Pensaba escribir una reseña sobre el evento "LGTB Lives in Contemporary Cuba" celebrado el sábado pasado en el Schomburg Center, institución adscrita a la New York Public Library ubicada en Harlem. Pero luego de la reseña de Alexis Romay no creo que tenga mucho sentido redundar en lo mismo. Si luego se me ocurre añadir algo lo haré.
Blog personal y casi tan íntimo como una enfermedad venérea pensado también para liberar al pueblo cubano, aunque sea del aburrimiento. Contribuyentes: Enrisco (autor de “Obras encogidas” y “El Comandante ya tiene quien le escriba”), su alter ego, la joven promesa de más de cincuenta años, Enrique Del Risco. Espacio para compartir cosas, mías y ajenas, aunque prefiero que sean ajenas. Quedan invitados a hacer sus contribuciones, y si son en efectivo, pues mejor.
lunes, 17 de septiembre de 2012
LGTB Lives in Contemporary Cuba
Pensaba escribir una reseña sobre el evento "LGTB Lives in Contemporary Cuba" celebrado el sábado pasado en el Schomburg Center, institución adscrita a la New York Public Library ubicada en Harlem. Pero luego de la reseña de Alexis Romay no creo que tenga mucho sentido redundar en lo mismo. Si luego se me ocurre añadir algo lo haré.
domingo, 16 de septiembre de 2012
Reflexiones leninistas (II y final) [con post data]
Lalenin por el lado académico sobresalía entre otras en las que había estado antes sin deslumbrar. En cuanto a los
profesores había de todo. Desde profesionales muy capaces (y ocasionalmente sádicos) hasta aquellos que uno se
preguntaba cómo los dejaban enseñar en cualquier escuela (aunque estos últimos
eran los menos, es cierto). El nivel de las clases era notoriamente alto sobre
todo en matemáticas y física aunque todavía no se había transformado en
preuniversitario de ciencias exactas. Y la exigencia académica era muy superior
a la de los preuniversitarios de la calle, razón por la que muchos de los que
entraron conmigo e incluso de los que llevaban años en la escuela decidieron
irse para que les subiera el promedio y alcanzar la carrera de su preferencia. (Eso provocó que en varias ocasiones los padres de los estudiantes
exigieran a los ministerios de educación y de educación superior la adopción de
exámenes de ingreso para compensar la diferencia de exigencia con otras escuelas, medida que no se adoptaría hasta unos cuantos años después).
Lalenin por otra
parte era, al menos en los tiempos en los que estudié, un grupo igual de
heterogéneo que cualquiera que antes había conocido: proporciones similares de
seres simpáticos y antipáticos, feos y hermosos, honestos e hipócritas. Pero no
en todo era igual de representativo del mundo del que provenía: como mismo había mayor concentración de estudiantes brillantes y menor de la de los brutos sin remedio allí había un
número desproporcionado de hijos de ministros, directores de organismos, altos
oficiales y una proporción muy baja de negros lo que daba pie a los racistas de
la escuela a decir que esa era la mejor muestra de la inferioridad de los
negros en cuestión de inteligencia cuando era más racional verlo como muestra clara de que las diferencias sociales que se decían desaparecidas permanecían casi intactas.*
Como casi siempre
ocurre con nuestra adolescencia y juventud la mayoría de los recuerdos que
guardo de Lalenin son amables y divertidos, supongo que bastante mejores que lo
que ella guarda de mí (pregúntenle a la Tícher si todavía anda por estos lares).
Eso y amistades creadas en esos años (aunque las más sólidas y duraderas
aparecerían luego, durante mis años universitarios o incluso después). Al
graduarme cada año me reunía en el cumpleaños de nuestro último profesor guía
con mis antiguos condiscípulos y era un compromiso agradable que se interrumpió
cuando salí de Cuba. Sigo manteniendo contacto con un puñado de ellos aunque haber
compartido la misma escuela años atrás va cediendo en importancia a otras
afinidades más profundas.
Dicho esto
entiendo el entusiasmo por el reencuentro entre gente que compartió las mismas circunstancias cada día de seis
decisivos años de su vida como entiendo la cara de fastidio de un no leninista
cuando se ve en medio del fuego cruzado de gente que acaba de descubrir que
estuvieron en la misma escuela y comienza a hablar en un idioma incomprensible
para él –porque Lalenin tenía su propio y peculiar dialecto- de una topografía
que desconoce -el tanque de clavados, el Cake, la Cuatro, la Cinco, la Dos, los
Aéreos- y de personas –viejos profesores, subdirectores de internado, un
barbero- que no le despiertan el más mínimo interés. La cofradía creada en
torno a Lalenin es un fenómeno digno de estudiarse ya sea como reproducción
espontánea de un modelo asociado a grupos de élite en todo el mundo y en todos
los tiempos o como la invención de un modo distinto de socialidad al que se pretendió implantar
en aquellas escuelas.
Si llama más la
atención el fervor de estos reencuentros reales o virtuales entre antiguos
estudiantes de Lalenin es por la ausencia de cofradías similares entre los
graduados de otras escuelas. Algo me dice que nunca veré una asociación de ex
estudiantes de Manuel Bisbé, la escuela en la que pasé la secundaria, o incluso
que la de graduados de la Universidad de La Habana o de cualquiera de sus facultades demorará
mucho en aparecer. Aun en el recuerdo de haber coincidido en una misma escuela
somos unos privilegiados aunque sería absurdo que por ello, por conservar ese
recuerdo, los ex lenineros se deban sentir culpables.
