Argentina comenzó el mundial con un decepcionante empate contra
Islandia. Luego reajustaría su concepto de decepción al perder tres a cero con
Croacia. Ya se veía fuera del mundial. Para pasar a la siguiente ronda debía
ocurrir una sarta de milagros en la que el papel del equipo argentino debería
ser -por suerte- más bien pequeño. Primero Nigeria debería ganarle a Islandia –lo
que hizo- y luego Croacia, ya clasificada debería empatar o ganarle a Islandia
a la que todavía le quedaban opciones para pasar a la segunda ronda en caso de
ganar. En manos de los argentinos quedaría entonces ganarle a Nigeria.
¿Lo haría? ¿Despertaría el genio de Messi, dormido durante los dos
primeros partidos? ¿Alguien le diría que si no ganaban ese sería su último
juego en un mundial o preferirían no incomodarlo con noticias incómodas? Por un
momento Messi pareció despertar. En un gran pase de Banega tocó la pelota dos
veces antes de que tocara el piso y luego la mandó a la red. Como si viviera en
cámara lenta lo que los demás estamos condenados a sufrir en velocidad normal.
Los hinchas argentinos enronquecían, Maradona en su palco ponía los ojos en
blanco. Parecía que para los argentinos vendría un desfile de unicornios y arcoíris
pero no olvidemos que por algo inventaron el tango: lo de ellos es sufrir.
Messi volvió a su sopor, los nigerianos se acordaron que si perdían tendrían
que soportar la pesadez de hacer las maletas y rellenar los formularios de
aduana así que se acercaron más al área argentina. Era cuestión de tiempo que
actuara el VAR, esa hada madrina de los pobres de espíritu y de fútbol. Y en
efecto, el árbitro digital decidió otorgarle un penalti a Nigeria que cobró
Moses con solvencia.
Mientras tanto, en
el otro partido Islandia había empatado a uno y seguía acosando la portería de
Croacia B sabiendo que una victoria los clasificaba. Por 35 minutos estuvo
Argentina fuera del mundial y Nigeria dentro. Entre el penalti de Moses y el
momento en que Marcos Rojo cazó un centro con la derecha y decidió el partido.
Croacia por su parte se le adelantaba a Islandia y le ponía las cosas más
fáciles a Argentina y más difíciles a los televidentes. Todo porque tuvieron que soportar el repertorio de muecas con que Maradona celebró el pase de la misma selección
que una vez coronó campeona como jugador y otra la hundió como técnico.
Maradona da la impresión de ser el beneficiario del primer transplante exitoso de un ojo de culo a la boca de un ser humano. Y fue un corte de cámara rápido, pero una toma lo captó sacándole el "middle finger" con ambas manos a alguien que estaba en las gradas justo más abajo de la suya. ¡Qué individuo!
ResponderEliminarSaludos y ánimo, que la milonga todavía no para.
Siento vergüenza ajena de los argentinos por Maradona.
ResponderEliminarMaradona ya no merece ni desprecio. Vaya cretino.
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