La más eficaz de las armas defensivas de cualquier totalitarismo es la indiscriminación del delito. No sólo se trata de criminalizar cualquier manifestación que aun inconscientemente pudiera ser considerada como política sino de igualarla en su castigo a cualquier crimen violento, sea política su intencionalidad o no. Pero ese es el totalitarismo clásico que igualaba un atentado con un chiste contra Stalin y una crítica a los productos que ofrecía una entidad estatal con una amenaza a la seguridad del Estado. El totalitarismo de supervivencia –como el que existe en Cuba a partir del período especial, o incluso antes, bajo la influencia de la perestroika- está obligado a ser más pragmático y en pretensiones ideológicas, menos totalitario. (El totalitarismo aspira a controlar totalmente la existencia de la sociedad, incluidos los pensamientos más íntimos de las personas de manera que fluyan en la misma dirección marcada por su ideología. Resignarse a dar esto por imposible es el punto de partida del pragmatismo totalitario). Renunciar en parte al control de las almas con tal de mantener el máximo dominio sobre los cuerpos: esa es en definitiva toda la apertura que pueda concebir desde sus marcos.
No convencido de que la única defensa es el ataque el recurso más refinado del totalitarismo es tirar el fuera de juego. Casi tan efectivo como la prisión y mucho menos dramático, el fuera de juego se empeña en demostrarle a toda la sociedad que lo que en otros países se consideran derechos en un mundo totalitario es un privilegio: desde la posibilidad de viajar hasta la de trabajar, desde el acceso a los medios de expresión hasta al saludo de los vecinos. Mientras el espacio en las cárceles siempre será limitado amplias porciones del país pueden ser condenadas al fuera de juego por el simple hecho de practicar algún culto que no sea el estatal o haber expresado en algún momento el deseo de emigrar. Pero cuando el totalitarismo entra en su fase de supervivencia –y ese es el genio de la táctica- las líneas suelen distenderse y de esa manera se hacen menos sofocantes al común de los mortales. Ya no se trata de perseguir a aquellos que se desentiendan o aparten de la ideología reinante sino sólo a los que directamente se atrevan a atacar el monopolio del poder que la impone. Lo importante es que para todos quede claro que aunque ha cambiado de sitio la línea del fuera de juego sigue allí, cumpliendo con su misión decisiva de separar a los que están fuera de juego de los que –a pesar de uno que otro tropiezo- siguen estando dentro.
En el caso cubano la línea pasa a lo largo de toda la nación: las calles, la televisión, la prensa, los libros, las cárceles y las diferentes variantes de la emigración que, no está de más recordarlo, alguna vez estuvo casi en su totalidad fuera de juego. No importa cuánto se proteste o se critique siempre y cuando no se cruce esa línea invisible pero fácilmente detectable -como en las repeticiones del Mundial- entre el “nosotros” y “el enemigo”. (En la imagen que nos presentan los productores: On side: Carlos Varela, Frank Delgado, Los Aldeanos, Omni Zona Franca. Off side: Yoani Sánchez, Claudia Cadelo, Porno para Ricardo, las Damas de Blanco y toda la disidencia. Pedro Luis Ferrer tiene un pie en off side). Muchos de los que permanecen en el juego deben intuir que por mucho que se esfuercen mientras no se atrevan a cruzar esa línea, el juego –y no sólo ellos- permanecerá su inalterable rutina. No perderán sus privilegios de ciudadanos pero esos privilegios seguirán siendo igual de frágiles. A los que están off side tampoco les queda mucho por hacer ante la bandera levantada del árbitro, desgajados del resto del equipo nacional. Y el árbitro es estricto porque que nada más peligroso para su poder que la solidaridad entre los que están fuera y dentro del juego, que el partido se le vaya definitivamente de las manos.
Por eso las jugadas más inteligentes y audaces de los últimos tiempos han sido aquellas tendientes a romper el fuera de juego: desde el trovador que defiende el derecho a cualquiera a expresarse y disentir, a los blogueros que irrumpen en una acción plástica atrevida pero aceptada; desde los raperos que colaboran con rockeros malditos a los poetas que invitan a una bloguera no menos excomulgada; desde los artistas que ocasionalmente reconocen la necesidad de respetar los derechos humanos hasta los -escasos- miembros de la UNEAC que firmaron la carta en la que se pedía la libertad de los presos políticos; desde el disidente o el preso que con su huelga de hambre sacude la desidia ambiente hasta las Damas de Blanco desfilando por calles céntricas de La Habana o haciéndose acompañar por las Damas de Apoyo. De ahí el celo particular de los órganos de seguridad para que no se desdibujen las líneas del fuera de juego: el secuestro de Yoani cuando intentaba participar en una manifestación contra la violencia organizada por Omni Zona Franca y las duras amenazas contra estos últimos por invitar a la primera. Las continuas advertencias ante cualquier acercamiento entre los que están dentro y fuera del juego. El comprender que era menos riesgoso sacar a los presos políticos que seguir dándole razones a las Damas de Blanco para existir y protestar. Y es que los árbitros siempre han sabido que romper el fuera de juego desde ambos lados de la línea -el acercamiento de posiciones entre el simple malestar y la oposición- es la única posibilidad de que se empiece a jugar un partido distinto.