A pesar de que
veo en esa nostalgia leninera un ejemplo más de una tendencia global a identificarse con la más desarraigada y menos plena de
las edades -la adolescencia- supongo que se deba a un
sentimiento auténtico de hermandad o al reconocimiento de un sentido de
pertenencia donde escaseaban otros asideros. Pero la identificación con un grupo y unas circunstancias tan
heterogéneas suele ser tramposa: siempre se cae corre el riesgo de ser parte de
lo que el escritor Kurt Vonnegut definiría como un granfalún. “Un grupo de
gente que abiertamente escoge o reclama tener una identidad o propósito
compartido pero cuya asociación mutua realmente carece de sentido”.
Pero tampoco hay
que pedirle demasiado a ese recuento de canas, libras e historias compartidas
que se celebra cada tanto tiempo. Ni quiero incurrir en la labor fácil y
mezquina de afearle la nostalgia a nadie. Si se trata de otra variante del
culto más leal de nuestra generación -el de la amistad por encima de cualquier distancia-
ese impulso que lleva a unos a saltarse un continente para asistir a la boda de
un amigo o ayudar a quien no se ha visto en un cuarto de siglo como si se tratara de un pariente muy cercano no puede
considerarse de otra manera que como admirable. Si se trata en cambio de un
orgullo desmedido por haber pertenecido a una élite que lo mismo ha dado
profesionales respetables que a esforzados chivatos entonces de lo que hablamos
es de la vieja arrogancia de los tuertos en el país de los débiles visuales.
Porque aquí entre nosotros, yo estuve ahí y no era para tanto.
*Post data: La escuela también sobresalía por la vigilancia ideológica sobre los estudiantes. Recuerdo que cuando aparecieron unos letreros de una pulgada escasa de alto que decían “Abajo Fidel” en un baño del docente apenas un par de horas después del descubrimiento todos los integrantes del grupo de limpieza de los pasillos fuimos llamados a la dirección. Allí fuimos interrogados no sólo por el director de la unidad sino por unos señores que no pertenecían a la escuela y en los que no era difícil adivinar su condición de oficiales de la seguridad del estado.
*Post data: La escuela también sobresalía por la vigilancia ideológica sobre los estudiantes. Recuerdo que cuando aparecieron unos letreros de una pulgada escasa de alto que decían “Abajo Fidel” en un baño del docente apenas un par de horas después del descubrimiento todos los integrantes del grupo de limpieza de los pasillos fuimos llamados a la dirección. Allí fuimos interrogados no sólo por el director de la unidad sino por unos señores que no pertenecían a la escuela y en los que no era difícil adivinar su condición de oficiales de la seguridad del estado.
Pero estuve
envuelto en un incidente todavía más ridículo y penoso si cabe. En los meses finales de doce grado llegué a escribir una parodia sobre lo que en aquellos días me parecían manifestaciones de la hipocresía
institucional de la escuela. La obrilla era fruto de una mezcla de las lecturas
obligatorias de la época con el disgusto con que soportábamos los enmohecidos dulces que recibíamos a la hora de la merienda y llevaba el elemental título de “Galileo y el
masarreal”. Creo que había hablado con un par de amigos del asunto porque mi
idea era convencer a unos cuantos para llevarla a escena en una de aquellas
noches de asueto que llevaban el título no menos obvio de “la recreación”. Pues
un día se me acerca un estudiante al que no le había hablado de aquella pieza -que
ahora imagino bastante lamentable- para sondearme sobre ella. El modo en que
condujo sus preguntas –con un tono calculador, frío y falsamente paternal- y sus
consejos me hacían ver que no sólo se había leído subrepticiamente “Galileo y el masarreal” sino que
su acercamiento al autor había sido inducido por alguien más, alguien previsiblemente superior y “experto”
en el tema, un jefe de la Juventud Comunista de la escuela o algo por el
estilo. Quien me interrogaba sólo quería saber las motivaciones que me habían llevado a escribir
aquella farsa en una libreta –algo bastante obvio puesto que la calidad de la
merienda no era un secreto para nadie. También trató de convencerme de que a ese
tipo de preocupaciones debía darles otra salida, usando los “canales
correspondientes” supongo que diría.
Lo curioso y
triste del asunto para mí en ese momento fue quien se había dirigido a mí estaba
en los puestos más altos del escalafón de notas y era por demás un magnífico
atleta, alguien a quien todos los demás admirábamos sin recato. Triste porque ni
siquiera lo hacía por obligación porque en aquellos momentos no pertenecía a la
Juventud Comunista. Con todos sus méritos escolares y deportivos todavía no
había sido admitido en la UJC porque -según se rumoraba- tenía un pariente
cercano viviendo en los Estados Unidos. No era difícil darse cuenta que su
conversación conmigo era uno de los “trabajitos” que le habían encargado para
que demostrara sus aptitudes para integrar la organización que se preciaba de
reunir a los mejores. En aquél momento mi admiración por alguien a quien le
sobraban méritos para ser aceptado en cualquier sitio que se propusiera se resquebrajó un poco. Ahora,
un poco más viejo más bien siento lástima por todos nosotros, por aquella vida
en la que una obrita mierdera causaba tanta inquietud y en la que nada valíamos
si no éramos capaces de renunciar a la más elemental de nuestras lealtades.
viernes, 14 de septiembre de 2012
Reflexiones leninistas (primera parte)
Nunca he sido un
leninista convencido. Y no me refiero a las ideas de un
calvito ruso que mandó a matar a la familia del zar, niños y criadas incluidos,
con la misma tranquilidad con que se mandaba a preparar un baño. Aunque no, si
uno lo piensa bien al calvito ruso prepararse para entrar en el agua debía
ponerlo mucho más tenso que hacer derramar sangre de los enemigos de clase. Me
refiero al interés que me suscita haber sido estudiante de la escuela que lleva
el nombre del calvito ruso, empezada a construir hace cuarenta años e
inaugurada dos años después por otro ruso con bastante más pelo, sobre todo en
las cejas. (Un amigo mío tiene su propia teoría de por qué se fundó aquella
escuela más o menos exclusiva. Los triunfadores de la revolución del 1959 en su
esfuerzo por sacarle réditos a un país que habían virado al revés habían
descubierto que los hijos que habían tenido con las mejores mujeres disponibles
en los meses posteriores a su entrada triunfal en La Habana iban a tener que
estudiar en el mismo sistema educativo que ellos habían creado para los
muchachos del resto del país. Llegaba la hora de crear escuelas más o menos tan
exclusivas como aquellas en las que habían estudiado ellos mismos en el antiguo
régimen. Y darle entrada también a otros muchachitos no necesariamente
herederos de la nueva aristocracia para mantener la ilusión de que después de
todo aquello seguía siendo una revolución de los humildes, con lo humildes y
para los humildes).
