Texto completo de la entrevista que le hiciera Sarah Moreno a Francisco García González para El Nuevo Herald con motivo de la presentación en Miami de su libro Asesino en serio.
¿Cómo
influye la experiencia del inmigrante en lo que escribes y en Asesino en serio
específicamente?
Emigrar
es una experiencia de una trascendencia inigualable, brutal en muchos casos si
se quiere. Los que emigramos mayores de edad, como en mi caso, sabemos que
vamos directo hacia la centrifuga del capitalismo, directo a ese mundo de la
economía de mercado en que se genera la riqueza. Aún conociéndolo en tanto
destino inmediato ni siquiera sabemos de qué se trata. Durante mis cuatro
primeros años mi vida fue un viaje interminable por las escuelas de idioma
(inglés) y lo que llamo el inframundo laboral: las cocinas de los restaurantes,
las fábricas, los garajes, los inefables almacenes. Así sucesivamente hasta
convertirme en lo que soy ahora: portero nocturno de un edificio residencial en
el centro de Montreal. (Un oficio al que la literatura cubana escrita fuera de
la Isla tanto le debe). La huella de ese viaje se percibe en muchos de mis
cuentos. Varios de los relatos del cuaderno tienen como elemento desencadenante
de la historia muchas de estas experiencias. A esta travesía debo agregar el conflicto
con la lengua. Reinventarse en otro idioma para mí ha sido una tarea ardua. La
lengua es la llave de acceso a la integración. No hablarla correctamente o no
entenderla a plenitud dispara los filtros de afectividad a niveles de alarma.
Esta tensión también aflora, o subyace, constantemente en Asesino en serio.
Sabes que
hay un tema clave con los cubanos de Miami. ¿Te calificas como inmigrante o
como exiliado?
Al
exiliado lo expulsan o escapa en otros casos. El emigrante toma la
determinación de irse empujado, forzado, por un conjunto de situaciones que en
el caso cubano todos conocemos. Nadie me obligó a marcharme ni tuve que
lanzarme a cruzar el mar en ninguna embarcación ni cruzar fronteras a pie. Soy
un emigrante. Abandonar Cuba para establecerme en Canadá fue una decisión
familiar y personal. Sabía que si quería una vida digna para mi familia y para
mí no había otra opción que poner distancia y mientras más lejos mejor. No
obstante, ni me considero, ni soy, un emigrante económico. Es un término
acomodaticio, muy de moda, usado a veces por ignorancia y otras por
oportunismo. Todo lo que me llevó a tomar la decisión de emigrar clasifica como
causas políticas. A pesar de mi peregrinar por tantos, y desagradables empleos,
no siento arrepentimiento alguno por haber elegido establecerme fuera de Cuba.
Haber hurtado el cuerpo de esa gigantesca maquinaria de miseria y
envilecimiento me hace feliz. Aunque no deje de pensar en lo que dejé atrás:
familiares, amigos, lugares, paisajes…
Tanto para
el inmigrante como para el exiliado es fundamental lo que deja atrás, cómo se
hace presente Cuba en Asesino en serio.
Más allá
de que en casi todos los cuentos el protagonista es un cubano hay algo más
sutil aún: la mirada narrativa. Viví cuarenta y seis años en Cuba, por tanto,
no puedo ver las cosas como un canadiense ni como un quebequense. Mi mirada es
la de un cubano de mi generación. Y eso siempre va a estar latente, y en última
instancia, en el sentido subterráneo de todo lo que escriba sea ficción o no. No
hay una manera de distinta de hacerlo ni tampoco me preocupa. En mi opinión es
lo que hace tan apasionante la literatura cubana escrita fuera de la Isla. O
sea, como interpretamos la nueva realidad adquirida, ya sea en New Jersey, Estocolmo,
Madrid o en Montreal. Como la incorporamos a nuestro background a la vez
que lidiamos con ella. Y eso deja huellas en que escribimos, pintamos,
versificamos o soñamos.
Es una
marca tuya que el libro reflexiones sobre el arte, ya sea como referencias o
con más protagonismo. Es algo que le da un peso y a la vez una ligereza a la
lectura de los cuentos. ¿Cuál es la intención al incluirlas?
En verdad
que no había reparado en esta observación. Quizás lo haga de manera
inconsciente. El arte como ocupación del mundo interior, además de la
literatura y el cine, siempre ha estado en mi órbita y viceversa. Tengo muchos
amigos artistas. He tenido la oportunidad de ver sus obras desde dentro,
conocer sus motivaciones, sus formas de ver el mundo a través de otras
expresiones lejanas, aunque a veces bastantes cercanas a las de la literatura.
Durante una época en Cuba escribí decenas de catálogos para muchos artistas. Lo
hice hasta el día en que dejé de disfrutarlo. Entonces paré. En Canadá tuve
otro acercamiento al arte que más bien se relaciona con lo que decía al
comienzo sobre el submundo de los empleos. Por varios años fui modelo de varias
escuelas de arte en Kingston, Ontario, y Montreal. Un trabajo muy fácil y
aceptablemente bien pagado. Siempre y cuando pudieras estar desnudo y quieto
por casi una hora en la misma posición. Ese trabajo me lo buscó mi esposa. De
esa experiencia salió el cuento “En nombre del padre”, dedicado a mi gran
amigo, el pintor Armando Tejuca. También lo hice hasta el día en que dejé de
disfrutarlo. Hoy es solo anécdota, la huella dejada en un cuento.
¿Por qué
prefieres el género del cuento?
Mis andanzas literarias comenzaron
explorando el mundo del cuento. Aunque también he escrito varias novelas
siempre retorno al cuento. Me considero un lector voraz del género. Estas
lecturas son bastante contagiosas. Mientras más leo cuentos más ideas se me ocurren
para escribirlos. Da lo mismo el autor que sea: grandes, modestos o
desconocidos. Da lo mismo el tema. Da lo mismo la estética. Dan lo mismo la
época o la técnica.
No me sucede lo mismo con la novela.
Disfruto enormemente leer novelas. Pero en mi experiencia novelas no paren
novelas como sí pasa con el cuento.
En fin, es un género con el que me siento
cómodo y que, a pesar de su brevedad, requiere un dominio de la técnica que
permite que lograr un cuento siempre sea un gran reto. Por otra parte, las
ideas brotan de las cosas más disímiles y a veces hasta incongruentes con la
literatura. Un artículo, una noticia, una frase escuchada en la calle, la
lectura de un relato de otro autor, una persona que pasa, un título que
aterriza sin idea clara de qué va a contar. En fin, un misterio.
1 comentario:
El hombre no para de luchar para hacer lo que le gusta. Los mejores deseos para Francisco. Saludos.
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