Recuerdo que cuando salí de ver “La vida de los otros” hace casi un año llevaba una sensación incómoda. Sí, en Chés en motocicleta y documentales de Michael Moore se agradecía que se mostrara el reverso del paraíso que Moore o el motociclista asmático proponen pero –y aquí empecé a descubrir la base de mi incomodidad- ¿en realidad lo mostraban? El origen de la ¿tragedia? –un ministro corrupto que desea la mujer del prójimo a la que quiere obligar a traicionar a su amante y para ello pone en juego todo el poder que tiene a su alcance- no es demasiado original. Ya decía Antonio José Ponte que no era muy diferente del de cualquier película de Sarita Montiel. Si acaso cambian las relaciones de propiedad –el carro, el chofer, los matones y los espías corren a cuenta del estado- pero en esencia se trata de una historia universal –en el sentido de que responde a convenciones universalmente aceptadas por todos- con los micrófonos de la Stasi alemana dándole color local.
Definitivamente algo se le escapa en la representación de ese mundo a pesar de los cables y micrófonos. “Hay algo falso en la conversión del espía torturador” han señalado varios. El actual jefe de los archivos de la Stasi reconoce que no conoce un solo caso de espía devenido en simpatizante. Tampoco, añadiría yo, se conoce ningún caso de un escritor oficialista devenido en corresponsal secreto de la disidencia. Son, por decirlo así, personajes derrotados, aplastados, por las estadísticas. Se me dirá que justamente para que un personaje sea un ser vivo y no mera caricatura tiene justamente que constituirse en desafío para cualquier estadística. El desafío debe sin embargo seguir ciertas reglas para mantenerse dentro de los límites de lo verosímil. Un dinosaurio o un extraterrestre paseando por las calles de la antigua RDA también desafiarían las convenciones del número sólo que a un extremo que los haría increíbles en una historia que pretenda representar la realidad de aquél extinto país. Pero lo cierto es que resulta que tanto el intelectual como el espía reaccionan en la historia no de muy distinto modo al que lo harían el dinosaurio o el extraterrestre. Por alguna razón desconocida evolucionan a lo largo de la película de un modo muy distinto al que suelen hacerlo los seres reales en las circunstancias que se describen. De hecho sus propias “evoluciones” de algún modo desmienten esas circunstancias.
Un pedazo de naranja debe saber como toda la naranja pero nuestros personajes se las arreglan para ofrecer un sabor distinto a una naranja compuesta de planes quinquenales, control permanente, miedos, gratificaciones y una detallada y pegajosa complicidad. La ley de gravedad que en una sociedad totalitaria como la que se describe no deja a los habitantes levantar un pie del piso no parece funcionar para los protagonistas de la película que, contra toda lógica de la opresiva física totalitaria, consiguen flotar. Al escritor lo hace flotar el amor y el suicidio de un amigo consigue que remonte vuelo. Al espía-torturador unos poemas y una sonata le bastan para conseguir el milagro de la levitación. Cuando se repite la tan trajinada frase de Lord Acton “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente” suele olvidarse que esa corrupción absoluta no alcanza sólo a los que ejercen el máximo poder sino también a sus servidores más cercanos, esos que de algún modo comparten –y disfrutan- retazos de ese poder, entre los que clasifican sin dificultad los protagonistas de la película: el dramaturgo favorito del régimen y uno de sus represores estrella. Si en el seguroso de quien conocemos poco más que su triste perfil laboral y la grisura de su vida se nos hacen poco creíbles las razones de su conversión, en el escritor no es menos increíble el modo en que se produce su “toma de conciencia”. Pese a las diferentes posiciones que ocupan en un régimen como el que se describe el escritor oficial no es menos necesario que el represor y el nivel de servilismo y abyección que deben soportar no difiere demasiado salvo que cuando se trata de intelectuales su proceder es necesariamente público. La conversión en esos casos no es imposible, los ejemplos sobran, sólo que necesita manifestarse de manera tan pública y escandalosa como lo fue su anterior sometimiento. La práctica nos dice que cuando un intelectual decide romper su compromiso con un régimen de ese tipo necesita como una especie de compensación psicológica sufrir de algún modo las represalias del régimen al cual sirvió para sentirse liberado de una vez del compromiso que ha marcado su vida.