Quiero dejar
claro que no se trata que reniegue de haber estudiado en una escuela que tomaba
su nombre de un asesino ruso aunque ahora que lo pienso tampoco es para
sentirse orgulloso. Si carezco de ese sólido sentido de pertenencia que suele
abundar entre los que han estudiado allí es en parte porque a diferencia de la
mayoría de ellos sólo pasé tres años en aquella escuela, de décimo a doce
grados, la mitad de lo que pasaron muchos de mis condiscípulos. O sea, una
parte menos sustancial de mi adolescencia, esa edad tan definitoria en casi
todos los sentidos. (La razón por la que no entré en séptimo grado es una
historia aparte: la resumiré diciendo que no me hacía gracia pasar la
secundaria internado y mi familia se tiró al piso ante lo que veían como una
traición a sus esperanzas de que entrara allí. En décimo luego de ciertas
expulsiones en masa en Lalenin volvieron a abrir plazas y ante la amenaza –que
se cumpliría algo más tarde- de que enviaran a todos los preuniversitarios a
internados en el campo decidí complacer a mi familia con tres años de tardanza). La
otra razón por la que mi orgullo de haber estudiado en esa escuela es más bien
moderado es la misma que la de Groucho para resistirse a entrar en sociedades
exclusivas. Desconfío de un club que se rebaje a admitir a gente como yo.
Entré a la
escuela cuando buena parte de la generación de los hijos de los vencedores se
había graduado así que quizás eso explique por qué ya no era la sombra de lo
que se contaba de ella al menos en lo que respecta a sus condiciones
materiales. Había laboratorios, un tabloncillo magnífico, tres piscinas, es
cierto, pero la comida escaseaba, los laboratorios y el tabloncillo apenas
abrían sus puertas para recibir una inspección o una visita de alto nivel (en
la curiosa concepción cubana del “alto nivel” cualquier grupo de extranjeros clasificaba
como tal) y en esos tres años la única piscina que se llenó no pasó de
funcionar más allá de tres o cuatro semanas en total. (El laboratorio de inglés era una leyenda que le escuché a los pocos afortunados que decían haber estado en su interior y había hasta un estudio radial en el en la única vez que conseguí entrar con unos amigos de puro asombro y felicidad improvisamos una fiestecita). Cuando le dije a una
señora que me encontré en Washington DC y que estaba muy orgullosa de que su
hijo hubiera estudiado en “una de las mejores escuelas del mundo” que Lalenin era bastante menos de lo que aparentaba quiso
asesinarme con la mirada y no la culpo: pese a todas las carencias y falsedades
éramos, en los estrechos confines de la isla, unos privilegiados absolutos (y si eso éramos dentro de la isla ¿por qué no del mundo?) Bastaba que nos visitaran estudiantes de otros internados y ver sus rostros
hambreados, machacados por el sol y los uniformes que parecía que se iban a
deshacer mientras caminaban, el asombro con que miraban nuestros cubículos de
cuatro literas (los de ellos serían de treinta o más) y los espejos que les
parecían objetos de otro mundo para darnos cuenta de lo afortunados que éramos.
[Continuará]
Abajo: "Qué bien te quedaba" videoclip de Boris Larramendi dedicado a aquellos años leninistas.
Distintos modos de evitar a un poeta. Antología de Poesía Cubana del Siglo XXI
Hoy viernes 17 de septiembre a las 7 pm se presenta en la librería McNally Jackson (
52 Prince Street, NY, NY) "Distintos modos de evitar a un poeta. Antología de Poesía Cubana del Siglo XXI" editado por Lizabel Mónica y presentado por ella misma y por Katerina Seligmann. Traten de ir, vale la pena.
Un millón
Uno de los más
fieles lectores que recuerdo (uno que se remonta a la época en que no tenía ni
siquiera lectores sino oyentes que iban a escucharme a peñas donde leía junto a
los fundadores de lo que con el tiempo se convertiría en Habana Abierta:
Vanito, Boris, Barbería más poetas como el hoy también bloguero ArsenioRodríguez Quintana) me anuncia que el contador de este blog ha llegado a un
millón. Y la verdad me da igual que no sean visitantes únicos o químicamente puros.
Un millón es una cifra lo bastante redonda para celebrar. Gracias tanto a
lectores antediluvianos como Fumero como los que hoy se asoman por primera vez
a esta página.
miércoles, 12 de septiembre de 2012
Maestro Issa
Hace tiempo
estaba por comentar sobre “Maestro Issa” un documental del realizador haitiano
Frantz Voltaire sobre su compatriota, músico, pintor y galerista Issa El Saieh (1919 – 2005). De El Saieh había escuchado comentarios muy elogiosos de su
amigo Bebo Valdés* y poco más. El documental sirve no solo de introducción a la
carrera musical de un descendiente de libaneses que a mediados del siglo pasado
revolucionó la música haitiana modernizándola creando un famoso jazz band con
el que introdujo en Haití el jazz y el mambo. Llega un momento en el que el
documental se desentiende de la historia del músico para sumergirse en la de la
música haitiana, su evolución durante la primera mitad del siglo XX y su
intenso intercambio con la música cubana. Allí se habla de la existencia de un
género, el meringue lento, ya casi en extinción muy similar al danzón cubano,
del paso de las contradanzas francesas al Oriente cubano a través de Haití o el
trasiego de ritmos del vudú que dieron origen a la famosa tumba francesa.
