Los partidos para dirimir el tercer lugar
en las Copas del Mundo suelen ser partidos tristes. Después de todo se trata de
un juego entre perdedores que saben que el de verdad se jugará al día
siguiente. Pero el de hoy más que triste fue patético. Patético como una puesta
en escena de "Hamlet" representada por payasos o por actores de telenovela
mexicana, valga la sutileza: miraditas e índices apuntando al cielo, lagrimones
incluso antes de empezar el castigo, quise decir, el partido, si es que hay
alguna diferencia para los brasileños.
Bueno sí, el partido empezó a las 3:00 pm
hora local y el castigo empezó apenas dos minutos después, cuando el árbitro
marcó un penalti en contra de Brasil. Luego, en la repetición, se vería que no
fue tal. Que la falta fue en el borde del área, no dentro de ella, pero se justifica
la confusión del tipo del silbato porque Robben es tan rápido que parece
vulnerar las leyes de la física y estar en dos lugares al mismo tiempo. Y Van
Persie, claro, que no falla cuando se la ponen tan fácil.
Como en el “Julio César” de Shakespeare todo
parecía volverse contra Brasil. Hasta los árbitros, tan benévolos a inicios de
campeonato, se ensañaron contra el once brasileño. “¿Tú también, Bruto?” decía
el otro Julio César, el portero de Brasil, mientras sacaba balones del fondo de
su portería como quien se hurga una puñalada en pecho propio. Y no era para
menos: había recibido casi tantos goles en los últimos dos partidos como
cuchilladas el aspirante a emperador romano. Y encima al rato caía otro gol
más, esta vez con un fuera de juego intercalado que el juez de línea tampoco
vio. Pero nadie estaba molesto con los encargados de impartir ese simulacro de
justicia que son las tarjetas de colores y los offsides ante el convencimiento
que no por ilegales los goles holandeses eran menos justos. Y encima ofrecían el
consuelo de tener a alguien a quien culpar que no llevara la camiseta verde
amarela.
El consuelo para los espectadores fue ver
90 minutos más de Robben, posiblemente sus últimos en un Mundial en los que
lució tan rápido y deslumbrante como si fueran los primeros. O los destellos de
Wijnaldum, un centrocampista de 23 años que ayer, para despedirse contento, hasta
se marcó un gol frente al cual ni Julio César ni Bruto, (el árbitro, ustedes me
entienden) pudieron hacer nada. En cambio, la única decisión correcta que tomó
el árbitro en toda la tarde fue pitar el final del partido y con él el suplicio
de una nación que verá la final desde la mejor posición que ha ejercido en todo
el Mundial: las gradas.
extrañé a Fred... y alguien sabe porqué Felipao decidió sentar a Dani Alves en estos últimos partidos. Saludos.
ResponderEliminarTodo el mundo extrañó a Fred desde el primer partido, estando en el campo o en el banco.
ResponderEliminarY no escalar a Dani Alves fue otro de los misterios que Felipao regaló al mundo, ni llega a ser el más increíble o importante.
Lamento no poder ayudar, pero por lo que se vio parece que ni los propios Fred/Felipao tienen respuestas para esas dudas.