“Vivir en la verdad” le llaman algunos de los conversos a su nuevo estado por el que de algún modo se sienten precisados a arriesgar prisión o exilios. Existe también una conversión gradual y más discreta pero esa incluye una marginación o automarginación progresiva del poder al que se ha servido. Dicho de modo más claro en referencia a la triste realidad cubana. ¿Hay acaso alguna manera de imaginar a un Miguel Barnet o un Silvio Rodríguez enviando emails anónimos a Amnistía Internacional sobre la situación de los presos en Cuba? Parece un chiste ero eso es más o menos lo que nos propone la vida de los otros. Y luego está el procedimiento usado contra ellos. En caso de que se sospeche de alguien y se decida en efecto actuar contra él acaso son necesarias pruebas contundentes? ¿No se han presentado copias de la Declaración Universal de los Derechos Humanos o sillas plásticas como pruebas de convicción para condenar a alguien por supuestos vínculos con agencias enemigas? Las cosas tal y como suceden en “La vida de los otros” van desmintiendo en detalles tan básicos lo que significa vivir en el socialismo real tal y como lo hemos aprendido en carne propia que pese a los puntos de contacto con nuestra experiencia de alguna manera me sea curiosamente ajena, como una replica perfecta de algo muy conocido que nos pareciera sin embargo falsa sin remedio. “El cine es así” dirá alguno y habrá que darle la razón. Siempre quedará -y esto hay que agradecerle al director de "La visa de los otros"- el valor pedagógico de la película para explicarle a otros lo que nunca podrán entender. Asumamos pues que es una película hecha para otros aunque la vida se eche en falta. La tragedia seca, sin sangre, que era y es el socialismo real que conocimos todavia espera por modos mas precisos de ser representada.
Añado: han habido buenas representaciones del totalitarismo de izquierda en el cine como ocurre con la película “Underground” pero casi siempre lo mas cerca que se llega es a un nivel metafórico, como si no hubiera otra manera de hacerlo. Por otro lado según cuenta Federico Fornés desde La Habana a la salida de la exhibición de la película alguien dijo que el ministro que instiga la persecución del escritor “era un Pavón cualquiera". Ahí está el peligro, ponerle un nombre al mal (da igual que sea Pavón o Fidel) y luego del bautizo quedarse complacido con el “descubrimiento”.
Definitivamente algo se le escapa en la representación de ese mundo a pesar de los cables y micrófonos. “Hay algo falso en la conversión del espía torturador” han señalado varios. El actual jefe de los archivos de la Stasi reconoce que no conoce un solo caso de espía devenido en simpatizante. Tampoco, añadiría yo, se conoce ningún caso de un escritor oficialista devenido en corresponsal secreto de la disidencia. Son, por decirlo así, personajes derrotados, aplastados, por las estadísticas. Se me dirá que justamente para que un personaje sea un ser vivo y no mera caricatura tiene justamente que constituirse en desafío para cualquier estadística. El desafío debe sin embargo seguir ciertas reglas para mantenerse dentro de los límites de lo verosímil. Un dinosaurio o un extraterrestre paseando por las calles de la antigua RDA también desafiarían las convenciones del número sólo que a un extremo que los haría increíbles en una historia que pretenda representar la realidad de aquél extinto país. Pero lo cierto es que resulta que tanto el intelectual como el espía reaccionan en la historia no de muy distinto modo al que lo harían el dinosaurio o el extraterrestre. Por alguna razón desconocida evolucionan a lo largo de la película de un modo muy distinto al que suelen hacerlo los seres reales en las circunstancias que se describen. De hecho sus propias “evoluciones” de algún modo desmienten esas circunstancias.