Uno de los
músicos de El Saieh, Raoul Guillaume, recuerda cómo en algún momento se acusó a
su maestro de imponerle a los haitianos la música cubana, de extranjerizarla a
pesar de haber escarbado a profundidad las raíces del país donde tuvo que ser a
un tiempo su Fernando Ortiz y su Pérez Prado, estudioso y creador de cultura.
Su antiguo saxofonista alto lo defiende diciendo que debía recordarse que El
Saieh al acercarse a los géneros cubanos no hacía más que volver sobre una
música sobre la que la haitiana tiene alguna paternidad. Eso me recuerda el
argumento de Ali Farka Touré cuando se le echaba en cara tocar blues respondía
que cómo se le podía recriminar por tocar una música que les pertenecía. Un
modo elegante de resistirse a los viejos y siempre tristes argumentos de los
que no aceptan más allá de los límites de su aldea de puro miedo. Miedo a
perderse para siempre.
Abajo un
fragmento del documental donde se habla del intenso intercambio musical entre
Cuba y Haití con subtítulos en francés.
Y para que quiera
ver el documental completo en creole pueden ver a continuación la primera y segunda partes.
*Bebo describe su estadía en Haití como una experiencia maravillosa: "Primero por mi amigo Issa El Saieh, que era una persona divina. Tocaba el
saxofón y era un arreglista muy bueno, casi diría que escribía mejor que
tocaba. Venía de una familia rica, se había educado en Estados Unidos y conocía
a músicos como Dizzy Gillespie. En Haití pude descubrir ritmos africanos que no
estaban en Cuba, o que eran distintos. En todos esos mares del Caribe hay
todavía muchas cosas inéditas, por descubrir. Fue para mí una gran experiencia.
Issa, además, fue mi amigo hasta que se murió, no hace mucho".
martes, 11 de septiembre de 2012
Justo la noche antes
No voy a repetir lo que conté hace tres años sobre la tragedia del 11 de septiembre del 2001. Hoy prefiero
recordar la noche anterior, la del 10 de septiembre cuando un grupo de amigos -recuerdo entre ellos al publicista Jorge Moya, al fotógrafo Luis Mallo, a Geandy Pavón-
fuimos a una exposición del fotógrafo Rogelio López Marín (Gory), alegremente
ignorantes –como en cualquier película de horror mala hasta la desverguenza- de
que en unas horas la ciudad -y hasta la Historia- iba a cambiar para siempre. De la exposición nos
fuimos a Cedar Tavern, un bar mítico de la bohemia beatnik -que ya no existe,
que ni siquiera en ese momento existía más que en el simulacro de las paredes cubiertas con viejas fotos- a brindar por el Gory (al
que todavía no conocía en persona) y sus fotografías, por cada uno de nosotros,
por la vida, con el entusiasmo y la ignorancia del que no sabe nada todavía, del
que nunca sabrá nada.
Nota: La foto pertenece a una
serie hecha a partir de las fotos tomadas por Gory en Nueva York el 11 de
septiembre del 2001 y en los días sucesivos. Le dejo la palabra al fotógrafo
sobre aquella experiencia:
Viví esa tragedia a través de mis ojos y de mi lente. Había llegado por primera vez a Nueva York dos días antes para una exposición que se inauguró en New York University, el día diez de septiembre en horas de la noche. Dormí en Nueva Jersey, y me disponía a realizar el sueño de muchos años, fotografiar en Nueva York muy temprano en la mañana; cuando viví ante mis ojos ese atroz ataque al mundo libre, ese desbordamiento de odio, crueldad y envidia que genera este gran país en los seres despreciables que no perdonan la grandeza de los que desean trabajar, prosperar y ser libres. Pensé en ese momento en millones de cosas, y pensé también en que nací en un país donde existe un Gobierno (y gente que apoya a ese Gobierno) lleno de ese odio cómplice de la muerte de los miles de personas que estaban dejando de existir ante mis propios ojos. Para mí, y para el mundo libre, hay un antes y un después del 11 de septiembre. La obra que desarrollé en Nueva York en los días venideros, transmitía mucha soledad, mucha violencia escondida en la atmósfera y bastante tristeza. Parte de la tristeza y la desolación que envuelve mi trabajo por todas las vivencias personales, incrementada por ese nuevo ataque a la civilización.
domingo, 9 de septiembre de 2012
sábado, 8 de septiembre de 2012
Convencionales
-¿Qué te pareció
la convención demócrata?
-Bueno, Clint
Eastwood al menos estuvo relajado.
-Eso fue en la
republicana.
-¿Sí? Yo pensé,
como lo vi hablando con Obama, que era al revés.
-Eso era
simbólico, hablaba con una silla vacía. Se suponía que fuera una ironía.
-Irónico me
parecía Clinton hablando bien de Obama. Hasta pensé que pensaba volver a elegirse
como republicano.
-No sería mala
idea. Cuando era presidente lo peor que podía pasar era que tuviera sexo oral.
-Él dijo que no
era sexo.
-Eso era lo terrible:
lo incomprendido que era.
-No te creas. Si
mi mujer me agarra con aquello en la boca de la vecina ahí te puedo hablar de
incomprensión.
-No se puede
negar que Hillary es comprensiva.
-Lo que no
entiendo de las convenciones es el entusiasmo: tanto por uno que cuando habla
lo primero que hace es reconocer que no ha conseguido mucho. O por otro que cuando
habla los gestos van por un lado y la voz por otro. Como ciertos videos de youtube
cuando los graban muy mal.
