, piano, bajo, tumba, bongó y un par de cantantes para que rumbearan y bolerearan, y después la entrega total al diálogo sabroso, marcado por una manera de ejercer la hidalguía criolla mantenida siempre, a pesar de incoincidencias, apremios económicos y el vapor de los tragos, aunque nunca fue un gran bebedor, en cada conversación, no importa demasiado con quién ni sobre qué.
Fue un cubano simpático y generoso —jamás escamoteó un dato, un disco, una ficha de archivo—, por eso tuvo amigos que fueron muy generosos con él. Tenía nuevos proyectos y alegría para llevarlos a cabo. Había prometido organizarse un poco, a fin de cuentas, ya había cumplido sus 70. Su penúltimo viaje fue a Venezuela, desde donde me escribió, emocionadísimo, porque "aquí se está tocando música cubana todas las noches, Siegfried, y de la buena", antes de emprender esta otra travesía, poco antes del mediodía, su hora de salir de Santiago de las Vegas, con su gorrita de pelotero y su milagrosa cartera escolar.
Tejuca:
Una lastima que muriera Helio las tardes y tardes que pasamos juntos, durante aquellos apagones de los 90, el me buscaba en mi casa, eso me alegraba, pues yo no lo buscaba a el, cuando me decian, mandy, te busca Helio sentia una alegria tan grande, caminando el pueblo, visitando la iglesia para ver manuscritos, visitando personas interesantes, el era un amante de eso, de las personas interesantes y se sabia el nombre de todo el mundo, increible ese cerebro, era una computadora, de el aprendi una cosa, venian los funcionarios de cultura a su casa para que el hiciera algo, pues como era un personaje muchos querian que se metiera en sus proyectos personales, el le decia que si con tremenda conviccion y yo le pregunte un dia, ven aca helio, como haces para estar metido en tantas cosas y el me dijo, mira, yo les digo que si, todo el mundo tiene un proyecto por el cual cree que le va a dar la pata a la lata y tratan de involucrarte, yo tengo miles de proyectos en mi cabeza y son en esos proyectos en los que creo con firmeza, si les dices a los otros que no rotundamente o que no pero vas a ver... trataran de convencerte y la visita se prolongara mas de lo previsto cojiendome el tiempo que yo necesito para hacer mis cosas, por lo que llegara el momento en que verdaderamente estoy trabajando en sus proyectos, por lo tanto les digo que si y despues hago lo que me da la gana y tengo mas tiempo para mi, era todo un jodedor y eso hasta hoy lo he aplicado y me va de lo mejor, y la mejor parte es que trato de no pedirle a nadie colaboracion para un proyecto mio, cuando lo hago les pago y me va mejor, Helio era una persona muy practica, un tremendo cubano. del cual aprendi muchos sobre la vida, la vida en cuba, la musica, pelota, mujeres, mucho, era increible.
cuanto lo siento un fuerte abrazo el teju
lunes, 6 de octubre de 2008
Títulos
Respondiendo a una invitación del escritor Miguel Correa en Belascoaín y Neptuno de crear una lista de los veinte títulos favoritos por la propia belleza de los títulos compongo mi listado. No incluiré títulos que me parecen fenomenales pero que ya otros han mencionado (como los títulos de Lezama o de Cabrera Infante). Hay ciertos títulos, sin embargo, que aunque en sí no resultan demasiado llamativos tanto por el contexto (“Nieve” de Julián del Casal) como por el contenido del libro (“El siglo de las luces” de Carpentier o “La manigua sentimental” de Jesús Castellanos) adquieren un sentido mucho más profundo que el que tienen en apariencia. Ahi va pues mi lista que posiblemente no llegue a los veinte solicitados y que como la programación radial en Cuba le da cierta prioridad a la producción nacional:
-“La vida: instrucciones de uso” (George Perec)
-“La vuelta al día en ochenta mundos” (Julio Cortázar)
-Los títulos largos de Kundera (“La insoportable levedad del ser”, “La vida está en otra parte”, “El libro de la risa y el olvido” y “El libro de los amores ridículos”).
“¿Puedes hacer el favor de callarte por favor?” (Will You Please Be Quiet, Please?) (Raymond Carver)
De los nacionales:
-“Celestino antes del alba” y “El color del verano” (Reinaldo Arenas).
-“La isla en peso”, “Cuentos fríos” y “Presiones y diamantes” (Virgilio Piñera)
-Cualquiera de los de Enrique Labrador Ruiz: “Carne de quimera”, “Papel de fumar, (Cenizas de conversación)”, “El gallo en el espejo (cuentería cubiche)”.
