Si el tango no existiera los argentinos
lo estuvieran inventando esta noche. La melodía, por supuesto, tristísima y la
letra que habla de un amor imposible, de una copa que acariciaron pero no
pudieron saciar su sed con ella, de una estrella que esperaban que los
redimieran de todas sus frustraciones pero que al final nunca apareció. Y que
un rayo misterioso –alemán por más señas- hizo nido en una esquina de la
portería luego de que Goetze lo detuviera con el pecho. En fin, de lo que
hablan todos los tangos. Y es cierto que los Mundiales no son tribunales
supremos pero habría que reconocer que no habría sido justo que la Pulga
fantasma y sus diez acompañantes hubiesen ganado el torneo. No frente al equipo
que vapuleó a Portugal y a Brasil lo convirtió en un chiste alemán.
Ya fue un mérito que el sistema ofensivo
más demoledor que se haya visto en años no le repitiera a Argentina el 4 a 0
que le recetó un Mundial atrás, cuando el director no era uno con pinta de
vendedor ambulante de filtros de agua sino de compinche enano de Tony Soprano. Fue meritorio que lo hiciera sin Di María en la cancha o con Palacios
dentro de ella y con el Pipita Higuaín con menos puntería que escopeta de feria
(de haber sido más pequeño el balón le habría sacado el ojo a un espectador o a
un fotógrafo). Que lo hiciera, y este es el mérito mayor, con Messi recorriendo
el campo como si se preguntara si había dado la propina adecuada a la camarera
del día anterior o algo igualmente trascendente. ¿O quizás se estuviera
preguntando a quién le darían el balón de oro si a él, obviamente, se le había olvidado
ir a Brasil?
Pues así y todo, al equipo argentino no
sólo contuvo a los alemanes durante 112 minutos sino hasta amenazó en alguna ocasión con anotar. Con todo a los alemanes les entraba calambrina cada vez que
Messi pasaba a menos de diez metros del balón como un sheriff temible con una
bazooka en la cartuchera amenazando con desenvainarla al menor paso en falso. Y
es cierto que los argentinos tuvieron oportunidades reales de ganar el partido
aunque sin exagerar. Si ellas serán recogidas en futuros tangos será porque
quienes en realidad marcaron fueron los otros. A ocho minutos de caer en la
pesadilla de la ronda de penales Goetze anotó uno de los goles más bellos del
torneo donde igual hubiera bastado uno bastante más feo.
Al final los alemanes se coronaron
campeones por cuarta vez, los brasileños se gastaron 12 mil millones de dólares
en ver la final desde las gradas y Messi recibió el balón de oro al mejor
jugador del Mundial. Esto último fue el medio que encontró la FIFA para convencer
a la Pulga de que en realidad estuvo en la Copa, que no fue un sueño. Total,
para que termine llegando a la conclusión de que para el próximo mundial mejor
no va e igual le mandarán el balón de oro por correo. Y para que los argentinos
sigan componiéndole tangos a un amor que se anuncia pero no acaba de volver porque
se fue con otro, rubio por más señas.
Detesto a Maradona y a la Cretina Kirchner, y los argentinos en general no me resultan exactamente simpáticos. Me alegro mucho de la victoria de Alemania, aunque no por los alemanes.
ResponderEliminarMuy bueno, Enrisco. Lo cierto es que, sumando los minutos que jugaron contra Alemania y contra Holanda (en esta última sólo por penales), el “balón de oro” ni ninguno de los restantes tangueros fueron capaces de hacerle un gol ni al arcoiris. De tolete el trofeo que le dieron a la pulga.
ResponderEliminarPimero que nada, te felicito, Enrique, por la cobertura del Mundial the Enrisco Way. Me parece que es material publicable para un futuro si continúas la faena en Copas venideras.
ResponderEliminarEn justicia a Argentina, vinieron a cuajar como equipo hacia el final del torneo. Lo que todo el mundo señalaba como su flanco débil -la defensa-, resultó eficiente, y la ofensiva de Messi, Higuaín, Agüero y cia. no dio pie con bola, literalmente.
Este Mundial nos dio grandes sorpresas como el desbarajuste de Brasil, y una Costa Rica y una Colombia sin grandes luminarias pero que dieron la batalla. Y al final prevaleció un favorito que luchó por este galardón. Un partido final con alargue, pero sin tarjetas rojas ni penaltis, la verdad que lo disfruté muchísimo.
No podemos confundir una selección nacional con un sistema político, o con políticos. Un analista mexicano de ESPN lo resumió muy bien hablando de la presión sobre el equipo brasileño por las manipulaciones publicitarias locales equiparando a Brasil selección con Brasil nación. Añadió que estaba casi seguro que a pocos alemanes se les ocurriría afirmar que Alemania era un mejor país por que había goleado a Brasil, que sencillamente estarían muy contentos porque su selección obtuvo una victoria contundente.
Saludos.
Te felicito por la excelente descripción del último mes, que podría llamarse "El Mundial según Enrisco". Sabemos que el guevarófilo Maradona cobró mucho más para hacer lo mismo (ahí perdiste de 4-0, contando en millones de euros), pero lo que leímos aquí estaba más cerca de la verdad en campo y fue mucho más agradable.
ResponderEliminarUn abrazo.
Desgraciadamente, los políticos son los primeros en politizar el deporte, o lo que sea, siempre y cuando lo crean provechoso. La locura de Brasil gastarse alrededor de $12 billones en este asunto, aunque hubiera tenido un equipo de primera capaz de ganar la Copa, fue una decisión política, y por supuesto hay figuras deportivas altamente politizadas, como Maradona.
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