-El truco es
pensar que si gana el otro candidato se va a acabar el mundo. Y que el tuyo
tiene es una de las encarnaciones de Dios o al menos Dios lo tiene en su speed
dial. Eso le funciona hasta a los ateos.
-¿Y para los que
no nos alcanza la fe ni para ser ateos?
-Allí ayuda la
rabia. Si piensas votar demócrata te imaginas que Romney es Hitler. Y si vas a
votar republicano que Obama es Stalin lampiño.
-Elegir entre
Hitler y Stalin. Me la pones difícil. Es como elegir entre pepsi y coca cola. Uno puede aficionarse una o a la otra pero en lo básico son más o menos la misma mierda.
-No, no
entiendes. Uno de los dos tiene que ser el bueno y el otro el malo.
-Y Clint Eastwood
sería el sucio, ¿no?
-La verdad que te
la puse fácil.
Una mezcla natural
No me caso de
recomendar la música de Roberto Juan Rodríguez un cubano que ha conseguido una
mezcla inteligente y hermosa de la música cubana y la judía (“o son una las
dos?” se preguntaría uno al escucharla). Cualquiera de sus discos, El Danzón de
Moisés (2002), Baila gitano baila! (2005), The First Basket (2009), Timba talmud (2009) sorprende y al
mismo tiempo da la impresión de ser lo más natural del mundo.
Primero el video
de una presentación en vivo en la que tocan Wolfie’s Corner y Baila gitano
baila!
Y aquí una pieza
dedicada a un legendario jugador y entrenador judío de la NBA, Red Holzman.
jueves, 6 de septiembre de 2012
En llamas
-¿Viste
lo del incendio en la gasolinera?
-Bueno,
después de que me lo mandaste por email, por Facebook, me mandaste el enlace al
blog y lo tiraste por twitter, sí lo vi.
-¿Y qué
te pareció?
-Na, en
candela. Que yo estaba claro y en África no se me ha perdido nada
.
-Te veo
un poco racista pero no es en África. Es en Santiago de Cuba.
-Como
si es Santiago de Malawi. De Cabinda hasta Cunene un solo pueblo, una sola
nación como decía Karachi que como su nombre indica eran de Pakistán.
-Como tú
digas. A mí lo que me sorprende es la
debacle civilizatoria: la indiferencia de la gente por su vida. La gasolina derramándose
y lo único que les importaba era robarla.
-Que a
la gente le falte el instinto de conservación me parece más bien una debacle
biológica. Ni se conservan ni se reproducen. Ahorita los cubanos entramos en la
lista de animales en peligro de extinción.
-Y
hablando de extinción, en todo el tiempo que dura el video no aparecen los
bomberos por ningún lado. Y son los policías los que detonan la catástrofe.
-Tú
ves, ahí no estamos de acuerdo. Los culpables de todo fueron los disidentes de
la UNPACU.
-¿Por
qué?
-Si en
lugar de ponerse a filmar se hubieran puesto a gritar “Abajo Fidel”, “Abajo
Raúl” la policía habría aparecido al momento. Tú sabes como es la consigna:
crezcan los fuegos, no los disidentes.
-Es
verdad. Y hasta las brigadas de respuesta rápida se habrían portado por allí. Y
la Cruz Roja santiaguera que da más palos todavía.
-No
hubieran apagado el fuego pero le habrían metido tremendo acto de repudio. Por
mercenario, porque la gasolina era venezolana y la chispa de una berjomina.
-Si es
así, entonces fue un accidente solidario. Fuego amigo como dicen los yumas
cuando los soldados se matan entre sí.
-Ahora
lo que me pregunto si el incendio de Bayamo no habrá empezado con un asalto a
una gasolinera española y luego vino Céspedes a darle el toque patriótico.
-No me
jodas que ahora vas a convertir a todos los nagües en asaltantes de gasolineras
y pirómanos. Vete a ver si lo de La Coubre no empezó con un facho de municiones
de los estibadores del puerto.
-Ya sé
que suena redundante pero estamos en llamas.
-Sí, de
Cabinda hasta Cunene. Un solo pueblo.
miércoles, 5 de septiembre de 2012
Aduanales
-¿Cuántos ángeles
caben en la punta de un alfiler?
-No sé pero te
puedo decir cuántos blúmers caben en tres kilogramos.
-¿Cuántos?
-84. O 59
calzoncillos. O 29 blusas. O 16 vestidos.
-Me mataste con
el dato. ¿Lo comprobaste tú mismo?
-No. Fueron los
funcionarios de la aduana del aeropuerto en Cuba. Tres kilos es lo máximo que
te permiten antes de empezarte a cobrar. Para que vean lo generosos que son. O
si no que les presenten una familia que conste de más de 84 culos femeninos o
59 masculinos. O de una combinación de los dos.
-O sea, que Santo
Tomás de Aquino, más conocido como Doctor Angelicus, era un comemierda. No en balde el Doctor Moringa se queja
del robo de cerebros.
-Sí. Lo de menos
son los médicos. Con un solo funcionario de aduana que le lleven le desfondan
sus reservas estratégicas de materia gris.
-Por eso el
intercambio entre cerebros y calzoncillos es injusto y desigual ¡Y debe cesar!
-Suave que no es
para tanto y me recuerdas al Doctor Moringa cuando iba a la ONU. Piensa que detrás
de eso hay un cálculo. Por cada calzoncillo libre de impuestos que manden hacen
un barito y así se mantiene su familia por allá.
-Si ese es el cálculo
que hacen el intercambio sigue siendo desigual… pero a favor de los calzoncillos.
-Ten en cuenta
que no son calzoncillos lo único que mandan los cerebros que se van.
-Ya sé: peor
todavía. Te reformo la pregunta que te hice al principio. ¿Cuántos calzoncillos
caben en un cerebro?
