Hoy Diario de Cuba publica el texto que leí el pasado viernes en la presentación de Néstor Díaz de Villegas de su poemario bilingue español/ portugués "Palabras a la tribu"/ Palavras a tribo" en New York University:
Néstor Díaz de Villegas es un caso extraño en la literatura cubana: recuerda a demasiada gente y sin embargo solo se parece a sí mismo. (Lo más común es encontrarse poetas que no te recuerdan a nadie para al final parecerse a todo el mundo.) Alguna vez —cuando aquello no nos habíamos visto nunca y eso me daba ciertas libertades asociativas— lo intenté comparar con Martí. Dije que "sus textos contienen esa intensidad pasada de moda, anacrónica pero no obsoleta, en su intento desesperanzado por inscribir la ligereza cubana en la pesadez del mundo".
Como ocurre con Martí, quien lea cualquier texto de Néstor —da igual que sea un poema o una reseña de cine— puede presentir en cualquier línea un consistente universo ético y —lo que lo hace más raro— estético. Como Martí, fue también encarcelado en la adolescencia por un delito letrado: si el llamado Apóstol de la independencia cubana fue a prisión por la famosa carta en que llamaba traidor a un condiscípulo por ingresar como voluntario en el ejército de la metrópoli, Néstor lo fue por escribir un poema en el que se "burlaba del cambio de nombre de la avenida Carlos III por el de Salvador Allende".
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