Un pedazo de naranja debe saber como toda la naranja pero nuestros personajes se las arreglan para ofrecer un sabor distinto a una naranja compuesta de planes quinquenales, control permanente, miedos, gratificaciones y una detallada y pegajosa complicidad. La ley de gravedad que en una sociedad totalitaria como la que se describe no deja a los habitantes levantar un pie del piso no parece funcionar para los protagonistas de la película que, contra toda lógica de la opresiva física totalitaria, consiguen flotar. Al escritor lo hace flotar el amor y el suicidio de un amigo consigue que remonte vuelo. Al espía-torturador unos poemas y una sonata le bastan para conseguir el milagro de la levitación. Cuando se repite la tan trajinada frase de Lord Acton “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente” suele olvidarse que esa corrupción absoluta no alcanza sólo a los que ejercen el máximo poder sino también a sus servidores más cercanos, esos que de algún modo comparten –y disfrutan- retazos de ese poder, entre los que clasifican sin dificultad los protagonistas de la película: el dramaturgo favorito del régimen y uno de sus represores estrella. Si en el seguroso de quien conocemos poco más que su triste perfil laboral y la grisura de su vida se nos hacen poco creíbles las razones de su conversión, en el escritor no es menos increíble el modo en que se produce su “toma de conciencia”. Pese a las diferentes posiciones que ocupan en un régimen como el que se describe el escritor oficial no es menos necesario que el represor y el nivel de servilismo y abyección que deben soportar no difiere demasiado salvo que cuando se trata de intelectuales su proceder es necesariamente público. La conversión en esos casos no es imposible, los ejemplos sobran, sólo que necesita manifestarse de manera tan pública y escandalosa como lo fue su anterior sometimiento. La práctica nos dice que cuando un intelectual decide romper su compromiso con un régimen de ese tipo necesita como una especie de compensación psicológica sufrir de algún modo las represalias del régimen al cual sirvió para sentirse liberado de una vez del compromiso que ha marcado su vida.
“Vivir en la verdad” le llaman algunos de los conversos a su nuevo estado por el que de algún modo se sienten precisados a arriesgar prisión o exilios. Existe también una conversión gradual y más discreta pero esa incluye una marginación o automarginación progresiva del poder al que se ha servido. Dicho de modo más claro en referencia a la triste realidad cubana. ¿Hay acaso alguna manera de imaginar a un Miguel Barnet o un Silvio Rodríguez enviando emails anónimos a Amnistía Internacional sobre la situación de los presos en Cuba? Parece un chiste ero eso es más o menos lo que nos propone la vida de los otros. Y luego está el procedimiento usado contra ellos. En caso de que se sospeche de alguien y se decida en efecto actuar contra él acaso son necesarias pruebas contundentes? ¿No se han presentado copias de la Declaración Universal de los Derechos Humanos o sillas plásticas como pruebas de convicción para condenar a alguien por supuestos vínculos con agencias enemigas? Las cosas tal y como suceden en “La vida de los otros” van desmintiendo en detalles tan básicos lo que significa vivir en el socialismo real tal y como lo hemos aprendido en carne propia que pese a los puntos de contacto con nuestra experiencia de alguna manera me sea curiosamente ajena, como una replica perfecta de algo muy conocido que nos pareciera sin embargo falsa sin remedio. “El cine es así” dirá alguno y habrá que darle la razón. Siempre quedará -y esto hay que agradecerle al director de "La visa de los otros"- el valor pedagógico de la película para explicarle a otros lo que nunca podrán entender. Asumamos pues que es una película hecha para otros aunque la vida se eche en falta. La tragedia seca, sin sangre, que era y es el socialismo real que conocimos todavia espera por modos mas precisos de ser representada.
Añado: han habido buenas representaciones del totalitarismo de izquierda en el cine como ocurre con la película “Underground” pero casi siempre lo mas cerca que se llega es a un nivel metafórico, como si no hubiera otra manera de hacerlo. Por otro lado según cuenta Federico Fornés desde La Habana a la salida de la exhibición de la película alguien dijo que el ministro que instiga la persecución del escritor “era un Pavón cualquiera". Ahí está el peligro, ponerle un nombre al mal (da igual que sea Pavón o Fidel) y luego del bautizo quedarse complacido con el “descubrimiento”.