-Bueno si es un
cerebro promedio que pesa 1.5 kilos entonces quedamos en veintinueve
calzoncillos y medio. O sea, que se jodió el primo al que le tocó medio Calvin
Klein.
-Pues ahí tienes
el origen de la disidencia. Un tipo que anda con los huevos al aire.
-Sí, porque los
calzoncillos apretados te matan los espermatozoides, te los cocinan.
-Se me ocurre
otro problema. ¿Cuántos espermatozoides caben en un huevo de esos, de los que
andan desahogados sin la opresión injusta de los calzoncillos?
-No sé pero en
cualquier caso no los suficientes.
-Eso mientras no
sigan apretando en la aduana.
-La aduana son
como los calzoncillos: mientras más aprieta más se aprecian los paquetes.
-¿Y eso qué
quiere decir?
-Nada, pero la
coincidencia es impresionante.
martes, 4 de septiembre de 2012
Prensa independiente en Corea del Norte
Me dirán
que la tengo cogida con los coreanos del norte pero son, por mucho que nos pese
a los cubanos, nuestro referente político más cercano. Siempre un poco más
radical, algo más puro. El castrismo es la idea Juche atenuada por la clave y la
cercanía a los Estados Unidos. Norcorea una hipérbole de Cuba, un espejo en
donde mirarnos y ver nuestros problemas agrandados, más fáciles de reconocer.
Preferimos pensar que no es así, que el reino de los kimilsunes pertenece a
otra dimensión simplemente porque preferimos creer que sólo lo que su
propaganda nos muestra. Abajo en un video de la primera agencia de prensa
independiente norcoreana en el que se pueden apreciar las mismas quejas, las mismas esperanzas y
hasta casi la misma chusmería. Exagero, por supuesto, pero la verdad es que muy
poco:
Conversación
-¿Viste?
Se quedó la hija de Marino Murillo. Cruzó la frontera con México
-Interesante.
¿Y quién es el Murillo ese?
-Algo
así como el jefe de la economía en Cuba.
-Déjame
adivinar. La hija se fue de Cuba por razones económicas.
-No. Si
el padre es el mandamás de la economía sería la misma candela que pedir asilo
político. Se acogió a la ley de ajuste porque quería reunirse con el novio.
-Asilo
sentimental entonces.
-Más o
menos.
-Eso es
bueno. Las nuevas generaciones se van diversificando. Ya no tienen que arrastrar
la culpa de los padres.
-Ni los
padres la de los hijos. Murillo sigue de superministro. Parece que no va a caer
como su tocayo.
-¿Cuál?
-El
Murillo de Berlín.
-No te
hagas el chistoso que seguimos así y ahorita un hijo de Lincoln Díaz Balart se
instala en La Habana y no pasa nada. Dice que se enamoró de una bailarina de
Tropicana y con lo bien colocados que están sus primos seguro que le va bien.
-Bueno,
Carlos Saladrigas era el hijo de un Primer Ministro de Batista y míralo
tratando de meter cabeza.
-¿Por
razones sentimentales?
-No.
Económicas.
-Al
final los únicos que hablan de política en Cuba son los disidentes.
-Pero
no te creas que a esos los acusan de ser mercenarios. De andar en la oposición
por razones económicas.
-¿Y eso
es malo?
-Sí, en
el caso de los disidentes es terrible. Imperdonable.
-¿Y si
se les ocurre inventar la disidencia sentimental?
-Que ni
lo intenten, que nadie se lo va a creer.
domingo, 2 de septiembre de 2012
Conspiración del 30 de agosto: cincuenta aniversario
Esta semana se cumplió el cincuenta aniversario de la Conspiración del 30 de agosto, uno de los acontecimientos más dramáticos y sangrientos y menos conocidos de la historia cubana del siglo XX. Varios de los principales grupos anticastristas (el Frente Anticomunista de Liberación (FAL), el Movimiento Montecristi, el Movimiento de Recuperación Revolucionaria (MRR) y el Movimiento 30 de Noviembre) habían acordado llevar a cabo un plan conjunto y este consistía en un levantamiento que se produciría la noche del 30 de agosto de 1962 en la capital cubana apoyado por decenas de oficiales de la Policía Nacional Revolucionaria y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias con la toma de estaciones de policía y otros puestos claves en la ciudad y el llamado a una insurrección popular. Con el objetivo de dificultar la respuesta de las fuerzas represivas y detener el avance de refuerzos de las guarniciones del ejército hacia el centro de la ciudad se había planificado la voladura de la planta eléctrica de Tallapiedra y del túnel de La Habana y el puente sobre el río Almendares.
No obstante la detención fortuita de varios de los dirigentes del movimiento insurreccional el mes anterior puso a las fuerzas de la seguridad del estado sobre la pista y le permitió lanzar una fuerte redada que desarticuló el movimiento. No obstante no haber llevado ninguno de los sabotajes planeados ni haber provocado heridos o lesiones el descubrimiento del plan llevó a la detención, enjuiciamiento de centenares de implicados y al fusilamiento de al menos 385 personas en las noches del 19, 20 y 21 de septiembre (en algunos textos se habla hasta de más de quinientos fusilados).
Historiadores y periodistas oficialistas han realizado no poco esfuerzo en el encubrimiento de estos hechos ignorando la brutal represión del movimiento y haciéndolo pasar como parte del proyecto de la CIA conocido como operación Mangosta a pesar de la profunda discordancia de fechas. Por su parte los sobrevivientes de la conspiración niegan no sólo que haya sido una operación planificada por la CIA sino hasta que se haya hecho contacto con cualquier institución de inteligencia norteamericana para llevarla a cabo.