No convencido de que la única defensa es el ataque el recurso más refinado del totalitarismo es tirar el fuera de juego. Casi tan efectivo como la prisión y mucho menos dramático, el fuera de juego se empeña en demostrarle a toda la sociedad que lo que en otros países se consideran derechos en un mundo totalitario es un privilegio: desde la posibilidad de viajar hasta la de trabajar, desde el acceso a los medios de expresión hasta al saludo de los vecinos. Mientras el espacio en las cárceles siempre será limitado amplias porciones del país pueden ser condenadas al fuera de juego por el simple hecho de practicar algún culto que no sea el estatal o haber expresado en algún momento el deseo de emigrar. Pero cuando el totalitarismo entra en su fase de supervivencia –y ese es el genio de la táctica- las líneas suelen distenderse y de esa manera se hacen menos sofocantes al común de los mortales. Ya no se trata de perseguir a aquellos que se desentiendan o aparten de la ideología reinante sino sólo a los que directamente se atrevan a atacar el monopolio del poder que la impone. Lo importante es que para todos quede claro que aunque ha cambiado de sitio la línea del fuera de juego sigue allí, cumpliendo con su misión decisiva de separar a los que están fuera de juego de los que –a pesar de uno que otro tropiezo- siguen estando dentro.
En el caso cubano la línea pasa a lo largo de toda la nación: las calles, la televisión, la prensa, los libros, las cárceles y las diferentes variantes de la emigración que, no está de más recordarlo, alguna vez estuvo casi en su totalidad fuera de juego. No importa cuánto se proteste o se critique siempre y cuando no se cruce esa línea invisible pero fácilmente detectable -como en las repeticiones del Mundial- entre el “nosotros” y “el enemigo”. (En la imagen que nos presentan los productores: On side: Carlos Varela, Frank Delgado, Los Aldeanos, Omni Zona Franca. Off side: Yoani Sánchez, Claudia Cadelo, Porno para Ricardo, las Damas de Blanco y toda la disidencia. Pedro Luis Ferrer tiene un pie en off side). Muchos de los que permanecen en el juego deben intuir que por mucho que se esfuercen mientras no se atrevan a cruzar esa línea, el juego –y no sólo ellos- permanecerá su inalterable rutina. No perderán sus privilegios de ciudadanos pero esos privilegios seguirán siendo igual de frágiles. A los que están off side tampoco les queda mucho por hacer ante la bandera levantada del árbitro, desgajados del resto del equipo nacional. Y el árbitro es estricto porque que nada más peligroso para su poder que la solidaridad entre los que están fuera y dentro del juego, que el partido se le vaya definitivamente de las manos.
Por eso las jugadas más inteligentes y audaces de los últimos tiempos han sido aquellas tendientes a romper el fuera de juego: desde el trovador que defiende el derecho a cualquiera a expresarse y disentir, a los blogueros que irrumpen en una acción plástica atrevida pero aceptada; desde los raperos que colaboran con rockeros malditos a los poetas que invitan a una bloguera no menos excomulgada; desde los artistas que ocasionalmente reconocen la necesidad de respetar los derechos humanos hasta los -escasos- miembros de la UNEAC que firmaron la carta en la que se pedía la libertad de los presos políticos; desde el disidente o el preso que con su huelga de hambre sacude la desidia ambiente hasta las Damas de Blanco desfilando por calles céntricas de La Habana o haciéndose acompañar por las Damas de Apoyo. De ahí el celo particular de los órganos de seguridad para que no se desdibujen las líneas del fuera de juego: el secuestro de Yoani cuando intentaba participar en una manifestación contra la violencia organizada por Omni Zona Franca y las duras amenazas contra estos últimos por invitar a la primera. Las continuas advertencias ante cualquier acercamiento entre los que están dentro y fuera del juego. El comprender que era menos riesgoso sacar a los presos políticos que seguir dándole razones a las Damas de Blanco para existir y protestar. Y es que los árbitros siempre han sabido que romper el fuera de juego desde ambos lados de la línea -el acercamiento de posiciones entre el simple malestar y la oposición- es la única posibilidad de que se empiece a jugar un partido distinto.
2 comentarios:
Muy bueno...ojalá y el árbitro central d ese partido se de una vuelta x acá y lea este reglamento.
Saludos desde mi rincón del mundo...
Partiendo de la base de que la revolución es del pueblo y para el pueblo, los que no la apoyan son inmediatamente considerados apátridas, anticubanos, terroristas, etc. Es muy claro que las lineas están marcadas para una vez detectado un demócrata, un libre pensador, un desmarcado, hay que clasificarle y apartarlo, si es sacándole de la isla pues mejor. Nunca me olvido de aquella impresión de Abel Prieto cuando regreso de Venezuela, el veía a Venezuela igualita que cuba pero con Miami adentro. Todo esta muy claro bro. Mao lo tenia claro y mandaba a matar sin escrúpulos, nunca le quito el sueño una sola de las almas ejecutadas.
Muchos inside que critican y se dicen libres no llegan nunca al punto de hablar mal de los Castro o de pertenecer a una organizacion que no sea la UNEAC.
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