17 comentarios:
no entiendo porque razon estabamos tan atraidos por esta pelicula hace unas semanas (en la feria del libro) y el hecho de que se ponga en la habana ya es suficiente para que se diga que es una "pelicula like sarita montiel", si la habana la hubiese prohibido de momento esta pelicula seria un icono disidente, si una pelicula se propone "ir a las causas de las cosas" ya no es una pelicula, una pelicula es solo imagen y un poquito de contenido y el hecho concreto es que ha desbordado labana y la gente puede ver algo mas, yo no la descalificaria tanto y aplaudiria el evento de haberse colado en la muestra, de estar alla estoy seguro moriria con gusto y cansancio apachurrado contra un cristal pa ver de que viene una peli que muestra el lado secreto del comunismo, aunque solo sean unos cuadros con microfonos a 24 x seg.
el "canedian"
estoy de acuerdo con lo q dice tejuca y con tu ultimo parrafo donde dices q lo importante es q la pelicula muestre al menos, para los otros, la vida o la sociedad que nos toco vivir a nosotros.
amen que pueda ser un melodrama (en lo tematico) con conversiones dramaticas inconcebibles para quienes hemos vivido en ese ambiente, la pelicula es valida.
se que no te va a gustar, pero ese ultimo parrafo suena a una version en inverso del poema "la otra orilla" de Benedetti..."el dia que por fin lleguemos habra que quemarlo todo pero dejaremos un museo de nostalgias donde se le explique a las nuevas generaciones como eran castro, la coronilla y los segurosos. La vida de los otros estara alli."
No "descalifico" la pelicula por haber sido exhibida en Cuba. Simplemente trato de explicar la desazon que senti cuando la vi a pesar del entusiasmo que me causo ver que hablaba de temas que en general prefieren pasarse por alto (algo parecido a lo que senti cuando vi Fresa y chocolate en La Habana). Ese viaje a las interioridades de la represion me parecio paradojicamente epidermico. Y es bueno que se hable de eso porque al final esa insatisfaccion deja mas claro en que estriba todo: lo peor de ese sistema no son los microfonos sino la huella que deja en la gente. No se trata de una dictadura cualquiera que es mas o menos lo que propone la pelicula. No se trata solo de controlar y someter a la gente sino de que la gente se convierta en complice de esa represion empezando por ellos mismos. Estara siempre el caso de los marginados y los automarginados, de los que no juegan el juego. Pero entrar en el juego (y no se puede ser el principal dramaturgo de un regimen asi sin entrar en el juego) y mantenerse en el supone complicidad y compromiso que uno no se quita asi como asi de encima. En Cuba estan los casos ejemplares de Padilla, Jesus Diaz o Raul Rivero y las rupturas de cada uno fueron escandalosas. El protagonista de la pelicula no tiene que ver nada tampoco con los intelectuales contestatarios como lo era Alberto Pedro a quien nunca se le vio con buenos ojos aunque se le tolerara. Todo ese clandestinaje de intelectuales y espias indica una separacion de mundos que no funciona en una dictadura comunista. Digamos que la pelicula acierta en presentarnos aquello como una dictadura pero falla en describir su caracter especifico, ese caracter correoso que le da una consistencia especial tan resistente. Insisto, aquello no es una dictadura cualquiera.
No es lo mismo el socialismo de la RDA que el socialismo en Cuba. Es posible que la película no refleje nuestra realidad, sino la de ellos.