Incluso para la brutalidad común a las distintas dictaduras que han asolado la historia cubana, la represión subsiguiente al descubrimiento de la conspiración resulta excepcional. Compárese el asalto al cuartel Moncada que en el que murieron veinticinco miembros del ejército y como represalia fueron asesinadas cincuenta y siete personas con la esta conspiración que no produjo muertos ni heridos y por la que fueron asesinadas al menos seis veces más personas. La cifra que más se le acerca a lo largo de la dictadura batistiana fue la muerte de 147 revolucionarios durante la huelga del 9 de abril de 1957. Para buscar un equivalente a la crueldad con que se reprimió esta conspiración habría que remontase en la historia cubana al famoso Proceso de la Escalera en el siglo XIX. Pese a la desinformación e ignorancia en torno a estos acontecimientos los sobrevivientes de las diferentes organizaciones que tomaron parte en esta conspiración y el exilio han conmemorado anualmente a lo largo del último medio siglo el valor de aquellos que murieron durante aquellos días.
A continuación un fragmento del relato del miembro de Movimiento 30 de Noviembre Hiram Gonzalez sobre aquella conspiración recogido en su libro "Mi lucha por la libertad":
"En una de sus visitas Enrique Pichardo que era el coordinador del movimento en ese momento me informó que había sido contactado por Evelio Pérez (Frank), coordinador del Frente Anticomunista de Liberación (FAL), al que yo había conocido anteriormente, para realizar un levantamiento conjunto en agosto de ese año de 1962. Para ello contaban con la ayuda de militares comprometidos en la acción. Me contó que, inclusive, el jefe militar de la operación era un coronel. En ese momento salté y le pregunté:—¿Un coronel de Batista?—No sé, no lo creo —me contestó.Después supe que el oficial en cuestión era Armando Álvarez Margüelles, Coronel Jefe de Plaza del regimiento del Cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, que se opuso al golpe del 10 de Marzo.En esa reunión, Pichardo me informó que, aparte de nosotros, estaban en la alianza con el FAL la Unidad Revolucionaria, el Movimiento Montecristi que dirigía en ese momento Ricardo Olmedo, que fuera uno de los asaltantes del Palacio Presidencial, y el MRR dirigido por Héctor Alfonso (Fabián), al que yo conocía muy bien porque habíamos estudiado juntos en la escuela Valdés Rodríguez y le tenía mucha confianza. El jefe militar de nuestra organización era Juan Carlos Montes de Oca, y el segundo Antonio Pons (Tony). Me pidió también que estuviera preparado, porque me irían a buscar para que asumiera la dirección del Movimiento en el momento en que estallara la sublevación.Aunque quienes lideraban el alzamiento eran gente probada, el hecho de que estuvieran tantas organizaciones involucradas facilitaba la infiltración de los cuerpos de seguridad del régimen, por lo que le dije a Pichardo:“Me preocupa mucho que tantas personas sepan de esto. Sabemos por experiencia la habilidad que ha tenido el G-2 para infiltrarnos a todos.”Mi advertencia, a pesar de su realismo, fue ignorada, porque el deseo de acabar con la incipiente tiranía cegaba nuestro entendimiento. Nada nos detenía, ni el presidio, ni los fusilamientos. Decidimos apoyar los planes de la FAL, asumiendo los riesgos y las posibles consecuencias. Para ello empezamos a fabricar brazaletes con el nombre del Movimiento, que enviamos a nuestros compañeros en la calle para que los usaran el día de la sublevación. Juan Carlos y Tony fabricaron los llamados Cocteles Molotov (botellas con gasolina y aceite para ser usadas contra los tanques), y situaron explosivos para dinamitar el puente Almendares y el Túnel de La Habana.En medio de esos preparativos, fueron detenidos cuatro miembros de la organización, entre los que se encontraba el organizador nacional Jesús Sierra, a quien después de varios días dejaron en libertad. Tres de los que habían sido detenidos, inmediatamente se comunicaron con Tony y le explicaron que los habían soltado con la condición de que informaran sobre las actividades de la organización y que a Sierra le propusieron lo mismo con la advertencia de que si no cooperaban serían detenidos nuevamente y fusilados.Por otro lado, Manuel Fernández Granda (Aníbal), que era el Coordinador Nacional del Sector Obrero y, muy astuto, siendo informado de esto, sospechó enseguida de Sierra, porque no había reportado lo sucedido. Lo sometió a un intenso interrogatorio y logró que confesara llorando que estaba colaborando con el G-2. Aníbal logró convencerlo de que diera información falsa a los agentes castristas, para confundirlos y ganar el tiempo necesario para escapar, pero había otra persona de la Seguridad del Estado infiltrado en nuestras filas: Omar Fernández Rojas (Pucho) que fue uno de los acusadores en el juicio que se celebró.El mismo 30 de agosto por la mañana, Juan Carlos le informó a Tony que la sublevación se iniciaría a las nueve de la noche, cuando explotara la planta eléctrica de Tallapiedra y volaran el puente Almendares y el Túnel de La Habana.A esa misma hora, ellos irían a la Cuarta Estación de Policía, para unirse al cuartel general de la sublevación, que se establecería allí. Lo que no sabían era que los principales dirigentes de la insurrección ya habían sido detenidos, incluyendo a Enrique Pichardo.El día transcurrió sin que Tony pudiera comunicarse con Juan Carlos y otros jefes de grupo, por lo que estaba desconcertado. Así y todo se dirigió a la Cuarta Estación, como se acordó. Al llegar, la encontró rodeada por un contingente del ejército que incluía tanques y armamento de grueso calibre. Indudablemente, la sublevación había fracasado.El descalabro fue profundo y desarticuló a todas las organizaciones que participaron. En medio del caos, Tony Pons asumió la jefatura militar y la de acción, pero sin recursos muy poco pudo hacer. La necesidad de obtener armas los obligó a robarse dos fusiles, y el G-2 consideró que los hermanos Salabarría (Carlos y Juan) estaban involucrados en el robo, por lo que intentó detenerlos en su casa, pero ambos jóvenes, en un descuido, escaparon por detrás. Los agentes se llevaron detenida a la madre, la señora Sara Rodríguez y le dijeron que la soltarían si lograba que sus hijos se entregaran. Al otro día la encontraron muerta en su celda. Se había suicidado para evitar que sus hijos accedieran a semejante chantaje.Fusilaron a los implicados en la conspiración en otras provincias y en La Cabaña, en días sucesivos, fueron ultimados por esa causa los líderes: el coronel Margüelles y el capitán Evelio Álvarez, y dieciocho más, incluyendo a nuestros compañeros Luis Sánchez Carpentier, Juan Carlos Montes de Oca y Jesús Sierra (cuando descubrieron que era un doble agente) y muchos otros compañeros fueron condenados a cumplir muchos años de prisión.Posteriormente fusilaron a Ricardo Olmedo cuando se negó ir a la televisión a declarar que estaba arrepentido de sus actividades contrarrevolucionarias al servicio del imperialismo yanqui.Esta fue la Causa que más fusilados y prisioneros ha agrupado en la historia de la lucha contra la tiranía de los hermanos Castro, a pesar de que no se provocó ningún daño material ni nadie resultó lesionado.
