Mis recomendaciones de discos cubanos escuchados en el 2013 publicadas ayer en Penúltimos Días:
Chucho Valdés and his Afro-Cuban
Messengers: “Border-free”
Para decirlo
rápido y desde mi más estricto gusto personal, es el mejor disco que le he
escuchado a Chucho desde la desaparición de Irakere. Y es que siempre he
preferido cuando el pianista pone su enorme talento al servicio de las bandas
que construye a partir de una sección rítmica tupida, sólida, deslumbrante. Los
Afro- Cuban Messengers del disco “Border –free”, a diferencia del disco
anterior “Chucho’s Steps” se presentan con un saxo de menos y un percusionista
más y eso debe tomarse como una declaración de principios en un disco donde la sección de metales se reduce al trompeta Reynaldo Melián Alvarez con
apariciones ocasionales del saxo de Branford Marsalis casi siempre discretas.
(En sus presentaciones en vivo en su gira norteamericana prescindían
completamente de los metales con resultados iguales si no superiores). Esto le
permite a Chucho y los suyos (Dreiser Durruthy
Bombalé, en el batá Rodney Barreto Yllarza en la batería, Yaroldy
Abreu Robles en las congas y Angel
Gastón Joya Perellada en el bajo) concentrarse en búsquedas
rítmicas jugosísimas en piezas como “Congadanza”, “Afro-comanche” o “Abdel”,
dejar que la melodía haga el trabajo de hilo conductor mientras el ritmo, ese
concentrador de tiempo, se enseñoree de todo. Y el resultado es
sorprendentemente fresco como si Valdés no llevara decenas de discos a cuestas
o como si hubiese conseguido liberarse de ellos a través de un conveniente
ataque de amnesia y el resultado fuese al mismo tiempo parecido y distinto al
siempre venerable “Live at Ronnie Scott’s” de Irakere. Y es así que, a través
de esos despojos, de esas sucesivas liberaciones no teniendo que demostrar nada
Chucho lo demuestra todo.
Paquito D’Rivera y
el Trío Corrente: “Song for Maura”
No es un capítulo
más de la radionovela “El romance de Paquito D’Rivera con la música brasileña”
aunque lo parezca. O sí, pero sobraría el “más” porque, aunque contando con
elementos parecidos, el resultado está lejos de ser previsible en los detalles
que es lo que más importa. Digamos que es un capítulo importante: ese en que la
maldad de la madrastra es por fin descubierta o en el que el héroe rescata a la
heroína de las garras de algún desalmado. Esta vez se hace acompañar con un
trío de músicos brasileños, el trío Corrente (Fabio
Torres, piano, el bajista Paulo Paulelli y Edu Ribeiro en la percusión) aunque
un verbo como acompañar resulta engañoso. Hablar de enfrentamiento por otro
lado resultaría exagerado pero a ratos se siente la tensión que uno podría
percibir en una partida de póquer. Sin embargo, pronto uno descubre que los
jugadores son amigos y que más allá del resultado de la partida y de a quién
vayan a parar las cantidades apostadas se trata de una celebración del simple
acto de estar juntos. De una conspiración entre iguales donde Paquito pone el
saxo, el clarinete y una composición dedicada a su madre, precisamente la que
da título al álbum mientras que el pianista Fabio Torres aporta sus piezas
“Saldera” y “Paquito” y el percusionista Ribeiro su "Cebola
No Frevo". El resto pueden ser clásicos de toda la vida como el "1 X
0" de Pixinguinha, "Tem Do" de Baden Powell, “Ceu e mar” de Johnny
Alf y “Sonoroso” de K-Ximbinho o un clásico reciente como “Recife Blues” que deja
la grabación original de McCoy Tyner y Claudio Roditi como apenas un boceto.
Ah, y se me olvidaba –aunque los finales no se deben contar- al final Paquito
vuelve a conquistar a su amada pero asumo que eso ya lo sabían.