En "La tentación de lo imposible" Vargas Llosa habla de como en las "sociedades cerradas" la gente, impedida de poder expresar sus problemas por la falta de libertad, empieza a ver en las obras de ficción esas ideas que no pueden expresar ellos mismos (incluso cuando la intención de la obra sea otra) ¿Cuantas canciones de Silvio no han sido interpretadas contra el régimen? Un montón Algunas sin razón. Es por eso que en estas sociedades sea tan necesaria la censura. Quizás las canciones de Carlos Varela o Frank Delgado pasarían sin tanta repercusión en cualquier otra circuntancia y Porno para Ricardo ni se oiría mencionar. En la circuntancia de la falta de libertad de expresión la que hace que películas como "La vida de los otros" sean tan aclamadas en los festivales de cine, donde la gente la ha llamado "La vida de nosotros"
Enrisco, parece que escribiste un editorial politico, en estilo "realismo socialista", estas hablando de una pelicula, que recrea, crea, refleja, interpreta, transmite , etc. No es un manual de historia, que al final los manuales son mas ficcion qu las peliculas. Me sorprende este escrito tuyo des-matizado, parece que el que desconoce las complejidades de la "farandula" artistica-intelectual eres tu, incluso otorgas reconocimiento moral al estilo de reunion de integralidad, cuando otorgas el reconocimiento "ejemplar" a tres casos muy diferentes, Padilla artista victima del aparato que no resistio la presion en un momento determinado y puntual, y el de dos comisarios politicos, que sistematicamente, persiguieron, etc a gente como Padilla, y que en un momento determinado cambiaron de pensar y actuar, Diaz, beca por el medio abandona y crea el Encuentro, algo asi como el ICRT-Ministerio de Cultura en el Exterior, y Rivero que enfrenta las consecuencias en Cuba, va a prision etc, y en un caso muy diferente pero de alguna manera parte en este mundo de espias -espiados- y espidos - espias estaria el doble agente Elizardo Zanches
artistas, etc, que han entrado al minimo en el juego, o profesores universitarios, y que por su talento y "cojones" los han tenido que admitir y reconocer existen ejemplos en Cuba ... Enrisco, me gusta tu blog, tus chistes (casi siempre), pero me parece que en la critica cultural , no debe someter a criterios politicos (estilo mesa redonda, maniqueista, etc) las obras de arte. dejale eso a Roly P Betancourt y a Pedrito de la Hoz
me gusto esta pelicula, mas que GoodBay Lenin y menos que 12 08 east of bucarest,
y gatos negros, gatos blancos me gusto mas que underground, que ambas son peliculas para quitarse el sombrero.
fresa y chocolate siempre que la veo, le encuentro mas mensajes subliminales o no obvios, esa es tremenda pelicula
y no olvides suite habana, que en su silencio musical dice mas que todas estas peliculas, aunque quizas podrias decir, bla bla bla ...
y para critica tipo realismo socialista puedes analizar a santiago alvarez o michael moore que (dicen) son documentalistas
Coincido con anónimo en mucho. Yo veo en Fresa y Chocolate mucho más que el simple conflicto del homosexual por ser homosexual, que es el criterio que más se ha manejado y que le ha hecho más daño a la película. Fresa y chocolate tiene tanta enjundia y tantos mensajes que el tema homosexual queda en un segundo plano. Suite Habana, a diferencia de FyCh que la vi como 4 veces en una semana cuando se estrenó, sólo la pude ver una vez durante el FCLA en el cine Payret y también me pareció un tremendo film de la misma estatura estética que FyCh. No hace falta hablar, las imágenes y la dramaturgia de la película son suficientes para crearte una fuerte impresión. También depende de la sensibilidad del público. Para muchísima gente FyCh es solo una película sobre un maricón. Sin embargo Guantamera tuvo más revuelo dentro de la alta jefatura, aunque es un film que no le llega a la chancleta a FyCh, sin embargo tiene una mensaje más directo para el vulgo y por tanto más peligrosa, como Alicia en el Pueblo de las Maravillas (¿o de los Miravalles?) SH tuvo mucho menos suerte en proyección, creo más nunca se ha puesto. También coincido en que mucho se resiente un artículo cuando está dominado por determinada idea política y no sigue un razonamiento desprejuiciado sobre lo que se analiza. Eso le está haciendo mucho daño a los intelectuales no importa con cuál mano comen. Por otro lado Risqui, una golondrina no hace verano. Que en Cuba permitan de vez en cuando una cosa como esta en natural. Ellos sopesan el costo en imagen que representaría la prohibición de film extranjero con el impacto que va causar en algunos cientos de personas, posibles espectadores. Causa más revuelo en Cuba la quedada de Carlos Otero en en Yuma que cien Vidas de los Otros No va a pasar nada porque unos pocos vean el film que como bien tu dices no tiene nada el otro mundo y que es un hecho que es el pan nuestro de cada día en cualquier sociedad. Estoy seguro que siendo el caso Malaya un hecho real tiene más trama novelesca que La vida de los otros. Además te apuesto a que si en Cuba pusieran una película sobre el caso Malaya la gente la asociaría a sus experiencias vitales con el Instituto de la Vivienda en Cuba y su trama de corrupción, la diferencia sería... la Pantoja.