Le agradezco a Tony Pons, protagonista de aquellos hechos, toda la colaboración ofrecida en la redacción de esta nota.
Nota: La foto arriba corresponde a Ricardo Olmedo Moreno, líder del Movimiento Montecristi, antiguo opositor a Machado y participante en el asalto a Palacio Presidencial el 13 de marzo de 1957 y fusilado a raíz de su participación en la conspiración del 30 de agosto.
P.D. Video de una de las protestas celebradas frente a la Misión diplomática de Cuba ante la ONU por miembros del exilio en conmemoración de la conspiración del 30 de agosto en 1994 aquí.
miércoles, 29 de agosto de 2012
Otro silencio sueco
Los suecos pueden tomarse su tiempo en hablar. Y no sólo se trata de Modig. Ahí está el caso del famoso atentado contra el "Comandante Cero" Edén Pastora en el campamento de La Penca en el sur de Nicaragua el 30 de mayo de 1984. Tiempo antes, Pastora, uno de los Comandantes más conocidos del sandinismo se había separado de este uniéndose a la contra. Ese día, durante una conferencia de prensa se produjo una explosión que mató a tres personas mientras y dejó una docena de heridos, entre ellos el propio Pastora. Todos señalaron como autor del atentado a un supuesto fotógrafo danés llamado Per Anker Hansen*. Aunque era bastante obvio que el gobierno sandinista era el mayor interesado en ver a Pastora muerto durante mucho tiempo la versión más aceptada de los hechos culpaba a la CIA por el atentado. Sin embargo,
En 2009, el periodista sueco Peter Torbiörnsson, sobreviviente del atentado de La Penca, rompió 25 años de silencio para revelar que antes del atentado el Jefe de Inteligencia Sandinista, un cubano llamado Renán Montero** le había presentado a "Hansen" en Managua. Después de eso Torbiörnsson se hizo cargo de "Hansen" llegando a compartir una habitación de hotel en Costa Rica. Torbiörnsson viajó con "Hansen" por todo el norte de Costa Rica en busca de Pastora. El sueco, quien admitió simpatía con la causa sandinista, dijo que sospechaba que su compañero de viaje era un espía, pero no tenía ni idea de que era un asesino. A pesar de que los periodistas y organizaciones de noticias pasaron años tratando de descifrar el misterio de La Penca, Torbiörnsson guardó silencio sobre su conocimiento de la conexión sandinista con el atentado. Pero atormentado por la idea de que había sido utilizado como un cómplice involuntario de un ataque terrorista, Torbiörnsson finalmente rompió el silencio al viajar a Managua en enero de 2009 para presentar una denuncia ante las autoridades policiales de Nicaragua señalando a Montero, al ex ministro del Interior sandinista Comandante Tomás Borge y a Lenín Cerna, ex jefe de la seguridad del Estado como autores intelectuales del ataque.
En 2011, Torbiörnsson lanzó una película documental, Last Chapter, Goodbye Nicaragua, que se estrenó en el festival de cine internacional DocsBarcelona, renovando su acusación de que los dirigentes sandinistas Borge, Cerna y Montero ordenaron el atentado. Torbiörnsson también afirmó que el presidente nicaragüense Daniel Ortega admitió cinco años después del ataque que el atentado había sido orquestado por el gobierno pero que Ortega más tarde optó por encubrir su participación y por comprar el silencio de Edén Pastora y su cooperación a cambio de un puesto para este dentro el segundo gobierno sandinista.
Apenas veinticinco años le tomó a Torbiörnssonrevelar lo que sabía y cuando lo hizo el objetivo principal el atentado, Edén Pastora, ya de vuelta al redil sandinista, acusó al sueco y al falso danés de ser agentes de la CIA.
*El verdadero nombre era Vital Roberto Gaguine, argentino miembro del Ejército Guerrillero del Pueblo muerto durante el asalto al cuartel de La Tablada en 1989 en Argentina.
** Nombre de guerra de Andrés Barahona López, Miembro del Departamento America del Partido Comunista de Cuba y de los servicios de inteligencia del MININT, especialista en la creación y desarrollo de focos guerrilleros en Nicaragua, Argentina, Bolivia, El Salvador y Guatemala y uno de los fundadores de la Dirección de la Seguridad del Estado de Nicaragua.
** Nombre de guerra de Andrés Barahona López, Miembro del Departamento America del Partido Comunista de Cuba y de los servicios de inteligencia del MININT, especialista en la creación y desarrollo de focos guerrilleros en Nicaragua, Argentina, Bolivia, El Salvador y Guatemala y uno de los fundadores de la Dirección de la Seguridad del Estado de Nicaragua.
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