Ogguere: “Solar”
Aunque “Solar”, su
último álbum, ganó el premio a mejor grabación en la categoría Rap Hip Hop la
propuesta de Ogguere viene más funky que nunca. No hay que dejarse distraer por
el rapeo de los cantantes o por títulos como “No dejes que la rumba se te
acabe”: “Solar” es el producto más consciente y acabado de lo que las futuras
enciclopedias musicales podrían llamar “funk cubano” sin remordimientos. Y no
lo hace desde una perspectiva unidireccional y machacona destinada a instituir una
modulación local de un género demasiado establecido en otros sitios sino que lo
empuja para sacarlo de quicio, averiguar qué más puede dar de sí. Desde el
soul, el jazz, la rumba o el mambo pero sobre todo desde el perfecto
acoplamiento de los músicos. (El funk no es, después de todo, terreno para
virtuosos aunque en “Solar” se dejan escuchar agradecibles solos de trompeta
–cortesía de Alexandre Abreu- o de trombón). Es un disco –y esto es algo que se
puede decir de pocas grabaciones actuales- que se deja oír de principio a fin
sin impaciencias aunque haya piezas que destaquen por encima del resto como “Mi
chocolate caliente”, el homenaje a Chano Pozo que es “Llegó la manteca a Santos
Suárez”, “Mataron a Freddy” o la musicalmente apabullante “Voy a hablar con
Fidel”. No es un disco perfecto porque allí además de hacer muy buena música se
cantan unas letras tan ridículas que si se toman sin pedanterías pueden
resultar divertidísimas. Debo advertirle a los puristas del idioma –de
cualquier idioma- que en “Solar” se intenta la complicada rima de “caliente”
con “caliente” (“mi chocolate caliente/ para que tú te caliente(s?)) pero
también se consigue rimar con todo éxito “así” con “éxtasis” (hacerlo así/ en
el sofá/ siempre es más/ un extasí”) o “Hemingway” con “everyway” (“yo quiero
ser libre como Hemingway/ viajar a everyway). Y todo esto se le perdona a los
cantantes –supongo- porque alguien tiene que salir en las portadas de los
discos, o en los videoclips bailando con chicas en tangas, o dejarse reconocer
en la calle por los fans y firmar autógrafos, hacer el trabajo duro del grupo,
en suma. El resto es música.
Otros discos que he escuchado este año y que a mi entender
merecen atención especial son el “Sió” de Alejandro Frómeta, “Today’s Opinion”
de Yosvany Terry, “La cibertimba y el bárbaro” de Boris Larramendi, “Mi bajo danzón” de Yunior Terry, “Brooklyn Nights” de Roberto Poveda y la reveladora
labor arqueológica de la antología “Cuban Rumba, Swing y Bebop, Vol.1”.
P.D.: En el texto de Penúltimos Días se me olvidó incluir "The Pedrito Martínez Project" de la agrupación homónima, otra muestra de lo estimulante que siempre ha sido el entorno neoyorkino para la música cubana.
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Tienes razón sobre el trabajo de Chucho. Cuando los escuché en vivo, eran él, el bajo y los tres percusionistas, sin los viento metal o madera, y tocaron espectacularmente.
ResponderEliminar¡Feliz Nochebuena y Día de Navidad! Salud para ti y tu familia.
Saludos.
Cuando un artista se “compromete” con la política, en este caso el castrismo, hasta prestarse a firmar un documento público apoyando ejecuciones sumarias por el mero “crimen” de intentar largarse de Cuba, que nadie me pida que no mezcle arte con política con respecto a tal artista.
ResponderEliminarHablo de Chucho Valdés y la carta del 2003 apoyando que mataran a tres muchachos “de color” por ser, en efecto, cimarrones. Eso es solamente un ejemplo de conducta; indudablemente hay otros, aunque no sean tan flagrantes. Y no, “todo el mundo” no firmó; Pablo Milanés no lo hizo.
Se puede tener mucho talento y valer muy poco como persona. La Alonsova viene a la mente, y no es casualidad que su firma era la primera en la misma carta. Sin duda este comentario desentona con el sentido del post, pero no más que la hijeputez desentona con la buena música.
Nausea: te podria mencionar mas casos, como cuando no se atrevio a grabar "Bebo Rides Again" con su propio padre o cuando permitio que lo ningunearan en los medios o cuando cometio bigamia para asegurarse la residencia americana pero me preguntaron por la musica y de llahable. de eso se trata, de intentar separar la cobardia del ciudadano Valdes del talento de Chucho aunque sea la firma de este ultimo la que aparezca en la carta.
ResponderEliminarFeliz Navidad, exitos...
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