-"El encanto perdido de la fidelidad" (Emilio Garcia Montiel).
-"La isla que se repite" (Antonio Benítez Rojo).
-"Teoría del alma china" (Carlos Alberto Aguilera).
-"Las comidas profundas" (Antonio José Ponte).
-"Historia sexual de la Nación" (Francisco García González).
-"Indagación del choteo" (Jorge Mañach)
P.D.: Hay sin embargo títulos que posiblemente pasen como algunos de los más ridículos de la historia desde Gutenberg a la fecha. Por ejemplo, el epistolario entre Alfredo Guevara y Zavattini: "Ese diamantino corazón de la verdad". Y ahora que lo pienso, “Ese sol del mundo moral” de Cintio Vitier y el subtítulo de “Dos Cubas Libres” (Nadie quiere a Cuba más que yo) de Eliseo Alberto merecen estar en la misma categoría.
-“La vida: instrucciones de uso” (George Perec)
-“La vuelta al día en ochenta mundos” (Julio Cortázar)
-Los títulos largos de Kundera (“La insoportable levedad del ser”, “La vida está en otra parte”, “El libro de la risa y el olvido” y “El libro de los amores ridículos”).
“¿Puedes hacer el favor de callarte por favor?” (Will You Please Be Quiet, Please?) (Raymond Carver)
De los nacionales:
-“Celestino antes del alba” y “El color del verano” (Reinaldo Arenas).
-“La isla en peso”, “Cuentos fríos” y “Presiones y diamantes” (Virgilio Piñera)
-Cualquiera de los de Enrique Labrador Ruiz: “Carne de quimera”, “Papel de fumar, (Cenizas de conversación)”, “El gallo en el espejo (cuentería cubiche)”.
-"El encanto perdido de la fidelidad" (Emilio Garcia Montiel).
-"La isla que se repite" (Antonio Benítez Rojo).
-"Teoría del alma china" (Carlos Alberto Aguilera).
-"Las comidas profundas" (Antonio José Ponte).
-"Historia sexual de la Nación" (Francisco García González).
-"Indagación del choteo" (Jorge Mañach)
P.D.: Hay sin embargo títulos que posiblemente pasen como algunos de los más ridículos de la historia desde Gutenberg a la fecha. Por ejemplo, el epistolario entre Alfredo Guevara y Zavattini: "Ese diamantino corazón de la verdad". Y ahora que lo pienso, “Ese sol del mundo moral” de Cintio Vitier y el subtítulo de “Dos Cubas Libres” (Nadie quiere a Cuba más que yo) de Eliseo Alberto merecen estar en la misma categoría.
domingo, 5 de octubre de 2008
Eliecér Ávila y sus metamorfosis
La figura virtual de esta semana en la blogosfera cubiche lo ha sido Eliecér Ávila, el estudiante de computación que meses atrás participó en un debate que dejó muy mal parado al presidente del parlamento cubano (ver video abajo). Luego del revuelo inicial en el que se llegó a decir que Ávila había sido detenido éste se desdijo en una publicitada entrevista en Telesur, el canal internacional de Hugo Chávez.
A principios de esta semana Eliecér volvió a ser noticia: dio una entrevista en que reconocía que había sido fraternalmente presionado para que se retractara de lo dicho, y que luego había sido apartado de las actividades políticas de la universidad: "Desde pionero, es la primera vez que quedo fuera de la vida política de mi escuela. Ya no cuentan conmigo para ayudar en la organización de eventos de la FEU ni de la UJC". En la entreista para Encuentro en la Red no se privó de criticar al gobierno cubano en temas tan sensibles como el de la atención médica. De inmediato muchos lo jalearon como la nueva esperanza para los cambios en Cuba, el líder natural de la nueva generación, con ese viejo entusiasmo que ponemos los cubanos cuando creemos haber encontrado un nuevo Mesías político. Desde entonces el Mesías de Puerto Padre se ha negado dos veces con la consiguiente decepción de los recién iniciados en el eliecerismo. Unos se imaginan que han caído en una nueva trampa del Maligno mientras otros califican al Mesías de la Semana como un cobarde irredento.