No se pueden comparar la RDA y Cuba usando como vara el socialismo, mientras el primero era partidista e institucional, el segundo siempre ha sido la finca del jefe: socialismo de ganado.
No puedo hablar de la RDA, pero en el caso de Cuba se podrian contar por los cientos los escritores oficialistas devenidos en corresponsales secretos de la disidencia, incluso cuando Barnet no pertenece a la enumeracion. Tamien han habido cientos de espias o esbirros del tirano que han camiado de bando, y muchos por causas sinceras.
Como Liborio lo dijo, no se puede comparar al socialismo en la RDA con el Socialismo en Cuba. Un sólo ejemplo: un acto de repudio o unas Brigadas de Respuesta Rápida hubieran sido impensables en la RDA. ¿Por qué va a ser increíble la conversión? La del agente no es una conversión. Nadie puede decir que ayudará a otros. Es en su identificación con la víctima lo que hace ayudarle. Un síndrome Estocolmo a la inversa. ¿No se rebeló Staufenberg contra Hitler? Y era un militar estrella. ¿Es el intelectual un disidente? No, es un intelectual que está en desacuerdo con la política de desinformación (en ese caso el suicidio)del régimen. ¿Necesita de la ruptura en un gran show? Quizás en Cuba sí, pero no en Alemania.
Con todo el respeto pero ni Ponte ni tú tienen la menor idea de la RDA. Y respecto al mensaje fundamental de la película, ambos lo pasáis por alto: el ministro libilidoso no se hubiera haber podido valer del sitema, si el sistema de la Stasi no hubiera existido. ¿Te olvidas de la escena con la vecina? La intimidación con represalias ocultas (en ese caso la entrada a una carrera universitaria). EN la RDA existían carreras, para las cuales se tenía que tener el visto bueno. Una sóla información malsana de la Stasi o el PSUA era un veto.
QUe como toda película tiene que tener algo de ficción, no le quita mérito, si al revés se lo da pues hece ameno un tema muy desagradable y traumatizante para los alemanes, sobre todo los de la RDA.
Para que veas anónimo [ponte un nick porque esto de anónimo curiosamente suena muy impersonal], no intentaba hacerle un juicio político a la película sino más uno estético que tiene por supuesto ciertas implicaciones políticas. Más bien me parece lo contrario, que complacidos con su “mensaje” político estamos dispuestos a pasar por alto sus inconsistencias estéticas y nos molesta que venga un aguafiestas a enturbiarnos el placer. Si te fijas comienzo remitiéndome a la impresión inicial, a un mal sabor de fondo que me dejó y no era político porque en cuanto a lo político la película decía exactamente lo que uno quiere que diga, que el comunismo es un horror. El malestar es de otro tipo y pasa por lo estético. Las películas buenas de verdad, da igual el tema de que traten, me dejan una sensación invariable: una especie de plenitud y al mismo tiempo de agotamiento, una suerte de revelación y al mismo tiempo de incertidumbre y uno se despierta al día siguiente pensando en ella y uno se pasa los siguientes días haciéndose preguntas no tanto sobre la película sino sobre la propia vida. Por cierto, la última vez que me pasó fue con The Prestige, una película sobre magos, nada que ver con lo que estamos hablando. Pues con “La vida de los otros” no me pasó nada parecido y a esa insatisfacción (a pesar de que todo apuntaba a que debería haberme dejado muy complacido) traté de explicármela. Si no lo escribí antes fue por no prejuiciar a nadie antes de que la viera porque me imaginaba que mi opinión le chocaría a muchos. Ahora que todo el mundo parece haberla visto decidí escribir. Estoy de acuerdo con el artículo de Ponte pero él se enfocaba en los “malos” de la película y en por qué la habían permitido en Cuba. No me puse a buscarle defectos por el simple hecho de que la pusieran en Cuba porque sé por experiencia propia que allá de vez en cuando dejan pasar películas buenas y “peligrosas” siempre que puedan controlar que no la vean más allá del grupito de siempre o evitando al menos que llegue a la televisión. Simplemente quise explicar por qué no me había convencido a pesar de que las tenía todas consigo. Y por eso insisto en el tema de la verosimilitud. De acuerdo a las propias referencias de la película (y no a la realidad alemana) y al sistema represivo que describe es difícil imaginarse tanta inocencia en un intelectual que ha llegado tan lejos en ese escalafón cultural tan controlado, un tipo que llega al año 84 haciendo realismo socialista. Es igualmente inexplicable que un sistema que pueda quitarle a alguien una carrera universitaria se detenga ante el detallito de encontrar o no una máquina de escribir. Cuando mencioné los casos ejemplares cubanos no me refería a ellos como ejemplares en cuanto a modelo a seguir sino para entender cómo funciona un ejemplar en medio de una sociedad como esa. Y Padilla por cierto tuvo su época de represor machacando sin piedad a Lezama y a los origenistas por no ajustarse a la estética revolucionaria. Sé que hay intelectuales muy valiosos en Cuba haciendo cosas interesantes y críticas pero están en la categoría de tolerados a duras penas, no de los aplaudidos con entusiasmo por parte del régimen. A quienes les interese un buen estudio de cómo funcionan los intelectuales bajo un régimen comunista les recomiendo encarecidamente “El pensamiento cautivo” de Czeslaw Milosz, un libro nada menos que de 1953 y que excepto en ciertos detalles es perfectamente aplicable para entender el caso cubano al menos desde 1959 al 90.
Analista, preguntale a los alemanes que vivieron la RDA si los dramaturgos reconocidos como el de la pelicula tenian o no tenian autorizacion para pasar a la otra Alemania.
Y averigua si los oficiales de la Stasi no eran espiados tambien.
Documentate, mein kleine Junge.
¿Qué coño es esto? ¿El Festival del Tabaco?
buena pelicula que ha puesto a pensar y a discutir. bueno verla en la habana.
Creo que el valor de la peli no está ni en lo estético ni en lo artístico, tiene unas licencias bastante desafortunadas, como por ejemplo que no se grabase a la vez de transcribir todo lo que sucedía en la casa, eso es un error táctico o técnico, cosa que no se cree de ningún modo, pero es la única manera de poder presentar al agente converso y a que sea más coherente lo que se quiso contar. Yo la vi con una óptica sensiblera y, tengo que decirlo, me emocionó mucho la secuencia final. Amén de los valores y las licencias creo que es muy positivo que se viese en Cuba, o La Habana. De algún modo trae una especie de sentido de causa común, culpa y compromiso. Realismo de dos socialismos muy diferentes pero con los mismos métodos. Saludos.
Oiga; cuanto se aprende de cine y de aleman en este blog !!! Parece una Tanda del Domingo explicando la 5ta. parte de "Liberacion"...
Cuan interesante.
edita, mein kleines Mädchen:
No le tengo que preguntar nada a los alemanes pues viví en total 10 años en la RDA.
PD. mein kleiner Junge
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