No hay que exagerar -en ningún sentido- aunque ya sé que eso es demasiado pedir en una blogosfera que se nutre justamente de la hipérbole. No está de más hacer algo de historia. La segunda mitad de los 80, en medio del jolgorio reformista que generó la perestroika, sacudió a las universidades cubanas junto con amplios sectores de la cultura y hasta del mundo político y laboral. En esos días eran frecuentes los casos en que estudiantes emplazaban a ministros, a altos cargos del partido y hasta al mismísimo Comandante en Jefe en asambleas de diverso tipo. Muchos de sus cuestionamientos al régimen eran tan o más severos que los del muchacho que nos ocupa aunque les faltaba la caja de resonancia del internet. Nunca llegaron a ser un "caso": apenas sobrevivieron como una suerte de leyenda entre los que andaban al tanto de aquellos temas. Aquellos cuestionadores tomaron caminos variados: desde el exilio (o la diáspora, que hasta en eso hay desacuerdo) hasta la mera sobrevivencia. Más interesante desde el punto de vista del psicoanálisis fueron los que pasaron de críticos a funcionarios ejemplarmente obedientes, a hagiógrafos a tiempo completo o a críticos tibios y secretamente defensores del sistema. Disidentes, pocos. Uno de los efectos del régimen –al tiempo que uno de sus más eficaces sistemas de defensa- es no dejar espacio para que se pueda ser crítico de este y al mismo tiempo –pongamos por caso- patriota. A menos que se sea descaradamente oportunista es difícil crecer en ese sistema y de buenas a primeras pasar a la categoría de “enemigo”. No se pasa de la noche a la mañana al campo “enemigo” a menos que sean los otros los que tomen la decisión por ti algo que las autoridades inteligentemente tratan de evitar. Y es que no basta con criticar el régimen. Junto con la crítica hay que ir creando un nuevo Yo sobre valores distintos para poder liberarse definitivamente de la servidumbre previa. Un nuevo Yo que no tema ser llamado “apátrida”, “anexionista”, “contrarrevolucionario” o simplemente “malagradecido”. Uno que sepa sobrevivir no sólo a la amenaza y la persecusión sino a la soledad y a la pérdida de espacio en la escenografía de la Nación tal y como la conciben sus diseñadores. Habrá que buscarse nuevos valores y nuevos vocabularios. La crítica externa debe ser también una liberación interna, una revisión hasta del propio sentido vital porque de lo contrario se corre el riesgo de sentir la tentación de regresar al redil, de lograr un nuevo pacto con el mismo régimen que semanas atrás te parecía intolerable porque fuera de este no encuentras un espacio donde encontrar sentido.
Ávila está dolido sobre todo porque “ya no cuentan conmigo”. Todavía cree que hay un camino de vuelta para él, que el espacio del que ha sido expulsado todavía lo está aguardando. No lo culpo: es joven y no conoce otra cosa que ese régimen con sus injusticias (que cree que puede ayudar a reparar) pero también con la protección que significa pertenecer a algo que lo ha sido todo para él, que hasta ahora ha constituido el sentido de su vida. Si no se entiende la profunda dependencia que crea un sistema como el cubano estaremos expuestos a una sucesión de entusiasmos y desengaños con cada nuevo crítico que surja dentro de éste. Y lo que es peor, a nunca liberarnos totalmente de las dependencias –directas o indirectas- que este genera.
viernes, 3 de octubre de 2008
jueves, 2 de octubre de 2008
Ignorancia
Para justificar la la generosidad con que la academia sueca reparte los premios entre autores europeos un miembro del jurado del Nobel achaca "ignorancia" a EE UU para competir con Europa en literatura. Supongo que de esto debemos concluir que Milan Kundera, a quien le han estado negando el Nobel durante décadas, es -de un modo secreto- norteamericano. Como lo fueron Borges y Proust. Y mejor no sigo.
miércoles, 1 de octubre de 2008
Valodia contrataca
¿Recuerdan a Ángel Valodia Matos? Sí, el que le pateó la cara al árbitro para vengar la criminal injusticia que sobre él se cometió en los juegos olímpicos de Beijing. Ese mismo. Pues no se ha quedado mucho tiempo sin trabajo. Expulsado del deporte acaba de ser contratado para protagonizar la primera película cubana de artes marciales. La historia que llevará la firma del afamado guionista Senel Paz (Adorables mentiras, Fresa y chocolate) mezcla la épica de la Sierra Maestra con las disciplinas de combate del lejano Oriente para contar la historia de un pelotón suicida. Oriente al encuentro de Oriente. Los “Pasajes de la guerra revolucionaria” en clave Jet Lee. No es difícil imaginar las escenas de Valodia tomando venganza de los árbitros vendidos a Batista. Ya sé que están pensando que es un invento mío pero ya me gustaría. La noticia no la busquen en ninguna parte: me llegó de alguien cercano al guionista. Y no me extraña ahora que el principal de Valodia, el Compañero en Jefe, le ha dado por ser crítico de cine y reclama una epopeya bélica sobre Cuito Cunavale.
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